Dentro de unos meses, concretamente en agosto de este año, se cumplirán
15 años de aquel famoso día en el que el entonces presidente del gobierno, José
María Aznar, anunció que contra todo pronóstico, su sucesor en el PP y en el
gobierno de España (En el caso de que su partido ganase las próximas
elecciones) sería su vicepresidente del gobierno, Mariano Rajoy Brey. Una
polémica decisión en la que desde sus inicios se cuestionó la acción
democrática de este hecho, que no era otro que el de un jefe del gobierno
decidiendo de manera personal quién debía regir los destinos del país y de su
partido político tras su salida de la política. Para algunos, Aznar quiso
hacerse en 2003 un Carlos V, es decir, anunciar su retirada del poder tras
designar sucesor como hizo el nieto de los Reyes Católicos con su hijo Felipe
II en 1556.
15 años después de este hecho insólito, más propio de la URSS que de la
España constitucional, Aznar ya ha dejado entrever que su decisión no fue la
correcta. Y no me refiero a su decisión personal de abandonar el poder
voluntariamente, sino a la de designar como heredero a Rajoy, el cual ha
convertido el PP en una sombra del que en su día fue el de Aznar en el aspecto
ideológico. Todo el mundo daba por hecho que la sucesión era cosa de tres desde
el momento en que Aznar anunció su decisión de no postularse para las
elecciones generales de 2004. Los tres hombres fuertes del gobierno se disputarían
desde entonces el poder; Rodrigo Rato, Mariano Rajoy, y Jaime Mayor Oreja. Aun
así todo el mundo daba por hecho que la verdadera pugna era cosa de dos: Rato y
Rajoy; El ministro de economía y el vicepresidente del gobierno. La verdad es
que la mayoría de los medios y de la sociedad daban por hecho que sería Rato el
sucesor natural de Aznar, pero la sorpresa se produce cuando el jefe del
gobierno anuncia que será Rajoy y no Rato quien le sucederá en Génova 13 y en
el Palacio de la Moncloa. Tras este anuncio, Aznar y su esposa, Ana Botella,
pasaron ese mismo fin de semana junto a Mariano Rajoy y su esposa, Elvira
Fernández en la finca estatal castellano manchega de Quintos de Mora para
organizar el proceso de sucesión como si de una empresa privada se tratase.
El gallego frío, segundón, retraído y paciente se convertía así, sin
comerlo ni beberlo, en el hombre elegido por el dedo supremo de Aznar para
regir los destinos de España y del entonces partido mayoritario del país. Rajoy
se acababa de convertir en el Felipe II del siglo XXI. Había sido designado
para heredar España y el PP. Desde entonces, Rajoy se convirtió en el candidato
oficial de la España de Aznar y se dedicó a viajar por Europa cuan futuro e
inminente presidente del gobierno. Pero el destino le tenía preparado un duro
revés para Rajoy a tres días de las elecciones generales de marzo de 2004; Un
atentado terrorista en Madrid, el mayor hasta el día de hoy en la historia de
Europa, se salda con la escalofriante y espeluznante cifra de 200 muertos y
cerca de 2.000 heridos. Al Qaeda le devuelve a Aznar la venganza por la
decisión del presidente del gobierno de apoyar en las Azores a George W. Bush y
a Tony Blair en la Invasión de Irak justo un año antes. Tras el atentado en la
estación de Atocha, las miradas se vuelven contra el gobierno de Aznar, que
anuncia a bombo y platillo su convencimiento absoluto de que ETA era la autora
de los atentados. Pero horas más tarde, los medios comienzan a sacar
información sobre la autoría de Al Qaeda y no de ETA en la matanza. Tras esto,
los españoles salen a la calle a culpar a Aznar y al PP del atentado por su
decisión sobre Irak en marzo de 2003. Ya en la jornada de reflexión, los
españoles rodean la sede del PP en Madrid y se concentran frente a Génova 13, lugar
en el que se encuentra en ese mismo instante Mariano Rajoy, el cual sale en
directo en rueda de prensa para denunciar lo que él mismo cataloga como un
"Acto antidemocrático". Finalmente, al día siguiente, los españoles
acuden a votar masivamente en una de las elecciones con mayor número de
participación de los últimos 30 años. Esa misma noche, los españoles dan contra
todo pronóstico la espalda a Aznar, a Rajoy y al PP, y otorgan su confianza de
forma abrumadora a un desconocido e inexperto líder de la oposición y del PSOE
para regir los destinos de España: José Luis Rodríguez Zapatero. El plan de
sucesión de Aznar para convertirse en el Carlos V del siglo XXI no se cumple...
por el momento. Zapatero y no Rajoy será quien le suceda en la jefatura del gobierno.
Un mes después, Zapatero llega a la Moncloa convertido ya en el nuevo
presidente del gobierno. Rajoy por su parte encabezará desde ese mismo instante
la oposición al gobierno socialista, y a partir de octubre de 2004 se
convertirá oficialmente en el nuevo presidente del PP tras la salida definitiva
de Aznar en el partido. A partir de entonces se inicia una legislatura marcada
por la crispación y la tensión, donde el nuevo presidente del gobierno
comenzará a dar la imagen de ser una persona no preparada para el cargo que
contra todo pronóstico se le ha otorgado en las urnas. Afirmaciones como:
"La nación española es un concepto discutido y discutible", así como
las decisiones de los socialistas en materias de terrorismo y de política territorial,
serán aprovechadas por la oposición que lidera Rajoy para atacar constantemente
al gobierno de Zapatero. La negociación con ETA por parte de Zapatero, el
acuerdo del jefe del gobierno con el entonces presidente de la generalitat
catalana, Pascal Maragall, para reformar el estatuto catalán, así como la
reavivación del enfrentamiento entre "Las dos Españas de la Guerra
Civil" con motivo de la ley de Memoria Histórica configurarán un escenario
que algunos denominan incluso hasta el día de hoy, el principio del fin del
Régimen del 78.
