Es verdad que en la Antigua Grecia había problemas, y que ésta no era ni muchísimo menos un sistema perfecto donde la justicia predominaba de la misma forma que en el Olimpo de Zeus, pero había sido hasta entonces la mayor y mejor demostración humana de que el pueblo podía y debía tener protagonismo dentro de las decisiones que les afectaban. En la Atenas de entonces lo que importaba era la mejora de la vida de los ciudadanos así como anteponer por encima de todo los intereses generales de los ciudadanos que representaban.
En abril del año 2018 nos encontramos, no ya con un sistema político el cual no representa ni defiende a los ciudadanos ni a los intereses generales, sino ante una sociedad dividida por unas ideas determinadas y prefabricadas, las cuales miden la personalidad de cada individuo. Una sociedad la cual defiende, como ya he dicho antes, unos principios inquebrantables que aunque no comulguen del todo con el sujeto, debes de pelear e incluso matar si fuese preciso por ellas. Lo cual, y siguiendo el ejemplo de anoche con respecto a la ignorancia, me lleva a plantearme la siguiente cuestión: ¿Es la mayoría de la sociedad consciente de que con ello se les está prohibiendo la ocasión de pensar por sí mismas?. Si nos basamos en aquellas personas que defienden a rajatabla los principios de Karl Marx o de Adam Smith, nos encontramos ante individuos que defienden unos postulados que comprenden entre 100 y 200 años. ¿Qué persona puede defender unas ideas caducas originadas en un contexto histórico que en nada se parece a la actualidad?.
Yo no sé si la defensa acérrima de esas ideas es por la ceguera de aquellos que las defienden sin pensar que con ello están renunciando a sus propios planteamientos y tesis, o porque la mente humana es tan limitada que no tiene la capacidad para poder buscar ideas y soluciones nuevas ante los problemas que padecemos en estos momentos. Si uno lo analiza detenidamente, no hay nada más absurdo que el hecho de decir, no ya si eres comunista, socialista, democristiano, liberal, etc, sino del simple hecho de catalogarte como un individuo de izquierdas o de derechas. Si se le pudiese preguntar a un dirigente de la Antigua Atenas sobre su posición ideológica dentro del eje izquierda-derecha, éste te respondería con un "Yo no sé lo que es eso, pero sí sé que tú eres gilipollas.", y es normal que respondiese así, ya que estas personas no buscaban las soluciones amparándose en unas ideas establecidas, sino en las propuestas que iban originándose para atajar los problemas que les afectaban. Es inconcebible pensar a los dirigentes griegos votando a favor o en contra de una propuesta por ser de izquierdas y/o de derechas, o por ser incompatibles con los principios que defendían los suyos. Por supuesto cabe decir que el origen de izquierda-derecha nació, como todos sabemos, en la Revolución Francesa, por lo que ese escenario a la griega se hace aún más impensable.
Volviendo a la actualidad, uno llega a la conclusión de que somos meros robots sin la capacidad de pensar y decidir por nosotros mismos. ¿Por qué una persona de izquierdas no puede ser conservadora y creyente?, ¿Acaso el ser de izquierdas conlleva a ser automáticamente progresista y ateo?. ¿Por qué una persona de derechas no puede apoyar los derechos de los trabajadores, la justicia social y/o afiliarse a un sindicato?, ¿Acaso es incompatible el pensamiento conservador con el apoyo a la clase trabajadora?. ¿Por qué una persona de izquierdas no puede estar a favor de la cadena perpetua y/o la pena de muerte?, ¿Es que acaso el ADN de la izquierda es incompatible con estos postulados?. ¿Por qué una persona de derechas no puede defender la eutanasia?, ¿Acaso el ADN de la derecha no es compatible con esas ideas?. Como se puede ver, todo está condicionado y limitado al guión que establecen las ideologías que nos rodean.
Es curioso cómo aquellos que más se pavonean de ser cultos y de posicionarse en favor o en contra de la izquierda o de la derecha por el mero hecho de haber leído a Marx, a Keynes, a Schumpeter, a Stuart Mill, a Engels, a Bakunin, a Locke, a David Ricardo, a Montesquieu, a Rousseau, a Hobbes, o a Smith, sean aquellos que no aprovechen los conocimientos obtenidos a través de la literatura para poder desarrollar un pensamiento crítico e independiente, o dicho en otras palabras; Tener tus propias ideas sin importarte de donde vengan y si son compatibles o incompatibles. Por supuesto no estoy promoviendo que la gente se convierta aquí en Albert Rivera, que dice defender las ideas y no las ideologías, cuando en realidad nos encontramos ante un veleta profesional cuyos intereses de mueven según por donde caigan los votos. Estoy hablando de la posibilidad de ser libres y de pensar sin que ninguna doctrina te limite tus pensamientos o tus acciones, ya que ese es el fin último de las ideologías que predominan en nuestro mundo actual. Sé que lo que planteo es simple y llanamente imposible, ya que las ideologías guían y dan sentido a la vida de aquellos que no son capaces de pensar por sí mismos y necesitan aferrarse a esas ideas para sentirse satisfechos para consigo mismo. Como ya dije anoche, la existencia del ser humano consiste en ir dando pasos hacia atrás, y si hace 3.000 años podíamos pensar con autonomía, hoy somos esclavos de lo que nos inculcan. Ya lo dijo hace 30 años Margaret Thatcher: "O eres de izquierdas o eres de derechas, pero no puedas situarte en medio de la carretera porque te atropellan.". Con esto, la ex primera ministra británica hacia referencia no al pensamiento propio sino al centro político, pero sólo con eso nos advertía ya la Dama de Hierro que uno no se puede salir de lo establecido. Por ello llegamos a la conclusión de que con el robo de nuestro pensamiento, nuestra imaginación y nuestro criterio, ¿Qué futuro tiene una especie que posee un cerebro sólo para adornar? El de una esclavitud inconsciente.
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