viernes, 5 de septiembre de 2025

Juan Carlos I-Felipe González/Felipe VI-Pedro Sánchez: dos relaciones antagónicas


Hace diez años, en 2015, Felipe VI llevaba ya un año reinando como rey de España después de la abdicación de su padre, Juan Carlos I, en junio de 2014. En aquel entonces, y tras la retirada (o mejor dicho, la retirada forzada) del hoy rey emérito y tras la dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba como líder del PSOE y la posterior llegada en paralelo a la de Felipe VI de un joven y desconocido Pedro Sánchez como nuevo secretario general de los socialistas, muchos comenzaron a mirar de reojo al entonces presidente del gobierno, Mariano Rajoy. 

Si el propio rey Juan Carlos y Rubalcaba, hasta entonces líder de la oposición, se habían marchado a la misma vez tras las polémicas elecciones europeas de mayo de 2014 (Rubalcaba alegó que no se fue de inmediato porque, siendo conocedor con anterioridad a la abdicación, temía lo que pudiese hacer el PSOE a la hora de votar la Ley Orgánica que regulase la abdicación) ¿Por qué no podía hacer lo mismo Mariano Rajoy? Muchos veían la situación en 2015 y, sobre todo en 2016, similar a la de 1976. Algunos consideraban a Rajoy miembro de esa misma generación que en 2014 había dado un paso atrás en favor de otra generación más joven (la representada por Felipe VI y Pedro Sánchez). 

Siguiendo esa similitud, muchos veían a Felipe VI como la encarnación de un tiempo nuevo, similar a la que representaba su padre tras la muerte de Franco en noviembre de 1975, mientras que a su vez otros muchos veían en Mariano Rajoy a una especie moderna de Carlos Arias Navarro. Un presidente inmóvil, pasado de moda, sin carisma, serio y anticuado, el cual debía de jubilarse cuanto antes para dar paso de inmediato al que debía ser, para muchos, el equivalente al Adolfo Suárez de 2015/2016. 

Muchos vieron en Pedro Sánchez y/o en Albert Rivera (entonces líder de Ciudadanos) como los candidatos perfectos para ejercer ese papel moderno de Adolfo Suárez, con el fin de llevar a cabo las reformas que España necesitaba o, mejor dicho, tomarle el pelo nuevamente a la ciudadanía a la hora de ir, como muchos afirmaban, a una II Transición después del tsunami Zapatero y la inmovilidad absoluta de Rajoy. Lo que muchos no sabían, y se niegan a reconocerlo incluso diez años después, es que el sistema no necesitaba ya una reforma, sino ser abolido, ya que en aquel entonces ya estábamos asistiendo, y hoy más que nunca, a un deterioro progresivo e irreversible del denominado régimen del 78, similar al que desde 1917 y, sobre todo, desde 1923, se produjo con el sistema de la Restauración. 

A pesar de los intentos por parte de muchos sectores influyentes de la sociedad española para que Rajoy se retirase en 2015/2016, el entonces presidente del gobierno alegaba que aún no había consumido su tarea. Recuerdo de hecho un artículo publicado en 2016 donde, después de que Rajoy rechazase el ofrecimiento de Felipe VI para ir a la investidura, se comenzó a hablar de los recelos e incluso el rechazo que desde Zarzuela se miraba a Rajoy (y no precisamente por declinar la investidura). Recuerdo que en el artículo mencionaban que desde Casa Real se referían en tono despectivo a Rajoy como "el abuelo". Un indicio de cómo desde Zarzuela estaban impacientes porque el Arias Navarro del siglo XXI abandonase por fin la Moncloa para dar paso al que debía ser el Adolfo Suárez de nuestro tiempo. 

Finalmente, y para disgusto de todos, Rajoy salió reelegido en 2016 y con ello se vieron truncadas las esperanzas del sistema para que el Adolfo Suárez de ese tiempo nuevo que se había abierto con la llegada de Felipe VI llegase al poder. No fue entonces hasta 2018, dos años después, y como consecuencia de la devastadora sentencia del caso Gürtel, cuando Pedro Sánchez por fin consiguió desalojar a Rajoy del poder y alcanzar la Moncloa a través de la moción de censura de junio de 2018. Un segundo asalto que esta vez sí fue exitoso, tras el primer intento fallido en marzo de 2016, cuando Felipe VI le encargó ir a la investidura que perdió estrepitosamente. 

Felipe VI, el cual siempre se dijo que no tuvo la mejor de las relaciones con Mariano Rajoy (aún siendo éstas infinitamente mejores que las que el monarca tiene con Pedro Sánchez), y que estaba deseando de librarse del por entonces presidente del gobierno, por fin vio cumplido su sueño de deshacerse del gallego y dar la bienvenida al que, supongo que incluso él también lo creía, iba a ser su Adolfo Suárez particular. Pero a partir de junio de 2018 se pudo comprobar que la relación de Felipe VI con Sánchez iba a ser precisamente la contraria a la que todos esperaban que se fuese a producir. 

Una vez dicho esto, me remonto a treinta y seis años atrás: diciembre de 1982. En aquel entonces, Felipe González acababa de ganar las elecciones generales de octubre con la más amplia mayoría absoluta que hasta ahora ha tenido (ni tendrá a este paso) un partido político. Con más de 200 diputados, González llegaba de forma exultante al poder, con la incertidumbre por parte de algunos de cómo se iban a desarrollar la relación entre el líder de un partido históricamente republicano y el nieto de un monarca (Alfonso XIII) al que cincuenta años atrás el propio PSOE había contribuido a derrocar para dar paso a la II República. 

Pero para sorpresa de todos, o quizás no tanto, la relación entre Juan Carlos I y Felipe González no pudo ser más compenetrante. El jefe del Estado y el jefe del gobierno se entendían a la perfección. Lejos quedaba ya aquellos tiempos no muy lejanos en los que Juan Carlos estaba hastiado por el control que Suárez hacía de él y de sus movimientos, provocando el deterioro absoluto en su relación monarca-presidente. Con González todo era distinto. 

Ambos eran, hablando claramente, dos golfos que se entendían solo con mirarse. Juan Carlos I era un tipo que, a diferencia de su abuelo, pasaba de meterse en política, salvo cuando las circunstancias fuesen estrictamente necesarias (Operación Armada, 23-F) y solo buscaba ir de cama en cama con sus amantes, cobrar comisiones millonarias por las exportaciones de petroleo de Arabia Saudí a España y disfrutar de la vida, en resumidas cuentas. 

González, por su parte, y con más de 200 diputados, tenía carta blanca para hacer y deshacer a su antojo, y de hecho era lo que pretendía hacer. Juan Carlos quería disfrutar y González gobernar. Ninguno de los dos iban a entrometerse en el papel que desempeñase el otro. Ambos vieron el cielo abierto y durante los catorce años que duró el gobierno de Felipe González, el rey se dedicó a sus placeres y el político sevillano a gobernar el país a su antojo. Además de eso, la relación personal entre ambos, incluyendo a sus parejas, se dice que eran excelentes. 

Se dice de hecho que eran frecuentes las veces que el matrimonio formado por Felipe González y Carmen Romero iban a Zarzuela para acudir a la sala de cine que la familia real tiene allí para ver junto al rey Juan Carlos y la reina Sofía al menos una película a la semana. Personalmente debo añadir que dudo mucho de esta versión, y más si tenemos en cuenta que, como se ha podido demostrar posteriormente, la relación matrimonial entre Juan Carlos y Sofía estaba ya practicamente rota cuando Felipe González llegó al poder. Aún así, sí es verdad que la relación, no solo entre el rey y el presidente, sino entre los dos matrimonios era bastante buena y cordial. 

En mi opinión, esta relación tan estrecha y cómplice (y que aún continúa) fue resultado, entre otros factores, del origen de Felipe González, el cual provenía de la Democracia Cristiana y que, por razones que se desconocen, acabó pasándose a la izquierda socialdemócrata. Un Felipe González que fue un protegido del CESED de Carrero Blanco y un topo del SPD (Partido Socialdemócrata Alemán) y de los estadounidenses, con el fin moderar a un PSOE cuyo historial criminal y totalitario era extenso en la historia de España, y al cual debía de moldear para que fuese uno de los dos principales partidos que sosteniesen lo que iba a ser el régimen del 78. 

Muchos consideran de hecho que Felipe González nunca fue un presidente de izquierdas, sino un político socioliberal de centro y monárquico, de ahí no solo su buena relación con la Corona sino su ferviente apoyo a la misma. Estos mismos que sostienen esta teoría consideran que el primer presidente de izquierdas que ha habido en España (en el mal sentido, en mi opinión) fue José Luis Rodríguez Zapatero, seguido por Pedro Sánchez. Sostienen a su vez que González nunca se sintió cómodo liderando un partido como el PSOE, sino que su verdadera ambición era la de liderar un partido como la CDU alemana (el equivalente al PP), como así se lo aseguró alguna vez Alfonso Guerra a Mario Conde. Una anécdota que el ex presidente de Banesto ha recordado varias veces. 

Los problemas vinieron cuando estallaron los casos de corrupción que afectaban al PSOE y al felipismo en su conjunto: los GAL, los Fondos Reservados, Filesa, Mariano Rubio, Luis Roldán, las escuchas del CESID, etc. González comenzó a verse cada vez más acorralado políticamente, sobre todo tras ganar para sorpresa de todos las elecciones generales de junio de 1993. Aquella última legislatura fue, precisamente el comienzo del fin del felipismo, el cual culminaría en mayo de 1996, cuando José María Aznar tomó posesión como presidente del gobierno, produciéndose después de década y media un relevo de partidos en el gobierno de España. 

Sin embargo, incluso entre los años 1993-1996 (última legislatura de González), el apoyo de Juan Carlos a su presidente fue absoluto. Juan Carlos no era idiota y, por supuesto, ese apoyo se lo brindaba en privado. Lo vivido en la última legislatura de González fue una crisis de Estado (pequeña en comparación con la que vivimos ahora), donde la corrupción que afectaba de lleno al felipismo iba unida a su vez a la propia Monarquía. La estrecha relación de amistad entre rey y presidente había ido hasta tal punto que incluso las corruptelas de Moncloa estaban unidas a la de la Zarzuela y esto podía provocar la caída del sistema.

De hecho, en una noticia publicada el año pasado, en plena oleada de conversaciones que salieron a la luz entre Juan Carlos I y Bárbara Rey, hay una que yo no sabía hasta hace nada y que ha pasado completamente desapercibida. En dicha conversación, Juan Carlos aseguraba a Bárbara Rey (la cual lo estaba grabando sin su consentimiento para luego hacerle chantaje económico) que un sector del PSOE, concretamente el más izquierdista, liderado por Alfonso Guerra y con la complicidad de IU y algunos intelectuales de izquierdas, estaban buscando la forma de acabar con la Monarquía si con eso acababan a su vez con Felipe González. Una noticia curiosa, interesante y extremadamente grave para la época que demuestra hasta qué punto los destinos del rey y del presidente estaban inexorablemente unidos y como ambos se apoyaban mutuamente. 

Y es que Juan Carlos, a pesar de todo lo que había en juego, apoyó en todo momento a González (supongo que también por intereses personales), aunque en privado. Sin embargo, y ante el temor de que la idea de llevarse por delante al entonces presidente del gobierno llevase consigo la posibilidad de que la Corona cayese con él, provocó que en cierta forma, y muy a su pesar, Juan Carlos creyese que para relajar la situación, lo mejor era que el PP de Aznar ganase las elecciones y el felipismo pasase a mejor vida. Así ocurrió en 1996, aunque tras aquel relevo, las relaciones entre Aznar, ya como presidente, y Juan Carlos no fueron precisamente las mejores desde el punto de vista personal. 

De hecho, si tuviésemos que hacer una comparación entre la relación de Felipe VI con Pedro Sánchez con la que tuvo su padre con alguno de sus presidentes, esta sería equiparable sin duda, aunque salvando las distancias, con la que Juan Carlos tuvo con Aznar. De hecho, y según escribió Jesús Cacho en el polémico y casi censurado libro "El negocio de la libertad", Juan Carlos se mofaba constantemente en público de Aznar y en alguna que otra ocasión, cuando hablaba con Aznar, se dirigía a él como "Felipe" (el grado de confianza entre el rey y González les llevaba incluso al tuteo), alegando posteriormente tras el enojo de Aznar que se le olvidaba que González ya no era el presidente.

