Hace unos días escribí una entrada acerca de la grave situación que atraviesa España con respecto a los casos de corrupción que están sacudiendo al PSOE y a Pedro Sánchez. Entre las cuestiones que comenté en aquella entrada, hice mención acerca de los paralelismos que existen entre la situación que se vivió en nuestro país hace justo treinta años, en 1995, y la que estamos viviendo actualmente en este 2025. Con esta entrada pretendo ahondar algo más en esos paralelismos, que dicho sea de paso, son bastante interesantes.
Obviamente, no voy a entrar en las diferencias de ambos años, ya que son muchas y notorias. La España de 2025 no se parece en nada, por desgracia, a la de 1995; y aunque a finales del siglo XX España vivía un periodo similar al que vivimos actualmente desde el punto de vista político, el escenario actual es mucho más caótico que el de entonces. En treinta años han cambiado muchas cosas, demasiadas, y el contexto general que vivíamos en 1995 no es el que padecemos en 2025. Aun así, insisto, no voy a entrar en esas diferencias, ya que de ser así, la entrada sería mucho más extensa de lo que ya va a ser. Por ello me centraré solo en los paralelismos de los años 1995 y 2025, los cuales paso a describir.
En 1995, el PSOE llevaba ya trece años gobernando y Felipe González estaba arrinconado tras los escándalos de corrupción que acechaban a su partido, a su gobierno e incluso a él mismo día sí, día también. En aquel entonces, llevaba gobernando dos años desde que ganó casi contra todo pronóstico sus últimas elecciones generales, las de junio de 1993. En este 2025 en el que nos encontramos, el PSOE es igualmente el partido que gobierna España desde hace siete años.
La corrupción vuelve treinta años después a sacudir al PSOE, donde los casos de corrupción son diarios y afectan, al igual que hace tres décadas, al actual presidente del gobierno, a su familia (esto no ocurría en 1995 con González), al ejecutivo y al PSOE. Dicha corrupción tiene cada vez más acorralado a Pedro Sánchez, el cual, al igual que le sucedía en 1995 a González, se resiste a dejar el poder a toda costa. En este 2025, el PSOE lleva gobernando dos años desde que perdiesen las elecciones generales de julio de 2023 (no las ganaron, por mucho que les pese a los socialistas).
En 1995, los casos que sacudían al PSOE eran los GAL, Filesa, Mariano Rubio (ex gobernador del Banco de España), Luis Roldán (ex director general de la Guardia Civil) y las escuchas ilegales del CESID, entre otros casos. En 2025, los escándalos que atemorizan al PSOE son el caso Koldo, el caso Begoña Gómez (esposa de Pedro Sánchez), el caso David Sánchez (hermano del presidente del gobierno), el caso Ábalos (ex ministro de Industria en el gobierno de Sánchez), el caso Cerdán (Secretario de Organización del PSOE), el caso García Ortiz (actual fiscal general del Estado), el caso Aldama (comisionista del partido) y el reciente caso de los fontaneros del PSOE, con Leire Díez y otros sujetos más a sueldo del gobierno con el objetivo de "silenciar a toda costa" (Leire Díez dixit) a Aldama y al teniente coronel de la Guardia Civil encargado de investigar todos los casos anteriormente citados.
En 1995, España vivía una crisis política y moral seria como consecuencia de los casos de corrupción que afectaban al denominado felipismo. La monarquía, el Banco de España, la Guardia Civil, el CESID y otras instituciones se veían claramente arrastradas en el declive de los socialistas en los años 90. En 2025, España vive una crisis política, social, moral y cultural que arrastra directamente a todo el sistema, el cual está mucho más débil y agotado que hace treinta años.
Esa decadencia vino sobre todo desde hace veintiún años, con el 11-M y la victoria contra todo pronóstico de Zapatero frente a Rajoy en 2004, pero eso ya es harina de otro costal. La crisis territorial, la polarización política, la división social, la fragmentación de los partidos, la corrupción (más profunda ahora que en los años 90) y el deterioro de las instituciones, hacen que la España de 2025, a pesar de las similitudes que estoy describiendo, sea en el fondo mucho más graves que las que tenía nuestro país en 1995.
