La decadencia que vive España se acentúa cada día más en todos sus frentes. Y es que la idea de que a este país no lo salva ya ni Dios se puede ver de forma diaria en todos los ámbitos: político, social, periodístico, económico, cultural, etc. Hace unos días lo hemos podido comprobar con la boda del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, con una joven aristócrata veinte años más joven que él. Una boda que no ha estado excenta de polémica, ya que el político madrileño ha querido celebrar su boda por todo lo alto. Con la presencia de una gran parte de los miembros activos y retirados del Partido Popular, con el propio Alberto Núñez Feijóo a la cabeza, hasta la propia familia real con el rey emérito Juan Carlos, la reina Sofía, sus hijas, sus nietos, etc, pasando por la aristocracia y personajes del mundo social, cultural y económico en España.
Como se puede ver, un intento malo de repetición de lo que hace veintidos años fue la polémica boda en El Escorial de la hija de Aznar. Y es que parece que a estos sujetos del PP les va la marcha. Supongo que Feijóo y su bancada no han tenido bastante en estos veintidos años con la caña recibida por la izquierda y los medios progres al servicio del PSOE sobre la boda de la hija de Aznar que han querido repetir la jugada con el enlace matrimonial por todo lo alto de un sujeto bajito y no muy agraciado físicamente pero con aires de grandeza y protagonismo en la que los medios se agolpaban para fotografiarlo a él, a la novia y a los invitados, mientras que el populacho vitoreaba fervientemente a cada famoso, político y miembro de la familia real que entraba en la Iglesia.
Todo esto es una prueba clara e inequívoca de que esta sociedad, al igual que su despreciable clase política, está enferma hasta sus cimientos. ¿Acaso hay un sólo motivo siquiera para vitorear a los dirigentes políticos y/o a la familia real con todo lo que tenemos encima? Una clase política y una familia real que se ríen a carcajadas al ver lo sumiso, benévolo, inculto y borrego que es este pueblo, el cual está encantado de que le tomen el pelo mientras la situación en el país se ha ido ya al carajo definitivamente y sin solución alguna.
No quiero extenderme mucho más sobre la boda. Simplemente añadir que este país se merece todo lo malo que le pase, ya que vivimos en un sistema en el que los políticos, con la complicidad de los medios de comunicación (Los mismos que se dejan amenazar diariamente por los políticos), hacen y deshacen a su antojo mientras la población los abraza entre lágrimas de alegría. Sólo faltaría que el populacho abrace a estos sujetos al grito de "Róbame, róbame". Pero bueno, vivimos en España; todo eso y cosas peores se pueden ver más pronto que tarde. Vivimos en un país donde se hace de la boda de un político la reunión de un selecto grupo de sujetos que viven al margen de la realidad que atraviesa España.
Por un lado tenemos al marido de Esperanza Aguirre cogiendo el coche mientras declaraba que "Había bebido mucho", poniendo en peligro la seguridad vial. Por otro lado tenemos a Froilán, el cual vino de Abu Dabi junto a su abuelo para irse directamente de juerga por Madrid, ir a la boda, y seguir de fiesta hasta el día siguiente. Todo ello, obviamente, pagado por el populacho que lo ovacionaba en la boda. Después tenemos al propio rey Juan Carlos, el cual va dejando poco a poco su autoexilio en Abu Dabi para venir con más frecuencia a España, sabiendo que los españoles con su memoria de pez han olvidado y perdonado ya sus evasiones fiscales. Y finalmente tenemos el caso de Telemadrid, cuya cadena pública retransmitió en vivo y en directo la boda del alcalde. Con dos cojones. En definitiva, una reunión de sinvergüenzas que se puede definir perfectamente con el refrán "Dios los cría y ellos se juntan".