Una vez narrada la primera parte de esta comparación, nos situamos de nuevo en 2018 para contar la segunda parte, cuando Pedro Sánchez toma posesión como presidente del gobierno en junio de hace ya siete largos, insufribles e interminables años. Mientras que con Juan Carlos y Felipe González, había cierta inquietud al principio sobre cómo se desarrollaría la relación entre ambos, en el caso de Felipe y Pedro Sánchez se creía que ambos tendrían una relación de lo más sana y cordial. Nada más lejos de la realidad. Tras la llegada de Sánchez al poder, los desplantes del actual presidente al jefe del Estado han sido constantes. Se habla desde hace tiempo que incluso los despachos semanales en Zarzuela entre rey y presidente ya no existen prácticamente, debido a que Sánchez apenas acude a ver al monarca para despachar los asuntos de Estado. 

Todo ello, por no hablar de la nefasta relación personal que existe, no solo entre el jefe del Estado y el jefe del ejecutivo, sino entre la propia Letizia Ortiz y la esposa de Sánchez, la multimputada Begoña Gómez. Y por supuesto, y como telón de fondo, la situación política de Sánchez, el cual fue llevado al gobierno y mantenido actualmente por partidos que rechazan de lleno la Monarquía española y apuestan por ir claramente hacia una III República. Con estos socios, los cuales le hacen igualmente desplantes al rey, el contexto tanto político como personal entre Pedro Sánchez y Felipe VI es completamente antagónico al que mantuvieron hace treinta y cuarenta años Juan Carlos I y Felipe González. 

Por si fuera poco, el escándalo que supuso en 2020 la publicación de las cuentas bancarias que Juan Carlos I tenía en paraísos fiscales, provocó que el hoy rey emérito se auto exiliase a Arabia Saudí tras la presión de Pedro Sánchez y sus socios republicanos, e incluso del propio Felipe VI, para que abandonase cuanto antes el país. Algunos incluso mencionan que en esa operación para obligar a Juan Carlos I a exiliarse estaba implicada Letizia Ortiz, algo que dudo que sea así pero que tampoco descarto. 

Un escenario sin precedentes en la Monarquía española, la cual ha quedado completamente erosionada por el gobierno de Sánchez y sus socios republicanos. A todo esto hay que sumarle también el desgaste y la pérdida de apoyos en ciertos sectores de la población conservadora con respecto a la Monarquía y a Felipe VI cuando éste ha firmado sin rechistar las normas y decretos más controvertidos de la época de Sánchez: indultos y amnistía contra los independentistas catalanes después del firme discurso que dio el 3 de octubre de 2017, la Ley del Sí es Sí, la Ley de Memoria Democrática, sumisión absoluta ante el poder despótico de Sánchez, etc. 

Por otro lado cabe añadir, para más señas, que Juan Carlos y González eran y son prácticamente de la misma generación. Cuatro años y dos meses son los años que separan solamente a Juan Carlos I (nacido en enero de 1938) con Felipe González (nacido en marzo de 1942). Pero lo más sorprendente es que precisamente Felipe VI y Sánchez se llevaban exáctamente la misma diferencia de edad, en este caso cuatro años y un mes. Felipe VI (nacido en enero de 1968) y Pedro Sánchez (nacido en febrero de 1972) son igualmente de la misma generación, como antes lo fueron sus predecesores. Sin embargo, a pesar de compartir generación, las diferencias entre ambos, así como la frialdad y la tensión entre ellos es bastante notoria, aunque éstos lo intenten disimular en público. 

Como culmen final, en este año 2025, el cual se parece en exceso al de 1995, como ya escribí en junio de este año, las corrupciones que afectan de nuevo al PSOE, al propio Pedro Sánchez, a su familia y a otras instituciones del Estado amenazan, según algunos, con llevarse por delante a la Corona. Son ya algunas las voces que, como ya he comentado en otras entradas, aseguran que Sánchez, ante el temor de perder el poder, ha decidido tirar la casa por la ventana y filtrar desde su entorno a la UCO conversaciones entre él y la propia Letizia Ortiz, en las cuales habría una relación que va más allá de lo puramente profesional y donde, según indican estas voces (insisto, son solo rumores pero aseguran que el escándalo a salir tarde o temprano) Letizia habría pedido asesoramiento fiscal a Sánchez para desviar dinero a la República Dominicana, lo cual habría hecho viajando junto al presidente en el Falcon en diversas ocasiones para depositar unas sumas de dinero bastante elevadas y cuyo origen se desconoce (algunos creen que podría tratarse de la propia herencia de Juan Carlos I que Felipe VI rechazó en su día). 

Pero hay quienes aseguran que la relación no es solo de intereses económicos, sino incluso sentimentales o, cuando menos, sexuales. Un escenario pues parecido al que en 1800 se vivió en España con el entonces primer ministro, Manuel de Godoy y la entonces reina consorte, María Luisa de Parma, ante la pasividad de un débil monarca como fue Carlos IV. Todo esto son, por supuesto, especulaciones, pero son varios los medios digitales que aseguran que lejos de ser un escenario descabellado, es la pura realidad que se está viviendo en estos momentos en los centros de poder en España a lo largo de estos años y que, tarde o temprano, van a salir a la luz, ya que según afirman, la UCO ya está investigando este asunto. Yo personalmente no creo que vaya a salir jamás este escándalo a la luz, ya que esto supondría liquidar de un plumazo el régimen del 78 y con ello una Monarquía cada vez más prescindible y debilitada. 

De salir este turbio y delicado asunto a la luz, el escándalo no afectaría solo a Sánchez y a Letizia, sino también al propio Felipe VI, ya que además de quedar humillado tras confirmarse que su esposa le ha sido infiel con el presidente del gobierno, las preguntas que habrían que hacerse son ¿Hasta dónde era conocedor Felipe VI no ya de la supuesta relación sexual/sentimental de Sánchez con la actual reina consorte, sino qué sabía de los desvíos de dinero a la República Dominicana? ¿Sabía él de su procedencia? ¿Quiénes figuran en esas supuestas cuentas desviadas a Santo Domingo? ¿Letizia, Sánchez, Felipe VI, Leonor, Sofía? En definitiva, es una especulación bastante grave que, aunque no dudo en absoluto que pueda ser verdad, dudo mucho de que alguna vez salga a la luz. 

En definitiva, con esta entrada he querido hacer un resumen y una exposición sobre dos casos bastante diferentes de dos relaciones y dos generaciones completamente opuestas. Esta es la historia de dos formas absolutamente opuestas de compenetrarse en el poder por parte de los titulares de las dos instituciones más importantes de un país: la jefatura del Estado y la jefatura del gobierno. Si en la primera hubo compenetración y química absoluta, en la segunda ha habido tensión e incluso humillación. 

En lo que a mí respecta, ignoro cuánto le queda de reinado a Felipe VI, cuántos presidentes más tendrá a lo largo de su reinado después de Sánchez, e incluso cómo acabará su periodo como rey, pero lo que sí tengo completamente claro es que su reinado y su legado quedarán inexorablemente unidos a la presidencia de Sánchez. De hecho, con independencia del tiempo que Sánchez siga en el poder, esta cuestión ya es un hecho. Si en los cuarenta años de reinado de Juan Carlos I fue la presidencia de Felipe González la que marcó indudablemente su reinado y su legado, en el caso de su hijo estos dos factores están ya unidos al actual jefe del gobierno. 

Los destinos de Juan Carlos I y de Felipe González estaban unidos no solo por su complicidad personal y sus trapicheos mutuos, sino por haber erigido juntos lo que hoy en día conocemos como el régimen del 78. En el caso de Felipe VI y de Pedro Sánchez, sus destinos están unidos por el mal camino: el de la antipatía, los desencuentros, la falta de entendimiento y el desprestigio. Pero hay otro componente más que culminan el cruce de sus destinos: ser los enterradores de ese mismo régimen del 78 que nació enfermo y que ahora se encuentra dando sus últimos coletazos. 

jueves, 4 de septiembre de 2025

Sánchez-Zapatero: un dúo letal para España


En marzo de este año escribí una entrada acerca de lo que por entonces ya era un secreto a voces y hoy es un hecho contrastado: la presidencia en la sombra que ejerce desde hace unos años el ex presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sobre el actual presidente del gobierno oficial o, dicho coloquialmente, el actual presidente de paja, Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Una relación, la de ambos, que ha ido in crescendo conforme han ido transcurriendo los años y que actualmente se encuentra en su punto álgido.

A finales de julio, el periodista Jesús Cacho escribió un artículo en su medio digital, Vox Populi, titulado "El español más peligroso". En dicho artículo se narraba la forma en la que, según Cacho, Zapatero ha vuelto al poder, aunque por la puerta de atrás y sin hacer ruido. En dicho artículo se cuenta cómo en 2021, Zapatero aún no tenía acceso a Moncloa ni a Sánchez, ya que la relación entre ellos era aún fría y distante. Conviene recordar que cuando Pedro Sánchez gana las primarias de 2014 frente a Eduardo Madina, este último era el protegido y discípulo de Zapatero, además de uno de sus hombres de confianza y candidato potente para sucederle, con la bendición del ex presidente, al frente del liderazgo del PSOE. 

Sánchez, por el contrario, estaba en aquella época intentando marcar todas las diferencias posibles con Zapatero. Le criticaba por su gestión durante la crisis económica, los recortes realizados por su predecesor en mayo de 2010, así como la decisión del ex presidente de reformar el polémico artículo 135 de la Constitución en agosto de 2011, como también criticaba el indulto que Zapatero, en uno de sus últimos consejos de ministros como presidente en funciones, le otorgó al entonces vicepresidente del Banco Santander, Alfredo Sáenz. 

Todos sabemos, por otra parte, que aquellas primarias fueron más que la elección interna de un secretario general del PSOE. Era una operación de Estado donde estaban implicados el gobierno de Mariano Rajoy con sus medios afines, los cuales adulaban al "moderado Sánchez" frente al "extremista Madina" y por otro lado estaba la entonces presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, la cual usó a Sánchez como peón para promocionar al máximo su candidatura y lograr que éste ocupase la secretaría general del PSOE mientras ella se asentaba como baronesa en Andalucía para pegar el salto a Madrid cuando lo estimase oportuno y darle la patada en el culo a Sánchez (lo cual parece ser que era el pacto que, con matices, ambos habían suscrito). 

Finalmente, Sánchez salió elegido líder del PSOE y de esa forma se evitaba que el zapaterismo encarnado por Madina regresase el poder en el socialismo español. Pero he aquí que entramos en la subestimación de Sánchez y de su ilimitada ambición. Sánchez decide seguirle la corriente a Díaz y se apoya en los medios conservadores de Rajoy para presentarse como un líder provisional y una persona moderada, pero realmente su objetivo era el de desplazar a todos sus rivales (Díaz la primera) y perpetuarse primero en el liderazgo del PSOE para posteriormente dar el paso al gobierno de España, situación en la que nos encontramos ahora. 

Ahora bien ¿Qué tiene esto que ver con lo narrado anteriormente sobre la relación entre Zapatero y Sánchez? Bastante. Tras su llegada al frente del PSOE e incluso tras la llegada de Sánchez al poder en 2018, Zapatero aún sigue siendo un apestado dentro del partido, aunque por otro lado tenía unas excelentes relaciones con los dirigentes de Podemos: Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Iñigo Errejón, etc. Zapatero tenía la confianza de los podemitas, pero no de su sucesor en el PSOE, Pedro Sánchez. 

Es entonces cuando, según Jesús Cacho, tras ser nombrado Ábalos ministro de Industria, éste le pide a su predecesor socialista en dicho ministerio, José Blanco (zapaterista hasta la médula) que le recomiende nombres para hacerse con un equipo de confianza en el ministerio. Blanco, y por ende Zapatero, le recomiendan el equipo con el que Blanco trabajó en su momento (por cierto, la mayoría de ellos imputados en el actual caso Koldo). ¿El motivo? tener una red influyente de espías con la que Zapatero podía, por el momento, hacerse cargo sin levantar sospechas del ministerio de Industria y controlar además las actividades de Ábalos. 