Tras todo esto, y con Rajoy liderando las contínuas manifestaciones en
las calles contra Zapatero, se llega al final de la legislatura en 2008. Una
legislatura que concluyó con unas polémicas palabras pronunciadas por el
entonces presidente del congreso, el difunto Manuel Marin, donde afirmó que
"No se puede repetir otra legislatura como ésta". Finalmente, se
convocan elecciones para marzo de ese mismo año. Unas elecciones en las que
nuevamente vuelve a ganar Zapatero, aun después de todo lo ocurrido en la
legislatura anterior. A partir de entonces, las cosas no volverán a ser como
antes para nadie. A Zapatero le explota pocos meses después de su reelección la
crisis económica y financiera internacional de Lehman Brothers, mientras a Rajoy
se le comienza a cuestionar profundamente su liderazgo en la oposición y en el
propio PP. Personajes relevantes del PP como Esperanza Aguirre, María San Gil,
e incluso el propio José María Aznar comienzan a poner en tela de juicio la
capacidad de Rajoy para ganarle unas elecciones a los socialistas y comienzan a
perfilar una alternativa interna al propio Rajoy en el PP. Dicha alternativa
jamás llegaría a ver la luz, ya que Esperanza Aguirre (La eventual candidata
capaz de disputarle el liderazgo a Rajoy) no llega a dar el paso definitivo
para postularse frente a su jefe, lo cual provocará que Rajoy, tras muchas idas
y venidas, consiga ser reelegido presidente del PP en el congreso de Valencia,
auspiciado por Francisco Camps y Rita Barberá. Pero aquí no acaba el
sufrimiento para Rajoy. A partir de 2009 comienzan a salir una serie de
informaciones que acusan al propio PP de financiación irregular. Comienza el
caso Gürtel, el cual se convertirá finalmente en uno de los casos de corrupción
más graves de la historia política de España. El caso Gürtel volverá a poner
todas las miradas en Mariano Rajoy, el cual afirmará que el caso Gürtel
"No es una trama del PP, sino una trama contra el PP". A partir de
entonces Rajoy hará lo único que sabe hacer: Esperar. Aunque el desgaste del PP
es relevante en la escena política nacional, mucho más lo es la no actuación
del gobierno de Zapatero, el cual tardará casi un año en reconocer la crisis
económica mientras el paro en España comienza a situarse a niveles elevados como
nunca se habían visto en nuestro país.
Finalmente, y en medio de una mediocre presidencia española de la UE
liderada por Zapatero en el primer semestre de 2010, se produce el estallido
del sistema financiero en Grecia. Es entonces cuando las famosas primas de
riesgo aparecen cotidianamente en nuestros televisores y se oyen continuamente
por la radio. La prima de riesgo española se coloca a unos niveles vertiginosos
y la UE da por hecho el rescate financiero y económico de España junto a
Grecia. Sólo a última hora, la intervención telefónica de Angela Merkel y
Barack Obama a Zapatero provocarán que se le dé al presidente español un
ultimátum para evitar el rescate de nuestro país. Zapatero tendrá que realizar
durísimos recortes sociales a cambio de que Europa no tenga que intervenir en
España. Finalmente, Zapatero lleva en mayo de 2010 estos recortes sociales al
congreso, lo que provocará la caída definitiva del PSOE y del presidente del
gobierno en las encuestas. Rajoy aprovechará la situación para exigir a Zapatero
elecciones anticipadas, lo cual queda descartado por el momento tras la
aprobación de los recortes gracias a la abstención de los catalanes. Ya en 2010
se produce la sentencia del TC contra el estatuto de Cataluña que Rajoy y el PP
presentaron en el año 2006. El TC anula diversos artículos del estatuto
acordado por Zapatero y Maragall debido a su inconstitucionalidad. Este hecho
provocará que estalle definitivamente la crisis catalana que nos ha llevado
hasta la situación actual. El entonces presidente de la generalitat, José
Montilla y la mayoría de los partidos catalanes favorables a la reforma del
estatuto, convocan una manifestación masiva de repulsa a la sentencia del TC. A
partir de entonces, las encuestas hunden a Zapatero y al PSOE y encumbran a
Rajoy y al PP hacia la victoria en unas futuras elecciones generales.