Pero por desgracia los problemas no acaban aquí. La situación política no es que dé asco y vergüenza a estas alturas, es que dá pena, directamente. Después de que casi todo el Congreso haya aprobado la regularización de medio millón de inmigrantes, el PSOE y el PP acuerdan delante de todo el personal a quiénes llevan y a quiénes no a las comisiones de investigación sobre los casos de corrupción que afectan a Begoña Gómez y por otro lado al novio de Isabel Díaz Ayuso. Y es que mientras el PP decide llamar a los implicados más cercanos al entorno de la mujer de Sánchez y del propio presidente del gobierno, Feijóo acuerda dejar fuera de las comparecencias a la propia pareja presidencial, perdonándole la vida a Sánchez y permitiendo con ello que éste continue despedazando España. El PSOE, a su vez, ha acordado citar a Ayuso en su respectiva comisión de investigación, dejando al margen al propio novio (Que en este caso sería el supuesto defraudador) y a Feijóo.
Y es que este caso le ha venido de perlas a la mayoría del personal para intentar acabar políticamente con la mayor tocapelotas de Sánchez en todo el país, que en este caso sería Ayuso (Lo cual no exime que sea otra parásita más, como todos los demás). Un caso, el del novio de Ayuso, al que se ha referido la vicepresidenta Yolanda Díaz este pasado jueves en el Senado, afirmando con rotundidad que sí se trata de un caso de corrupción, mientras que el caso de Begoña Gómez es, según ella, puro machismo. Ni el cemento es tan duro como la cara de esta vividora. Por cierto, una vividora a la que hoy le han boicoteado un mitin suyo en Vizcaya los propios etarras de Bildu. Eso sí, le ha faltado tiempo a esta peligrosa sujeta para decir textualmente: "Han sido los del Frente Obrero, es decir, VOX". Y es que esta individua no puede asimilar que sus propios amigos de ETA le hagan boicot en sus mítines, ya que eso sólo lo hace "la extrema derecha", según ella.
Como se puede apreciar, PSOE y PP, o lo que es lo mismo, Sánchez y Feijóo, vuelven a salvarse el culo mútuamente en este escenario abominable de corrupción y degradación nacional que estamos viviendo. Eso sí, luego en los debates tanto el presidente del gobierno como el líder de la oposición deben tirarse los trastos públicamente para aparentar que son rivales políticos y que cada uno de ellos representa algo distinto. Todo ello mientras Sánchez cada vez pasa más horas fuera de España, dedicando la mayor parte de su agenda a viajes oficiales, dejando aquí el marrón con el que el resto de los españoles nos levantamos día sí y día también sobre los escándalos de tráfico de influencias de su esposa en los que el jefe del gobierno es partícipe también. Unos viajes al extranjero que esta vez son, según el propio Sánchez, con el objetivo de recolectar apoyos internacionales para reconocer el Estado de Palestina. Una cuestión que sin duda alguna supone para los españoles la mayor de nuestras preocupaciones ante la decadencia actual en la que vive sumido el país como consecuencia de sus innumerables problemas internos, los cuales se resolverán con este reconocimiento (Nótese la ironía, obviamente).
Supongo que este miserable habrá llegado a la conclusión de que incluso la presidencia es poco para él a estas alturas, y que quizás su nombre debería de pasar a la Historia como el de un galardonado con el Premio Nobel de la Paz. En fin, está claro que Sánchez ha dejado de lado por completo los problemas nacionales y ahora utiliza en cambio su posición desde la Moncloa para autopromocionarse a nivel europeo y mundial como un líder que está contribuyendo fervientemente en favor de la paz en Oriente Medio. Los delirios de grandeza de este sujeto parecen no tener límites.
Ya dije, y lo vuelvo a decir ahora, que todos los presidentes se han ido por "la puerta grande", y quizás en el caso de Sánchez nos encontremos ante el primer presidente que salga literalmente por la puerta grande de la Moncloa; eso sí, esposado y acompañado de la Guardia Civil tras intentar mantenerse en el poder hasta las últimas consecuencias. No sería de extrañar tampoco que a este paso Sánchez acabe abandonando la Moncloa como en 2001 lo hizo el ex presidente de Argentina, Fernando de la Rúa: huyendo del palacio presidencial en helicóptero tras el estallido social en el país sudamericano como consecuencia del famoso "Corralito argentino". Ya dije en una de mis últimas entradas que si Sánchez se vio forzado a abandonar la secretaría general del PSOE en 2016 tras estar a punto de ser linchado a puñetazos por los suyos, ¿Qué no ocurrirá ahora que no es ya líder de la oposición, sino presidente del gobierno?