En 2021, cuando Sánchez decide realizar una profunda remodelación de ministros, Ábalos suena, según Cacho, como posible ministro de Defensa. De esta forma, la entonces y actual ministra de Defensa, Margarita Robles, afín a Zapatero y por lo tanto peona igualmente del ex presidente para tener él acceso a Defensa (y con ello al CNI), habría tenido que salir por la puerta de atrás, perdiendo con ello Zapatero su control sobre dicho ministerio. Un ministerio que controlaba junto con otros dos: Industria (como consecuencia del personal de José Blanco en el equipo de confianza de Ábalos) e Interior, donde Fernando Grande-Marlaska, afin igualmente a Zapatero, era el peón del ex presidente a la hora de maniobrar en las decisiones del mencionado ministerio y de esta forma, controlar a su vez las denominadas "Cloacas del Estado" gracias a uno de los hombres de confianza de Marlaska, el cual lo fue a su vez del propio Zapatero cuando éste gobernaba: un sujeto llamado Segundo Martínez. 

Pero volviendo a Ábalos, es en ese momento cuando, según cuenta Cacho, la noche antes de anunciar Sánchez su remodelación, Zapatero le envía al presidente información perjudicial sobre Ábalos con el fin de acabar políticamente con él y a la misma vez, ganarse por fin la confianza y el favor del jefe del gobierno. El efecto es inmediato: Sánchez cesa al día siguiente a Ábalos como ministro y Zapatero se gana de un plumazo la confianza del Sánchez, hasta entonces reticente con él. Con ello se inicia, como diría Humphrey Bogart a Claude Rains en el final de Casablanca "el comienzo de una hermosa amistad". 

Una amistad que va en aumento en 2022 y, sobre todo, en 2023, cuando Sánchez comienza a pasear al ex presidente en los mítines de las elecciones autonómicas y municipales de mayo y, dos meses después, en las elecciones generales de julio. Siempre se ha dicho que Sánchez le debe aquella derrota convertida en victoria (perdió pero pudo formar gobierno al no tener el PP de Feijóo ni VOX mayoría para desalojarlo) y con su actual permanencia en el poder al propio Zapatero y a su empeño personal en inmiscuirse en la campaña, como si él mismo y no Sánchez fuese de nuevo el candidato a la presidencia. 

Pero obviamente, las intenciones de Zapatero con respecto a Sánchez estaban lejos de ser nobles (algo normal viniendo de tan siniestro, oscuro y vil personaje). Desde que se produce el acercamiento progresivo, y con ello el comienzo y desarrollo de la amistad entre presidente y ex presidente, la influencia de Zapatero sobre Sánchez comienza a ser cada vez más notable. Tras él se encuentran las últimas decisiones aprobadas por Sánchez en esta legislatura: la amnistía, las cesiones cada vez más extremas de Sánchez a los independentistas catalanes y vascos, así como a los etarras de Bildu, la postura cada vez más tibia de España con respecto a Venezuela, así como el acercamiento progresivo a China y el alejamiento y deterioro de las relaciones entre España y Estados Unidos. 

Una cuestión, la del acercamiento de España a China (actualmente el principal enemigo comercial de EEUU) a través de su asociación con la empresa Huawei (vetada por Estados Unidos y la Unión Europea), la cual nos está costando cada vez más enemigos fuera del país. Estados Unidos, por el momento, ya tiene bajo sospecha a España, así como al propio Sánchez e incluso a Zapatero por estos movimientos, y está investigando las estrechas relaciones e intenciones ocultas que, a través de Huawei, unen a España con China. 

Unas relaciones que, casualmente, se iniciaron de forma discreta con Zapatero en la Moncloa hace veinte años pero que ahora se han intensificado, dando paso, según muchos, a una red de corrupción a gran escala y a unos intereses económicos y comerciales cuyo alcance desconocemos. Cabe añadir que precisamente uno de los hombres fuertes en España que tienen un alto cargo en Huawei es precisamente el anteriormente citado Segundo Martínez, hombre de confianza de Zapatero. Blanco y en botella.

Lo mismo sucede con Venezuela, donde la UCO ya está investigando también al propio Zapatero y sus relaciones con el régimen de Chavez y Maduro, además de con otros países hispanoamericanos, especialmente República Dominicana, donde los continuos viajes de Sánchez y de Zapatero a dicho país corroboran la teoría de que algo muy grave, turbio y delicado en términos de cuentas bancarias y desvíos de millones hay en Santo Domingo. Asuntos todos ellos que el presidente de paja y el presidente en la sombra manejan con sumo cuidado. 

El mismo cuidado con el que, como acabo de añadir antes, maneja Zapatero sus intercesiones en favor del gobierno de Maduro ante los organismos internacionales y en los que Sánchez juega, como presidente oficial que es, un papel igualmente esencial. Parece ser que no todo lo que une a Sánchez, Zapatero y Venezuela son Delcy Rodríguez y el famoso viaje de la vicepresidenta venezolana a España junto con las polémicas maletas que ésta trajo de Caracas a Madrid no se limitan solo a cuestiones económicas, sino incluso a otro tipo de cuestiones mucho más graves, como algunos medios están apuntando ya y que, según afirman, puede salir en los próximos meses. 

Volviendo a la relación de Sánchez con Zapatero, cabe añadir que la amistad y complicidad entre ellos es tal que el ex presidente ha pasado, al igual que el actual jefe del gobierno, las vacaciones en Lanzarote (lo lleva haciendo desde hace años), siéndole adjudicado más de una decena de agentes de seguridad por parte del gobierno para que lo protejan durante sus vacaciones (esto no ocurre con otros ex presidentes, como por ejemplo Rajoy) y ha visitado el palacete de la Mareta (donde él propio Zapatero veraneaba como presidente) para planificar junto a Sánchez la estrategia a seguir una vez que tras el verano comiencen a salir de nuevo, como todos apuntan, nuevas y graves informaciones sobre la corrupción que acecha al PSOE, a Pedro Sánchez, a su familia, e incluso a Zapatero y su entorno familiar. 

Es obvio que Zapatero no solo está en el nucleo más duro e íntimo de Sánchez, sino que es el propio ex presidente el que susurra a los oídos del actual jefe del ejecutivo las decisiones que hay que tomar. Esto refuerza la idea de que Zapatero es el auténtico presidente del gobierno, mientras Sánchez es solo un sinvergüenza cuyo único objetivo es el de permanecer en el poder a toda costa. 

Esto refuerza también una teoría que llevo años manteniendo pero que conforme pasa el tiempo se hace cada vez más evidente: el verdadero cerebro del cambio político, social, económico, cultural e incluso moral que lleva viviendo España desde hace dos décadas es Zapatero, no Sánchez. Si Sánchez mañana se quedase sin los votos de Sumar, Podemos, Junts, Bildu, ERC, PNV, etc, y su permanencia en el poder estuviese en manos del PP o de VOX a cambio de implantar las medidas que los de Feijóo o los de Abascal le imponiesen como condición sine quan non para seguir en Moncloa, Sánchez las aceptaría encantado.

¿Qué quiero decir con todo esto? Pues que Sánchez, a pesar de ser uno de los discípulos aventajados de Zapatero, es un sujeto que está dispuesto a aprobar una cosa hoy y mañana la contraria con tal de seguir en un cargo el cual cree que le pertenece por derecho propio. Es, en definitiva, un sujeto sin ideología ni principio alguno, aunque como es obvio, su tendencia ideológica se incline hacia la izquierda. Zapatero, por el contrario, es un sujeto igual o incluso más peligroso que el propio Sánchez, ya que los consejos y la influencia que ejerce sobre Sánchez es fruto de una cuestión puramente ideológica. 

¿Quién si no es el que viaja periódicamente a Waterloo para negociar con Puigdemont (con la autorización de Sánchez) y le ofrece lo inmaginable (algunos hablan ya incluso de un futuro referéndum independentista pactado) con tal de que Junts no le retire el apoyo al PSOE? Eso no lo hace alguien que, como ya vimos en su periodo de gobierno, actúa por intereses de supervivencia política, como es el caso de Sánchez, sino de alguien que actúa por intereses puramente ideológicos y cree firmemente que este es el camino que España debe seguir emprendiendo desde que ese denominado "cambio tranquilo" (Zapatero dixit) comenzase a andar en 2004. 

Estamos pues ante uno de los peores escenarios posibles. Un escenario en el que el actual presidente del gobierno considera que todo pasa por su mantenimiento en el poder a cualquier precio, ya que su destino es el de vivir como Dios en la Moncloa, disfrutar de los lujos que le otorga el poder y malversar de forma vitalicia desde un cargo que, según él, está hecho exclusivamente para él. Por otro lado tenemos al verdadero instigador ideológico, cerebro de este escenario y verdadero gobernante del país, el cual no necesita figurar de nuevo bajo ningún cargo, ya que el mejor poder es el que de forma oficial no se vislumbra pero que se ejerce de forma absoluta en las sombras. Un poder en la sombra donde también hay malversaciones y redes clientelares, pero que pasa más desapercibido frente a aquél que en apariencia sí tiene el poder oficialmente. 

El caso de Zapatero es pues el más maquiavélico, sorprendente e inteligente de todos los ex presidentes del gobierno que ha tenido España, ya que ninguno consiguió, ni por la puerta delantera ni trasera, volver al poder. Adolfo Suárez dimitió en 1981, y aunque intentó varias veces volver al poder con el CDS (se dice que su dimisión en 1981 fue una estrategia para retirarse provisionalmente para volver posteriormente con más fuerza como candidato a la Moncloa), los resultados electorales demostraron que su tiempo ya había pasado. De Leopoldo Calvo Sotelo poco se puede decir, ya que tras su breve paso por el poder y su humillante salida del gobierno, jamás volvió ni siquiera a volver a la política activa (se dice de hecho que tampoco tenía grandes ambiciones de ser presidente cuando la UCD lo eligió como candidato para suceder a Suárez). 

Felipe González intentó mantenerse en la primera línea, e incluso muchos consideraban que tras la débil victoria de Aznar en 1996, su regreso a la Moncloa se produciría más pronto que tarde. En 1997, y tras comprobar cómo CIU mantenía su apoyo a Aznar, decidió para sorpresa de todos abandonar la política y con ello cualquier posibilidad de volver al poder, no teniendo luego o bien ambición o bien posibilidad de influir sobre Zapatero cuando éste ganó contra todo pronóstico en 2004 tras los atentados del 11-M. Aznar sí tuvo, o al menos eso se ha dicho siempre, de mantener la influencia y con ello el poder tras designar a Rajoy como su sucesor en la Moncloa. 

El 11-M y la salida abrupta del PP del gobierno desechó cualquier posibilidad en aquel entonces, y solo cuando Rajoy consiguió finalmente llegar al poder en 2011, Aznar hizo un intento de influir en las decisiones de su sucesor, pero tras siete años en la oposición y varios desencuentros con Aznar, Rajoy consideraba que ya nada le debía a Aznar y que todo se lo había ganado gracias a él mismo, difuminando absolutamente cualquier intento de Aznar de gobernar en la sombra. Rajoy, tras su salida del gobierno en 2018 y su desgaste durante sus años en el poder, ha demostrado no tener ninguna ambición, ni interés ni deseo en volver, ya sea oficialmente o desde la sombra. Veremos a ver, si Feijóo llega a la Moncloa (escenario que dudo) si Aznar intentará influir en sus decisiones o si por el contrario será Rajoy quien lo consiga debido a la larga amistad que existe desde hace décadas entre los dos gallegos. 

Zapatero, por el contrario, habiendo sido de lejos el peor presidente que ha tenido España (un "honor" que se juega con Sánchez de forma muy ajustada), y tras ser uno de los jefes de gobierno más divisivos e ideológicos que ha tenido este país, ha sido por el contrario el que de forma más fría, inteligente, calculada y maquiavélica (con razón el periodista José García Abad escribió en 2010 un libro sobre él titulado "El maquiavélico de León) ha vuelto al poder, aunque sea desde la sombra. Se dice que no le gusta que su nombre esté saliendo tanto a la palestra últimamente, ya que ello confirma que es él quien verdaderamente mueve los hilos en Moncloa. 

