lunes, 9 de abril de 2018

Moción de censura ya

La decisión del juez alemán de poner en libertad a Puigdemont y echar por tierra el delito de rebelión por el que el juez Llarena solicita su extradicción ha sido uno de los mayores golpes que nuestro país podría recibir para rematar la insólita situación que vivimos actualmente. Por si fuera poco, la ministra de justicia de Alemania ha aplaudido la decisión del juez y ha defendido la puesta en libertad de Puigdemont, lo que nos coloca en una posición bastante tensa con los alemanes. La libertad de Puigdemont ha sido la gota que ha colmado el vaso. Un vaso que ya estaba más que colmado después de los graves sucesos vividos en octubre del año pasado, pero que ahora nos posiciona en una situación humillante y tensa frente a Merkel y el resto de la UE, la cual se ha tragado el cuento de los independentistas de que en España existen "Presos políticos" y que el estado español ha actuado con violencia en el proceso secesionista catalán. Lo ocurrido el pasado jueves supone un desastre sin paliativos para España, la cual se encuentra paralizada completamente por la siniestra gestión del gobierno de Rajoy, un gobierno que ha quedado confirmado definitivamente como el peor que ha sufrido España desde la implantación del sistema constitucional de 1978. Rajoy ha conseguido lo que hace siete años parecía imposible: Hacer bueno a ese ser miserable llamado José Luis Rodríguez Zapatero, culpable en gran medida de los males que ahora estamos padeciendo. Qué verdad es que los atentados del 11 de marzo de 2004 supusieron el inicio de la descomposición de España como país tanto en términos políticos, como económicos, como sociales. Cerca de década y media después de aquel escalofriante atentado, sus consecuencias se vislumbran ahora más patentes que nunca en esa España que sin saberlo, votó el 14 de marzo de 2004 el inicio de su decadencia.

Volviendo al tema que nos ocupa, cabe decir que jamás se debió llegar a esta situación. Lo llevo repitiendo en todas las entradas que he escrito en este blog. Jamás se debió permitir que el referéndum del 1 de octubre de 2017 se llevase a cabo. Jamás se debió permitir que el parlamento catalán proclamara la declaración unilateral de independencia el 27 de octubre. Jamás se debió permitir que los líderes independentistas cruzasen la frontera uno tras otro. Jamás se debió permitir que el independentismo fuese con un cuento falso a Europa que éstos se han tragado a rajatabla, y jamás se debió permitir que un juez regional alemán decidiese sobre la situación judicial de Puigdemont. Ahora éste celebra por Alemania su excarcelación como un triunfo de Cataluña en el terreno internacional y una derrota sin paliativos para España no sólo a nivel europeo, sino mundial (Lo que en realidad ha sido para desgracia de todos los españoles de bien).

¿Y ahora qué? Esa es la cuestión principal. Por mi parte lo tengo claro. Si Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias tuviesen los cojones, la vergüenza y la dignidad que la gravedad de la situación requiere, presentarían mañana mismo una moción de censura al gobierno. Una moción de censura en la que ninguno de los tres líderes sería el candidato a la presidencia del gobierno, sino una persona aceptada por los tres partidos, ajena a la política y con un objetivo: Convocatoria de elecciones generales de manera inmediata. Los españoles no nos merecemos ni un minuto más aguantar a esta pandilla de perros traidores y cobardes, cuyo único objetivo es el de mantenerse a toda costa en el poder hasta 2020. Una fecha en la que de llegar el gobierno vivito y coleando, España se encontraría del mismo modo que Sodoma y Gomorra después de ser destruida por los Ángeles, es decir, hecha escombros y cenizas. No estamos hablando ya de casos de corrupción de un partido determinado ni de medidas impopulares ampliamente rechazadas socialmente. Estamos hablando de una cuestión trascendental que afecta a la unidad de España, y ahora, a su imagen y prestigio en el mundo. Si todavía hay alguien con un mínimo sentido de patriotismo, la medida que urgentemente debería llevar a cabo es aquella que ese papel mojado llamado constitución le ampara en el artículo 113. En lugar de eso, la muy leal oposición decide cruzarse de brazos y dejar que el gobierno se pudra al mismo tiempo que España se pudre con el.

Personalmente no soy de los que se creen las encuestas. Desde hace unos años dejé de creer por completo en aquello que no era más que el deseo plasmado en estadísticas de aquél que organiza dicha encuesta. Aun así debo confesar que la encuesta publicada por "El País" (Y cuando digo "El País" quiero decir "Prisa", Sorraya Sáenz de Santamaría, Mariano Rajao...) en la que se sitúa al PP a dos puntos de convertirse en la cuarta fuerza política en caso de producirse ahora elecciones generales, me ha dejado un poco sorprendido. Si el propio periódico que dirige Moncloa ofrece al PP una posición tan devastadora a la vez que merecidísima, esto quiere decir que pase lo que pase (Y recalco esto último), el PP no va a abandonar el barco hasta el último segundo, por mucho que empeoren las cosas hasta entonces. ¿Qué quiere esto decir? Pues que España va a seguir siendo pisoteada, humillada y maltratada hasta que estos traidores abandonen sus cargos dentro de dos años. Lo cual no excusa que pueda seguir siendo pisoteada, humillada y maltratada incluso cuando el líder veleta asuma la presidencia del gobierno a medio/largo plazo, como todas las encuestas pronostican supuestamente. Debo añadir que hasta hace poco pensé que la opción más probable sería la de unas elecciones generales para finales de este año, o como mucho, unas elecciones generales conjuntas con las europeas y municipales para el próximo año, pero vista la gravedad de la situación, todo parece indicar que la maldición seguirá prolongándose hasta 2020.

España está viviendo sin lugar a dudas sus peores momentos desde la Guerra Civil, y le ha tocado lidiar este trágico escenario con el peor gobierno y con la peor oposición posible, la cual ni está ni se le espera para derrocar cuanto antes a este gobierno traidor y miserable. Mientras España se derrumba, la oposición sigue escondida sin dar la cara. Por el contrario, aquí en Sevilla, Rajoy se dedica a dar discursos victoriosos, amenazando con seguir mucho más tiempo, ridiculizando a la oposición que lo sostiene y defendiendo a compañeras de su partido cuyo máster está más falsificado que el rostro de Letizia Ortiz haciéndose una foto con su querida suegra (Por cierto, de este tema escribiré mañana). Este es el devastador escenario que padecemos ahora mismo. Un escenario que promete empeorar aun más de aquí a 2020 y que amenaza llevarse por delante a esa gran nación que un día era temida en el mundo y que hoy es ultrajada internacionalmente sin que su gobierno ni su jefe del estado hagan absolutamente nada.

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