España ha vivido en el día de hoy el cierre del circo que se inauguró hace cinco días desde Moncloa, y a su vez el inicio, también desde Moncloa, de uno de los periodos más negros de la historia reciente de nuestro país. Me refiero, obviamente, a la declaración pública del presidente del gobierno, Pedro Sánchez, renunciando a dimitir para afirmar acto seguido que va a realizar a partir de ahora una "limpieza para la mejora de la democracia" y animando con ello a los suyos a tomar las calles en aras de esa mejora democrática.
Este gravísimo acto lleva consigo el culmen del totalitarismo de la presidencia de Pedro Sánchez. Una presidencia que, según ha advertido el propio Sánchez, supone a partir de hoy un punto y aparte, lo cual lleva implícito que España entra desde ahora en una de las mayores amenazas que ha presenciado en muchas décadas como nación.
La no-decisión del presidente del gobierno sobre su continuidad en el cargo era algo que, como ya dije la otra noche, no era más que una farsa del propio Sánchez para perpetuarse en el cargo. Ni Sánchez tenía planeado irse en ningún momento, ni lo ha reflexionado a lo largo de estos días. Lo realizado ha sido toda una jugada maestra en la que el socialista ha tomado el pelo a todo el mundo mientras desde el PSOE se hacía inminente la dimisión del jefe del gobierno. Una renuncia que esta mañana parecía intuirse cuando se confirmó que Sánchez había ido a la Zarzuela para confirmar al rey su decisión.
Una decisión que, obviamente, sería la de presentar su dimisión, ya que en teoría nadie va a la Zarzuela para decirle al rey que va a seguir en su cargo. Para ello bastaría con una llamada telefónica. Pues no. Pedro Sánchez se personó en Zarzuela para decírselo a Felipe VI, haciendo creer a muchos que la dimisión era un escenario altamente probable en esos momentos. Pero claro, nos olvidábamos que estamos ante Pedro Sánchez, y que esa visita ha sido, como todo en estos cinco días, en su presidencia, y en su carrera política, una farsa para hacer creer a la población hasta última hora que su salida del gobierno era inmediata.
Una dimisión que, como ya he dicho, no se ha producido, y que solo ha servido para que Sánchez se reafirme de forma firme en su cargo, y para acto seguido (Y aquí es donde viene lo gordo) amenazar con hacer una "limpieza" para mejorar el sistema democrático. Una limpieza que, según ha afirmado el presidente del gobierno, afectará al Poder Judicial y a los medios de comunicación disidentes del ejecutivo, o según Sánchez "medios propagadores de bulos". Muchísimo cuidado con esto, ya que Sánchez ha tirado la casa y los muebles por la ventana y ha decidido ir a por todas en su deseo de mantenerse de forma vitalicia en la Moncloa y a su vez hacer impune la corrupción que le rodea a él y a todos los suyos.
Lo que se ha vivido hoy es de forma clara y concisa un golpe de Estado en toda regla por parte del presidente del gobierno en contra de la separación de poderes y la independencia del Poder Judicial, así como contra el derecho fundamental de la libertad de expresión y de información, regulado en el artículo 20 de la Constitución española. Un golpe que ha sido aplaudido por toda la jauría de la izquierda española, la cual ha animado al presidente a tomar ya el control del Consejo General del Poder Judicial, así como a tomar medidas urgentes para controlar la libertad de prensa. De esta forma, España entra en un nuevo escenario altamente peligroso, el cual absolutamente nadie sabe cómo cojones va a acabar, pero que obviamente todo presagia que no va a tener un buen final.
Insisto en que la gravedad de la situación es real, y que lo que se ha vivido en estos días, pero sobre todo hoy con la declaración de Sánchez en Moncloa, supone un golpe de Estado perpetrado por el propio presidente del gobierno con el fin de tomar medidas drásticas contra toda aquella persona, institución u organismo que intente investigar los casos de corrupción que afectan al propio gobierno y al PSOE en general, ya sea a través de una investigación periodística o a través de una investigación judicial. Sánchez ha cruzado pues, al igual que Julio César, el Rubicón y lo ha hecho con la bendición de toda la izquierda española y sus votantes, los cuales han demostrado estos días un nivel de extremismo y radicalidad nunca antes visto en ningún país de Europa, al menos que yo recuerde.