Ya en la última etapa del gobierno de Zapatero se produce la huelga
general debido a la reforma laboral que flexibiliza los despidos, y se produce
el estallido de la huelga de los controladores aéreos, que provoca el anuncio
por parte del gobierno del estado de alarma por primera vez desde la aprobación
de la Constitución en 1978. Una vez en el 2011, Zapatero acuerda con Francia y
Estados Unidos la participación de España en la guerra de Libia y anuncia su
retirada del poder al finalizar la legislatura. Ya en mayo de 2011, y a pocos
días de la celebración de las elecciones municipales y autonómicas, nace el
15-M; Un movimiento ciudadano partidario de reformar el sistema político, social
y económico en España. Este movimiento civil provocarán unas concentraciones
masivas y contínuas en todo el país con el eslogan "No nos
representan". Finalmente, pocos días después el PP de Rajoy consigue la
mayor victoria en unas municipales y autonómicas desde la obtenida por Aznar en
1995, en plena debacle del PSOE de Felipe González. Rajoy pone rumbo directo,
esta vez sí, hacia la Moncloa después de serle arrebata la victoria en 2004 por
Zapatero contra todo pronóstico. Un Zapatero que al ver cómo el PSOE se queda
literalmente sin ningún poder ni local ni autonómico decide atrincherarse en la
Moncloa. Pero la subida incesante nuevamente de la prima de riesgo en verano de
2011 provocará que el presidente del gobierno dé finalmente el paso y convoque
elecciones generales para el 20 de noviembre de ese mismo año (Un último gesto
de su continua política contra el franquismo). Antes de las elecciones, ETA
anunciará en octubre el fin definitivo del terrorismo, pero ni esto le será
suficiente al PSOE para ganar las elecciones. Finalmente, el 20 de noviembre de
2011, y tras dos elecciones fallidas, Mariano Rajoy gana las elecciones
generales con la segunda mayoría absoluta más aplastante después de la obtenida
por Felipe González en 1982. Tras siete años y medio de espera, Rajoy ve
culminado su ambicioso sueño de llegar al palacio de la Moncloa. Aznar por su
parte ve también cumplido sus sueños de grandeza de convertirse en el Felipe V
del siglo XXI aunque de por medio hayan transcurrido un paréntesis de siete años
y medio de zapaterismo. El PP vuelve al poder casi ocho años después de su
salida, dejando atrás un pésimo gobierno liderado por el PSOE de Zapatero.
Finalmente, en diciembre de 2011, Rajoy se convierte en presidente del
gobierno. Las primeras decisiones del nuevo presidente es la de hacer
justamente todo lo contrario de lo que había prometido en la campaña electoral;
Sube los impuestos y realiza unos salvajes recortes en materia social. Una
parte del electorado se echa las manos a la cabeza al ver las primeras
decisiones del nuevo gobierno, pero esto sólo será el principio de una larga
lista de decepciones: En febrero de 2012 se aprueba una deplorable y vergonzosa
amnistía fiscal, así como una nueva reforma laboral que flexibiliza aún más el
despido, lo cual provoca una nueva huelga general para marzo de ese año. Ya en
abril estalla la crisis de la monarquía cuando el rey Juan Carlos es trasladado
y operado de urgencias en España tras una caída en Botswana en la que a las
pocas horas se supo que estaba de cacería con su amante, Corinna zu
Sayn-Wittgenstein, la cual es expulsada de España a las pocas horas. Este caso,
sumado al caso Noos (Donde estaban siendo investigados la hija del rey,
Cristina de Borbón, y el yerno del rey, Iñaki Urdangarín), provocarán una
crisis sin precedentes en la corona española. Ese mismo año estalla la crisis
de Bankia (Cuyo presidente era el propio Rodrigo Rato). Esta crisis provocará
que la prima de riesgo vuelva a elevarse desproporcionadamente, lo cual provoca
que Rajoy solicite a la UE el rescate financiero de España. Con esta drástica
decisión, el presidente del gobierno cree que las aguas volverán a su cauce.
Nada más lejos de la realidad, la prima de riesgo continúa elevándose hasta
alcanzar niveles nunca vistos. La solución de Rajoy a todo esto se resume en
tres palabras: No hacer nada. Sólo la intervención del gobernador del BCE
provoca que las aguas, esta vez sí, vuelvan a su cauce. Con lo que Rajoy evita
pedir el rescate total de España a la UE haciendo lo mejor que sabe hacer:
Nada.
Pero aquí no queda la cosa. En esas mismas fechas se produce la visita
del entonces presidente de la generalitat catalana, Artur Mas, el cual acude a
Moncloa con el propósito de obtener de Rajoy un sistema fiscal propio para
Cataluña, al igual que el País Vasco y Navarra. La respuesta de Rajoy es
negativa, con lo que Mas pone en marcha el movimiento para la independencia de
Cataluña. El 11 de septiembre de 2012 se produce una de las manifestaciones más
multitudinarias en contra del estado español. Los catalanes se echan a la calle
para exigir la autodeterminación de una vez por todas. Hartos, según ellos, de
los desplantes continuos del estado hacia los catalanes (Estatuto, sistema
fiscal, etc.). La respuesta de Rajoy a esta manifestación que supone el punto
de arranque del proceso secesionista la resume de esta forma; "No estamos
para algarabías". Finalmente, Artur Mas convocaría elecciones anticipadas
para el 25 de noviembre de 2012, perdiendo gran parte de sus diputados pero manteniendo
una mayoría independentista con ERC. Ya en 2013 se produce el estallido del
caso Bárcenas, donde una serie de papeles anotadas por el ex-tesorero del PP,
Luis Bárcenas, señala a toda la cúpula directiva del PP aznarista como
receptores de sobresueldos ilegales, entre los que se encuentran el propio
Mariano Rajoy. La reacción de Rajoy es, claro está, la de negar todos los
hechos que se le imputan, y niega haber cobrado jamás dinero negro. La
corrupción volverá a salpicarle a Rajoy ese mismo verano, cuando el propio
Bárcenas reconoce ante el juez que el actual presidente del gobierno era uno de
los miembros del PP que cobraba sobresueldos ilegales. La reacción de Rajoy
esta vez es la de reclutarse en la Moncloa y no decir ni hacer nada (Como
siempre), pero la gravedad de los hechos provocan que el líder de la oposición,
Alfredo Pérez-Rubalcaba, anuncie una moción de censura contra Rajoy si éste no
acude a las cortes a dar su versión de los hechos. Al cabo de unos días, Rajoy
finalmente accede y comparece para negar la mayor y reconocer simplemente que
se había equivocado al confiar en Bárcenas. Después de este hecho, el caso
Bárcenas quedaría disipado hasta el día de hoy, aunque Rajoy haya quedado
marcado de por vida por la corrupción que se le atribuye.
