jueves, 28 de diciembre de 2017

Dios salve a la reina

Ahora que ha empezado la segunda temporada de la impresionante y recomendable serie "The Crown" he llegado a la conclusión de que no había escrito hasta ahora sobre uno de los personajes más relevantes del siglo XX y de lo que llevamos del XXI. Me refiero a la protagonista de la serie anteriormente citada; La reina Isabel II de Inglaterra. Debo añadir que aunque la serie es una joya, también hay que destacar que en cierta medida es un "Lavado de imagen" de la actual monarca británica y de la familia real inglesa, por lo que tampoco hay que creerse a pie de juntillas la versión que de la soberana se nos ofrece desde la serie que protagoniza la maravillosa actriz, Claire Foy. Personalmente, aunque no soy monárquico tengo que confesar que me resulta muy interesante la monarquía inglesa, la influencia que ésta ejerce en el mundo y el papel desempeñado por la reina en estos 65 años de reinado. Creo que todos somos conscientes de que la reina Isabel II (Al igual que sus antecesores en el cargo) reinan sobre las Islas Británicas, pero quizás lo que no sepan algunos es que la jefa del estado británico es además reina de Canadá, Australia, Nueva Zelanda y una docena de países más que pertenecen a la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth). Este hecho nos hace una idea de que la Corona británica no es tan simbólica como algunos creen. También es relevante señalar que la reina de Inglaterra es además de jefa del estado inglés, jefa de la Iglesia Anglicana, es decir, es aparte de una líder política, una líder religiosa como puede ser el Papa para la Iglesia Católica. Esto es así desde que en siglo XVI, Enrique VIII rompiese sus relaciones con el Vaticano tras negarse el Papa Clemente VII a concederle el divorcio de su esposa al monarca británico, lo cual provocó que el entonces rey de Inglaterra crease una religión protestante independiente de la Católica en sus dominios.

Volviendo a Isabel II cabe señalar que estamos ante una mujer que lleva más de 60 años en el trono británico. Un periodo que abarca desde el inicio de la década de los 50 hasta la actualidad. Isabel II ha visto desde su posición como reina el segundo mandato de Winston Churchill, la intervención de Gran Bretaña en la crisis de Suez en 1956, la guerra Fría, la guerra de Vietnam, el surgimiento del IRA, la revolucionaria década de los 70, la crisis política del año 1974 en Reino Unido, la llegada de Margaret Thatcher como primera ministra en 1979, las protestas en Gran Bretaña contra las políticas neoliberales de la líder conservadora en los años 80, la caída del muro de Berlín y de la URSS, la guerra del Golfo, la crisis de la monarquía y el desgaste de los conservadores con John Major en los 90, la llegada de los laboristas con Tony Blair en 1997, los Acuerdos del Viernes Santo en 1998, los atentados del 11-S y la guerra contra el terrorismo en Afganistán e Irak, las manifestaciones en Reino Unido contra la decisión de Tony Blair de participar en dichas guerras al lado de EEUU, los atentados de Londres en 2005, el estallido de la crisis económica en 2008, la llegada de David Cameron en 2010, los disturbios sociales producidos en Inglaterra en agosto de 2011, los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, el referéndum de independencia de Escocia, el Brexit y los últimos atentados islamistas producidos en Reino Unido. Todo ello en un periodo donde Isabel II ha reinado con los gobiernos de 13 primeros ministros tanto del partido conservador como del partido laborista. Desde el histórico Winston Churchill hasta la actual y muy cuestionada primera ministra, Theresa May.

No sólo ha sido testigo como reina de los acontecimientos históricos más relevantes de los últimos 65 años, también lo ha sido en primera persona de los acontecimientos históricos que se han producido en su familia y en los territorios que éstos han dominado. Desde el Imperio Británico hasta el ya mencionado sistema actual de la Commonwealth, el reinado de su abuelo, el rey Jorge V, la llegada al trono de su tío, el rey Eduardo VIII, la crisis institucional y la abdicación de éste en diciembre de 1936, la llegada contra todo pronóstico de su padre al trono británico, el estallido de la Segunda Guerra Mundial, su llegada al trono tras la prematura muerte de su padre, convirtiéndose en reina de su país cuando su futuro no pasaba ni muchísimo menos por ocupar el trono más poderoso de Europa. Sin lugar a dudas, Isabel II es un personaje que da para mucho de que hablar. En 2015 superó el record de su tatarabuela, la reina Victoria, y se convirtió en la monarca que más años ha reinado sobre Gran Bretaña y el resto de países bajo su dominio; Algo que no se consigue todos los días y menos en pleno siglo XXI, donde el auge y popularidad de las monarquías no se caracteriza precisamente por estar en su mejores momentos.

