Pasan y pasan los meses y la situación en Cataluña no hace más que
empeorar por mucho que uno piense que la cosa no puede ir peor tras las última
noticias que nos llegan desde Barcelona. Ahora le ha tocado el turno al rey, el
cual ha sido boicoteado en la capital catalana tras acudir a la inaguración del
Mobile World Congress. En un desplante insólito, el rey no fue recibido ni por
la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ni por el presidente del parlamento
catalán, Roger Torrent. Pero por si fuera poco a todo esto, Felipe VI fue
recibido en Barcelona con múltiples protestas independentistas (Las cuales
acabaron con heridos y detenidos) y por el himno de Riego (El himno de la II
República española).
Ante esta insólita situación cabe preguntarse; ¿Cómo acabará esto?,
porque por muy increible que nos parezca, el referendum ilegal e incluso la
declaración unilateral de independencia de octubre no es nada con lo que puede
ocurrir de aquí a unos meses. Hace unas horas se ha anunciado que el bando
independentista ha acordado nombrar al radical Jordi Sánchez (El líder de la Asamblea
Nacional Catalana) presidente de la generalitat catalana. Claro, uno lee esto y
dice; "¿Y qué pasa con esto?", pues simple y llanamente que Jordi
Sánchez está en estos momentos en prisión, por lo que a ver cómo se las apañan
los independentistas para proclamar presidente de Cataluña a un preso. Un preso
que de llegar a ser presidente tendría que implantar de manera efectiva la
República catalana proclamada tras la declaración unilateral de independencia
efectuada el 27 de octubre, algo que podría provocar unos acontecimientos que
nadie sabe todavía. ¿Cómo reaccionaría el Estado español ante la implantación
efectiva del nuevo estado catalán ya proclamado?, ¿Activaría Rajoy de nuevo el
155?, ¿O enviaría de nuevo a toda la Policía y a la Guardia Civil a Cataluña
como ya hizo en octubre?. Más le valdría al presidente del gobierno que se
guarde de enviar a los cuerpos y fuerzas de seguridad a Barcelona nuevamente,
no vaya a ser que con las manifestaciones y protestas que se están produciendo
en la Policía y en la Guardia Civil por la equiparación de salarios, algunos
mandos desistan de acatar la orden que Mariano les mande desde el palacio de la
Moncloa.
Si de algo podemos sacar como conclusión a todo esto no es sólo ya que
los catalanes quieren marcharse de España, sino que los catalanes no reconocen
a Felipe VI y a la monarquía como forma de estado en su territorio, y menos
después del discurso del rey el pasado 3 de octubre. Algo que afecta ya no sólo
a la integridad territorial de la nación, sino también a la forma de estado en
sí. Y a todo esto conviene no perder de vista a los vascos, los cuales están
elaborando ya una reforma del estatuto de Gernika en la que se reconoce
abiertamente la posibilidad de celebrar un referéndum secesionista para la
independencia del País Vasco con respecto a España. La cuestión es; ¿Cómo va a
detener Rajoy al PNV si la estabilidad gubernamental depende de los vascos así
como de Ciudadanos?. ¿Aceptará Rajoy esta reforma inconstitucional del estatuto
vasco a cambio de seguir hasta 2020 en la Moncloa?, ¿O rechazará la propuesta
del lehendakari Urkullu, lo que provocaría un adelanto electoral en España que
Rajoy no quiere ni oír hablar en estos momentos de caída en picado en las
encuestas?. Si de algo podemos sacar también como conclusión a todo esto es que
a Rajoy la situación se le ha ido completamente de las manos y ya no depende de
él el manejo de los tiempos, lo cual va a provocar que se lleve el país, la
corona, y a todos nosotros por delante en su interminable caída.
En lo que a mí respecta, ¿Qué solución veo yo a todo esto? La dimisión
inmediata del gobierno de Mariano Rajoy y la convocatoria urgente de elecciones
generales constituyentes, cuyas nuevas cortes nombrarían a una persona neutral
como nuevo presidente de un gobierno técnico y la posterior elaboración de una
nueva Constitución para empezar (Que no reformar) un nuevo sistema político en
España, el cual pasaría por la supresión de la monarquía y la instauración de
una República presidencial o semipresidencial, la centralización territorial
del estado (Como sucede en Francia), y la devolución de las principales
competencias al estado español (Entre ellas, sanidad y educación).
El régimen del 78 no puede acabar con esta grave crisis puesto que ha
sido este mismo régimen el que ha alimentado al monstruo que ahora estamos
sufriendo. El gobierno de Rajoy ha ido demasiado lejos en su empeño de dejar
pasar el tiempo para que todo esto se calmase, lo que supone en mi opinión un
delito de alta traición contra el estado por el cual el actual gobierno debería
ser juzgado llegado el momento. La monarquía por su parte sólo está sirviendo
para calentar aún más la situación, y lo vivido estos días con Felipe VI en
Barcelona es prueba de que el rey supone más un estorbo que una solución a este
problemón. Y que rece el rey porque Pablo Iglesias y sus acólitos podemitas no
les den por expandir y aflorar aún más si cabe el sentimiento antimonárquico
por toda España, aludiendo a que el actual jefe del estado es parte del
problema y no de la solución en el conflicto catalán. Ada Colau ya ha puesto su
granito de arena, veremos a ver qué hace Iglesias a este respecto, y más
teniendo en cuenta que Podemos está casi excluido del panorama político en
estos momentos.
Debo añadir que hablando del rey se me ha venido a la mente una frase
que pronunciaría Oliver Cromwell sobre el rey Carlos I de Inglaterra en la
película “Cromwell” y que es perfecta para esta ocasión; “El rey no es
Inglaterra, del mismo modo que Inglaterra no es el rey”. Haciendo las
modificaciones oportunas en la frase anteriormente citada llegamos a la misma
conclusión; El rey no es España, del mismo modo que España no es el rey. Con lo
cual, si llegado el momento, Felipe VI tuviese que dejar el palacio de la
Zarzuela porque las circunstancias así lo exigiesen, quizás, por no decir
seguro, supusiera para la nación un mayor beneficio su salida que su
permanencia en el trono, por mucho que les moleste a algunos esta conclusión,
los cuales siguen creyendo en pleno siglo XXI que el rey y España son la misma
cosa, como algunos creían en el siglo XVII con Inglaterra y Carlos I.
Por todo ello, después de que se haya anunciado que Urdangarín seguirá
en libertad y no pisará la cárcel, lo que menos falta le hace al rey en estos
momentos es una expansión del sentimiento antimonárquico por todo el país, y lo
mismo cabe decir de Rajoy con sus casos de corrupción que cada vez lo tienen
más acorralado. El jefe del gobierno, el cual si desea lo mejor para su país
como él tanto pregona a los cuatro vientos, lo que debe hacer cuanto antes es
anunciar su retirada, antes de que se lleve el país por delante. Ante todo este
escenario cabe preguntarse nuevamente; ¿Cómo va a acabar todo esto? No tengo ni
idea, pero desde luego bien no va a acabar, y no me refiero solamente en el
territorio catalán, sino en el resto de España. Así que, señoras y señores, si
lo de ahora les ha parecido un terremoto, agárrense porque vienen curvas con
tsunami y huracán incluidos. Visto lo visto en las últimas horas, lo peor está
todavía por llegar y puede llevarse por delante todo y a todos.
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