sábado, 8 de diciembre de 2018

Recuerdos de lo imposible

No soy una persona fácil de expresar mis sentimientos, y eso es algo que quizás me lleve a aparentar ser frío a veces. Sin embargo esta noche es de esas en las que uno, en el silencio de la noche comienza a pensar y a reflexionar sobre cosas y se vuelve un poco sensible sobre esas ciertas cosas. Sobre cosas y especialmente sobre personas. Personas que en su momento fueron importantes o que te transmitieron algún sentimiento potente y fuerte como nunca antes te había transmitido otra persona. Esa importancia no era recíproca para esa otra persona, así como el sentimiento, pero eso no excusa que los sentimientos propios desaparezcan por sí solos. Esta noche, después de cinco años de blog voy a abrirme un poco y a exponer un poco esos sentimientos guardados y difíciles de sacar a la luz. No lo hago para que se me conozca ni para nada en especial, lo hago sólo por el hecho de desahogar las penas que aunque invisibles por fuera están latentes por dentro.

Y es que, ¿Qué es la vida sino sentimientos?, ¿Qué es la vida sino ilusionarte por algo o por alguien?, ¿Y qué es la vida sino del mismo modo que te ilusionas te desilusionas con la misma rapidez? La vida es eso; Sentimientos e ilusiones, desilusiones y reveses del destino. Todos hemos pasado por eso alguna vez. A todos se nos ha podido cruzar alguien que te enciende el chip, que te activa tu curiosidad, que te resulta interesante. Una sensación que se va acrecentando con el tiempo y que tiene un momento de culmen cuando por fin hablas con ella. Cuando empiezas a conocerla aunque sea un poco y te resulta agradable estar con esa persona. Es en ese momento cuando descubres que esa curiosidad es algo más. Que esa sensación por ese alguien va "In crescendo" y no sabes explicar cómo, ni cuándo, ni por qué ha sucedido, pero descubres que te atrae esa persona.

Es en ese momento cuando uno comienza a ilusionarse y a la vez a pensar desde su óptica pesimista que todo transcurre demasiado deprisa, demasiado bonito, demasiado creíble para que aunque todavía no exista una sensación recíproca por parte de esa otra persona, sí hay aprecio. Un aprecio que quién sabe, podría ser algo más. Un algo más que deseas fervientemente pero que te asusta de que no pueda ocurrir. Es aquí donde te topas con el destino, el cual te dice "Chaval, va a ser que no". Comienza pues el desánimo, la tristeza, el desencanto, no con esa persona, sino con la vida misma e incluso con uno mismo por el hecho de no comprender por qué el destino te niega la posibilidad, no de ser feliz, porque la felicidad es algo que en la opinión de uno no existe, sino de vivir tranquilamente en compañía de alguien con quien compartes opinión, formas de ser, etc.

No, la vida te dice que te equivocas, que no hay más vueltas que dar. Que todo en ella es así de duro tanto para la bueno como para lo malo en todos los aspectos de la vida: En el amor, en la familia, en la amistad, en los estudios, en el trabajo, en la salud, en el dinero... como diría un célebre emperador romano: "Lo que la vida te da con una mano, lo quita con la otra". Puedes llorar, puedes entristecerte, puedes mirar al cielo y rogar a Dios que la vida te sonría y te conceda aquello que anhelas, aquello que sin quererlo lo has encontrado, aquello que tanto querías. Pero la vida ha dictado sentencia. Una sentencia que ya podría estar predestinada. Una sentencia que duele y que te hace sufrir, pero que no hay más remedio que acatar. Llega el momento de asimilar con gran pesar que la persona que puede estar conectada contigo a través del famoso hilo rojo del destino no es aquella que tú deseas.

Finalmente y tras un periodo, el distanciamiento se produce. Como diría mi gran cantautor favorito, Alejandro Sánz "No han vuelto a verse en la vida. La margarita dijo no", el mismo autor que tiempo atrás uno escuchaba sin cesar y cantaba repetidas veces la letra "Y si fuera ella". Por ironías de la vida tuvo que ser un cantante llamado Alejandro quien respondiese con sus grandes canciones a esa misma pregunta que él formulaba en otra de ellas. Pero aunque la margarita dijo no y ninguno de ellos, a pesar de la cercanía geográfica que les unía, volvieron a verse en la vida, el sentimiento seguía latente. Y pasaba un año, pasaban dos, pasaban tres... y el recuerdo persistía, y en la inconsciencia de los sueños de la noche se reflejaba y se producía aquel desenlace que uno nunca pudo disfrutar despierto en el sueño de la vida. Un sueño en el que dentro de la propia inconsciencia uno repite "Sé que no estamos viviéndolo en verdad, pero no quiero despertar jamás ni acabar con este momento".

Así, tras algunos años en los que la vida puso pared de por medio, uno descubre que aquella persona que llamó tu atención hace unos años no era simplemente un ser cuya atracción física te cautivó, sino que descubres que fue el primer amor de tu vida. Que ese sentimiento era un sentimiento auténtico y puro. Estabas enamorado y no lo sabías. Has sido tan imbécil de tardar unos años en percatarte de ello, aun sabiendo tú que esa persona había despertado sentimientos como nadie atrás lo había hecho, ni nadie posteriormente lo ha conseguido tampoco. El amor de tu vida se cruzó sin que tú lo supieses, y sin que esa persona supiese lo que para ti ella verdaderamente significaba. Ironías de la vida...

Tres años después, uno se pregunta ¿Por qué sucedió?, ¿Qué fin tuvo aquello aparte de derramar muchas lágrimas mientras veías impotente cómo la vida os iba separando tal y como ella misma te estaba vaticinando? Se dice que nada pasa por casualidad, y que todo en nuestra existencia tiene un sentido, hasta lo más insignificante. Por más vueltas que uno da, sigue sin encontrar la respuesta. Quizás la respuesta era la misma que te dio la vida; Que hay cosas que por mucho que las desees en cualquier aspecto, jamás podrás obtenerlas. Porque podrás tener la ilusión, las fuerzas y las ganas, pero te falta el beneplácito de la vida. Puede ser en cambio que las cosas sucedan sin explicación alguna, y que las cosas suceden sin motivo alguno. Pero independientemente de la explicación que pueda existir o no, los sentimientos perduran aunque el paso del tiempo transcurra ante nuestros ojos, los recuerdos permanecen imborrables, y el dolor va menguando. Sólo los sueños son los que dentro del mundo donde no hay imposibles, como diría Luis Miguel, nos conecta con la otra persona, juntándose las dos almas que en vida nunca pudieron ni podrán encontrarse para siempre. Y no olvidando jamás en la vida real, como diría Amaia Montero, que aunque otra me acompañe, en silencio te querré tan sólo a ti.

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