viernes, 2 de marzo de 2018

La igualdad no existe

En una de las últimas entradas que escribí, hablé acerca de las clases sociales y sobre mi forma de ver a cada una de ellas. Al final de la entrada realicé un comentario que dice así; "La igualdad no sólo es un concepto inalcanzable, abstracto, falso y absurdo, sino también una vana ilusión entre los desiguales con el fin de creer que lo imposible es posible". Por supuesto, me reafirmo en mi declaración. Pero hoy no quiero hablar acerca del comportamiento de las clases sociales, sino de ese mismo concepto que he hecho mención; La igualdad.

En la última entrada que escribí, hablé sobre la Revolución inglesa e hice algunos comentarios sobre una impresionante película sobre dicho acontecimiento histórico; La película "Cromwell". En una escena donde el rey Carlos I habla en palacio con los principales líderes del parlamento, entre los que se encuentra el parlamentario y militar inglés Oliver Cromwell, éste le dice al monarca que Inglaterra debe avanzar hacia un sistema más igualitario llamado democracia. La respuesta de Carlos I a Cromwell es bastante curiosa y dice así; "La democracia, señor Cromwell, era una bufonada griega basada en la descabellada teoría de que existen posibilidades extraordinarias entre las gentes más ordinarias". Por supuesto no comparto la forma en la que Carlos I denomina a sus súbditos, pero sí comparto en el fondo el argumento que utiliza.

La igualdad es según la Real Academia Española "El principio que reconoce la equiparación de todos los ciudadanos en derechos y obligaciones". Claro, uno lee estas cosas y dice; "Joder, qué bonito", pero si uno lo analiza profundamente, uno no puede más que preguntarse; "¿Esto es posible?". E incluso voy más allá; "¿Esto existe?. Siendo fiel a mis principios pesimistas, si a mí me preguntan por la igualdad y si creo en su existencia yo debo decir abiertamente que no. El ser humano es desigual por naturaleza. Nadie es igual a nadie, y a la hora de la verdad los resultados en términos laborales, académicos, etc, son bastante diferentes entre unos y otros. La capacidad física es distinta entre los seres humanos, la capacidad intelectual también. Otra cosa bien diferente es que en términos jurídicos se quiera dar cierto equilibrio a esa desigualdad dentro de los parámetros que establecen las leyes. Esa es la igualdad social y la igualdad jurídica por la que siempre se ha luchado, lo cual no deja de ser un concepto abstracto y utópico que constantemente se ha querido llevar de la teoría a la realidad.

Hablar de igualdad puede resultar muy bonito en términos jurídicos, políticos y sociales. La cuestión cambia cuando hay que llevar esa utopía a la práctica. Pongamos un ejemplo: Según el artículo 47 de la Constitución española; "Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada". Claro, muchos, incluidos aquellos que ocupan una vivienda, cuando oyen esto ven el cielo abierto porque creen que de una manera u otra, todo el mundo tendrá derecho a vivir en un hogar digno. El problema viene cuando te dicen que ese artículo se puede interpretar de muchas maneras y que tiene un sentido metafórico. No es algo metafórico, señores. Es simplemente algo imposible de llevar a cabo. Por desgracia, todo el mundo no podrá tener derecho a una vivienda digna, ni podrá tener derecho a una sanidad, ni podrá tener derecho a una educación, ni podrá tener derecho a un salario justo. En términos metafóricos, utópicos y abstractos uno puede decir lo que quiera, otra cuestión bien diferente es trasladar esas ideas del mundo de la fantasía al mundo real.

Poniendo como ejemplo otro artículo de la Constitución, podemos detenernos en el artículo 14 de la misma, en la que se expresa lo siguiente: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión, o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. Todo muy bonito hasta que llega el momento en el que te das cuenta que desde algunos sectores de la sociedad, y en especial desde los poderes del estado, se promueve la incorporación de más mujeres que hombres tanto en administraciones públicas como privadas, a la vez que desde la propia Constitución, concretamente en el artículo 57.1, se establece la preferencia del varón sobre la mujer en la línea de sucesión al trono de España.

La propia Constitución habla de igualdad mientras el jefe del estado es, según el artículo 56.3 de nuestra Carta Magna “Inviolable y no está sujeto a responsabilidad alguna”. Todo ello mientras los diputados y senadores disfrutan de aforamientos e inmunidad judicial frente al resto de la sociedad. Mientras el artículo 16 de la Constitución estipula que “Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto” en nuestra sociedad, con el pretexto de defender el laicismo, se intenta boicotear desde determinados sectores todos aquellos actos que realiza la religión Católica, mientras que por otro lado se promueve la tolerancia con otras religiones extranjeras. Mientras la Constitución habla de garantizar la libertad ideológica, en nuestro país se persiguen las ideas conservadoras que profesan determinados sectores sociales en favor de otros sectores que promueven las ideas progresistas. Si la propia Constitución se contradice a la hora de hablarnos sobre igualdades, ¿Cómo se va a garantizar esa igualdad que los propios padres de la Constitución reniegan en otros artículos y que en la práctica se ha demostrado que es imposible llevarla a cabo?.