Aún así, y según se ha comentado en otro artículo publicado igualmente en el medio digital Voz Populi titulado "El zapatero tuerto de Feijóo", Zapatero ya está maquinando la estrategia de ir a las elecciones generales de 2027 en una apuesta final donde la izquierda se presente unificada en un Frente Popular 2.0 frente a la "ultraderecha" representada por el PP y VOX. Ya saben aquello que dijo cuando los micrófonos le captaron siendo aún presidente en 2008 "nos conviene que haya tensión y dramatizar". Todo un Maquiavelo del siglo XXI. 

En definitiva, España tiene, o padece, mejor dicho, dos presidentes nefastos, ruínes y maliciosos; el primero, un ideólogo repleto de odio, el cual considera que no finalizó su trabajo de división y rencor cuando dejó el gobierno y está más decidido que nunca a rematar esa faena, y el segundo un amoral sin escrúpulos cuyo único objetivo es el de permanecer en el poder a toda costa junto a su familia, la misma que está siendo investigada por los Tribunales y la UCO. 

Un escenario, el de esta co-presidencia, en la que muchos ya hablan claramente de lo que antes era una suposición cuando se hablaba del caso Koldo y la corrupción que acorrala al PSOE: ¿Quién es realmente el denominado "número 1"? Todos dieron por hecho, como es obvio, que se trataba de Pedro Sánchez; pero cada vez existen más voces que apuntan a que ese "número 1" no sea el actual presidente sino su predecesor y actual presidente en la sombra: José Luis Rodríguez Zapatero. 

Un Zapatero el cual, según comentó Jesús Cacho en el artículo al que he hecho referencia al comienzo de la entrada, ya está diseñando el escenario post-Sánchez, en caso de que el presidente de paja caiga tarde o temprano. El ex presidente controla todos los escenarios y entre ellos se incluye también el de organizar y designar desde la sombra al sucesor de Sánchez, con el objetivo de seguir liderando desde la sombra el partido y, por ende, el gobierno. 

Algunos aseguran ya que Zapatero, ante el temor de lo que pueda salir sobre Sánchez en los próximos meses, está trabajando ya con la idea de convencer o incluso de forzar la dimisión del todavía presidente, con el objetivo de poner como nuevo líder del PSOE y próximo jefe del gobierno a Salvador Illa, con el cual el ex presidente también tiene una muy buena relación. 

Todo ello, por supuesto, sin pasar por las urnas y con el objetivo de aguantar como mínimo hasta 2027. Luego, ya se verá qué pasos se tomará con tal de permanecer en el poder a cualquier precio. Con razón, y visto lo que estamos presenciando, no es en absoluto descartable que, como ha afirmado Cacho en su artículo, la propia CIA considere lo que yo y otros muchos vemos claramente: que Zapatero, y no Sánchez, es el verdadero presidente. 

lunes, 1 de septiembre de 2025

El sistema político del franquismo y la sucesión de Franco


En este año 2025 en el que se conmemoran los cincuenta años del fallecimiento de Francisco Franco, hay una cuestión bastante interesante desde el punto de vista del Derecho que no se ha tenido en cuenta o, al menos, no se ha querido hacer hincapié en dicho asunto. Me refiero a qué tipo de sistema político imperó en España entre 1939 y 1975, es decir, durante el periodo que cubrió el régimen franquista. 

Esta cuestión viene porque hace unos días me topé casualmente con un documental sobre Franco en la televisión. Un hecho inédito el que se hable de la figura de Franco por la pequeña pantalla, ya que es absolutamente inusual ver un documental crítico con el franquismo o encontrarte en los centros comerciales libros en los que se ponga a parir al Caudillo. Nótese la ironía con respecto a esto, por favor, ya que las almas están bastante susceptibles, por no decir agilipolladas en los tiempos que corren. 

Pues bien, volviendo a la seriedad y a la cuestión que nos ocupa, mientras veía el documental pensé en una cosa ¿Realmente, qué tipo de sistema político existió en España durante la época de gobierno de Francisco Franco? Obviamente, cualquiera que me lea dirá "pues una dictadura". Claro, esa explicación es completamente coherente y lógica desde el punto de vista político pero, desde el punto de vista estrictamente legal y jurídico ¿Qué sustenta esa argumentación? Repito, una argumentación completamente obvia y razonable, pero insuficiente desde el punto de vista del Derecho. Y como yo he estudiado Derecho, pues he indagado sobre este asunto para saber, desde el punto de vista completamente jurídico, qué sistema político tuvo España durante cuarenta años.

Si nos paramos a pensar, tras el fin de la Guerra Civil el 1 de abril de 1939, Franco en ningún momento derogó la II República de forma oficial. Desde el punto de vista práctico es obvio que establecio una dictadura o, desde un punto de vista más formal en términos de Derecho y de sistema político, podemos decir que instauró una Autocracia. Pero ni eso es suficiente. Si nos basamos en el terreno puramente tradicional Monarquía/República, cabe preguntarse ¿Qué era entonces España desde el punto de vista jurídico y político desde el 1 de abril de 1939 hasta el 22 de noviembre de 1975? 

Conviene recordar que tras los primeros años de la dictadura, Franco promulgó una serie de Leyes, las cuales podríamos definir como el Código Constitucional del franquismo: las Leyes Fundamentales del Reino. En 1947, al promulgarse la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, encontramos el primer detalle importante sobre este asunto, ya que en el artículo primero, la norma establece lo siguiente: "España, como unidad política, es un Estado católico, social y representativo, que, de acuerdo con su tradición, se declara constituido en Reino". 

Aquí viene la primera cuestión importante. Si hasta junio de 1947, fecha en la que entró en vigor en el BOE dicha norma, España no estaba constituida como Reino ¿Eso quiere decir que hasta entonces España vivía bajo una República autocrática? ¿Franco era de facto el presidente de esa República autocrática? Conviene recordar que durante el franquismo, siempre se definió la dictadura como un sistema de "Democracia Orgánica", lo cual le daba, al menos para los afínes al régimen, un matiz democrático a la propia dictadura, aunque realmente dicha democracia no existiese. Aún así, y tras aprobarse dicha norma, la cuestión sobre la forma de Estado no queda del todo despejada desde el punto de vista jurídico. 

Es entonces cuando llegamos a mayo de 1958, fecha en la que Franco promulga la Ley de Principios del Movimiento Nacional. Es aquí donde verdaderamente entramos de lleno en el asunto que nos ocupa. En el principio VII establecido en la norma queda claramente definido lo siguiente: "El pueblo español, unido en un orden de Derecho, informado por los postulados de autoridad, libertad y servicio, constituye el Estado Nacional. Su forma política es, dentro de los principios inmutables del Movimiento Nacional y de cuanto determinan la Ley de Sucesión y demás Leyes fundamentales, la Monarquía tradicional, católica, social y representativa". 

Con esta afirmación claramente definida en el principio VII queda oficialmente proclamada España como una Monarquía desde el punto de vista del Derecho Constitucional. Una Monarquía que en mayo de 1958 no tenía rey ¿O sí? ¿Acaso Franco se estaba autoproclamando rey de una Monarquía? ¿O acaso era un rey de facto en una Monarquía legalmente constituida? En 1947, en el artículo primero se constituye a España como Reino, lo cual lleva emparejado desde el punto de vista jurídico una Monarquía de facto, pero sin ser proclamada jurídicamente. En 1958, esa Monarquía sí es ya legal. Pero, ¿Qué clase de Monarquía es esa en la que teóricamente no hay rey? 

¿Acaso la Monarquía volvió a España antes del 22 de noviembre de 1975, fecha en la que Juan Carlos I fue proclamado rey? Con la Ley en la mano, todo hace indicar que sí ¿Y quién era el rey de esa Monarquía de 1958? Es obvio que si Franco era el jefe del Estado en 1958 y a su vez proclama a España como una Monarquía, automáticamente estaba proclamándose él mismo como rey, aunque sin un reconocimiento oficial a su figura como monarca absoluto. Insisto, sin un reconocimiento oficial pero sí práctico, lo cual hace este asunto mucho más complejo de lo que parece a primera vista. 

Finalmente, con la última Ley promulgada por Franco, como era la Ley Orgánica del Estado (la más completa de todas y la más cercana a una Constitución), tanto en el Preámbulo como en el artículo primero y siguientes se vuelve a reconocer a España con el término de Reino, lo cual corrobora la idea de que Franco había configurado a España, desde el punto de vista completamente jurídico, en una República desde 1939 hasta 1947, y oficialmente en una Monarquía desde 1958 en adelante con él como jefe del Estado o, mejor dicho, como rey sin corona. Una definición que de hecho se me quedó grabada en la mente al escuchársela decir a un presentador de televisión hace ya veintún años, cuando en el aniversario de la muerte de Franco debatieron sobre su figura y lo mencionaron en esos términos. 

Otra cuestión interesante la encontramos nuevamente en la propia Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, concretamente en el artículo tres y siguientes, donde se dice de forma textual en el artículo tres: "Vacante la Jefatura del Estado, asumirá sus poderes un Consejo de Regencia". En el artículo cuarto se menciona explícitamente: "Un Consejo del Reino asistirá al Jefe del Estado en todos aquellos asuntos y resoluciones trascendentales de su exclusiva competencia". 

El artículo sexto dice a su vez: "En cualquier momento, el Jefe del Estado podrá proponer a las Cortes la persona que estime deba ser llamada en su día a sucederle, a título de rey o de regente, con las condiciones exigidas por esta Ley; y podrá, asimismo, someter a la aprobación de aquéllas la revocación de la que hubiere propuesto, aunque ya hubiese sido aceptada por las Cortes". Por otra parte, el artículo séptimo dice así: "Cuando, vacante la Jefatura del Estado, fuese llamado a suceder en ella el designado según el artículo anterior, el Consejo de Regencia asumirá los poderes en su nombre y convocará conjuntamente a las Cortes y al Consejo del Reino para recibirle el juramento prescrito en la presente Ley y proclamarle Rey o Regente". Y por último, el artículo octavo establece lo siguiente: "Ocurrida la muerte o declarada la incapacidad del Jefe del Estado sin que hubiese sido designado sucesor, el Consejo de Regencia asumirá los poderes...".

Con esto se establece pues un Consejo de Regencia y un Consejo del Reino. Unos órganos más propios de una Monarquía absoluta que de una dictadura militar o civil. Por su parte, se hace mención también a la posibilidad de que el Consejo de Regencia asuma la Jefatura del Estado cuando ésta se encuentre vacante. De esta forma se le da nuevamente al Jefe del Estado, en este caso a Franco, la consideración de rey, ya que solo un rey o un regente (o en este caso un Consejo de Regencia) pueden sustituir a un monarca, ya que el regente ejerce sus funciones estando inhabilitado el monarca, según establece el Derecho Constitucional. Y solo un rey puede designar a otro rey o a un regente (salvo en casos excepcionales). En ningún momento la regencia se plantea en términos históricos para sustituir a un dictador, a menos que ese dictador sea considerado un monarca y desde el punto de vista del Derecho se sobreentienda así, lo cual también es plausible. 

Con todo esto cabe preguntarse, desde el punto de vista estrictamente legal ¿Fue España una República durante los primeros años del franquismo pero revestida de forma autocrática? Sí ¿Paso Franco de convertir a España en una República a una Monarquía por la puerta de atrás (en este caso a través de las Leyes Fundamentales del Reino? Absolutamente. ¿Fue pues Franco, en sus primeros años, un presidente de facto en una República inexistente en la práctica pero tampoco abolida oficialmente? Lo fue ¿Franco se proclamo de facto rey de España cuando posteriormente constituyó nuestro país en un Reino y en una Monarquía? Totalmente.

Esto me lleva a una cuestión que muchos historiadores han mencionado en algunas ocasiones sobre Franco y que muchos han llegado a la misma conclusión. Se dice que varios colaboradores cercanos a Franco, entre ellos el propio Luis Carrero Blanco, futuro vicepresidente del gobierno, posterior presidente del gobierno y monárquico convencido, le animaron en repetidas ocasiones para que se proclamase rey de España y fundase una nueva dinastía bajo un nuevo paragüas monárquico en el que los Borbones quedasen completamente al margen de ese nuevo escenario. 