En lo que respecta a Aznar, la relación con Rajoy queda completamente
rota tras una entrevista televisiva en la que el mentor del gallego habla
abiertamente en contra de la postura que está realizando el gobierno en varios
asuntos, como son el económico y el catalán. A partir de entonces, los
enfrentamientos entre los dos presidentes serán abiertos. Ya en 2014, la
situación se vuelve insostenible para la monarquía; La infanta Cristina e Iñaki
Urdangarín son imputados y el cerco del caso Noos se acerca al rey Juan Carlos.
Ese mismo año se celebran las elecciones europeas, que dan como resultado la
caída definitiva del bipartidismo (PP-PSOE) y la aparición del partido de
extrema izquierda, Podemos, en el escenario nacional. Tras estos catastróficos
resultados, Alfredo Pérez-Rubalcaba anuncia su dimisión como líder del PSOE.
Pero lo que verdaderamente hace tambalear los cimientos del Régimen del 78 es
el anuncio de la abdicación del rey Juan Carlos el 2 de junio. La abdicación
del jefe del estado provoca todo tipo de especulaciones acerca de los motivos
que ha llevado al monarca a renunciar a la jefatura del estado. En medio de
este escenario se suceden en las calles de toda España contínuas
concentraciones que exigen la celebración de un referéndum Monarquía-República.
Es entonces cuando Rajoy, enemigo de toda clase de cambios, debe aprobar y
llevar al congreso una ley orgánica que garantice el proceso de transición de
la corona entre el todavía rey y el hasta entonces príncipe de Asturias, Felipe
de Borbón. Finalmente, el 18 de junio, el rey Juan Carlos y Rajoy firman la ley
orgánica de la abdicación, y al día siguiente es proclamado en las cortes
generales rey de España Felipe de Borbón, el cual reinará a partir de entonces
con el nombre de Felipe VI. En el PSOE, por su parte, es elegido contra todo
pronóstico secretario general un desconocido madrileño llamado Pedro Sánchez.
Mientras tanto, el presidente de la generalitat continúa con su proceso
independentista en Cataluña y anuncia un referéndum ilegal para el 9 de noviembre
de ese año. Tras recurrir el gobierno este referéndum, el TC lo declara
inconstitucional. Aun así, Artur Mas anuncia su intención de seguir hacia
adelante. Es entonces cuando varias voces piden a Rajoy que active el artículo
155 de la constitución para intervenir en Cataluña, a lo que Rajoy (Como suele
ser habitual en él) hace caso omiso. Finalmente la consulta se celebra ante el
aspaviento de todos los españoles al ver cómo el gobierno no hace absolutamente
nada al respecto. La consulta, eso sí, no es catalogaba finalmente por el
gobierno catalán como un referéndum, sino como una "Consulta
popular".
El año 2015 es considerado para muchos como el año de la
"Italianización de la política española", ya que después del éxito de
Podemos y ante el temor de algunos porque los de la formación que lidera Pablo
Iglesias lleguen al poder, comienzan a promocionar incesantemente desde los
medios a un partido catalán de centro-liberal-progresista llamado Ciudadanos,
cuyo líder es un tal Albert Rivera. A partir de entonces, el tablero electoral
está abierto. En abril de 2015 se produce la detención de Rodrigo Rato por
blanqueo de capitales, lo que deja al PP en una situación de shock al ver cómo
el que había sido ministro de economía con Aznar descendía a los infiernos. Un
mes después se producen las elecciones autonómicas y municipales. En dichas
elecciones, el PP gana por mayoría relativa en CCAA y ayuntamientos, pero los
votos tanto de PSOE como de Podemos permiten a los partidos de izquierdas
impulsar una alianza postelectoral que lleva al PSOE nuevamente y a Podemos por
primera vez a las instituciones, desalojando al PP de la mayoría de ellas. Ante
este apocalíptico escenario, muchas voces piden a Rajoy que dé un paso atrás y
designe sucesor al igual que Aznar hizo con él en el año 2003. Rajoy, ante esta
propuesta, rechaza tajantemente su retirada de la política y anuncia su
candidatura para las elecciones generales de diciembre de ese año. Poco antes
de las elecciones generales, Artur Mas convoca elecciones anticipadas en
Cataluña. Dichas elecciones otorgan al bando independentista la mayoría
absoluta en el parlamento catalán. Finalmente, en las elecciones generales de
diciembre de 2015, el PP gana las elecciones pero obtiene el peor resultado
desde 1989, perdiendo 63 diputados. El PSOE no se queda atrás y pierde 20
diputados con respecto a las elecciones generales de 2011. Podemos, por su
parte, obtiene cerca de 70 diputados, mientras que Ciudadanos obtiene 40
diputados. A partir de entonces se abre una crisis constitucional que durará
cerca de un año. Rajoy ofrece a Pedro Sánchez un pacto para que el PSOE le
permita seguir gobernando, a lo que Sánchez se niega en rotundo.
