No soy mucho de hablar de sentimientos personales, pero ya que estamos en unas fiestas tan señaladas y a las puertas del 2018, quisiera hablar un poco de algo que creo que todos aquellos que me lean coincidirán conmigo. Siempre hablamos de lo que nos deparará el futuro y de lo que la vida nos tiene preparado para el próximo año. Pues bien, de eso precisamente quiero hablar esta noche. No ya de lo que va o ocurrir ni nada por el estilo, sino de Aquél y/o aquello que dirige nuestra vida y que calcula hasta el más mínimo detalle de lo que nos ocurre; Algunos lo llaman Dios y otros lo llaman destino.
Para empezar, deteniéndome en esto último cabe preguntarse; ¿Qué es el destino? Bueno, es algo que cada uno puede definirlo a su manera. He dicho que algunos difieren entre Dios y el destino. Yo los unifico, y considero el destino como el libro que Dios escribe de nuestra vida antes de nacer nosotros y en el que viene detalladamente escrito cómo será nuestra existencia. Sí, nuestra existencia viene escrita con antelación aunque muchos nos resignemos a ello. El contenido de ese escrito puede gustarnos o no, pero es lo que nos tiene deparado Dios a cada uno en esta vida sí o sí. Personalmente tengo que añadir que esto que estoy contando no es una novedad para mí, ni muchísimo menos. Pero las vivencias de este año me dan el empuje para confirmar lo que ya era sabido; Que todo, absolutamente todo lo que vivimos en nuestro día a día es algo que está más que predestinado que suceda, incluso lo más insignificante que podamos hacer y/o decir.
¿Quién no ha querido a alguien en un momento de su vida?, ¿Quién no ha querido con todas sus ganas que esa persona que has conocido sea la persona con la que compartas el resto de tu vida?, ¿Cuántas veces no ha discutido uno con algún familiar o amigo y has pensado que no volverías a ver ni a hablar con esa persona nunca más?, ¿Quién no ha pensado en algún momento en hacer planes de futuro e imaginarse cómo será ese día de mañana? Pero como dice el refrán "El hombre propone y Dios dispone". Aquella persona que crees fervientemente que es el amor de tu vida resulta que es sólo una ilusión pasajera que Dios y/o el destino ha puesto en tu vida momentáneamente. Aquel amigo/a con el que has discutido y crees que no volverás a verlo nunca más aparece de nuevo en tu vida y vuelve a formar parte esencial en tu vida. Aquel familiar o amigo con el que crees que siempre vas a tener buena relación, pero que la vida los convierte con el paso de los años en dos completos desconocidos debido a las rencillas familiares o personales. Aquellos estudios con los que comienzas creyendo que los vas a aprobar en dos días mientras crees que te vas a comer el mundo y finalmente no los apruebas porque es el mundo el que te ha comido a ti. Aquel futuro que planeas construir hasta que llega la vida con toda su dureza y te lo echa por tierra...
¿Qué quiero decir con todo esto? Pues que hagas lo que hagas y digas lo que digas, lo que la vida te tiene deparado es lo que tendrás que tragar sí o sí. Por mucho que intentes retener a una persona en tu vida, si ésta no está predestinada a que siga en ella, la vas a perder igualmente. De una forma u otra, da lo mismo, pero esa persona se irá, aunque llores lágrimas que puedan formar un océano. Si una persona está destinada a formar parte de tu vida, por mucho que discutas con esa persona y/o te alejes de ella, esa persona acabará volviendo a ti de un modo u otro. Tardará más o tardará menos en volver, pero acaba volviendo siempre para permanecer a tu lado. Aquello que con tantas ilusiones crees que vas a conseguir, si Dios y/o el destino han dispuesto lo contrario, por mucho que luches y por mucho empeño que pongas, ese algo no acabará en tus manos. Aquello que está predestinado a que obtengas en la vida lo conseguirás a base de esfuerzo, trabajo y constancia, por supuesto, pero sobretodo lo obtendrás porque así está escrito que suceda.
Por ello, tras corroborar por mí mismo que esto que he contado es tan cierto como que Dios existe, sólo diré una cosa; No te comas el coco cuando veas que las cosas no salen como esperabas, o cuando ves que ese amor que con tanto anhelo esperas se va de tu vida, o cuando aquella persona que tanto apreciabas ha desaparecido de tu lado cuando hasta hace poco creías que eso sería imposible, o cuando esos objetivos que te habías propuesto ves que te están superando y que se te escapan de las manos, no te agobies ni fuerces lo que la vida te niega. Quizás la vida te está diciendo "Está para ti, pero no ahora", "Tu futuro está en otro camino", o simplemente "Ésto no es lo que te conviene". Todo en la vida tiene un motivo y un porqué. A veces podemos llegar a entenderlo y otras veces no, pero así de dura es la vida y tienes que asumirlo y convivir con ello. Ojalá Dios y/o el destino nos diesen carta blanca para que todos nuestros sueños pudiesen hacerse realidad, pero la vida es precisamente eso; Asimilar que somos simples mortales y que nuestro día a día y nuestra existencia dependen de un Ser o de un algo superior a nosotros que es el que verdaderamente controla milimétricamente nuestros movimientos. Por lo que a mí respecta tengo que decir que es algo tan impactante que me asusta pensar en ello; En que todo cuanto hagas o no hagas en esta vida, digas o no digas, está diseñada para que así ocurra. Por ello haz una cosa independientemente de lo que ocurra; Vive.
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