Franco, el cual tenía sus propios planes a pesar de sus triquiñuelas legislativas, nunca aceptó esa propuesta, ni siquiera llegó a barajarla. Tenía claro que el paso del apellido Franco por el poder era solo exclusivo para él y que dicho escenario no iba a ser la excusa perfecta para instaurar una Monarquía con sus descendientes. También hay que destacar que en ningún momento Franco barajó la idea de designar a un sucesor político que tras su muerte condujese a España a una transición republicana. Nunca estuvo dicho escenario en los planes de Franco, y con el análisis de las Leyes Fundamentales del Reino se corrobora aún más esta idea. Franco siempre tuvo en mente que el futuro de España tras su muerte pasaba, sí o sí, por el regreso de los Borbones.  

He aquí donde entra la segunda cuestión de esta entrada y no menos compleja tampoco. Franco designa en julio de 1969 a Juan Carlos de Borbón como su sucesor a título de rey. Franco lo hace creyendo que Juan Carlos, el cual había sido criado en España bajo los códigos éticos y morales de la sociedad franquista y los Principios del Movimiento Nacional, continuaría a su forma el legado que él dejase cuando falleciese. 

Sin embargo, en 1972, se produce un hecho que lo cambia todo: la nieta mayor de Franco, Carmen Martínez Bordiú, se casa con el nieto del rey Alfonso XIII y primo del propio Juan Carlos, Alfonso de Borbón y Dampierre. Franco ejerce de padrino en la boda de su nieta y contempla, ya en los últimos años de su vida, cómo su propia familia, los Franco, se enlazan familiarmente con los Borbones, convirtiéndose un nieto de Alfonso XIII en su propio nieto político.

Esta situación lo cambió absolutamente todo, ya que desde Carmen Polo hasta el propio Alfonso de Borbón, pasando por otros miembros de la familia Franco (Carmen Franco, Cristobal Martínez Bordiú, etc), presionaron al Generalísimo para que revocase la designación de Juan Carlos como sucesor y proclamase a su nieto político, Alfonso de Borbón, como su sucesor. De haberse consumado esa operación, la familia Franco habría no solo conservado su estatus político y social, sino que lo habrían elevado tras el fallecimiento del Caudillo, quedando emparentada con la realeza. 

De haber sido así, la nieta biológica de Franco, Carmen Martínez Bordiú, se habría convertido, tras la muerte de su abuelo, en reina consorte de España; y tras un posible fallecimiento de Alfonso de Borbón, (como así ocurrió en extrañas circunstancias durante un accidente de esquí en enero de 1989), hoy sería rey de España el hijo mayor del matrimonio, Luis Alfonso de Borbón, y no su primo, Felipe VI. 

De esta forma, Franco habría garantizado de por vida el mantenimiento de su familia en el poder, pasando su propia nieta a ser reina consorte de España y posteriormente su bisnieto (y bisnieto a su vez de Alfonso XIII) en rey de España. De haber sido así, la familia Franco habría pasado a convertirse en familia real. Algo similar, salvando todas las distancias, a lo que Napoleón Bonaparte realizó con su familia cuando el general corso asumió el poder en Francia ¿Por qué no lo hizo el Caudillo? Es una de las muchas preguntas difíciles de responder cuando se habla de la persona de Franco, cuya figura siga llena de enigmas medio siglo después de su fallecimiento. 

¿Acaso no hubiese sido más beneficioso para el régimen, para el futuro de la familia Franco y para el legado del propio dictador haber designado a su nieto político como sucesor? ¿Qué mayor prueba de fidelidad a él había que la de un matrimonio con su propia nieta? un matrimonio con el cual se fusionó en primer lugar los apellidos de las dos familias y, una vez nacidos los hijos del matrimonio, se habría garantizado la continuidad de los Borbones-Franco en el poder tras el fallecimiento del general en noviembre de 1975. Alfonso de Borbón era además mucho más conservador de lo que ya dejaba entrever Juan Carlos cuando concedía entrevistas a medios extranjeros en un tono más aperturista de cara al futuro.

Sin embargo, y a pesar de las fuertes presiones familiares, Franco fue firme en su decisión y jamás cedió ante la posibilidad de ver cumplido el sueño de su esposa, Carmen Polo: ver coronar a su nieta como reina de España. Juan Carlos, así como su entorno, también movieron ficha en aquellos momentos, cuando tuvieron conocimiento de la operación que se había puesto en marcha desde El Pardo. 

Por otra parte, es obvio que Franco no era tonto y sabía perfectamente que el franquismo sin él no tendría continuidad o, al menos, sufriría unos cambios importantes, con independencia de quien fuese su sucesor. Así se lo hizo saber a Juan Carlos cuando, siendo ya Príncipe de España, éste le preguntaba el motivo por el cual no cedía algo ante los contrarios al régimen, a lo que Franco le respondió que de eso ya se encargaría él cuando fuese rey, ya que él tendría que gobernar en una España muy diferente a la suya. 

Es obvio pues que Franco sabía que lo que vendría después de su fallecimiento era, cuando menos, muy diferente a lo que él había creado. Lo que ignoro es hasta qué punto sabía el alcance que ese cambio iba a experimentar España tras su muerte. ¿Por qué, probablemente, no designó a su nieto político como su sucesor? Puede que quizás pensase que designando a Alfonso de Borbón, España correría el riesgo de sufrir una revolución como la vivida en Portugal en 1974, y ello habría supuesto un final más drástico para su propia familia, una vez que él ya no estuviese. Quizás lo hizo para salvar en cierta forma a los suyos. 

En lo que respecta a Juan Carlos ya sabemos lo que hizo tras ser proclamado rey, pero ¿Qué habría hecho Alfonso de Borbón? ¿Habría seguido con el régimen de su abuelo político o habría cedido en algo? ¿Habría actuado finalmente igual que su primo Juan Carlos o habría conducido a España a otro sistema diferente al que surgió en España con la Constitución de 1978? Como antes he añadido, Alfonso era más conservador que su primo Juan Carlos e incluso más proclive a los Principios del Movimiento Nacional. De haber sido rey, probablemente la Transición nunca hubiese existido, o al menos, no como realmente ocurrió. Obviamente, todo esto son conjeturas y preguntas sin respuestas, propias de escenarios alternativos y ficticios, pero son a su vez conjeturas y preguntas intrigantes sobre un contexto que podía haber sido y no fue. 

Son pues muchas las conjeturas y las preguntas sin respuestas que nos llevan a plantearnos qué habría ocurrido después del 20 de noviembre de 1975. Es obvio que la Monarquía con Alfonso de Borbón habría sido muy diferente a la liderada por Juan Carlos I. Es probable que la oposición franquista, hubiese sido más hostil (o quizás no) de pactar una transición hacia un sistema democrático (si es que dicha Transición se hubiese producido con Alfonso), ya que podrían haberse excusado en no pactar con una Monarquía, no ya impuesta por Franco, sino compuesta por su propia familia. 

Esto podría haber dado lugar a una Transición (insisto, contando con que dicha Transición hubiese ocurrido) mucho más tensa e incluso a un contexto social y político más polarizador y divisivo, el cual puede que nos hubiese conducido a una nueva intervención del ejército e incluso quién sabe si también a una nueva Guerra Civil, aunque estando los estadounidenses ya instalados en España, dudo bastante que este último escenario se hubiese producido, ya que Washington habría intervenido a la primera de cambio. 

Quizás la Monarquía alfonsina hubiese podido sobrevivir si los Borbones-Franco se hubiesen amoldado al escenario posterior al fallecimiento de Franco y hoy podrían seguir reinando en España los descendientes del Generalísimo. O quizás dicha Monarquía habría acabado en fracaso, lo cual unido a un posible rechazo internacional y a la posible oposición agresiva de los contrarios al franquismo, los acontecimientos se hubiesen precipitado y España podría haber pasado poco después de la proclamación como rey de Alfonso de Borbón a una Tercera República donde los Borbones y los Franco habrían pasado definitivamente al exilio y alejados del poder. 

Lo que es obvio es que en esa España alternativa, el desarrollo y la decadente situación que actualmente padecemos en nuestro país serían muy diferentes... o quizás no tanto. Nunca lo sabremos, ya que son conjeturas y preguntas sin respuestas. El que sí sabía, o al menos intuía en gran parte esas respuestas, fue el propio Francisco Franco, y esas respuestas se las llevó él a la tumba sin compartirlas con nadie más.

miércoles, 20 de agosto de 2025

España, en llamas


En noviembre de 2023, en plenas protestas en Ferraz mientras Pedro Sánchez negociaba con sus socios para volver a ser investido presidente del gobierno, se colocó en el balcón de mi casa una bandera de España de proporciones medianas, como símbolo de protesta por la situación que en aquel momento se estaba viviendo en nuestro país debido a aquellos pactos. Dos años después, esa misma bandera sigue instalada en el balcón, con la diferencia de que como consecuencia de la lluvia, el viento y el calor, está ya rota y desteñida. 

Ese estado en el que se encuentra la bandera de España en mi balcón es el símbolo y la metáfora perfecta de cómo se encuentra el país en estos momentos, en donde los múltiples incendios que están asolando a España a lo largo de estos días y semanas están demostrando, como pasó hace casi un año con la DANA de Valencia, la irresponsabilidad criminal y el desgobierno absoluto en el que se encuentra sumido este país. 

Un país que está siendo devorado por los incendios forestales, los cuales están afectando a las Comunidades Autónomas de Galicia, Castilla y León y Extremadura (regiones donde las llamas se han extendido ya a los pueblos), así como a las regiones de Madrid, Andalucía, Castilla La Mancha, Valencia, Asturias y Cantabria (regiones donde los incendios, aún estando todavía activos, se encuentran ya bajo control). 

Como consecuencia de las llamas, son ya cuatro los fallecidos y varios los heridos por parte de los miembros de los cuerpos de Bomberos, de la UME (Unidad Militar de Emergencias), de las BRIF (Brigadas de Refuerzos en Incendios Forestales) e incluso entre voluntarios decididos a extinguir el fuego que ha arrasado con cerca de 350.000 hectáreas, siendo considerado ya el incendio nacional más grave de la historia de España en el siglo XXI (el peor se vivió en 1994, con el último gobierno de Felipe González, donde se superaron las 400.000 hectáreas). 

Ante esta catástofre devastadora, comparable en cierta forma con la DANA de Valencia ocurrida en octubre del año pasado, la reacción de la clase política ha vuelto a ser la misma que entonces: tardía, insuficiente, arrogante, irresponsable e insultante. Y es que hasta que Pedro Sánchez no ha decidido interrumpir sus vacaciones en Lanzarote para volver a la península, la reacción del gobierno de España ha sido la de pasarle la "patata caliente" a los gobiernos del PP en las Comunidades Autónomas afectadas a la vez que algunos ministros, como Óscar Puente, se reían de la desgracía mientras respondía vía Twitter (o X, como queramos llamarlo) a Feijóo, alegando que avisase al presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, alegando que "la cosa en Castilla y León estaba calentita". 

En otro tweet, Puente frivolizaba con la situación advirtiéndole a Mañueco (de vacaciones en Andalucía) que quizás "podría echarle una mano a Juanma Moreno con los incendios de Tarifa", ya que al estar el presidente castellanoleonés de vacaciones en el sur mientras su región se quemaba (una actitud irresponsable por parte del propio Mañueco), éste podría serle útil a Juanma Moreno (presidente de la Junta de Andalucía) teniéndolo allí mismo. 

Todo ello mientras el gobierno de España no hacía absolutamente nada para movilizar los dispositivos necesarios para extinguir los fuegos o, cuando menos, desplazando dispositivos insuficientes para paliar la gravísima situación que España lleva atravesando desde hace días. Una inacción que igualmente han realizado los gobiernos autonómicos de las regiones afectadas. Solo a finales de esta semana pasada, el propio Sánchez ha interrumpido sus vacaciones en Canarias para visitar Galicia de forma fugaz y alegar que "estos incendios, así como la DANA de Valencia, demuestran que el cambio climático es un hecho". Y acto seguido anunciar que iba a proponer un pacto de Estado contra la "emergencia climática". 

