Una de las cosas que más lamento de no haber podido escribir en este
blog es sobre uno de los acontecimientos que más ha dado que hablar en nuestros
tiempos. Me refiero a la abdicación del Papa Benedicto XVI y a la designación
del actual Papa Francisco como su sucesor en marzo de 2013. Este blog lo abrí
en noviembre de 2013, por lo que el actual Papa ya llevaba ocho meses en el
cargo. Sin embargo, ahora que se acercan los cinco años de su elección como
jefe de la Iglesia Católica, quiero hablar un poco acerca de este personaje tan
peculiar como es "El Santo Padre".
Aunque mis creencias religiosas son muy profundas, éstas se concentran
únicamente en Dios, por lo que la Iglesia Católica y sus líderes no merecen
para mí ningún respeto, ya que éstos se ha alejado de la palabra de Cristo y
han convertido el Catolicismo en la "Gran Ramera" que San Juan
visionaba en el Apocalipsis. Aun así, y visto que todavía no he escrito ninguna
entrada acerca del "Sumo Pontífice", creo que ha llegado la hora de
hablar de aquél a quien San Malaquías catalogó como "El último Papa",
mientras que otros muchos lo denominan "El Papa revolucionario".
Pues bien, cinco años después de la llegada de Bergoglio a la Basílica
de San Pedro cabe preguntarse; ¿Qué revolución ha llevado a cabo Francisco? Por
lo que a mí respecta, llevo un lustro esperando esa "Revolución" que
los progres (Poco creyentes ellos pero muy fans de este Papa, al que consideran
un referente) llevan pregonando durante todo este tiempo. ¿Qué reformas
profundas se han llevado a cabo dentro de la Iglesia Católica?, ¿Qué cambios
relevantes se han llevado a efecto en el Vaticano desde la llegada de este
argentino a Roma?. Podemos llegar a la conclusión de que en estos cinco años no
ha cambiado absolutamente nada en la plaza de San Pedro.
Bergoglio fue escogido
después de que Ratzinger abdicase tras verse acorralado por el escándalo de los
abusos sexuales a niños por parte de personajes muy relevantes en el Vaticano
(Cabe añadir que entre ellos estaba el propio hermano de Ratzinger). Se puede
decir pues que la Iglesia necesitaba un lavado de imagen muy importante, ¿Quién
mejor para liderar ese lavado de imagen que un argentino progresista enlazado
con la dictadura de Perón? (Este no es el primer caso en el que un Papa se ve
enlazado con una dictadura, ya que Ratzinger lo estuvo con el régimen nazi
cuando era un adolescente).
A partir de la elección de Bergoglio como Papa, todo cambió en la imagen
que se tenía del Vaticano. Con Benedicto XVI, la institución católica era
considerada como una institución tan fría y distante como su Sumo Pontífice,
mientras que con Francisco la cosa ha mejorado notablemente gracias a esa
"Revolución inexistente" que los medios de comunicación han
promocionado falsamente. Una revolución que el Papa dijo que llevaría a cabo
pero que sólo han quedado en palabras y gestos. Unos gestos hipócritas que demuestran
la falsedad de este Papa (Y de los otros también), el cual está más preocupado
en quedar bien de cara a esos medios de comunicación que le apoyan, que en
llevar a cabo esa reforma profunda que la Iglesia Católica necesita.
Las
palabras y los gestos son insuficientes para un líder mundial que debe dar
ejemplo, y que debe darlo con hechos, no con palabras. Digamos que la única
acción que ha llevado a cabo este Papa es la de nombrar en los altos cargos de
la Iglesia a personajes que como él, son cercanos al ala progresista (Como no
podía ser menos), y eso es lo que ha llevado a ser considerado como un
personaje clave e histórico a la hora de modernizar la Iglesia. Pero las
cuestiones que afectan a las mujeres (Cuestiones que sí merecen la lucha por la
igualdad y no lo que hacen algunas por ahí) y a la transparencia del Vaticano
han quedado ancladas en meras promesas que nunca llegarán.
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