Después de tres años tras someterse a votación por parte del pueblo
británico, su gobierno ha confirmado hoy que Reino Unido se presentará, en
contra de lo que en un principio estaba previsto, a las elecciones europeas del
próximo 26 de mayo. Por increíble que parezca, el sistema político británico ha
vuelto a reírse una vez más de su pueblo tras tres años interminables de
continuas intrigas tanto en Westminster como en Bruselas a la hora de decidir
qué hacer con la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Una salida que por
supuesto se puede decir desde ya que está completamente descartada. ¿A cuento
de qué viene presentarse al parlamento europeo para un periodo de cinco años
una nación que en teoría va a abandonar la UE dentro de unos meses?
Seamos claro, el Reino Unido no ha tenido, ni tiene ningún interés ni
ningún proyecto para abandonar la Unión Europea ni a corto, ni a medio, ni a
largo plazo. Y es que, aunque algunos todavía no se lo crean, lo que ha hecho
el gobierno británico es tomarle el pelo de forma constante a sus ciudadanos
desde junio de 2016, e incluso me atrevería a decir que desde el momento en el
que el ex-primer ministro británico, David Cameron, anunció su intención de
celebrar un referéndum sobre la permanencia o no del Reino Unido en Europa.
Lo que hizo Cameron fue una tomadura de pelo a los británicos, aparte de
una estrategia (Mal diseñada, por cierto) para ganar tiempo. Al ver cómo los
votantes más euroescépticos se pasaban del Partido Conservador al partido
euroescéptico Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) y viendo que
los laboristas, aun perdiendo las elecciones, podían volver a gobernar mediante
pactos postelectorales, Cameron decide convocar un referéndum para la
permanencia de Gran Bretaña en la Unión Europea si era reelegido en las
elecciones generales de 2015. Cameron, seguramente anunció este referéndum
confiado en que pegaría un subidón en las encuestas, pero sin obtener mayoría
absoluta, lo cual le permitiría volver a gobernar con los liberales de Nick
Clegg. ¿Qué ocurre entonces? Pues que se produce lo inesperado: Cameron gana,
pero con mayoría absoluta, mientras que los laboristas se hunden. Ante este
nuevo e inesperado escenario ¿Qué hacer? Pues seguir para adelante y convocar
el referéndum, creyendo que va a ser un paseíllo y que tras ganar el NO todo
volverá a su cauce.
Finalmente, el 23 de junio se confirma lo que algunos temían. Los
británicos apuestan claramente por el SÍ a salirse de Europa. Cameron anuncia
su dimisión ese mismo día y al cabo de un mes es sustituido en Downing Street
por su ministra del interior, Theresa May, la cual se convierte desde entonces
en la primera ministra que teóricamente conducirá al Reino Unido fuera de la
UE. Hay que decir que mejor no se pudo estrenar May en su cargo, ya que en el
año 2017, teniendo la mayoría absoluta heredada de Cameron, decidió convocar
elecciones generales, perdiendo la mayoría y quedando en una posición
absolutamente lamentable ante sus socios europeos a la hora de negociar los
acuerdos para la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
Lo que desde entonces ha ocurrido ya lo sabemos todos: Negociaciones
permanentes, paseos de pelotas sobre el tejado del contrario, temor por parte
de los dos bandos (Reino Unido - Unión Europea) en quedar como los "Malos
de la película", y finalmente, un acuerdo entre el Reino Unido y la UE. Un
acuerdo humillante para los británicos que ha supuesto que desde enero de este
año, desde Westminster se haya echado para atrás en tres ocasiones el acuerdo
alcanzado entre May y los 27 países de la UE, lo cual ha llevado a incumplir el
acuerdo de salida de los británicos de las instituciones europeas el pasado 29
de marzo y a posponerse dicha salida hasta el 31 de octubre de este año.
A día de hoy, y a pesar de la prorroga otorgada por Europa, la situación
en Londres sigue tan estancada como hace unos meses. El parlamento británico se
niega a aprobar un Brexit blando (El acuerdo alcanzado entre May y la UE), pero
también se niega a aprobar un Brexit duro (Salida sin acuerdo del Reino Unido
de la UE). Se niegan a su vez en apoyar la retirada del artículo 50 del Tratado
de Lisboa (Salida de un país miembro de la UE), y se niegan a su vez la
posibilidad de celebrar un segundo referéndum. En resumen, el parlamento británico
lleva meses tomándole el pelo a sus ciudadanos, ya que no son capaces de
decirles que el Brexit ha sido una farsa que ha ido demasiado lejos. Ni desde
Londres tienen el más mínimo interés en llevar a cabo una salida que supondría
una pérdida muy relevante de ayudas y subvenciones procedentes desde la UE, ni
desde Bruselas quieren que se siente un precedente que podría acarrear la
salida de más países de ese barco que se desmorona llamado Unión Europea.