Ya en enero de 2016, Artur Mas, ante las exigencias planteadas por los
independentistas radicales de la CUP que ponen como condición indispensable su
retirada para que haya nuevo gobierno en Cataluña, anuncia su decisión de
retirarse y designa al alcalde de Gerona, Carles Puigdemont, como candidato a
presidir la generalitat catalana. Finalmente, Puigdemont es nombrado por el
parlamento catalán nuevo presidente de Cataluña. Mientras, el rey Felipe VI
realiza una primera ronda de consultas entre los distintos líderes de las
fuerzas políticas y ofrece a Rajoy la propuesta para ser candidato a la presidencia
del gobierno, propuesta que Rajoy rechaza fulminantemente ante el asombro del
rey y de todos los españoles. Los motivos según Rajoy por los que rechaza la
candidatura es que "No posee los apoyos suficientes para ser investido
nuevamente". Ante esta insólita situación de bloqueo político, Pedro
Sánchez anuncia contactos con Podemos y Ciudadanos para formar un gobierno
alternativo al de Rajoy. Finalmente, Felipe VI realiza una nueva ronda de
consultas y ofrece a Sánchez la candidatura para ser presidente del gobierno,
candidatura que éste acepta sin tener asegurados siquiera los apoyos
necesarios. Sánchez consigue unicamente el apoyo de Albert Rivera para ser
investido, pero no el de Pablo Iglesias, afirmando el líder de Podemos que
ellos no pueden pactar con "La nueva derecha que representa Albert
Rivera". Logicamente los motivos que tenía Iglesias para no apoyar a
Sánchez era la necesidad de unas nuevas elecciones generales, las cuales
podrían dar a Podemos la posibilidad de sobrepasar en votos y escaños al PSOE y
convertirse en segunda fuerza política. Finalmente, en marzo de 2016, Pedro
Sánchez se presenta a la investidura con el único apoyo del PSOE y de
Ciudadanos. Finalmente, Rajoy e Iglesias realizan una pinza y evitan con sus
votos que Sánchez sea presidente. Con ello, Mariano continúa como presidente en
funciones mientras sólo le toca esperar ya a que corra el plazo que la
constitución otorga para poder convocar unas nuevas elecciones a falta de
consenso para elegir nuevo gobierno. Ante esta insólita situación, diversas
voces dentro de la política y de los medios reclaman nuevamente a Rajoy a que
dé un paso atrás en favor de un nuevo candidato más joven, carismático y
conciliador con los partidos de la oposición. Rajoy nuevamente rechaza tal petición
y se presenta por quinta vez consecutiva como candidato del PP a unas
elecciones generales.
Finalmente, en junio de 2016, el PP vuelve a ganar las
elecciones, aunque esta vez y contra todo pronóstico, consigue un resultado
mejor que el obtenido en diciembre del pasado año. La campaña del miedo de
Rajoy basada en "O yo o el caos" (En referencia a un supuesto
gobierno de extrema izquierda liderado por Podemos y apoyado por el PSOE) hace
efecto, y Mariano Rajoy consigue 137 diputados en estas nuevas elecciones. Aun
así, la crisis constitucional no acaba aquí. Pedro Sánchez (El cual ha perdido
cinco diputados más que en las elecciones de diciembre) anuncia su intención de
seguir intentando formar un gobierno alternativo al de Rajoy. Ya en agosto, el
rey inicia nuevamente consultas con los líderes políticos y ofrece de nuevo a
Rajoy la candidatura a la presidencia del gobierno, ofrecimiento que esta vez
sí acepta el presidente en funciones, aunque reconoce que no posee los apoyos
necesarios para ser investido. Rajoy acude al parlamento a finales de agosto y
pierde las dos votaciones necesarias para ser investido. Después de esto se
pone encima de la mesa la posibilidad de convocar unas nuevas elecciones
generales, las cuales tendrían lugar el mismo 25 de diciembre. Rajoy, en estas
circunstancias afirma estar dispuesto para ir a unas nuevas elecciones
generales. Es entonces cuando estalla la crisis del PSOE después de conocerse
que Pedro Sánchez estaría negociando en secreto un pacto de investidura con
Pablo Iglesias. Es aquí donde la mitad de la directiva del PSOE que dirige
Pedro Sánchez dimite y la mayoría de los barones de su partido se sublevan
contra él.