La concentración del pasado sábado en Ferraz, donde supuestamente 12.000 sujetos (Viejos, mayormente) salieron a respaldar a Sánchez, a la corrupción que afecta tanto a él como a su mujer, así como para rogarle al jefe del ejecutivo su permanencia al frente del gobierno supone uno de los momentos más bochornosos y deplorables que se han vivido en España en los últimos cincuenta años. Una concentración a la que se sumó el Comité Federal del PSOE (El cual estaba reunido en la sede de Ferraz) con María Jesús Montero a la cabeza, gritando como una loca (Lo que verdaderamente es), y con los votantes y miembros del Comité cantando a grito pelado y puño en alto en la calle "La Internacional".
Pero aquí no queda la cosa, ya que ayer hubo una manifestación que partió desde Atocha hasta las mismas puertas del Congreso de los Diputados. Una manifestación en donde la izquierda exigía "salvar la Democracia" y hacía un nuevo y último ruego a Pedro Sánchez para que continuase en el cargo. Un suceso al que nadie le ha dado "casualmente" la mayor importancia, pero que recuerda, cuando menos, a acontecimientos que ya han ocurrido en otros países, como el asalto al Capitolio por parte de los seguidores de Trump en enero de 2021 y que desde la izquierda española tanto se ha venido criticando desde entonces.
Una manifestación que, al contrario que todas las manifestaciones celebradas años atrás, estaba autorizada para llegar hasta las mismas puertas del Congreso y rodear la sede del Poder Legislativo, con el objetivo de manifestarse, según sus promotores, "a favor de la Democracia", lo cual supone que para estos individuos Sánchez y la izquierda son únicamente la representación de la Democracia, lo demás es fascismo peligroso.
Y una manifestación que por otro lado supone un claro intento por parte de la izquierda para legitimar lo que Sánchez ha hecho hoy: mantenerse en el cargo y afirmar que se va a hacer "limpieza general". Por cierto, según Sánchez, las manifestaciones han sido para él un punto de inflexión estos días a la hora de decidir quedarse, según ha declarado esta mañana en su comparecencia en la Moncloa. Obviamente esto no se lo cree ni él.
Como se puede comprobar, si Sánchez es un maldito narcisista y aspirante a dictador con ansias infinitas de poder, sus votantes, simpatizantes y militantes no son más que meros criminales extremistas; solo comparables con los simpatizantes del nazismo, el comunismo y el fascismo. Y es que el líder del PSOE ha llevado hoy a España a un camino peligroso de no retorno, cierto, pero ese camino peligroso y de no retorno lo ha hecho con la bendición previa de sus votantes y de la izquierda española en general, la cual ve en el resto de la población no ya a personas que no comulgan con sus ideas, sino al propio enemigo al cual hay que batir lo antes posible.
De modo que el problema aquí no es ya la figura de Sánchez, el cual es un sujeto que se ha propuesto abiertamente morir en el cargo cuando tenga ochenta años, sino también un problema social en el que los izquierdistas están en declaración de guerra abierta contra todo aquél que no comulgue con sus principios. Solo hay que ver las declaraciones de algunos sujetos durante el sábado para entender que para éstos, todo aquél que no respalde al gobierno de Sánchez es un peligroso fascista de extrema derecha que merece, cuando menos, ser llevado al paredón de fusilamiento. Con este panorama, uno solo puede pensar que estamos ante un país condenado al fracaso más absoluto y con un futuro altamente peligroso tanto por parte de los políticos de la izquierda como de sus bases sociales.
Y ya volviendo a la oscura jornada de hoy cabe decir que la comparecencia de Sánchez no ha sido el único caso que crea un peligroso precedente en toda esta situación. Parece ser que Moncloa ya tenía más que preparado todo el escenario de hoy, y tras la declaración del presidente del gobierno se ha procedido por parte del CIS de José Félix Tezanos a publicar una encuesta ya elaborada durante este fin de semana en la que, según este organismo del Estado, la crisis política de estos días ha vuelto a dar alas al PSOE, que se coloca, según Tezanos, diez puntos por encima del PP, lo cual llevaría a los socialistas a obtener casi mayoría absoluta en unas hipotéticas elecciones generales. En concreto, 169 escaños y a solo siete de los 176, es decir, de la mayoría absoluta. Nunca de un caso de corrupción propio se pudo sacar tanto rédito electoral. Según el CIS, claro.