Las declaraciones realizadas por Sánchez la semana pasada demuestran, una vez más, que estamos ante una mala persona, un criminal, un sinvergüenza y un auténtico hijo de puta. ¿Cómo puede decir este malnacido que los incendios que en estos momentos están devastando a España y que han dejado a miles de personas sin hogar son producto del cambio climático? ¿Acaso no tiene nada que ver que se hayan detenido en estos días a cerca de una treintena de individuos, los cuales están acusados de haber provocado estos incendios? 

Es obvio que el hecho de que estos incendios, al igual que todos los que se producen por estas fechas cada año, tienen un origen humano y no natural, pero ¿qué más da eso? todo vale con tal de echar la culpa al "cambio climático" y aprovechar cualquier barbarie de este tipo para hacer mención a la "emergencia climática" que atraviesa España, además de sacar tajada de la situación para exigir un pacto de Estado; un pacto que aprovecharía Sánchez para legitimarse y anunciar que aún queda legislatura por delante, en el supuesto de que ese pacto fuese aprobado, o de acusar a la oposición de ser los responsables de lo ocurrido y de los incendios futuros si se niegan a apoyar dicho pacto. 

Ya sabemos que Sánchez y compañía juegan duro y sucio. Lo vimos durante la DANA de Valencia, cuando dejó tiradas a las víctimas mientras se negaba a enviar ayuda a la zona cero del desastre (recuerden aquella polémica frase de "si necesitan ayuda, que la pidan") y lo estamos viendo ahora con los incendios que están arrasando los montes y los pueblos de nuestro país, provocando el desalojo de miles de familias, las cuales se han quedado sin hogar y sin recursos para subsistir. 

Pero eso ¿qué más da? lo importante es que nuestro gran presidente ya se encuentra en Lanzarote tras haber visitado hoy nuevamente la península (en este caso Extremadura) y salir escopetado tras reunirse con la presidenta de Extremadura, María Guardiola, sin visitar ni siquiera las zonas afectadas por temor a ser abucheado, como ocurrió en noviembre cuando de forma chulesca se presentó con Felipe VI y tuvo que salir huyendo ante el temor de ser linchado por la población de Paiporta. 

Por cierto, un Felipe VI el cual solo ha visitado el cuartel general de la UME pero ni siquiera ha acudido a los pueblos afectados. Esos mismos pueblos donde los vecinos, a falta de personal antes de que el gobierno mandase efectivos, han sido los que han salvado sus propias casas y pueblos, ante el abandono tanto del gobierno de España como de los gobiernos autonómicos. Dicho esto, se dice que Felipe VI aun no ha visitado los pueblos afectados, ya que desde Zarzuela necesitan la autorización de Moncloa para que el rey pueda acceder a las zonas incendiadas. 

A pesar de haber estudiado Derecho, no sabía que incluso para poder desplazarse dentro del territorio nacional, el rey de España necesitase la autorización previa del presidente del gobierno para este tipo de desplazamientos urgentes. Otra prueba más de lo inútil y prescindible que resulta la Monarquía española, la cual no es capaz ni de estar al lado de los ciudadanos porque el jefe del Estado necesita la autorización previa del jefe del gobierno hasta para ir al baño. 

Pero volviendo a las visitas de Sánchez y sus declaraciones, nuestro gran líder ha tenido el detalle de anunciar que el gobierno declarará "zona de emergencia" las áreas afectadas por los incendios. Todo un gesto de grandeza por su parte, qué duda cabe. Y más si tenemos en cuenta que la falta de medios que se están produciendo para hacer frente a los incendios es, en parte, por la falta de Presupuestos Generales del Estado. Y esto es algo que no lo digo yo, sino que lo reconoció el propio gobierno en diciembre del año pasado y que está publicado en el medio digital "El Confidencial". 

Por todo ello, ¿el gobierno de España y los gobiernos autonómicos han hecho lo suficiente para evitar que esta desgracia haya ido a más? en absoluto. El gobierno de Sánchez, al igual que ocurrió con la Dana, no ha querido activar en ningún momento el nivel 3 de emergencia nacional, ni los gobiernos autonómicos de las zonas incendiadas han solicitado en absoluto al ejecutivo que lo active. Es obvio que en medio de la desgracia y del caos, había intereses políticos detrás. 

Al gobierno de Sánchez le convenía que los gobiernos autonómicos del PP se "quemasen" (valga la redundancia) ante una gestión y un escenario que se les han ido de las manos. Por otra parte, si los gobiernos autonómicos del PP fuesen los que hubiesen solicitado al gobierno de Sánchez que activase el nivel 3 (asumiendo con ello el gobierno de España la situación y gestión), esto habría supuesto el reconocimiento por parte de dichos gobiernos autonómicos de sus respectivos fracasos a la hora de gestionar los incendios. 

Al igual que ocurrió con la Dana, la situación ha vuelto pues a repetirse: los ciudadanos, ante el abandono de los dirigentes políticos, han sido los que han intentado salvar sus casas y pueblos (algunos con éxito y otros, por desgracia, sin éxito) con la ayuda de voluntarios, hasta que después de una semana de vacaciones por parte de los presidentes autonómicos y, sobre todo, del presidente Sánchez, el cual ha estado desaparecido y recluido en Lanzarote hasta ahora, no han tomado unas medidas que, además de tardías son insuficientes (Bomberos, UME, BRIF, etc). 

Los líderes políticos han vuelto, al igual que en la Dana, ha abandonar a la población y ha disfrutar de sus vacaciones, antes que ponerse al mando de la situación y tomar todas las medidas oportunas ante un escenario donde España se encuentra en llamas y los ciudadanos desamparados y desprotegidos; y en esa lista incluyo, como he mencionado antes, al propio Felipe VI, el cual también ha tardado en abandonar sus vacaciones para, al igual que Sánchez, realizar solamente las visitas a la UME y/o los centros de coordinación contra los incendios, y no acercarse ni siquiera a las zonas arrasadas, ni mucho menos hablar con los ciudadanos afectados, ante el temor de ser abucheados nuevamente, como ya he añadido antes.

En definitiva, España está en llamas y el gobierno ha tardado más de una semana en reaccionar después del desastre y movilizar de forma insuficiente a parte (que no a todos) de los dispositivos disponibles (las Fuerzas Armadas no han sido desplegadas como deberían ante tal catástrofe), quedando demostrado que el Estado ha fracasado de nuevo ante un hecho devastador del cual Europa nos está sacando en parte las castañas del fuego (nunca mejor dicho), ya que desde Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Finlandia, República Checa y Eslovaquia han enviado tanto aviones cisternas, helicópteros, así como equipos terrestres especializados para sofocar los incendios ante la falta de medios en nuestro país y la superación personal de los miembros de nuestros cuerpos de seguridad, los cuales están sobrepasados por una situación que se les va de las manos. 

Esto confirma de nuevo el vacío de gobierno que padece España y el hecho de que estamos ante un Estado fallido, el cual no es capaz ni siquiera de garantizar un mínimo de seguridad y protección a los ciudadanos por la falta de presupuestos, así como por la falta de escrúpulos y la obsesión partidista de los políticos, los cuales saben que este tipo de desgracias siempre son rentables en términos electorales de cara al futuro. Y en esto incluyo a todos los partidos y a todos los gobiernos, tanto nacional como autonómicos, los cuales tienen la misma responsabilidad (o irresponsabilidad, mejor dicho) en esta barbarie. Esto confirma pues, no ya el fracaso de la clase política en general, lo cual es obvio, sino el fracaso colectivo de la propia sociedad española y del conjunto del sistema político que padecemos. 

viernes, 8 de agosto de 2025

Hiroshima, Nagasaki y el fin de la II Guerra Mundial


En estos días se cumplen ochenta años de los bombardeos nucleares que Estados Unidos, a través del presidente Harry S. Truman, lanzó contra las poblaciones japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Un bombardeo atómico que costó la vida a más de 200.000 personas, de las cuales más de 100.000 murieron en el momento de las explosiones mientras que otras 100.000 murieron en los meses posteriores como consecuencia de la radiación y el desarrollo de enfermedades causadas a raiz de los bombardeos. 

Lo sucedido hace ahora ocho décadas en Japón supone uno de los actos más atroces y maliciosos cometidos por el ser humano y del cual nadie asumió la más mínima responsabilidad penal ni fue llevado a juicio por ordenar tales acciones inhumanas. Este suceso demuestra hasta qué punto la historia tiene doble, triple y cuádruple vara de medir cuando hablamos acerca de quién realiza los actos y no del acto en sí. 

Lo ocurrido en agosto de 1945 supuso la rendición inmediata de Japón y el fin definitivo de la II Guerra Mundial, pero ello no exime que dicho final fuese causado por este acto criminal ordenado por Truman, el cual murió en su casa tranquilamente en diciembre de 1972 sin haberse arrepentido siquiera de aquella decisión. Existen, de hecho, declaraciones realizadas por el propio Truman años posteriores en los que afirmaba no solo no estar arrepentido de aquel atentado contra los derechos humanos, sino que volvería a tomar aquella decisión si estuviese en las mismas circunstancias. 

Volviendo a la doble vara de medir, esto me lleva a preguntarme: ¿Si Adolf Hitler hubiese decidido atacar con bombas nucleares Estados Unidos o Reino Unido, la historia habría sido tan misericorde con él? Recordemos que Hitler es considerado por muchos como el Anticristo en la tierra como consecuencia de su política con respecto a los judíos y es considerado oficialmente un criminal de guerra por sus atrocidades en la II Guerra Mundial. 

¿Acaso la vida de los 200.000 japoneses que fueron asesinados en Hiroshima y Nagasaki valían menos que la vida de los judíos o los estadounidenses, británicos y/o rusos que combatían contra el Eje? De haber tomado el Führer alemán aquella decisión y haber perdido posteriormente la guerra, estoy plenamente convencido de que habría sido llevado ante un Tribunal y condenado a pena de muerte por crímenes contra la humanidad, como muchos, sobre todo el primer ministro británico, Winston Churchill, ya tenían pensado hacer con él si no se hubiese suicidado en el búnker de Berlín. 

Por cierto, una cuestión (la del suicidio de Adolf Hitler), la cual daría para comentar de forma íntegra en otra entrada, ya que no son pocas las voces que, a lo largo de estas ocho décadas, han especulado, y muy seriamente, con la posibilidad de que el canciller alemán, tras enterarse y horrorizarse de la ejecución y posterior exposición y linchamiento público de su aliado, Benito Mussolini, y ante el temor de acabar como el Duce italiano, optase por negociar de forma secreta con los Aliados su fuga desde Berlín hacia un país hispanoamericano (posiblemente Argentina o Colombia) con parada intermedia en la España de Francisco Franco. Pero eso es ya una cuestión que, como acabo de comentar, es para analizar en otra entrada de forma más profunda, ya que el tema es bastante complejo, cuestionable y polémico. 

Sin embargo, y volviendo al tema que nos ocupa, frente a Hitler, tenemos a un masón de grado 33 llamado Harry S. Truman, el cual había sucedido en abril de ese mismo año a Franklin Delano Roosevelt como presidente de EEUU tras el fallecimiento repentino de éste. Truman siempre se excusó en el hecho de que, debido a la resistencia de los japoneses en agosto de 1945 y tras la rendición de los alemanes en mayo tras el suicidio de Hitler a finales de abril, el bombardeo contra Hiroshima y Nagasaki (por cierto, ambas ciudades eran de las pocas en Japón con población cristiana) era el "mal menor" para evitar una invasión terrestre americana en dicho territorio y prolongar así la guerra. Una excusa muy coherente, qué duda cabe. Para evitar un derramamiento de sangre, qué mejor decisión que ordenar un bombardeo nuclear y solucionar de forma rápida el problema (nótese la ironía). 

Hay quienes aseguran, y yo también lo creo, que el ataque de Truman contra Japón fue en parte una venganza como consecuencia del ataque de los japoneses contra la base naval de EEUU de Pearl Harbor en diciembre de 1941, acción que provocó la entrada definitiva de Estados Unidos en la II Guerra Mundial. Una acción que ha sido bastante discutida durante estos ochenta años y que yo, al igual que muchos disidentes de la versión oficial, considero que dichos ataques fueron, cuando menos, perpetrados por los japoneses con el conocimiento previo de Roosevelt, ya que EEUU deseaba entrar en guerra contra Hitler y a través de un ataque de los japoneses (aliados de los nazis y fascistas), la Casa Blanca tenía la excusa perfecta para entrar en el conflicto bélico. 