Por su parte Feijóo intenta repetir a través de este pacto con el PSOE una operación para acabar con Ayuso como hace dos años lo hizo con el entonces presidente del PP, Pablo Casado. El gallego sabe que es cuestión de tiempo que la madrileña pegue el salto al liderazgo del PP, ya que Ayuso tiene, aparte de mucha ambición, mucho más tirón electoral entre la derecha que el propio Feijóo, y por eso el escándalo del novio de ésta le ha venido al presidente del PP como anillo al dedo para desarticular cualquier operación proveniente del entorno de la presidenta de la Comunidad de Madrid para derrocarle.
El problema para Feijóo es que quizás esta vez el intento de acabar políticamente con su rival no le salga tan bien como hace dos años le salió con Casado, y probablemente quien acabe ahora destronado sea él mismo a la hora de querer eliminar a su rival interna y perpetuarse en el liderazgo del PP. Por cierto, menos mal que Feijóo había anunciado que se jubilaría y se volvería a Galicia si no lograba ser presidente del gobierno en las pasadas elecciones generales. La jubilación es lo que un sexagenario como él debería de hacer ya, pero por desgracia este escenario parece estar todavía lejano. Y no por cuestión de edad, sino por el exceso de ambición de un tipo que jamás debió salir de su Galicia natal.
En fin, qué se puede esperar de un sujeto que dedica todo su tiempo en salvarle la cara, no ya a Pedro Sánchez y señora, sino a todo el PSOE y especialmente a Felipe González (Del cual Feijóo repite constantemente y muy orgulloso haber sido votante suyo). Creo sinceramente que este tipo se afilió muy a su pesar en el PP porque la sede del PSOE quedaba muy lejos de su casa. Sólo así se entiende la fascinación y la emoción con la que Feijóo habla del PSOE (El mayor partido criminal y corrupto que ha existido en la historia de España) y de Felipe González. Quizás Feijóo esté buscando ser nombrado en el futuro presidente de honor de este partido como recompensa por los servicios prestados al socialismo español; y a tenor de lo esfuerzos que realiza, probablemente lo consiga.
Luego tenemos las diferentes citas electorales de aquí a junio, empezando con la de la semana que viene en el País Vasco, donde todo parece indicar que Bildu-ETA ganará sus primeras elecciones el 21 de abril. Un resultado que de producirse confirmaría la decandencia absoluta de la población vasca, la cual respaldaría con sus votos el terrorismo y los asesinatos que ETA ha cometido a lo largo de cuatro décadas. Y lo peor no es sólo esto, sino que una hipotética victoria de Bildu junto a un PNV que quedaría segundo por escasos votos podría llevar consigo el inicio del proces independentista en el País Vasco, la gota que faltaría para que colmase el vaso en este deplorable escenario nacional.
Un escenario, el de un inicio del procés vasco que no habría que descartar en absoluto, y más si tenemos en cuenta en el estado de extrema debilidad en el que se encuentra sumido el país. España no aguantaría no ya un procés de independencia, sino dos: en Cataluña por un lado y en el País Vasco por otro. Una abominable pero por desgracia histórica victoria electoral la que podría darse la semana que viene de ETA en el País Vasco, la cual llevaría consigo un inicio de proceso de independencia al que se tendría que sumar por cojones el PNV si no quiere perder el chiringuito en Vitoria después de cuarenta años de dominio total de la situación vasca.
Por otro lado, y llegados a este punto, cabe preguntarse, ¿Acaso se creen Sánchez, Zapatero y toda la banda criminal de la izquierda española que ETA dejó de pegar tiros y poner bombas para discutir sobre el tiempo? De confirmarse el inicio del proceso de independencia vasco, ahora comenzaría la segunda y última parte de las graves consecuencias que supuso el diálogo de Zapatero con ETA hace dieciocho años y la entrada del terrorismo vasco en la política española. Y a no perder de vista, obviamente, Navarra, cuya anexión al País Vasco se va a poner más que nunca encima de la mesa después de las elecciones del 21 de abril. Una anexión que conviene recordar que está amparada por la propia Constitución, lo cual empeora aún más la situación que se avecina para España en los próximos meses.