Pero ese no es el problema. El problema viene cuando el propio CIS ha preguntado a los españoles si creen que la investigación que el Juzgado de Madrid ha abierto contra los oscuros negocios de Begoña Gómez son una operación judicial para perjudicar a Sánchez; pregunta a la que supuestamente casi un 50% de los encuestados han respondido afirmativamente. De esta forma un organismo público como el CIS hace una pregunta en la que se cuestiona la independencia judicial y la politización de los Tribunales. Un nuevo hecho que crea un peligroso precedente al cuestionar por parte de un organismo del propio Estado, y por lo tanto al servicio del gobierno, la legitimidad y los verdaderos intereses con los que actúa el Poder Judicial.
Y ya para rematar el día, TVE anuncia poco después de la declaración de Pedro Sánchez que éste va a ser entrevistado a las nueve y media de la noche por los presentadores de los informativos, con el objetivo de que el presidente del gobierno explique el por qué de estos días de reflexión y las declaraciones de hoy en las que ha confirmado su continuidad en el cargo y ha anunciado la ya mencionada "limpieza". Pues bien, esta entrevista ha servido para que Sánchez se haya explayado largo y tendido sobre, según él, el más que cuestionable papel del Poder Judicial y de los medios de comunicación en el actual sistema político en España. Incluso ha llegado a mencionar a las redes sociales y a los programas de Inteligencia Artificial dentro de lo que él considera una "campaña de bulos". Como se puede ver, nada ni nadie se queda atrás.
Una entrevista pues cargada de insólitas y gravísimas declaraciones por parte de un presidente del gobierno en ejercicio, donde además de señalar nuevamente a la prensa crítica con su gobierno y a los jueces, se ha vuelto a mostrar como una víctima de todo este "fango", aparte de presentar a su esposa como una víctima de "acoso" en todo este asunto. Debo decir que si de mí dependiese, TVE estaría cerrada mañana mismo por permitir tales declaraciones por parte de un jefe del gobierno en activo, el cual aprovecha el privilegio que le da su cargo en una televisión pública para cargar duramente contra los jueces y la prensa disidente, alegando que éstos últimos son quienes están detrás de una "campaña de acoso y descrédito" tanto contra él como contra su círculo más cercano.
Como se puede ver, la jornada de hoy ha sido una jornada para enterrar y olvidar para los restos. El problema está en que es solo el inicio de lo que está por venir, que no es otra cosa que, según la izquierda española, la apertura de un tiempo nuevo que Sánchez ya ha anunciado en su comparecencia de hoy y en la entrevista de esta noche. Un tiempo nuevo que llevará implícitas una serie de medidas en pos de la mejora de la calidad democrática y de la convivencia pacífica, según palabras de Sánchez y sus criminales seguidores. Cabe decir que cuando varios dictadores a lo largo de la Historia han llevado a cabo restricciones de derechos y libertades también lo hacían, según ellos, pensando en el bien común e incluso en algunos casos, en la mejora de la Democracia.
De momento Sánchez no ha dado detalles sobre las medidas concretas que piensa tomar acerca de este control a los medios, ni de las decisiones que va a ejercer con respecto al Poder Judicial, ni siquiera sobre cuándo las va a llevar a cabo. Pero el presidente del gobierno ya ha anunciado que esas medidas se van a llevar a efectuar, y eso es lo verdaderamente grave y urgente en estos momentos. No se sabe tampoco cuáles son los planes que desde el PSOE y la izquierda tienen pensado realizar a la hora de tomar las calles a partir de ahora, tal y como el propio Sánchez ha pedido desde Moncloa en su comparecencia de esta mañana. Lo que está claro es que esto no ha hecho más que empezar y que la izquierda va a seguir movilizándose para legitimar el golpe de Estado que Sánchez ha empezado hoy.
Y lo que está claro también es que la miserable oposición de este país pagará con creces el hecho de criticar y no mover un solo dedo por detener a este sujeto peligroso y a sus secuaces. Quizás no lo hacen porque ellos también respaldan en el fondo esta deriva autoritaria de la izquierda española. Solo hay que ver cómo la primera queja que tanto Feijóo como Abascal han realizado contra el circo montado por Sánchez en estos cinco días se ha centrado en el hecho de que éste haya utilizado la figura del rey para su farsa. Supongo que la cuestión insignificante sobre la restricción de derechos y libertades en España que Sánchez va a emprender la dejarán para otro día, si acaso.