Pongamos más ejemplos, en este caso uno social; Cuando un niño lleva un proceso de aprendizaje un poco más lento y dificultoso que el resto de sus compañeros de clase y se decide llevar a ese niño a una clase especial para enseñarle según sus capacidades, ¿Estamos ante algo que enaltece la igualdad o la desigualdad? Porque el simple hecho de que ese niño ya esté siendo apartado de sus compañeros para recibir un aprendizaje acorde a él ya es en sí una discriminación hacia ese niño. Algunos dirán; "No, no. Es igualdad, ya que así ese niño tendrá oportunidad de aprender mejor". Yo personalmente no lo veo de esa forma, ya que si ese niño está siendo apartado de un tipo de enseñanza, para ser introducido en otra diferente, el simple hecho de realizar esa acción, por muy buena que sea la intención de fondo, lleva emparejado en sí todo un reconocimiento de desigualdad. Por ello, incluso cuando buscamos la igualdad estamos discriminando y reconociendo una desigualdad de manera inconscientemente.

Cuando desde los organismos públicos se insta y se fomenta llevar a cabo la discriminación positiva, se está llevando a cabo una discriminación en toda regla. Lo cual provoca no la igualdad entre diversos colectivos, sino la superioridad de un colectivo concreto por encima de otros basándose en el pretexto de la igualdad. En las circunstancias actuales donde se habla de la discriminación positiva en favor de la mujer y en detrimento del hombre, esa acción no supone ni muchísimo menos una acción destinada a la igualdad social entre hombres y mujeres, sino a la supremacía de la mujer sobre el varón, lo cual es igual de repugnante que la situación a la inversa.

Cuando se habla de discriminación positiva en favor del colectivo LGBT y las restantes consonantes del abecedario, se está llevando a cabo un proceso de discriminación general en favor de un colectivo concreto, el cual cada vez gana más peso dentro de la sociedad actual en detrimento de otros. Ahí ya se está creando desigualdad social. Cuando los medios de comunicación publican casos de violencia machista, pero en cambio esconden casos de violencia hembrista, ya se está produciendo una desigualdad social entre hombres y mujeres. Cuando desde los poderes públicos y los medios de comunicación se le da preferencia a los inmigrantes antes que a los ciudadanos nacionales, ya se está produciendo una desigualdad en favor de un colectivo mientras se perjudica a otro. Cuando se le niega a un ciudadano la posibilidad de recibir atención médica, ya sea por falta de poder adquisitivo, por no estar afiliado en la seguridad social, etc, ya se está produciendo una discriminación, cuando se le niega a un ciudadano la posibilidad de estudiar en una universidad por falta de recursos económicos o por otros motivos personales y/o sociales que afecten al individuo, ya se está produciendo una desigualdad y una discriminación a la vez.

Estos casos y muchísimos otros más son sólo unos ejemplos de que el concepto de igualdad como tal no existe. En lo que a mí respecta, yo creo que se puede equilibrar como ya he dicho antes, cierta igualdad dentro de las leyes. Pero lo que jamás se podrá llevar a efecto es una igualdad jurídica y social como tal. ¿Acaso en una sociedad igualitaria tendrían que pagar más impuestos unos ciudadanos que otros?, ¿Acaso en una sociedad igualitaria un jubilado que haya cotizado menos que otro debe de cobrar lo mismo que el que ha cotizado diez veces más?, ¿Acaso en una sociedad igualitaria todos los trabajadores deberían cobran el mismo salario sin importar quién haya rendido más en sus horas de trabajo?, ¿Acaso en una sociedad igualitaria todos los estudiantes deberían aprobar para tener todos las mismas oportunidades, independientemente de que algunos hayan estudiado y aprobado y otros no?, ¿Acaso en una sociedad igualitaria un pijo repugnante podrido de dinero tendría el mismo derecho a una prestación social que un mísero trabajador?, ¿Acaso en una sociedad igualitaria todo el mundo tendría derecho a las mismas oportunidades sin distinción ni discriminación alguna sean cuales sean las diferencias físicas y/o psíquicas? El ser humano es desigual biológicamente, y hay que empezar a tomar conciencia de ello cuanto antes por el bien de la propia especie humana. El hecho de que todos seamos desiguales no nos convierte a todos y cada uno de nosotros en un problema, sino en una oportunidad distinta para ver y entender la vida.

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