Después tenemos el escenario del 12 de mayo en Cataluña, donde los sujetos de Tsunami Democratic parecen no fiarse para nada de la futura Ley de Amnistía y ya se han fugado a Suiza ante la inminente citación del Tribunal Supremo a estos individuos acusados de terrorismo. Y todo mientras Carles Puigdemont amenaza a Sánchez con hacerle caer si el presidente del gobierno no lo hace presidente tras las elecciones del mes que viene. Por parte de Puigdemont hay que reconocer que es un cachondo, ya que tras estar siete años fugado, ahora quiere volver a gobernar Cataluña a toda costa, con independencia de cuál sea el resultado electoral que obtenga. Y en lo que respecta a Sánchez hay que decir que está simplemente al final de la escapada.
Si éste decide hacer presidente a Puigdemont para salvarse el culo, es muy probable que si no acaba cayendo ahora lo haga dentro de unos meses, ya que el círculo contra él cada vez se va cerrando más, ya que el caso sobre Begoña Gómez irá en aumento conforme pasen los meses y el escenario tras las elecciones catalanas no hará sino empeorar la ya inestabilidad extrema de Sánchez en el gobierno. Si el apoyo a Puigdemont se confirmase por parte del presidente del gobierno sería interesante de ver la cara que se les quedaría a los miembros del PSC y a Illa (El cual tendrá que declarar en la Comisión del Senado antes de las elecciones por su implicación en el caso Koldo) tras ver cómo Sánchez se la metido doblada a sus compañeros de partido. Seguramente saldrían a decir que el apoyo a Puigdemont como presidente entra dentro de la reconciliación y de la normalización política en Cataluña, según ellos; aunque Puigdemont quede en cuarto o quinto lugar en las votaciones, eso es lo de menos.
Y es que es postura de Puigdemont es lógica, ya que no tendría sentido alguno que siguiese apoyando la permanencia en el poder de Sánchez si éste no le da su apoyo para volver a gobernar en Cataluña. Y lo peor de todo esto es que ese hipotético escenario se daría coincidiendo con la aprobación, sanción y entrada en vigor (Si no ocurre algún imprevisto de última hora) de la Ley de Amnistía. Un escenario que de producirse rematará definitivamente la situación en toda España y veremos a ver qué consecuencias nos traerá, ya que el regreso de Puigdemont parece casi seguro cuando la amnistía se haga efectiva.
Seguramente, si el rey sanciona la ley, los paletos que el otro día ovacionaban a la familia real en la boda de Almeida comenzarán a quitarle hierro al asunto y excusarán la actuación del rey, confiados en que sus amados líderes del PP, e incluso de VOX, reviertan la situación si llegan al poder. Lo que no saben los muy imbéciles es que, de llegar a la Moncloa Feijóo, éste no hará nada para derogar la ley, ya que se justificará alegando que la derogación sería dar un paso atrás y supondría elevar aún más la tensión.
Y ya para finalizar tenemos las elecciones europeas del 9 de junio, donde todo Dios se está subiendo al carro para vivir del cuento: el Frente Nacional de Roberto Vaquero, el nuevo partido neo-PSOE: Izquierda Española, Alvise Pérez, etc. Sólo falta en esta ronda el listillo de Ruben Gisbert para completar el cuadro de esta nueva tanda de personajes, los cuales están aprovechando la agonía de la situación nacional y la ventaja que da la circunscripción nacional a la hora de votar en las elecciones europeas para embarcarse en la buena vida de lo público, mientras se erigen como salvadores de una España que ellos saben que no la arregla ya nada ni nadie.
