Estamos viviendo desde hace varios años la mayor crisis constitucional de la historia de España desde hace décadas. Una crisis constitucional que emana de la rebelión por parte de un gobierno regional para independizarse del estado español. A raíz de ahí se han abierto varios frentes que nos lleva a los españoles a preguntarnos si verdaderamente la constitución española es eficiente a la hora de solucionar los problemas que se están planteando desde hace ya poco más de una década en nuestro país. Se habla pues de la necesidad de reformar la constitución y de adaptarla al escenario y a la sociedad española de 2018.
Pues bien, yo ahora me pregunto: ¿Qué vamos a reformar?, ¿Una reforma que declare España como un estado federal en términos jurídicos? No hay que olvidar que de facto España ya es un estado federal con el actual reino de Taifas que surgió de esa constitución que hoy cumple 40 años con la denominación de comunidades autónomas, la cual ha quedado más que confirmado que ha sido un fracaso total. ¿Qué se va a reformar entonces?, ¿Darle más autogobierno a las regiones que componen nuestra nación?, ¿Qué más se le va a dar a las regiones españolas que éstas no hayan conseguido a lo largo de estas cuatro décadas gracias a las negociaciones con los diferentes gobiernos de turno?. ¿Acaso desean algunos reformar la constitución para darle supremacía a unas regiones frente a otras con el fin de que éstas no consigan su anhelada e inconstitucional independencia? Parece que por ahí van los tiros. De ser así dicha reforma no sería más que un desprecio y una humillación a las diferentes regiones españolas, amparando la desigualdad y el privilegio de unas CCAA frente a otras. Por mi parte ya digo desde aquí que con mi voto que no cuenten jamás para profundizar aún más en la desintegración de España, la cual agoniza lentamente, sin prisas pero sin pausas gracias a esta constitución y a este sistema político emanado de ella.
España no necesita ninguna reforma constitucional, sino la derogación de la actual en favor de otra que acabe con este sistema que ha provocado una de las etapas de mayor bienestar en nuestra nación, sí. Pero también ha provocado una de las etapas de mayor corrupción en las instituciones políticas de nuestro país, así como de debilitamiento de España a lo largo de estos años. España no se merece sufrir más gracias a un sistema que divide a unas regiones contra otras, que ampara a una clase política que se ha instalado en sus respectivas sillas mientras roban a manos llenas, que sostiene a una monarquía inútil y anticuada, la cual no aporta absolutamente nada en la España actual y que supone más un estorbo que una solución a los graves problemas que sufre hoy nuestro país. España necesita cuanto antes un sistema republicano y centralista basado en el francés, donde los partidos independentistas y terroristas no tengan cabida alguna en nuestra sistema actual. España necesita cuanto antes acabar con este sistema antes de que el sistema acabe con España. El régimen del 78 está pues en coma, practicamente, pero se resiste a morir. Si la constitución de 1876 diseñada por Cánovas murió en 1923 con el golpe de estado de Miguel Primo de Rivera, la actual se niega a hacerlo.
¿Qué vida saludable tiene una constitución y un sistema político en donde el gobierno de la nación depende de terroristas y golpistas?, ¿Qué salud tiene una carta magna de un país donde parte de la población se manifiesta violentamente en las calles frente a unos resultados electorales?, ¿Qué estado saludable tiene una norma suprema en una nación compuesta por territorios que desean irse cuanto antes, ya sea de forma legal o ilegal, de nuestro sistema de convivencia y de nuestra comunidad social? Por mucho que en estas horas se estén emitiendo documentales, debates y programas elogiando esta ley de leyes, nuestra constitución no es ya más que papel de fumar desde hace años. Lo que no saben algunos es que aquellos que han roto las páginas de esa constitución y la han convertido en papel de fumar son esos mismos políticos, en especial aquellos que han formado parte de los sucesivos gobiernos nacionales desde 1978 hasta la fecha, a base de concesiones y de pactos que iban en contra de los intereses generales de España.