En lo que respecta al paralelismo entre los reinados de Victoria I e Isabel II cabe decir, por lo menos en mi opinión, que tampoco son tantos. Es verdad que tanto Victoria como Isabel han sido dos reinas que han hecho historia en el país anglosajón, pero también es cierto que las circunstancias en las que ambas han tenido que reinar han sido completamente diferentes. El papel y la influencia política de Victoria durante su reinado fue mucho más activo que el que ha ejercido Isabel en todos sus años de reinado. Victoria vivió el máximo esplendor del Imperio Británico y consiguió extender sus dominios hasta la lejana India cuando fue proclamada emperatriz del país que 70 años después Gandhi conseguiría pacíficamente independizar de la poderosa corona británica, en aquel entonces en manos de Jorge VI, el padre de Isabel. Victoria tuvo a su lado el apoyo del primer ministro conservador, Benjamin Disraeli y Lord Melbourne. Isabel II, por su parte, le ha tocado reinar en un periodo en el que la grandeza de Gran Bretaña se ha ido deteriorando hasta convertirse en un país con una crisis de identidad sin precedentes en la actualidad. Además, a excepción de Churchill, Isabel II nunca ha tenido una relación de apoyo con sus primeros ministros. Los ejemplos más claros son el de Tony Blair, y muy especialmente el de Margaret Thatcher, quizás la primera ministra con quien la reina tuvo peor relación en el tiempo que ambas ocupaban sus respectivos cargos. Algo bastante similar a lo que le ocurrió a Victoria con el primer ministro William Gladstone.

Por supuesto, el reinado de Isabel II ha estado marcado también por los escándalos. Los que hemos visto las primeras temporadas de "The Crown" sabemos ya lo que dio que hablar en sus primeros años de reinado la hermana de la soberana, la princesa Margarita, y/o Felipe de Edimburgo, el marido de la reina. Pero el escándalo más sonado, como todo el mundo sabe, es el del matrimonio entre su hijo Carlos, príncipe de Gales, y Diana Spencer. El incendio del Castillo del Windsor y la separación de Carlos y Diana en 1992 marcarían el inicio de una década de escándalos que tendría su culmen en noviembre de 1995 cuando la princesa de Gales realizó una polémica entrevista que hoy en día es catalogada de "Histórica". Finalmente, la muerte de Diana en agosto de 1997 (Muerte de la que 20 años sigue persistiendo la "Teoría de la conspiración") y la tensa semana posterior a su muerte en la que la monarquía británica se jugó seriamente su supervivencia, supondría el fin de unos años que estuvieron marcados por los escándalos diarios, la caída de la monarquía en picado en las encuestas y la casi puesta en marcha de la abdicación por parte de la reina en aquel entonces.

Actualmente, con Reino Unido viviendo una crisis de identidad que puede llevarse por delante el futuro del país, la cuestión de la sucesión se ha hecho cada vez más notoria. La avanzada edad de la reina ha abierto el debate sobre si es conveniente la abdicación de Isabel o no, algo que se aprecia bastante difícil, ya que la reina, como siempre añade, juró servir a su país toda su vida, "Ya fuera larga o corta". Por otra parte, los británicos no ven en el príncipe Carlos un ejemplo de modernidad (Algo bastante lógico ya que tiene cerca de 70 años), y muchos prefieren que sea el duque de Cambridge y nieto de la reina, Guillermo, quien suceda a su abuela cuando ésta fallezca llegado el momento. Aún así todo el mundo da por hecho que será Carlos quien sucederá en el trono a su madre en un futuro, independientemente de la edad ya avanzada con la que éste entre. Sea quien sea, lo que es completamente seguro es que nada volverá a ser igual tanto en Reino Unido como en el resto de países de la Commonwealth una vez que Isabel ya no esté. No digo que la llegada de una República en Inglaterra sea posible, puesto que como dice el refrán "Solamente quedarán cinco reyes en el mundo; los de la baraja y los de Inglaterra" (Un refrán que nos da una idea del firme apoyo que la monarquía tiene entre los anglosajones), pero sí que cambiarán muchas cosas en su ausencia que muchos jamás ni siquiera llegarían a cuestionar en estos momentos en los que la nonagenaria reina continúa reinando en Londres. Ello nos da una idea del papel tan notorio e importante que ha desempeñado Isabel II como líder nacional y mundial en estas décadas al frente de Gran Bretaña y la Commonwealth. Una líder que, independientemente de mis opiniones personales acerca de la monarquía, no deja de ser un personaje histórico, relevante e irrepetible en la historia de su país y del mundo.

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