Como ya dije en mi entrada de la otra noche, en la que hablé sobre el fracaso de la Democracia, que nadie cuente ya con mi voto. Este que está aquí no vuelve a perder el tiempo para solucionarle la vida a los parásitos sociales de los partidos ya existentes que quieren seguir chupando del bote, ni a los cuatro enterados de turno que aprovechan la debilidad extrema en la que se encuentra sumida España para apuntarse también al chiringuito presentándose con un nuevo partido político. Desde aquí animo al personal que me lea a no votar más a nadie, ni en ésta ni en ninguna otra convocatoria electoral más. Que estos sinvergüenzas se lo guisen y se lo coman todo ellos solos. A mí no me vuelven a tomar más el pelo esta gentuza.
Algunos creen que de ganar supuestamente el PP las elecciones europeas, como así vaticinan las encuestas, Feijóo tardará cero coma en presentarle una moción de censura a Sánchez. Un escenario que aunque no es seguro sí es probable, y más teniendo en cuenta que si Puigdemont no consigue finalmente ser presidente de la Generalitat de nuevo, éste podría vengarse de Sánchez votando a favor de Feijóo en esa hipotética moción de censura. De ser así sería curioso ver cómo Feijóo es investido presidente con los votos de PP, VOX y Junts. Y más curioso sería ver cómo Feijóo y el PP quedarían en deuda con Puigdemont y compañía si finalmente vuelven al gobierno de España gracias a Junts. De producirse este escenario estaríamos pues en la misma situación en la que ya estamos desde hace seis años con Sánchez y el PSOE en su deuda con los independentistas, pero esta vez con las tornas cambiadas en favor de los populares, vivir para ver.
Debo reconocer que este escenario no estaría nada mal que se produjese, ya que aquí el personal sigue creyendo que España está en peligro sólo y exclusivamente por culpa de Pedro Sánchez y el PSOE. Ojalá fuese así, pero la dura realidad es que el problema que España sufre es como consecuencia de las políticas de todos los partidos de este maldito sistema: PSOE, PP, Sumar/Podemos, VOX, Junts, ERC, Bildu, PNV, BNG, UCD en su momento, etc, y quien quiera creer que esto es sólo culpa exclusiva de unos y no de todos es que es más ignorante y paleto de lo que ya considero al personal (Que no es poco, todo hay que decirlo). Siendo así creo que el regreso del PP al gobierno debería de producirse sólo para ver la cara que se le quedan a los que creen que Feijóo va a ser el Winston Churchill español, capaz de salvar la irreversible situación en la que nos encontramos. En definitiva, una muestra más del analfabetismo y borreguismo del que hacen gala con orgullo los españoles.
Este es pues el escenario que tenemos en España a justo una semana de las elecciones vascas: una boda política en el que la corrupción, la inmunidad y la desvergüenza se han paseado a sus anchas ante los fervientes gritos de ovación del populacho; un presidente huído del país para no tener que dar explicaciones sobre los escándalos de corrupción que implican a su esposa y a él; un líder de la oposición salvándole el pellejo a Sánchez y señora mientras intenta cargarse políticamente a la no menos ambiciosa Ayuso; unas elecciones vascas que pueden ser la puntilla para la legitimación política de ETA, la creación de un nuevo frente independentista, la anexión de Navarra y el comienzo del proceso soberanista vasco.
Por otro lado tenemos unas elecciones en Cataluña en la que puede decidirse el futuro de la legislatura; un Puigdemont decidido a ir a por todas y a doblarle el pulso a Sánchez una vez más; una Ley de Amnistía cuya inminente aprobación amenaza con provocar una catarsis nacional; unas elecciones europeas en las que puede decidirse la caída o no de Sánchez; y unos comicios en los que unos intentan subirse a la palestra mientras otros intentan mantenerse en ella; y con todo esto, una nación que se descompone por momentos ante la pasividad y la ignorancia de sus ciudadanos y la indiferencia absoluta de una clase política corrompida, la cual busca a toda costa mantener los privilegios que le otorga el poder de un sistema que se viene abajo. Y lo peor es que esto no ha hecho más que empezar. Dentro de unos meses la cosa estará, casi con toda seguridad, mucho peor de lo que ya está en estos momentos, que no es poco.
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