Agitado final el que está teniendo este 2022 y que supone ser solo un aperitivo de lo que nos espera para el 2023, año en el que la tensión política y social en España va a ir en aumento conforme vayamos adentrándonos en el mismo. Y es que lo ocurrido el pasado día 15 en el Congreso supone el fin de una etapa de la que ya hablé por aquí en mi última entrada. El fin del régimen del 78 se materializó con el pleno en las Cortes en el que se discutía la reforma del Código Penal que permite al gobierno hacerse con el control del Tribunal Constitucional, la derogación del delito de sedición y por último la reforma del delito de malversación, el cual pretende rebajar aún más las condenas de los independentistas catalanes, blanqueando la corrupción y en especial los casos en los que los cargos públicos se apropian del dinero del contribuyente en beneficio de razones personales y/o partidistas.
Toda una ironía si tenemos en cuenta que el gobierno actual del PSOE llegó al poder en junio de 2018 como consecuencia del delito de malversación por el que se le condenó al PP y que ahora pretenden reformar en beneficio de todos los que han cometido este delito, en especial, como ya he dicho, de los independentistas catalanes y particularmente del ex presidente del PSOE y de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, el cual sigue en la calle tan ricamente después de que en noviembre la Audiencia Provincial de Sevilla le diese a éste un plazo de diez días para ingresar en prisión. Como se puede apreciar, la Justicia no es igual para todos, sobre todo si eres socialista, terrorista y/o independentista.
Pues bien, con el pleno celebrado el pasado día 15 se revivió lo que ya vimos los españoles hace ahora cinco años en el Parlamento catalán, cuando el bloque independentista aprobó las leyes de desconexión y se situó por encima de la Constitución y el Ordenamiento Jurídico para, según ellos, cumplir con el "Mandato popular salido de las urnas". La misma excusa que en estos momentos está llevando a cabo el PSOE y sus socios a la hora de llevar a cabo este intento por asaltar todas las instituciones del Estado. Y es que desde el PSOE, pasando por Podemos y terminando por los etarras y los independentistas se está propagando la idea de que la soberanía popular reside en los diputados y senadores que salieron elegidos en las elecciones de noviembre de 2019, la cual le dio la mayoría a la izquierda para cometer todas las atrocidades que desde entonces venimos padeciendo. Esto supone que para la izquierda, el Poder Legislativo está por encima del Poder Judicial y de las leyes establecidas, lo cual les otorga la capacidad de hacer y deshacer a su antojo, ya que según ellos se está cumpliendo el mandato popular salido de las urnas, y nada ni nadie detendrá su tramitación y entrada en vigor.
Como se puede apreciar, estamos entrando en un terreno extremadamente peligroso en el que la izquierda no solo se autoproclama como los titulares de la soberanía popular sino que tilda a la oposición, en este caso al PP, VOX y C's, de golpistas al llevar a cabo éstos los recursos presentados ante el Tribunal Constitucional y que probablemente puedan ser aceptados el lunes, lo cual detendría por el momento los planes del gobierno de Pedro Sánchez por hacerse con el control de dicho organismo. Esto no quiere decir que el lunes se pondrá punto y final a la intentona golpista de la izquierda, todo lo contrario. Al paralizarse el trámite parlamentario la izquierda puede y va a decir que la derecha ha dado un golpe de estado en complicidad con los miembros del Tribunal Constitucional, paralizando con ello la "Voluntad popular". En este caso cabe preguntarse, si el TC tumba las reformas del gobierno ¿Qué va a hacer la izquierda? ¿Salir a la calle? ¿Detener a los Magistrados del TC e ilegalizar a los partidos de la oposición? ¿O directamente pasarse por el arco del triunfo aquello que dictamine el Constitucional y seguir adelante con el trámite parlamentario? Mucho cuidado con esto porque estamos entrando en terreno desconocido y no sabemos lo que Pedro Sánchez y compañía tienen pensado hacer si las cosas se tuercen el lunes.
Se habla de que desde el gobierno ya tienen preparado un plan B por si el TC no les da la razón pasado mañana, lo cual quiere decir que esta gentuza no se va a detener ante nada ni nadie por muchos impedimentos legales con los que puedan cruzarse por el camino. Eso en el "Mejor" de los casos, ya que si por el contrario el TC falla en favor del gobierno, éste verá consumado su asalto al mismo ante la mirada atónita de la oposición y de la sociedad española, que verá cómo los magistrados de dicho organismo se doblegan ante el PSOE y sus socios sin oponer resistencia, obteniendo el gobierno con ello el beneplácito para llevar a efecto todas las tropelías que junto con sus socios se disponen a realizar para llevar a cabo la voladura controlada del sistema constitucional.