Dicho esto, y volviendo a la teoría sobre la posible venganza de los americanos contra los japoneses como consecuencia del ataque de Pearl Harbor, creo, como he añadido anteriormente, que esta teoría tiene sentido y es, de hecho, bastante acertada. ¿Por qué Roosevelt o Truman no decidieron bombardear la Alemania nacionalsocialista de Adolf Hitler o la Italia fascista de Benito Mussolini? Cabe recordar que el denominado Proyecto Manhattan, el cual supuso la creación y producción del armamento nuclear estadounidense y que fue liderado por el físico Robert Oppenheimer, empezó su funcionamiento a partir de 1942, en mitad de la guerra. 

En 1945, con los Aliados ganando el conflicto y las bombas nucleares ya operativas, los americanos podían haber hecho uso de ellas contra los italianos o los alemanes, ya que estos últimos eran el verdadero enemigo de los Aliados. ¿Por qué no lo hicieron? ¿Quizás porque los nazis ya se habían rendido en mayo de 1945? También los japoneses estaban prácticamente acabados tres meses después y sin embargo se utilizó el armamento nuclear igualmente. 

Es obvio que también había otro factor claro a la hora de ordenar Truman dicho ataque. Tras la rendición de la Alemania nacionalsocialista (por mucho que les pese a los rojos, el nazismo no es más que una variante del socialismo), comenzaba a desarrollarse otra guerra, la cual protagonizaría la segunda mitad del siglo XX: la Guerra Fría. Era obvio que los estadounidenses querían realizar en Asia una demostración de su poder militar ante la Rusia comunista de Iósif Stalin. Tras la caída del nazismo, el mundo comenzaba a dividirse entre el bando capitalista, liderado desde Washington, y el bando comunista, liderado desde Moscú. 

Era necesario para el gobierno estadounidense hacer una demostración ante los comunistas de que, al igual que ellos se habían enfrentado a los nazis, de igual manera podían hacerlo contra los soviéticos si Stalin se extralimitaba y provocaba más de la cuenta a la Casa Blanca, con independencia de quien fuese el inquilino que ocupase el Despacho Oval. De modo que los habitantes japoneses de Hiroshima y Nagasaki fueron carne de cañón por parte de los americanos para intimidar a los comunistas. Una intimidación que quizás pudo tener efectos en su momento pero que se fue diluyendo con el tiempo, cuando en octubre de 1962 EEUU y la URSS estuvieron a punto de entrar en un conflicto nuclear como consecuencia de los famosos misiles de Cuba. 

Como ya he comentado antes, tras el bombardeo atómico contra Hiroshima y Nagasaki, Japón se rindió y con ello finalizó definitivamente la II Guerra Mundial. Truman, en lugar de ser enjuiciado por crímenes de guerra, fue considerado un héroe para la gran mayoría (mientras que para otros fue considerado un criminal) y contra todo pronóstico obtuvo la reelección en las elecciones presidenciales de noviembre de 1948, terminando su mandato en enero de 1953 tras declarar la guerra a Corea en 1950 (fue el presidente que promulgó la vigesimosegunda enmienda, la cual limitaba el periodo presidencial a dos mandatos tras la presidencia interminable y autocrática de Roosevelt). 

De esta forma, tras su retiro de la política, Truman vivió plácidamente hasta su muerte en diciembre de 1972 y sin arrepentirse lo más mínimo de ser el responsable principal de uno de los mayores genocidios de la historia de la humanidad, un genocidio por el cual nunca llegó a ser enjuiciado. Esto demuestra que la historia la escriben los vencedores y que cualquier acto criminal, por muy inhumano que sea, siempre contará con la bendición de los historiadores y el beneplácito de la sociedad, ya que dicha barbarie es realizada por "los buenos". 

viernes, 18 de julio de 2025

La Inteligencia Artificial: ¿Un peligro para la humanidad?


Nunca creí que fuese a escribir de este tema en el blog, pero hace unos días vi un video donde aparecía un presentador en un plató de televisión, rodeado del público que se encontraba como espectador del mismo. Hasta ahí, ningún problema, si no fuera por el hecho de que el mismo presentador asegura en el propio video que el mismo es fruto de la Inteligencia Artificial. Es decir, no existe tal presentador, ni existen las cerca de cincuenta personas que uno ve en el video, ni tampoco el plató de televisión. Todo es fruto de la Inteligencia Artificial. 

Una Inteligencia Artificial cuyo progreso avanza de forma inexorable y la cual nos está haciendo la vida más cómoda en muchos sentidos, ya que nos sirve tanto para sacarnos de duda sobre un tema concreto, ayudarnos en alguna tarea laboral, crear videos (como el que he hecho mención) o incluso servirnos de aprendizaje en diferentes materias. Hasta ahí, la Inteligencia Artificial cumple su propósito. El problema viene cuando dicho programa alcanza, como está ocurriendo ya, un nivel de hiperrealismo que llega a asustar al ser humano.

Mientras veía el video en cuestión, me preguntaba lo siguiente ¿Hemos llegado ya a un punto donde estamos confundiendo realidad con virtualidad? Personalmente creo que sí. Tras ver el video, me dio por mirar los comentarios de los usuarios y algunos decían lo que, efectivamente, es ya una realidad: la IA es el futuro, y dentro de ese futuro es probable que sectores como la televisión tengan como contenido programas desarrollados únicamente por IA. 

Uno llega a asustarse cuando piensa en esto, ya que hemos entrado en un terreno de deshumanización donde no solo las máquinas están sustituyendo al ser humano en muchos sectores claves de la sociedad cuyo cometido era antes desarrollado por el hombre, sino que esas máquinas están ya prácticamente absorbiendo cualquier terreno antes impensable y con una precisión que supera ya lo imaginable. Pero no solo es eso, sino el factor de la hiperrealidad con la que la IA trabaja. 

Si uno ve videos hiperrealistas, cómicos y absurdos en Internet, uno puede llegar a diferenciar entre lo que es un video real y un video virtual, pero el hecho de que este video, así como otros que ya circulan por las redes, estén realizados de una forma tan precisa y real, hacen que uno ni siquiera sepa diferenciar entre lo real y lo virtual. Esto me lleva a plantearme que más pronto que tarde, el ser humano va a entrar en una especie de histeria colectiva donde ya nadie sabrá lo que es real y lo que no lo es.

Llegará el día en el que probablemente las televisiones emitan imágenes realizadas por IA haciéndolas pasar como imágenes reales, sin que uno pueda distinguir o no su veracidad. Y lo mismo ocurre con las clonaciones de las voces, donde la IA puede llegar a clonar tu propia voz y ponerte posteriormente en una situación delicada si alguien utiliza tu voz para realizar determinados actos que puedan traerle consecuencias legales a la víctima de esa estafa. 

Esto ya está ocurriendo, y de hecho el último caso que ha trascendido ha sucedido hace unos días con un Obispo Auxiliar de Sevilla, donde han clonado su voz para pedir dinero a una hermandad de la provincia. Como se puede ver, el tema es mucho más serio de lo que parece, y todo hace indicar que, como he comentado anteriormente, la histeria colectiva se apoderará de la sociedad más pronto que tarde, conforme la IA vaya aumentando sus capacidades informáticas. 

Pero la cuestión ya no es solo esa, sino el hecho de que muchos se comienzan a preguntar ya, como es mi caso, qué es real y qué no en el mundo que nos rodea. ¿Acaso el mundo en el que vivimos es real o es obra también de una IA mucho más avanzada de cualquier programa informático que haya elaborado el ser humano? ¿Lo que vemos, sentimos, tocamos, percibimos, oímos, etc, es real o es solo producto de una hiperrealidad que va más allá de nuestro conocimiento? Voy incluso aún más lejos, y sé que con esto entramos ya prácticamente en el terreno de la teoría de la conspiración absoluta: ¿Existimos realmente o somos producto de un informático avanzado que nos ha dado una vida que creemos real pero que en el fondo es virtual? ¿Qué o quiénes somos verdaderamente?

Preguntarse este tipo de cosas hace solo unos años podía parecer algo completamente absurdo, surrealista y sinsentido, pero en las circunstancias en las que vivimos, y teniendo en cuenta la capacidad de creación limitada a la que tiene acceso todavía el ser humano ¿Quién nos garantiza que nosotros no somos producto a su vez de una IA más avanzada y ajena a nosotros y que aquello que nos rodea no es más que una realidad virtual? ¿Acaso vivimos en Matrix y no lo sabemos? ¿Acaso la película protagonizada por Keanu Reeves en 1999 se adelantó a la actualidad y dio con la clave de lo que hoy muchos nos preguntamos en pleno 2025? 

Por supuesto, nadie sabrá nunca la respuesta a estas preguntas, ya que el ser humano está hecho para nacer, vivir (o malvivir/sobrevivir) y morir, sin posibilidad de descubrir nunca las respuestas profundas de nuestra existencia. Pero la IA a la misma vez nos está dando una pista de que si nosotros, simples mortales con unas capacidades limitadas, hemos conseguido todo esto en pocos años, ¿Qué no serán capaces de hacer civilizaciones ajenas a la nuestra, si es que éstas existen? ¿Acaso somos fruto de la creación de un informático avanzado que nos ha dado esta "vida virtual"? ¿Acaso ese informático es ese Dios o arquitecto del universo que nos rodea? ¿Un universo que pueda ser una puesta en escena en 3D y cuyo hecho ignoramos por completo?

Por supuesto, e insisto con ello, todo esto forma parte de la teoría de la conspiración más absoluta, pero ya hay científicos como Melvin Vopson que están estudiando esta posibilidad y que sugieren que, efectivamente, vivimos en esa realidad simulada que de confirmarse algún día supondría el fin de nuestra existencia y abriría más que nunca la pregunta que todos nos hacemos alguna vez ¿Cuál es el sentido de la vida? Una vida, en ese hipotético caso, virtual y no real. Si esto se confirmase, de nada serviría la famosa frase de Descartes "pienso, luego existo", ya que podríamos tener una capacidad virtual de pensamiento, pero nuestra existencia no sería real.

Sea como fuere, la realidad es que la IA nos está abriendo un sinfín de escenarios hasta hace unos años inconcebibles. Y si a todo esto le sumamos la hipótesis no menos grave y extendidas ya por muchos que creen en la posibilidad de que la propia IA cobre conciencia y/o vida propia en un futuro determinado, sometiendo a la humanidad a su voluntad, el panorama se vuelve aún mucho más oscuro y escalofriante. 

Es probable que el ser humano haya creado a largo plazo y sin saberlo a una bestia con la IA (una "bestIA" que algunos teóricos de la conspiración identifican con la mencionada en el Apocalipsis) y que su progreso informático provoque, tarde o temprano, la autodestrucción de la humanidad a través de esta inteligencia que fue diseñada, originalmente, para una buena causa. Veremos a ver cómo acaba esto. Lo cierto y verdad es que el futuro ya está aquí y lo que esté por venir, sea bueno o malo, es un escenario irreversible. 

viernes, 11 de julio de 2025

De la corrupción a la prostitución


Debo confesar que a estas alturas es todo un desafío escribir por cada escándalo que sale a la luz, día sí, día también sobre la corrupción que acecha al PSOE. Hace cuestión de unos días se produjo la declaración ante el Tribunal Supremo del ya ex-secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, acerca de la trama que le salpica sobre los amaños de obra pública, la cual provocó una catarsis hace un mes en el PSOE y en el gobierno y supuso su caída como número 2 del partido. Tras aquella declaración, el Juez ordenó ese mismo día su encarcelamiento en la prisión de Soto del Real, desde donde lleva encarcelado desde el pasado 30 de junio, provocando un nuevo escándalo en este ciclo sin fin de corrupción y degradación política que estamos viviendo.

Pero aquí no acaba la cosa. El pasado 5 de julio se produjo un Comité Federal en el PSOE, donde Pedro Sánchez tenía previsto anunciar el que sería su nuevo equipo tras la caída de Cerdán. Es entonces cuando se anuncia que uno de los nuevos hombres fuertes del partido será un tal Paco Salazar. ¿Cuál es la sorpresa? Que ese anuncio se hace público el 4 de julio, y en menos de veinticuatro horas aparecen una serie de informaciones en las que se comunica que varias mujeres que trabajaban en Moncloa lo habían acusado de "acoso sexual". En menos de dos horas, Salazar renunciaba al cargo que le había sido designado el día anterior.