Siguiendo con las similitudes, en 1995, Felipe González tenía ya cincuenta y tres años y aunque había rumores de que daría un paso atrás para las próximas elecciones, fijadas inicialmente para junio de 1997, finalmente accedió a presentarse de nuevo para un quinto mandato consecutivo, el cual no ganó, aunque por poco. En 2025, Pedro Sánchez tiene igualmente cincuenta y tres años y al igual que González, su sed de poder es insaciable y está dispuesto a todo con tal de no solo permanecer en el poder a toda costa, sino de presentarse de nuevo a las próximas elecciones, previstas para julio de 2027.
En 1995, el entonces rey Juan Carlos I contaba con cincuenta y siete años. En 2025, su hijo y actual rey, Felipe VI, tiene igualmente cincuenta y siete años. Curiosamente, en el caso de Juan Carlos I y Felipe González, la diferencia de edad era de solo cuatro años y dos meses, mientras que la de Felipe VI y Pedro Sánchez es igualmente de solo cuatro años y un mes. En el caso de Juan Carlos y González, las relaciones siempre fueron bastante cordiales, quizás demasiado para un jefe del Estado y un jefe del gobierno. Por el contrario, se lleva diciendo desde hace años que la relación entre Felipe y Sánchez no es precisamente la más cordial que puede haber entre un monarca y un presidente del gobierno.
En lo que respecta a la oposición, en 1995 España tenía de líder de la oposición al líder del PP, José María Aznar, el cual contaba entonces con solo cuarenta y dos años y no despertaba grandes ilusiones en la sociedad española. Su falta de carisma y su sobriedad castellana eran la antitesis al desparpajo y la guasa andaluza que caracterizaba a Felipe González. En 2025, tenemos igualmente de líder de la oposición al actual líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, el cual tiene ahora sesenta y tres años, justo veintiún años más que los que tenía Aznar en 1995 (cuarenta y dos años).
Su falta de carisma, unido a su tibieza y su debilidad como dirigente político, hacen de él un tipo que al igual que ocurrió hace treinta años con Aznar y posteriormente con Rajoy, tampoco despierta grandes ilusiones de cambio político entre la sociedad. Por parte de Pedro Sánchez nos encontramos ante un tipo sin escrúpulos, cínico, maquiavelo, narcisista y ambicioso, el cual no solo no genera entusiasmo entre la sociedad española (nunca la generó), sino que su figura destila en gran parte de la población (entre sus votantes no, obviamente) rechazo, odio o, como mínimo, hartazgo.
En 1995, Felipe González estaba desde 1993 gobernando gracias al apoyo de la CIU de Jordi Pujol. En 2025, Pedro Sánchez gobierna España gracias al apoyo de los etarras de Bildu, los nacionalistas vascos del PNV, los podemitas/sumaristas y los independentistas de ERC y Junts (partido heredero de la ya extinguida CIU). En 1995, CIU retiró definitivamente su apoyo a González al no aprobarle los Presupuestos Generales del Estado para el año siguiente, obligándolo a convocar elecciones generales anticipadas para marzo de 1996. Cabe añadir que, realmente, ese calendario electoral ya lo habían diseñado y pactado González con Jordi Pujol aquel mismo verano; lo que fue una sorpresa para González es que Pujol le rechazase unos presupuestos cuya aprobación estaba previamente garantizada por el entonces presidente catalán y líder de CIU.
En 2025, España lleva ya desde 2023 sin Presupuestos Generales del Estado. Desde que comenzó la actual legislatura en noviembre de hace dos años hasta el día de hoy, los socios de gobierno de Pedro Sánchez no le han aprobado ni un solo presupuesto (tampoco ERC se los aprobó en febrero de 2019, obligando a Sánchez a convocar elecciones generales para abril de aquel mismo año, las cuales se repitieron en noviembre).
Tampoco parece probable que los socios del todavía presidente les apruebe los presupuestos ni de este año (estamos ya a mediados de 2025) ni tampoco los de 2026 ni seguramente los de 2027. De hecho, y según apuntaron hace escasas semanas medios como The Objective, Europa Press, entre otros, el gobierno socialista ya trabaja con el escenario de llegar a 2027 sin aprobar ni un solo presupuesto en toda la legislatura.
