En una de las últimas entradas que escribí, hablé acerca de las clases
sociales y sobre mi forma de ver a cada una de ellas. Al final de la entrada
realicé un comentario que dice así; "La igualdad no sólo es un concepto
inalcanzable, abstracto, falso y absurdo, sino también una vana ilusión entre
los desiguales con el fin de creer que lo imposible es posible". Por
supuesto, me reafirmo en mi declaración. Pero hoy no quiero hablar acerca del
comportamiento de las clases sociales, sino de ese mismo concepto que he hecho
mención; La igualdad.
En la última entrada que escribí, hablé sobre la Revolución inglesa e
hice algunos comentarios sobre una impresionante película sobre dicho
acontecimiento histórico; La película "Cromwell". En una escena donde
el rey Carlos I habla en palacio con los principales líderes del parlamento,
entre los que se encuentra el parlamentario y militar inglés Oliver Cromwell,
éste le dice al monarca que Inglaterra debe avanzar hacia un sistema más
igualitario llamado democracia. La respuesta de Carlos I a Cromwell es bastante
curiosa y dice así; "La democracia, señor Cromwell, era una bufonada
griega basada en la descabellada teoría de que existen posibilidades
extraordinarias entre las gentes más ordinarias". Por supuesto no comparto
la forma en la que Carlos I denomina a sus súbditos, pero sí comparto en el
fondo el argumento que utiliza.
La igualdad es según la Real Academia Española "El principio que
reconoce la equiparación de todos los ciudadanos en derechos y
obligaciones". Claro, uno lee estas cosas y dice; "Joder, qué
bonito", pero si uno lo analiza profundamente, uno no puede más que
preguntarse; "¿Esto es posible?". E incluso voy más allá; "¿Esto
existe?. Siendo fiel a mis principios pesimistas, si a mí me preguntan por la
igualdad y si creo en su existencia yo debo decir abiertamente que no. El ser
humano es desigual por naturaleza. Nadie es igual a nadie, y a la hora de la
verdad los resultados en términos laborales, académicos, etc, son bastante
diferentes entre unos y otros. La capacidad física es distinta entre los seres
humanos, la capacidad intelectual también. Otra cosa bien diferente es que en
términos jurídicos se quiera dar cierto equilibrio a esa desigualdad dentro de
los parámetros que establecen las leyes. Esa es la igualdad social y la
igualdad jurídica por la que siempre se ha luchado, lo cual no deja de ser un
concepto abstracto y utópico que constantemente se ha querido llevar de la
teoría a la realidad.
Hablar de igualdad puede resultar muy bonito en términos jurídicos,
políticos y sociales. La cuestión cambia cuando hay que llevar esa utopía a la
práctica. Pongamos un ejemplo: Según el artículo 47 de la Constitución
española; "Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda
digna y adecuada". Claro, muchos, incluidos aquellos que ocupan una
vivienda, cuando oyen esto ven el cielo abierto porque creen que de una manera
u otra, todo el mundo tendrá derecho a vivir en un hogar digno. El problema
viene cuando te dicen que ese artículo se puede interpretar de muchas maneras y
que tiene un sentido metafórico. No es algo metafórico, señores. Es simplemente
algo imposible de llevar a cabo. Por desgracia, todo el mundo no podrá tener
derecho a una vivienda digna, ni podrá tener derecho a una sanidad, ni podrá
tener derecho a una educación, ni podrá tener derecho a un salario justo. En
términos metafóricos, utópicos y abstractos uno puede decir lo que quiera, otra
cuestión bien diferente es trasladar esas ideas del mundo de la fantasía al
mundo real.
Poniendo como ejemplo otro artículo de la Constitución, podemos
detenernos en el artículo 14 de la misma, en la que se expresa lo siguiente:
“Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación
alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión, o cualquier otra
condición o circunstancia personal o social”. Todo muy bonito hasta que llega
el momento en el que te das cuenta que desde algunos sectores de la sociedad, y
en especial desde los poderes del estado, se promueve la incorporación de más
mujeres que hombres tanto en administraciones públicas como privadas, a la vez
que desde la propia Constitución, concretamente en el artículo 57.1, se
establece la preferencia del varón sobre la mujer en la línea de sucesión al
trono de España.
La propia Constitución habla de igualdad mientras el jefe del estado es,
según el artículo 56.3 de nuestra Carta Magna “Inviolable y no está sujeto a responsabilidad
alguna”. Todo ello mientras los diputados y senadores disfrutan de aforamientos
e inmunidad judicial frente al resto de la sociedad. Mientras el artículo 16 de
la Constitución estipula que “Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y
de culto” en nuestra sociedad, con el pretexto de defender el laicismo, se
intenta boicotear desde determinados sectores todos aquellos actos que realiza
la religión Católica, mientras que por otro lado se promueve la tolerancia con
otras religiones extranjeras. Mientras la Constitución habla de garantizar la
libertad ideológica, en nuestro país se persiguen las ideas conservadoras que
profesan determinados sectores sociales en favor de otros sectores que
promueven las ideas progresistas. Si la propia Constitución se contradice a la
hora de hablarnos sobre igualdades, ¿Cómo se va a garantizar esa igualdad que
los propios padres de la Constitución reniegan en otros artículos y que en la
práctica se ha demostrado que es imposible llevarla a cabo?.