Tras esto se suceden una serie de guerras internas dentro del
socialismo español que tendrá su cenit el 1 de octubre de 2016, fecha en la que
se convoca un comité federal con el objetivo de echar a Sánchez del liderazgo
socialista. Los promotores de dicha "Conspiración" son el
ex-presidente del gobierno, Felipe González y la presidenta de la junta de
Andalucía, Susana Díaz. Finalmente, y tras cerca de diez horas reunidos en un
comité donde no faltó algún que otro insulto y escenas bastante mediocres,
Pedro Sánchez se ve forzado a dimitir ante el acoso generalizado de sus
adversarios internos en el partido. Tras la dimisión de Sánchez el 1 de
octubre, esa misma noche el partido nombra una gestora dirigida por el líder
del PSOE asturiano y presidente de Asturias, Javier Fernández. Esta gestora
apuesta claramente por la abstención del PSOE ante una eventual repetición de
una sesión de investidura de Rajoy como presidente del gobierno. Esta nueva
posición de la que Rajoy tenía ya conocimiento previo, allana el camino de éste
para ser reelegido como presidente del gobierno en el parlamento. El rey inicia
una nueva ronda de consultas con los líderes políticos y propone nuevamente a
Rajoy como candidato a la presidencia del gobierno, a lo que éste acepta, pero
esta vez contando con el apoyo del PSOE para ser investido mediante abstención
de los socialistas. Finalmente, Rajoy se presenta de nuevo ante el parlamento y
aunque pierde la primera votación (Ya que requiere de mayoría absoluta), sí
obtiene la mayoría simple ante la abstención vergonzosa y humillante del PSOE.
Después de casi un año de bloqueo político, una crisis constitucional, una
repetición electoral inédita y un año como presidente en funciones, Rajoy
vuelve a ser reelegido presidente del gobierno cuando todo el mundo lo daba ya
por muerto en términos políticos. Rajoy sobrevive así a su última prueba de fuego
política.
El año 2017 se puede considerar como uno de los más graves a la vez que
deplorables en términos políticos. Después de un año de crisis constitucional,
el nuevo presidente de la generalitat, Carles Puigdemont, anuncia su intención
de convocar un referéndum vinculante para la autodeterminación catalana para el
1 de octubre de ese mismo año. El gobierno anuncia desde entonces que el
referéndum no se celebrará bajo ninguna circunstancia. Aun así, Puigdemont
mantiene el pulso contra el estado y anuncia que dicha consulta se celebrará sí
o sí. Comienza entonces el famoso “Choque de trenes” entre la generalitat
catalana y el estado español. Mientras esto sucede, la gestora del PSOE convoca
unas primarias para elegir nuevo secretario general. A estas elecciones
internas se presentan la candidata oficial del partido y del establishment;
Susana Díaz, y el desbancado ex-secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.
Contra todo pronóstico, Pedro Sánchez vuelve a la secretaría general del PSOE
al obtener una victoria aplastante frente a su contrincante andaluza y
candidata del sistema. Mientras esto sucede, Pablo Iglesias, por su parte,
presenta una moción de censura contra Rajoy en el parlamento, la tercera en 40
años de sistema constitucional en España. La moción de censura se celebra
finalmente en mayo, y como era de esperar, no sale adelante, aunque el PSOE se
abstiene en dicha votación.
El 17 de agosto se produce por segunda vez en la historia de España un
atentado terrorista islámico, esta vez en Barcelona y Cambrils. El Estado
Islámico se atribuye inmediatamente la autoría de la masacre en la que mueren
16 personas. A partir de ese instante, se produce un cruce de acusaciones entre
la generalitat catalana y el estado español acerca de las medidas preventivas
que se habían tomado para evitar dicho atentado. Pero por si todo esto no fuera
ya demasiado espeluznante, el 25 de agosto se convoca una manifestación como
condena por los atentados terroristas. La manifestación acaba siendo más un
acto reivindicativo del independentismo catalán que una repulsa por el
atentado. El rey Felipe VI y Rajoy, los cuales acuden a la manifestación, son
abucheados masivamente por los asistentes, mientras desde diversos sectores
catalanes se culpabiliza al estado español de los atentados y se realizan actos
en solidaridad con el mundo islamista. Pocos días después, ya en septiembre, comienza
uno de los periodos más turbulentos de la historia de España; El desafío
secesionista en su máximo apogeo. Los días 6 y 7 de septiembre, el parlamento
catalán vota a favor de convocar el referéndum, así como la “Constitución
provisional catalana” que entrará en vigor después del resultado de dicho
referéndum. En ese momento, todos los medios de comunicación, así como
determinadas voces dentro del mundo político, económico y social piden a Rajoy
que active ya el artículo 155 antes de que sea demasiado tarde. Rajoy, una vez
más, vuelve a hacer oídos sordos y decide esperar una vez más. Tras ser anulada
por el TC la convocatoria del referéndum, así como la “Constitución provisional
catalana”, los independentistas siguen adelante. Es entonces cuando, en un
clima de altísima tensión, Rajoy mantiene que el referéndum no se celebrará y
envía unidades policiales procedentes de toda España hasta Cataluña para evitar
que la consulta se produzca.