Dicho esto debo reconocer que en días como hoy recuerdo aquellas declaraciones que salieron en su día en la prensa cuando Pedro Sánchez desalojó al PP de Rajoy del gobierno. Decía Rajoy, todavía como presidente, que el paso de Sánchez por la presidencia sería efímero, y que el regreso del PP a la Moncloa tardaría como mucho dos años en producirse. Seis años después se puede afirmar con rotundidad que las predicciones de Rajoy han sido tan fallidas como su pésima gestión durante la moción de censura.
Una gestión que de haberse hecho de forma inteligente hubiese supuesto la paralización y con ello el fracaso de la llegada de Sánchez a la Moncloa. Quizás esa pésima gestión que ellos creían que tendría como consecuencia un fugaz paso del PSOE por el gobierno se convierta en el escenario cada vez más probable de que sea a su vez el propio PP quien no vuelva a pisar jamás la Moncloa.
Porque si algo queda claro, aparte del comportamiento dictatorial de Sánchez con estas gravísimas declaraciones de hoy, es que el líder del PSOE no llegó al gobierno para estar cuatro, cinco, seis, siete u ocho años en el ejecutivo, sino para mantenerse en él para el resto de su vida. La prueba más clara es que, con la persecución que Sánchez va a realizar contra medios y jueces, este hecho lleva implícito el objetivo de hacer impune todo acto contrario a la ley que él, su círculo más cercano o los de su propio partido realicen. Y cuando uno plantea estos peligrosos objetivos quiere decir que su propósito de permanecer en el gobierno es de muy largo plazo y sin control alguno.
De esta forma se confirma que, por contra de lo que yo he vaticinado estos meses, a Sánchez no lo saca nadie del gobierno. Ya puede ocurrir cualquier cosa, que nada de lo que ocurra afectará al propio Sánchez ni al PSOE en su deseo de mantenerse en el ejecutivo de forma vitalicia. ¿Cómo acabará todo esto? Ya he dicho que nada bien. No sé si Pedro Sánchez acabará algún día fuera de la Moncloa, o si el PSOE será desalojado en algún momento, pero está claro que con lo ocurrido hoy, nada ni nadie va a frenar a estos criminales a la hora de mantenerse en el poder.
Y es que para Sánchez y sus secuaces, todo lo que sea informar sobre las actividades irregulares de los miembros del gobierno y de su círculo más cercano es la propagación de bulos provenientes de la extrema derecha, lo cual hace de extrema derecha también a aquellos que expanden esos bulos. Una tesis totalitaria en la que se concluye que toda persona que dude sobre la honorabilidad de los miembros del PSOE son unos fascistas peligrosos que hay que controlar. Y lo mismo para aquellos que investigan desde los medios o desde los Tribunales las actividades irregulares de estos sujetos.
España ha entrado pues en una fase altamente peligrosa y decisiva donde la libertad de expresión e información, así como la separación de poderes y la independencia del Poder Judicial quedará sometida al dictamen del Poder Ejecutivo. Acaba pues de esta forma la farsa iniciada hace unos días por Pedro Sánchez y comienza un periodo oscuro e incierto en la historia de España. Personalmente solo puedo decir que, como consejo, todo aquel que tenga la oportunidad y la capacidad de irse de aquí, que se largue cagando leches desde ya. Yo personalmente es lo que haría. Este país por desgracia no tiene solución por parte de nadie.
Que nadie espere que alguien haga algo. Ni Felipe VI (Ése que tanto reclaman algunos gilipollas de derechas que intervenga, creyendo aún que la Monarquía sirve para algo), ni las Fuerzas Armadas, ni por supuesto la Unión Europea van a hacer nada para detener este insólito escenario que se abre ante nosotros. No hablemos ya del Poder Judicial, el cual está atado de pies y manos a la espera de las medidas que tome el gobierno. Estamos solos y esa es la única realidad. De esta forma se acaba este falso sistema que se creó en 1978 con la aprobación de la Constitución española.
Un sistema que ha sido el origen de todo nuestros males desde que comenzó en 1978, y que desde 2004 hasta ahora se han acentuado aún más, como ya he dicho en otras ocasiones. Y es irónico que gracias a la corrupción del actual matrimonio presidencial (Un matrimonio que se puede comparar en términos delictivos con el matrimonio Clinton), el sistema acabe extinguiéndose desde dentro. Nunca una corrupción le iba a salir tan impune a sus protagonistas, ni nunca dichas consecuencias iban a tener su repercusión en todo el país. A España le esperan pues tiempos muy jodidos y oscuros, y lo peor es que ese escenario lo vamos a pagar todos nosotros.