Y aún hay más. Este pasado miércoles, 10 de julio, se ha producido una comparecencia en el Congreso de los Diputados, donde Pedro Sánchez ha vuelto a victimizarse sobre lo ocurrido con Cerdán, Ábalos, Koldo, etc, y ha anunciado un paquete hueco de medidas contra la corrupción, muchas de las cuales ya está en funcionamiento, aunque supongo que esto el propio Sánchez o no lo sabe, o si lo sabe, le es indiferente. Pues bien, tras la comparecencia salieron en tromba los socios del gobierno ha respaldar de forma unánime al presidente y a confirmar que pese a toda la corrupción habida y por haber en Ferraz y en Moncloa, el apoyo a Sánchez seguía intacto. El propio Gabriel Rufián no pudo ser más claro, y a la vez más hipócrita, en su intervención: "si son dos o tres casos aislados, no pasa nada". 

También salió en tromba la todavía vicepresidenta del gobierno, Yolanda Díaz (la cual ni siquiera quiso sentarse al lado de Sánchez esta vez en el banco azul del gobierno, sino junto a su grupo de Sumar), sacando a relucir el nombre de su padre (fallecido no hacía ni doce horas) para pedirle a Sánchez que se quedase. "en nombre de mi padre fallecido, no podemos permitir que vuelva a gobernar la derecha". Una intervención digna de una frivolidad extrema, ya que nunca se había visto a una tipeja como esta hacer electoralismo a base de un familiar recientemente fallecido. Qué lejos quedan ya aquellos años en los que Díaz exigía con la misma rotundidad que ayer defendía la permanencia de Sánchez, la salida de Rajoy de la Moncloa. Claro, eran los años de la Gürtel, Bárcenas, etc, y entonces esa corrupción sí había que combatirla. Esta, sin embargo, hay que encubrirla. Esta es la lucha contra la casta y la corrupción que defendía Podemos hace diez años. 

Pero aquí es donde viene lo gordo. Tras la intervención del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo (una intervención muy en su línea tibia, simplista e hipócrita), seguida de la intervención de los socios de Sánchez, llegó el turno del presidente del gobierno, donde estuvo durante media hora exponiendo los casos de corrupción del PP, tanto de la época de Aznar como de la de Rajoy, así como de la época del PSOE de Felipe González (un dardo envenenado al ex presidente socialista tras las críticas de éste contra el propio Sánchez), así como contra los escándalos que afectan al propio Feijóo y de los cuales se ha venido hablando desde hace tiempo: su estrecha relación con un conocido narcotraficante y, por ende, su posible vinculación con el mundo de las drogas. 

Es entonces cuando Feijóo, tras echar en cara a Sánchez que airease los escándalos de Aznar, Rajoy y Felipe González (como buen socialista reprimido y ex votante felipista que es, se notó que a Feijóo le dolió más las acusaciones de Sánchez contra González que las vertidas contra Aznar y Rajoy) acusa a Sánchez, en un arrebato de ira, de algo que desde hace tiempo es un secreto a voces: la vinculación del todavía presidente del gobierno con los negocios de prostíbulos y saunas de homosexuales que regentaba su suegro, el padre de Begoña Gómez, Sabiniano Gómez. 

Estas declaraciones han supuesto un antes y un después en este nuevo asunto, el cual era un secreto a voces pero que con la afirmación de Feijóo ya se ha hecho oficial. Desde la prensa nacional hasta la prensa internacional (incluyendo "The Times"), se han hecho ya eco de la relación entre Sánchez y los negocios de prostitución, tanto en prostíbulos heterosexuales como homosexuales que regentaba Sabiniano Gómez y su hermano; así como las supuestas grabaciones que la familia de Begoña Gómez realizaba en las saunas homosexuales que tanto su padre como su tío dirigían y en las que, supuestamente, fueron grabados durante años políticos de todos los partidos, periodistas, jueces, fiscales, empresarios, banqueros y todo tipo de personajes vinculados a todos los sectores sociales de España. Unas grabaciones que supuestamente sirvieron de extorsión contra estos para que Sánchez, una vez casado con Begoña Gómez, despegase en su carrera política. 

Como es obvio entre la prensa afín a Sánchez, ya hay quienes afirman que Feijóo se ha pasado veinte pueblos al hacer este tipo de declaración. Yo creo que no se ha pasado en absoluto, sino que ha sido un arrebato por parte del presidente del PP ante las acusaciones que Sánchez estaba vertiendo contra él en ese momento. Un arrebato del cual Feijóo ya no puede volver a atrás, o quizás sí. Ante las acusaciones reiteradas de Sánchez contra el líder del PP sobre sus relaciones con el narcotráfico y las drogas, éste decidió sacar a la luz la relación del presidente del gobierno con el proxenetismo y la prostitución. Un asunto que se ha comentado en algunos sectores y donde se ha mencionado incluso que la contable de estas saunas era la propia Begoña Gómez. 

Digamos que Feijóo ha abierto sin buscarlo en un principio la caja de pandora y ha sacado, esta vez de forma definitiva, un caso extremadamente grave, el cual afecta ya de lleno tanto a Pedro Sánchez como a su mujer, y aunque sea una cuestión privada, se ha convertido, como no podía ser menos, en un asunto de interés público, ya que hablamos de lucro a costa de la prostitución y de extorsión a los clientes de las saunas a cambio de que éstos clientes (políticos, jueces, periodistas, empresarios, etc) apoyasen el ascenso político de Sánchez en su momento. 

Como se puede ver, estamos ante un escándalo de tal magnitud que si finalmente saliesen esos audios a la luz, así como la información sobre los prostíbulos, provocaría no ya una crisis en el PSOE o en el gobierno, sino una crisis sistémica donde miembros del Poder Judicial, la política, el periodismo, el empresarial y otros muchos sectores se verían afectados por esta bomba que haría explotar por los aires el denominado "régimen del 78". Personalmente no creo que esto vaya a ir a más, ya que hay muchos individuos de por medio. 

Y no me refiero solo a políticos, sino, como he dicho, a individuos de otros sectores de la sociedad (esta noche he escuchado incluso que del clero, en un programa de televisión). Como se puede ver, el asunto ya es lo suficientemente grave como para que alguien o algunos no peguen un toque de atención y digan "hasta aquí". La cuestión es ¿Saldrá Pedro Sánchez bien parado finalmente de esto si este escándalo no va a más? Puede ser. ¿Puede que el escándalo, ya pregonado a los cuatro vientos por Feijóo, sea imparable y a partir de ahora salga más información al respecto? No lo creo, aunque ya me espero de todo. 

Recordemos que si los clientes tanto de ese prostíbulo como de esas saunas eran miembros, no solo del PSOE sino de muchos otros partidos políticos, incluido el PP, Feijóo se habría pegado un tiro en el pie, de modo que tampoco le conviene hablar mucho más sobre este asunto. Por el momento, ayer por la tarde salió una información en la que se aseguraba que la vivienda privada de Pedro Sánchez la pagó su suegro gracias al dinero conseguido a través de los negocios de la prostitución. ¿Quedará aquí la cosa? Veremos a ver qué pasa. Yo, personalmente, creo que sí, aunque todo está por ver. 

Y por si fuera poco, a todo esto se le suma unos rumores que vienen pisando fuerte desde hace varias semanas, en los que se asegura que Pedro Sánchez, o su entorno, habrían filtrado a la UCO conversaciones del presidente con Letizia Ortiz, donde supuestamente la mujer de Felipe VI habría solicitado de Sánchez asesoramiento para desviar dinero a la República Dominicana. Un asesoramiento que, según algunos, entraría dentro de una relación más estrecha entre ambos y que trascendería la relación institucional. Una especie de relación Godoy-María Luisa de Parma 2.0, con Felipe VI repitiendo el papel de Carlos IV. 

Por supuesto, si ya soy escéptico con respecto a la publicación de más información con respecto a los prostíbulos y las saunas del suegro de Sánchez (el cual casualmente falleció hace justo un año, cuando iba a ser llamado a declarar por sus negocios turbios), más lo soy con respecto a este asunto, el cual involucraría de lleno no solo a Moncloa sino también a Zarzuela. Los que tienen conocimiento sobre parte del contenido aseguran que de salir a la luz, el caso Urdangarín quedaría en nada en comparación con esto. 

Según estos periodistas, los cuales han sido quienes han mencionado este caso (el cual insisto, no dejan de ser rumores, aunque muy potentes), esta filtración la habría realizado el propio Sánchez o su entorno como una especie de cortafuegos, con el objetivo de poner a prueba a la UCO si esta unidad decide ir hacia adelante con respecto a esta investigación. Si la UCO decide tirar hacia adelante, no solo debe llamar al Palacio de la Moncloa, sino también al Palacio de la Zarzuela, dinamitando ya definitivamente el régimen del 78, ya que estaríamos ante un escándalos de intereses económicos e incluso sentimentales y/o sexuales, los cuales involucrarían de lleno a la Jefatura del Estado y a la Jefatura del Gobierno. Ahí es nada. 

Y es que, si Letizia desviaba dinero a República Dominicana, a veces viajando en el Falcón junto a Pedro Sánchez, como algunos han apuntado, ¿Felipe VI era conocedor de esos desvíos, de esos viajes junto a Sánchez e incluso de esa relación entre el presidente y la reina consorte? ¿Esas cuentas estarían puestas a nombre de Letizia, de Sánchez, de Felipe o de sus hijas, Leonor y Sofía? ¿Y de dónde provenía ese dinero? Se habla de millones de euros, una cantidad que Letizia dudo que haya ganado en su vida, ni como reina consorte, ni mucho menos como periodista antes de su boda con Felipe VI. Algunos hablan de que esos millones serían parte de la herencia que Juan Carlos le habría legado a Felipe y que éste rechazó en 2020. Una renuncia que, por otra parte, no tenía ningún tipo de validez legal.

Mucho cuidado con esto porque si saliese a la luz, que no va a salir, esto llevaría consigo una implosión absoluta en la que un divorcio entre Felipe y Letizia, así como la dimisión de Pedro Sánchez no sería solo suficiente (tampoco lo sería la dimisión de Sánchez si salen a la luz más informaciones sobre los negocios de su suegro, así como los audios a esos clientes tan relevantes), sino que debería llevar consigo la abdicación de Felipe VI e incluso la renuncia al trono de sus hijas, así como la apertura del debate sobre el modelo de Estado y el fin del sistema de la Transición. 

No sé en qué acabará todo esto, pero todo parece indicar que va a ir más conforme pasen los meses. No hablo ya del escándalo de los negocios del suegro de Sánchez y la relación del presidente con estos, ni tampoco de esas supuestas informaciones sobre el jefe del ejecutivo y la ex periodista, Letizia Ortiz, sino de otros casos que en teoría están ya en manos de la UCO y que parece que van a ir saliendo más pronto que tarde. 

Algunos hablan ya de nuevos informes demoledores contra la actual presidenta del Congreso, la socialista Francina Armengol, otros sobre un informe contra el actual ministro de Política Territorial, el socialista Ángel Víctor Torres y otros sobre un próximo informe acerca de la financiación irregular del PSOE. Otros, sin embargo, hablan ya de una inminente entrada en prisión de José Luis Ábalos, lo cual supondría el culmen final que hace unos días explotó con la entrada en prisión de Santos Cerdán: dos ex-secretarios de Organización del PSOE consecutivos ingresando en prisión. 

Sea como fuere, lo cierto y verdad es que Pedro Sánchez cada vez está más arrinconado, pero a su vez sobrevive y resiste gracias a la respiración asistida a la que le someten sus socios, con el objetivo de sacarle más concesiones que nunca a cambio de una permanencia en la Moncloa que Sánchez necesita como la vida misma, no solo para permanecer en el poder a toda costa, sino para autoblindarse él y los suyos a estas alturas de la situación. La cuestión, viendo el panorama, ya no es solo si Sánchez llegará o no a 2027, sino en qué circunstancias llegará tanto él como España y el sistema del 78 si el presidente del gobierno consigue agotar la legislatura.