Finalmente, el 1 de octubre de 2017 se celebra el
referéndum secesionista en un ambiente de máxima tensión, con disturbios en la
calle entre los independentistas y la policía, los cuales se ven indefensos
ante la traición que los mossos de escuadra han realizado al no apoyarles en el
retiro de urnas y cierre de los colegios electorales. Tras esto, la policía se
retira y el referéndum continúa celebrándose. El estado español se ve
completamente humillado y ultrajado frente a los independentistas. Esa misma
noche, Mariano Rajoy anuncia triunfante en rueda de prensa desde el palacio de
la Moncloa ante la estupefacción del pueblo español que “El referéndum no se ha
celebrado”. Todo ello mientras los independentistas celebran la victoria frente
al estado y la victoria del SÍ. Pero la situación no hace sino empeorar
conforme pasan las horas; La policía se ve rodeada por los independentistas en
los hoteles donde se hospedan, mientras en la calle imperan los disturbios. Frente
a esto, la respuesta del estado es nula. Ya el 3 de octubre, y ante la falta de
respuesta por parte del estado y con la fuga incesante de miles de empresas, el
rey sale en un mensaje por televisión, donde pide que vuelva la normalidad
constitucional a Cataluña y pide “A todos los poderes del estado que tomen las
medidas oportunas”. Podemos decir con esto que el rey lanzó un mensaje contra
la inacción del gobierno y pidió que éste tomará las medidas concretas para
detener la anarquía en la que se encontraba Cataluña. Rajoy, incluso en ese
grave momento, se muestra escéptico de implantar el 155 de la constitución.
Finalmente, el 10 de octubre, Puigdemont comparece en el parlamento catalán y
anuncia la independencia catalana aunque la suspende mientras el gobierno
catalán llega a un acuerdo con el gobierno español. Tras esto, Rajoy activa a
regañadientes el artículo 155 de la constitución, con el apoyo limitado de
Pedro Sánchez y de Albert Rivera. En una situación insólita, Rajoy pregunta en
los días posteriores a Puigdemont sobre si éste había declarado o no la
independencia, para que en caso negativo, la aplicación del 155 no se llevase a
efecto. Puigdemont, tras contestar confusamente en un primer comunicado,
responde que la independencia no se ha proclamado. Aun así, la presión que se
ejerce sobre el gobierno desde diversos sectores es tal que Rajoy no tiene otra
opción que llevar el 155 al senado. Puigdemont por su parte, en un último
intento de dar un paso atrás, intenta acordar con el gobierno la convocatoria
de elecciones a cambio de que él no sea detenido. Ante la respuesta negativa
por parte del gobierno, Puigdemont vuelve a dar marcha atrás en su marcha atrás
y continúa su camino hacia la independencia.
Finalmente, el 27 de octubre de
2017, el parlamento catalán aprueba la Declaración Unilateral de Independencia
y se da paso a la República Catalana. Mientras esto sucede, en el senado se
aprueba la aplicación del artículo 155 de la constitución. Tras dicha
aprobación, Rajoy anuncia por televisión en una rueda de prensa desde Moncloa
la destitución del gobierno de Puigdemont, el control de la generalitat por
parte del gobierno español, la convocatoria de elecciones anticipadas en
Cataluña, y el recurso ante el TC de la DUI, la cual queda anulada con efecto
inmediato por dicho tribunal. Sólo tres días después de estos hechos y ante la
ineptitud absoluta por parte del gobierno español, Puigdemont huye hacia
Bruselas burlando todos los controles policiales. Todo ello ante el asombro de
todos los españoles, los cuales no daban credibilidad a todo lo que estaban
viviendo en esos históricos días. Tras esto, el vicepresidente catalán, Oriol
Junqueras y varios consejeros del gobierno catalán son detenidos y llevados a
prisión. Finalmente, y tras dos meses de una aplicación light del artículo 155,
se celebran elecciones autonómicas en Cataluña, las cuales dan de nuevo la
victoria por mayoría absoluta al bloque independentista. El partido de
Ciudadanos gana las elecciones pero se queda muy lejos de una mayoría que le
permita gobernar. El PSC no alcanza los resultados esperados, y el PP se lleva
el mayor batacazo electoral que un partido constitucional ha obtenido en unas
elecciones autonómicas desde la implantación de la constitución española. A
partir de entonces se suceden las voces que piden insistentemente un adelanto
electoral en toda España y la retirada de Mariano Rajoy del gobierno como
consecuencia de su ineptitud a la hora de abordar un conflicto político de
estas graves características. Rajoy, vuelve a ignorar dichas reclamaciones, no
asume errores por la gestión de la crisis catalana y anuncia que no convocará
elecciones anticipadas, ya que según su criterio; “Eso es lo que le faltaba ya
a España”.
Después de este escenario llegamos al año actual, al año 2018. A 2 de
marzo del presente año, Cataluña sigue sin gobierno. El nuevo presidente del
parlamento, el independentista Roger Torrent, propuso a Carles Puigdemont en el
mes de enero para ser investido como presidente nuevamente. Puigdemont, todavía
en Bruselas, no asomó ni siquiera la cabeza por España y el pleno de
investidura quedó suspendido. En el día de ayer, el propio Puigdemont anunció
en un comunicado desde Bruselas su “Renuncia provisional” a presentarse
nuevamente como presidente de Cataluña, y respaldó al líder de la Asamblea
Nacional Catalana, el radical Jordi Sánchez (El cual se encuentra en prisión)
como nuevo candidato a la presidencia catalana. A partir de ahora todo lo que
ocurra es una incógnita. Nadie sabe lo que va a ocurrir ni cómo puede terminar
este conflicto. Hace unos días, el rey Felipe VI recibió un abucheo
generalizado en Barcelona cuando se dirigía a inaugurar el Mobile World
Congress. El monarca fue recibido al son del himno de Riego y despedido con una
cacerolada monumental en la capital de Cataluña. A día de hoy, el gobierno
mantiene aún el control de la generalitat gracias al artículo 155, el cual
continúa vigente, y hay quien cree que por mucho tiempo, ya que la falta de
gobierno y la crisis interminable provocará que esta medida constitucional deba
prorrogarse en el tiempo. Por otro lado, el gobierno vasco ya está redactando
una reforma del estatuto de Gernika, el cual incluye la posibilidad de realizar
un referéndum por parte del País Vasco para separarse de España. Por su parte,
todas las encuestas otorgan en estos instantes la victoria de Ciudadanos en
unas eventuales elecciones generales. Albert Rivera podría ser presidente del
gobierno si las urnas confirman lo que las encuestas están vaticinando ya.