Para colmo, la situación en Londres no puede ser más penosa, ya que ante
el estrepitoso fracaso que ha cosechado, May se niega a dimitir bajo cualquier
posibilidad y se ha atrincherado en Downing Street a la espera de que desde
Westminster se apruebe tarde o temprano el acuerdo que en noviembre pasado alcanzó
con el resto de los países miembros. Se puede decir pues que May ha antepuesto
su permanencia en el gobierno al futuro del país, con lo que supone dejar a
Gran Bretaña bajo una situación insostenible que ni siquiera los miembros del
Partido Conservador pueden remediar, ya que éstos presentaron una moción de
confianza para expulsar a May en diciembre del año pasado, fracasando dicha
moción. Ante este escenario, los tories no podrán volver a presentar dicha
moción hasta diciembre de este año, fecha en la que en teoría ya tendría que
haber salido el país de la UE. La cuestión ahora es, como de forma casi segura
se sabe ya que en octubre tampoco se producirá la salida de los británicos,
¿Qué ocurrirá a partir de entonces? Los británicos partidarios del Brexit ya
han salido a la calle, con lo que de repetirse la jugada de marzo y prorrogar
de nuevo esta incesante agonía, la situación se puede volver más peligrosa en
Londres si no hay un acuerdo y se echa a May de la jefatura del gobierno.
Por otra parte, el hecho de que la ministra principal de Escocia, Nicola
Sturgeon, haya anunciado un nuevo referéndum para la independencia antes de
2021 supone otro varapalo para el gobierno británico, el cual creía tener
controlada la situación en Escocia tras el referéndum del año 2014 en el que
los escoceses votaron NO a la independencia escocesa. Y a no perder de vista la
situación en Irlanda del Norte, donde el asesinato de una periodista por parte
de la banda terrorista IRA después de más de veinticinco años de tregua vuelven
a poner en peligro la situación en dicho territorio y los Acuerdos del Viernes
Santo que Tony Blair firmó en 1998. Si el terrorismo en Irlanda vuelve y el
independentismo escocés resurge de nuevo, como ya está sucediendo, es más
probable que asistamos a la desintegración del Reino Unido antes que a su
salida de la Unión Europea.
Por mi parte creo que la mejor solución para el Reino Unido sería la
salida urgente de May del gobierno e iniciar unas nuevas negociaciones con la
Unión Europea. Personalmente creo que quien mejor reune el perfil para dar la
talla ante Europa sería el que fuera alcalde de Londres, Boris Johnson. En lo
que respecta a la oposición creo que están más perdidos que la propia May. El
líder laborista, Jeremy Corbin, apuesta a regañadientes por un segundo
referéndum mientras tiene a su partido levantándose contra él. Todo esto tras
presentar una moción de censura contra May, la cual fracasó. En definitiva, la
oposición laborista se encuentra más perdida que los propios conservadores a la
hora de buscar una salida al proceso, si es que realmente desean buscarla, que
personalmente creo que no.
En fin, si la situación en España (La cual ha salido perdiendo en lo que
respecta a la cuestión de Gibraltar gracias al miserable gobierno que tenemos)
es gravísima, la de los británicos no lo es menos. Con una primera ministra
irresponsable y sedienta de poder hasta el punto de anteponer su futuro
personal al futuro del país, una oposición que sólo busca llegar cuanto antes
al poder sin tener ellos tampoco un plan para el Brexit, una clase política
bloqueada, la cual está riéndose descaradamente del pueblo británico, y un
resurgimiento del independentismo escocés, así como del independentismo y del
terrorismo norirlandés, la situación en el Reino Unido se atisba muy
preocupante y peligrosa. Los ingleses están en un callejón sin salida gracias a
la vergonzosa gestión de su clase política, la cual con este bloqueo está
destruyendo la reputación del sistema parlamentario más importante del mundo.
Si finalmente hay Brexit, el terrorismo y el independentismo en Gran Bretaña se
recrudecerá, con lo que la desintegración del Reino Unido será, al igual que en
España, inminente. Si por el contrario no hay salida de Gran Bretaña de la UE,
que creo con toda seguridad que es lo que va a ocurrir, los partidarios del
Brexit se sentirán traicionados y saldrán en masa a las calles, con unas
consecuencias imprevisibles. Malos tiempos se acercan para la isla Británica de
una forma u otra...
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