Pongamos más ejemplos, en este caso uno social; Cuando un niño lleva un
proceso de aprendizaje un poco más lento y dificultoso que el resto de sus
compañeros de clase y se decide llevar a ese niño a una clase especial para
enseñarle según sus capacidades, ¿Estamos ante algo que enaltece la igualdad o
la desigualdad? Porque el simple hecho de que ese niño ya esté siendo apartado
de sus compañeros para recibir un aprendizaje acorde a él ya es en sí una
discriminación hacia ese niño. Algunos dirán; "No, no. Es igualdad, ya que
así ese niño tendrá oportunidad de aprender mejor". Yo personalmente no lo
veo de esa forma, ya que si ese niño está siendo apartado de un tipo de
enseñanza, para ser introducido en otra diferente, el simple hecho de realizar
esa acción, por muy buena que sea la intención de fondo, lleva emparejado en sí
todo un reconocimiento de desigualdad. Por ello, incluso cuando buscamos la
igualdad estamos discriminando y reconociendo una desigualdad de manera
inconscientemente.
Cuando desde los organismos públicos se insta y se fomenta llevar a cabo
la discriminación positiva, se está llevando a cabo una discriminación en toda
regla. Lo cual provoca no la igualdad entre diversos colectivos, sino la
superioridad de un colectivo concreto por encima de otros basándose en el
pretexto de la igualdad. En las circunstancias actuales donde se habla de la
discriminación positiva en favor de la mujer y en detrimento del hombre, esa
acción no supone ni muchísimo menos una acción destinada a la igualdad social
entre hombres y mujeres, sino a la supremacía de la mujer sobre el varón, lo
cual es igual de repugnante que la situación a la inversa.
Cuando se habla de discriminación positiva en favor del colectivo LGBT y
las restantes consonantes del abecedario, se está llevando a cabo un proceso de
discriminación general en favor de un colectivo concreto, el cual cada vez gana
más peso dentro de la sociedad actual en detrimento de otros. Ahí ya se está
creando desigualdad social. Cuando los medios de comunicación publican casos de
violencia machista, pero en cambio esconden casos de violencia hembrista, ya se
está produciendo una desigualdad social entre hombres y mujeres. Cuando desde
los poderes públicos y los medios de comunicación se le da preferencia a los
inmigrantes antes que a los ciudadanos nacionales, ya se está produciendo una
desigualdad en favor de un colectivo mientras se perjudica a otro. Cuando se le
niega a un ciudadano la posibilidad de recibir atención médica, ya sea por
falta de poder adquisitivo, por no estar afiliado en la seguridad social, etc,
ya se está produciendo una discriminación, cuando se le niega a un ciudadano la
posibilidad de estudiar en una universidad por falta de recursos económicos o
por otros motivos personales y/o sociales que afecten al individuo, ya se está
produciendo una desigualdad y una discriminación a la vez.
Estos casos y muchísimos otros más son sólo unos ejemplos de que el
concepto de igualdad como tal no existe. En lo que a mí respecta, yo creo que
se puede equilibrar como ya he dicho antes, cierta igualdad dentro de las
leyes. Pero lo que jamás se podrá llevar a efecto es una igualdad jurídica y
social como tal. ¿Acaso en una sociedad igualitaria tendrían que pagar más
impuestos unos ciudadanos que otros?, ¿Acaso en una sociedad igualitaria un
jubilado que haya cotizado menos que otro debe de cobrar lo mismo que el que ha
cotizado diez veces más?, ¿Acaso en una sociedad igualitaria todos los
trabajadores deberían cobran el mismo salario sin importar quién haya rendido
más en sus horas de trabajo?, ¿Acaso en una sociedad igualitaria todos los
estudiantes deberían aprobar para tener todos las mismas oportunidades,
independientemente de que algunos hayan estudiado y aprobado y otros no?,
¿Acaso en una sociedad igualitaria un pijo repugnante podrido de dinero tendría
el mismo derecho a una prestación social que un mísero trabajador?, ¿Acaso en
una sociedad igualitaria todo el mundo tendría derecho a las mismas
oportunidades sin distinción ni discriminación alguna sean cuales sean las
diferencias físicas y/o psíquicas? El ser humano es desigual biológicamente, y
hay que empezar a tomar conciencia de ello cuanto antes por el bien de la
propia especie humana. El hecho de que todos seamos desiguales no nos convierte
a todos y cada uno de nosotros en un problema, sino en una oportunidad distinta
para ver y entender la vida.
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