Personalmente creo que el próximo presidente del gobierno será, esta vez sí,
Pedro Sánchez y no Albert Rivera, aunque eso por supuesto es sólo mi opinión.
Lo que está claro es que o bien Albert Rivera o bien Pedro Sánchez (Pablo
Iglesias que se olvide directamente de serlo) será el próximo presidente del
gobierno de España de aquí a no mucho tiempo, como muy tarde en 2020.
¿Y Mariano Rajoy?, ¿Qué será de él a partir de ahora?. El heredero de
Aznar ya no cuenta ni siquiera con el beneplácito de aquél que en agosto de
2003 lo designó como el “Heredero de España” debido a la decepción que le ha
supuesto al ex-presidente del gobierno las formas de gobernar de su sucesor y
heredero. Las relaciones entre ambos están ya completamente rotas y el ex-presidente
apuesta ya abiertamente por Albert Rivera como solución a todos los males que
asolan España en estos momentos. Sin embargo, quizás Aznar deba ser más
precavido y no inmiscuirse en el escenario nacional, ya que ésta y no la
“Bonanza económica” es la verdadera herencia que deja como legado. La herencia
de dejar a aquél a quien él pensaba que podría usar como un buen títere y que
finalmente le salió rana. Mariano Rajoy ha sido pues el mayor legado que ha
dejado José María Aznar. Sus graves errores en su segunda legislatura nos dejó
como legado a corto plazo la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero.
Ahora, 15 años después de su despedida, su legado a largo plazo se llama
Mariano Rajoy. Tanto Zapatero como Rajoy representan lo peor de la España del Régimen
del 78, siendo el 11-M el origen de sus liderazgos y el inicio de nuestras
desgracias como país. Ambos personajes han sido los que han contribuido
decisivamente a poner fin al sistema constitucional de 1978, lo cual no deja de
ser paradójico, ya que si a alguien hay que agradecerles el fin de este Régimen
son a ellos dos. Por lo tanto, y volviendo a Aznar, que no se inmiscuya mucho
en política, ya que no se le debe olvidar que es él el responsable indirecto de
lo ocurrido en España en los últimos quince años.
La cuestión ahora es; Tras quince años de liderazgo en el PP y seis
liderando España, ¿Cuándo y cómo será el final político de Mariano Rajoy?
Ningún presidente español ha salido de buenas formas del gobierno; Adolfo
Suárez se fue del ejecutivo tras un golpe de estado. Leopoldo Calvo Sotelo
después de hundir a su propio partido. Felipe González salió del gobierno con
una crisis económica y una corrupción generalizada que a punto estuvo de
llevarse por delante el sistema constitucional y a la monarquía en los 90. José
María Aznar se fue tras el mayor atentado terrorista perpetrado en nuestro país
y con el país inmerso en una guerra a la que nadie nos había llamado. José Luis
Rodríguez Zapatero salió del gobierno dejando al país en quiebra, en una crisis
económica y social sin precedentes, y con cinco millones de parados a sus
espaldas. ¿Cómo y cuándo acabará Rajoy? Por el momento ya ha anunciado en todas
las ocasiones que se le presentan que volverá a ser por sexta vez consecutiva
candidato a la presidencia del gobierno y que su objetivo es agotar la
legislatura como sea. Y como en el PP existe menos democracia interna que en el
partido comunista ruso, sus componentes aceptarán sin más la decisión personal
que tome su líder. Otra cosa bien distinta es su continuidad o no en el
gobierno después de las elecciones generales de 2020. Personalmente creo que
esta será su última legislatura, ya que su gestión sobre la crisis catalana ha
ido demasiado lejos y está arrastrando al país, a la monarquía y al sistema
constitucional del 78 a su desaparición, y es por ello por lo que ningún
partido apoyará su continuidad después de 2020, independientemente de los votos
y los escaños que saque (Siempre que no sea con mayoría absoluta, claro está).
Debido al legado que deje en el momento en que abandone el gobierno cabe
preguntarse ¿Cuál será ese legado? Ya hemos visto el legado que dejaron sus
predecesores al abandonar el gobierno, a cada cual peor que el anterior.
¿Logrará Mariano Rajoy superar a sus predecesores y dejar una España aún peor
que la que dejaron éstos? Todo parece indicar que sí, pero cuidado. Estamos a
dos años de que acabe la legislatura, por lo que Mariano tiene aún tiempo de
sobra para empeorar más si cabe la gravísima situación por la que atraviesa el
país en estos instantes, y si hay algo que hemos aprendido con Mariano en sus
quince años como líder del PP y en sus seis como presidente del gobierno, es
que siempre tiene un as en la manga, por lo que nunca se sabe por dónde nos
puede sorprender este personaje que ha sido, queramos o no, una figura
relevante durante estos históricos y convulsos quince años en la historia de
España.