¿Acaso Adolfo Suárez pensaba en el interés general de España cuando afirmó aquello de "Café para todos"?, ¿Acaso Calvo Sotelo nos metió en la OTAN por el interés general de España?, ¿Acaso Felipe González politizó el poder judicial en 1985 en favor de los intereses del país?, ¿Acaso Aznar cedió la sanidad, la educación y la seguridad a la generalitat catalana y a los mozos de esquadra por el interés de nuestra nación?, ¿Acaso Zapatero llevó a cabo el estatuto de Cataluña, origen del actual proceso secesionista, por el interés de España?, ¿Acaso Rajoy cuando financiaba el proceso independentista catalán estaba pensando en el interés nacional?, ¿Acaso Sánchez cuando hace cesiones frente a los golpistas y les concede beneficios a éstos y a los terroristas de ETA piensa en el interes general de España? Creo que ya somos todos bastante mayorcitos como para que nos tomen tan seriamente por gilipollas. Hasta hace 20 años, esta historia calaba dentro de la sociedad española. Hoy en día y después de todo lo que llevamos vivido y sabido, aquél que siga creyéndose el cuento feliz de la transición y de estos cuarenta años de democracia es porque o bien es un ignorante, un borrego, un beneficiario del sistema actual, o las tres cosas a la vez.
Mañana habrá pues decenas de comentarios halagando la constitución, la transición, el papel del rey Juan Carlos y de la monarquía, de Suárez, y de todos los políticos en general. Y afirmarán que la redacción de la constitución se llevó a cabo en un ambiente de felicidad e ilusión del pueblo español. Un pueblo español que votó ignorante tal día como hoy de hace cuarenta años, que no sabía lo que verdaderamente estaba llevando a cabo a la hora de depositar su voto favorable en la urna aquel 6 de diciembre de 1978. Los españoles fueron (Yo no me incluyo, puesto que no nací aún) víctimas de una operación política orquestada por una élite de traidores, los cuales cada uno renunciaron a sus principios con el fin de perpetuarse en el nuevo sistema político. Los franquistas, los cuales fueron quienes volaron voluntariamente el régimen de Franco en 1976, renegado de la noche a la mañana de la obra de Franco y de los principios de la falange con el fin de seguir ostentando el poder en el nuevo sistema constitucional, los comunistas como Carrillo que traicionaron sus principios totalitarios con el objetivo de volver a participar como fuese en la vida política española que ellos mismos se encargaron de destruir en la II República, los socialistas del clan de la tortilla que abrazaron como nadie un sistema del que en buena medida sus padres habían sido altos cargos durante el franquismo, los ucedistas de Suárez que les daba igual la ideología mientras obtuviesen un buen puesto en el nuevo sistema político, los populares de Fraga que se volvieron conservadores y democristianos de la noche a la mañana para obtener representación en las cortes generales, y por último los nacionalistas, los cuales vieron esta oportunidad como la gran ocasión para formar parte de un proceso constituyente que permitiese crear un sistema político con el que poco a poco ir descuartizando. Por cierto, ¿En qué nación se permite que los redactores de una constitución sean los miembros de unos partidos que quieren acabar con ese país? Ahora dirán algunos que por entonces los nacionalistas catalanes y vascos eran "Buenos", pero ya se olvidan algunos que desde los años 80, Pujol ya estaba organizando un futuro estado catalán independiente...
En fin, creo que para desgracia de España y de todos los españoles, esta constitución puede resistir, aun estando en coma, lo suficiente como para llevarse por delante a esta gran nación que en su día fundaron los Reyes Católicos, los cuales se largarían con Colón cagando leches hacia América cuando descubriesen cómo está esa nación que un día fue "El Imperio donde no se ponía el sol". Gracias a una clase política traidora y cobarde, así como a una monarquía inútil y corrupta que se valieron de la ignorancia de un pueblo hace cuarenta años para destruir esta gran nación, hoy nuestro sistema de convivencia, así como nuestra libertad de expresión, de ideología, de religión, etc, están más que nunca en peligro. Este y no otro es el verdadero legado de una constitución y de un sistema político que, como ya he dicho antes, se resiste a morir, pero que ya ha dado su fruto después de cuarenta años de vigencia: Dividir y destruir nuestra nación, su cultura, sus raices, sus valores, su soberanía, su ser... El engendro nacido durante la transición ya ha cumplido el objetivo por el que fue creado. Ahora sólo queda dejarlo morir e incinerarlo bien para que nunca jamás vuelva a resurgir de sus cenizas.
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