Ante esta situación cabe preguntarse: ¿Qué va a ocurrir? No lo sé, pero suceda lo que suceda el lunes esto no va a acabar bien. El PSOE de Sánchez está ya situado abiertamente fuera de la legalidad y al frente de los independentistas y terroristas, mientras que éstos acusan a la derecha de ser ellos los que se encuentran fuera de la ley. De hecho, en el pleno del pasado día 15 se pudo escuchar cómo desde las filas socialistas acusaban a la derecha de dar nuevamente un golpe de estado, acusando a éstos de estar detrás del 23-F. Cabe recordarle a la izquierda que si alguien estuvo detrás del 23-F y la llamada Operación Armada fueron precisamente ellos, ya que en el supuesto gobierno que el general Alfonso Armada tenía pensado formar estaban los nombres de Felipe González, Javier Solana y Enrique Múgica. Pero bueno, eso ya es lo de menos. Lo importante aquí y ahora es que España se encuentra en una situación límite y en medio de una crisis constitucional gravísima que no sabemos qué efectos va a tener.
De momento ya son muchas las voces que critican el hecho de que el rey no se haya pronunciado aún sobre los graves acontecimientos que estamos viviendo, lo cual está indignando a más de uno. Pero seamos claros, el rey no va a intervenir bajo ningún concepto en todo esto, y eso lo sabemos todos. Si Felipe VI interviniese, como es su obligación según la Constitución, la izquierda lo interpretaría como una intromisión ilegal del rey en los asuntos políticos, lo cual podría hacer que Sánchez y compañía vayan decididamente contra la monarquía, con lo que los días de Felipe VI como jefe del Estado estarían contados. Aun así sería muy ingenuo pensar, por parte de Felipe VI, que el hecho de no enfrentarse a la izquierda le permitirá seguir al frente de la Corona. Nada más lejos de la realidad. Después de que Sánchez asalte el Poder Judicial irá a por la monarquía, con lo cual la familia real se verá camino del exilio junto a Juan Carlos I, poniendo punto y final a trescientos años de Borbones en España. El final que se merece una familia que en nada ha ayudado para con el progreso y bienestar de nuestro país, sino todo lo contrario.
Y en lo que respecta a la oposición debo decir que aunque están llevando a cabo los recursos correspondientes ante el Tribunal Constitucional, en términos políticos siguen haciéndose de rogar a la hora de articular un mecanismo que pare los pies a este gobierno totalitario. De momento la moción de censura de VOX sigue sin presentarse, e incluso algunos hablan ya de presentarla en enero. Por otra parte, nadie se atreve a activar el artículo 102 de la Constitución para llevar a Sánchez ante el Tribunal Supremo, aunque de sobra sé que en ambos casos no dan los números. Pero ante estas graves circunstancias el movimiento se demuestra andando, y pocos e insuficientes me parecen los pasos que está dando la oposición ante la deriva absolutista que está realizando este gobierno. Por el contrario se pide a la sociedad española que salgan a las calles para detener la acción del ejecutivo, algo que yo también comparto plenamente, pero ¿Por qué pedir a la población española que dé la cara por su país cuando la oposición no está haciendo lo suficiente por detener esta locura y el rey ni siquiera se molesta en cumplir su papel constitucional?
Mientras escribo esta entrada recuerdo que hace cinco años escribí por aquí un artículo en el que hablaba sobre si España se dirigía hacia un Estado fallido. Estamos hablando de agosto de 2017 y por aquel entonces faltaba poco para los acontecimientos que acabaron desencadenando el referéndum del 1-O y la posterior declaración unilateral de independencia en Cataluña. Entonces me preguntaba si España podría considerarse un Estado fallido en caso de alcanzar los catalanes la independencia. Como todos sabemos, la independencia finalmente no se hizo efectiva y por lo tanto nuestro Ordenamiento Jurídico prevaleció sobre los golpistas. Pero ahora que el escenario se repite a nivel nacional vuelvo a preguntarme lo mismo: ¿Estamos encaminados hacia un Estado fallido en el que el Estado de Derecho, la separación de poderes y el respeto a la Ley sean cosa del pasado? En un país en donde el gobierno ampara la corrupción, liquida la poca independencia judicial que ya existía y el Poder Legislativo se autoproclama titular de la soberanía nacional, saltándose con ello la Constitución y nuestro Ordenamiento Jurídico ¿Cómo habría de denominarse pues a este Estado?
En definitiva, estamos viviendo unas semanas cruciales para el futuro de España y posiblemente los últimos tiempos del régimen del 78, mientras los españoles asisten entre atónitos e indiferentes a la voladura controlada del sistema constitucional y el Estado de Derecho. Con independencia de lo que ocurra el lunes una cosa es segura: El gobierno ha roto ya todos los puentes y no hay marcha atrás. Tiene por delante un año para volar por partes el sistema político hasta las próximas elecciones generales, las cuales creo que ni serán limpias ni se ajustarán a la legalidad. La oposición por su parte espera ingenuamente que con los recursos realizados y con la aproximación de las elecciones, los españoles hagan el resto para echar a Sánchez y a los suyos, algo que mucho me temo, no va a ocurrir. Por su parte el rey continúa al margen preparando su discurso de Nochebuena (Quién sabe si el último) esperanzado en que no interviniendo en el golpe de estado perpetrado por el gobierno, éste le deje en paz y se olviden de él. Y mientras España desangrándose y encaminándose a paso ligero hacia un futuro incierto y un sistema totalitario.