Hace poco más de 48 horas se ha producido uno de los sucesos más trascendentales de lo que llevamos de siglo XXI. Me refiero, como no podía ser menos, al fallecimiento de la reina Isabel II de Reino Unido. La monarca británica ha fallecido el pasado día 8 en su residencia de verano en Balmoral a la edad de 96 años, y lo ha hecho dos días después de tomar juramento a su decimoquinta primera ministra, Liz Truss, la cual ha accedido a la jefatura del gobierno tras la dimisión de Boris Johnson el pasado mes de julio.
Muere pues la mujer más poderosa del mundo tras cumplirse el pasado mes de febrero 70 años de su llegada al trono y tras celebrar el Jubileo de Platino el pasado mes de junio. Un Jubileo que ha supuesto sin nadie saberlo la despedida por todo lo alto a una mujer que ha reinado durante más de siete décadas una quincena de países y ha sido testigo de la transformación del mundo a lo largo de estos 70 años. Isabel II llegó al trono en 1952 tras el fallecimiento de su padre, el rey Jorge VI, y recogió el testigo liderando un país que se encontraba inmerso en pleno escenario postbélico tras la Segunda Guerra Mundial, poniéndose al frente de un Imperio el cual ella ha visto cómo se desmoronaba en las siguientes décadas.
Recuerdo que hace ahora cinco años escribí una entrada elogiando el papel de Isabel II e hice un repaso de sus por entonces 65 años en el trono. Escribí sobre la comparación entre ella y la reina Victoria y dije por entonces que el paralelismo entre ellas tampoco era muy alto. De hecho, ahora que la reina Isabel ha fallecido no he podido dejar de comparar el legado que dejó su tatarabuela al que deja la reciente fallecida monarca. Y es que tras el fallecimiento de Victoria en enero de 1901 ésta dejó un legado envidiable: Un extenso Imperio, una economía en su máximo apogeo, una industria imparable, un país convertido en por entonces la primera potencia mundial, etc. El legado que deja Isabel II es por el contrario más pobre, pero no por ella, sino por la irresponsabilidad absoluta de sus políticos, los cuales han convertido Reino Unido en un país dividido y han destrozado el Imperio Británico que legó Victoria hace más de un siglo.
El legado de Isabel II es pues el de un Imperio extinguido, un país que ha perdido influencia política en el resto del mundo y que se encuentra en estos momentos a punto de disolverse, una economía bajo mínimos, una sociedad que ha perdido sus valores, su tradición, su cultura y sus señas de identidad, una nación dividida que sigue sin encontrar su sitio tras el Brexit, etc. Reitero que este pobre legado no es responsabilidad de la reina, sino de sus políticos, los cuales no han estado a la altura de las circunstancias y han gestionado de un modo pésimo los destinos del Reino Unido y de sus colonias, desde Winston Churchill hasta Liz Truss.
Aún así Isabel II es una mujer que ha hecho historia por todo lo alto. Ha sido la gobernante que más tiempo ha reinado sobre Reino Unido, ha sido una monarca ejemplar en todos los sentidos, la cual ha antepuesto el deber por encima de cualquier otra cosa desde el día de su ascenso al trono hasta el día de su muerte, ha sabido modernizar la institución que ella misma representaba, ha sabido llevar con honor y dignidad el nombre de Gran Bretaña, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y el resto de países de la Commonwealth por todo el mundo, y ha gestionado de forma magistral su papel de monarca constitucional en todos sus reinos, guiándose siempre por la moderación y la prudencia. Sí, la figura de Isabel II es la de una figura irrepetible en la historia. No habrá monarca ni jefe de Estado que pueda igualarla ni mucho menos superarla en el futuro.
Acaba pues aquí la Era Isabelina, la cual ha visto la transformación del mundo desde 1952 hasta el año 2022 y ha sido testigo de los principales hechos acaecidos en el siglo XX y lo que llevamos del XXI. Comienza ahora el tiempo de Carlos de Inglaterra, el cual hereda la Corona a sus casi 74 años. Un reinado que veremos a ver por dónde se encamina a lo largo de estos tiempos, pero que estoy seguro que no va a dejar indiferente a nadie. Carlos no alcanzará jamás la grandeza de su madre, pero puede convertirse en un monarca que dé mucho que hablar a partir de ahora. Hoy ha sido proclamado nuevo rey con el nombre de Carlos III y dentro de unos meses se producirá su coronación. Se abre pues una nueva era en Reino Unido y en el mundo que ya veremos cómo acaba. De momento Carlos no lo tiene fácil con la situación interna que vive Gran Bretaña en estos momentos. Quizás si su hijo Guillermo hubiese heredado hoy el trono las circunstancias podrían ser bien distintas, pero la realidad es la que es. De momento solo queda esperar y ver cómo evolucionan los acontecimientos. Para finalizar solo quiero decir, Dios salve a la Reina Isabel II, Descanse en Paz. Larga vida al nuevo rey, Carlos III.
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