La diferencia aquí si es clave, ya que mientras González aceptó ir a elecciones tras serle rechazado los prespuestos (ya he mencionado antes que incluso de haberse aprobado éstos, González y Pujol ya tenían pactado que el entonces presidente del gobierno convocaría elecciones para la primavera de 1996), Sánchez está decidido a mantenerse en el poder aunque no apruebe un solo presupuesto y el país esté en parmanente estado de escándalos de corrupción y bloqueos políticos.
Mientras en 1995, Felipe González estaba ya politicamente calcinado después de trece años de gobierno y un sinfín de escándalos de corrupción, en 2025 es Pedro Sánchez quien actualmente se encuentra completamente quemado mientras contempla cómo los innumerables escándalos de corrupción le van cercando cada vez más. La diferencia está en que González ya llevaba trece años de gobierno, y aún así quería más. Sánchez lleva siete años gobernando, prácticamente la mitad. Los mismos que Aznar, Rajoy y Zapatero. Pero al igual que González, Sánchez tiene ansias infinitas de poder y no desea bajo ningún concepto abandonar la Moncloa.
Muchos critican, y con toda la razón del mundo, las ansias infinitas de poder de Sánchez, incluido el propio Felipe González. Pero lo que el ex presidente del gobierno ignora, o pretende no recordar, es que Sánchez es el reflejo que aparece cada vez que González se mira al espejo. Sánchez es el fiel discípulo ideológico de Zapatero (el cual es su mentor), pero con la ambición desmedida de poder absoluto que hasta hace treinta años tenía el propio Felipe González.
Estas son las similitudes más relevantes y llamativas de estos dos escenarios, los que vivimos hace treinta años (aunque yo en 1995 solo tenía tres años) y los que estamos viviendo en el presente año. ¿Acabará el escenario actual igual que el de hace tres décadas? Lo pongo bastante en duda, pero a estas alturas ya no descarto nada. Siguiendo esta línea de paralelismos sorprendentes, no descartaría que pudiese haber un cambio de gobierno para el próximo año 2026, como lo hubo en 1996.
Un Sánchez que, al igual que Felipe González, dejaría el poder a los cincuenta y cuatro años. Con un rey (Felipe VI) que, al igual que su padre hace tres décadas, tendría cincuenta y ocho años, y con un nuevo presidente (Feijóo) que en 2026 contaría con sesenta y cuatro años, veintiún años más que Aznar (El ex líder del PP tenía cuarenta y tres años cuando tomó posesión de la presidencia del gobierno en 1996).
De esta forma, el círculo se cerraría justo a los treinta años, de la misma forma, o similar, a lo ocurrido en 1996, cuando Aznar ganó por la mínima a Felipe González y éste, en lugar de seguir gobernando con los nacionalistas e IU a pesar de haber perdido (los números daban para esa posibilidad), prefirió pasarle el testigo a Aznar. A Sánchez en cambio, no le veo pasando el testigo a Feijóo ni a ningún otro tan fácilmente. Si deja el gobierno, es posible que sea o bien este año, o bien el que viene. Aunque, conociendo al personaje, no descarto en absoluto que logre agotar la legislatura y consiga reeditar sus pactos si Feijóo no consigue mayoría con VOX en 2027.
Todo está pues en el aire. En los próximos meses veremos si finalmente el ciclo de esta historia se repite treinta años después o si el desenlace será completamente diferente. De lo que no tengo duda es que si Feijóo llega finalmente a la Moncloa, escenario que dudo que vaya a ocurrir a pesar de todo lo que está cayendo, protegerá a Sánchez de todos sus escándalos y obstaculizará que la Justicia confirme lo que los medios, a través de las informaciones y los audios, ya han publicado: que el llamado "número 1" de la trama Koldo es el propio Sánchez.
De esta forma se repetiría el contexto que ya se produjo en agosto de 1996 cuando, tras el cambio de gobierno, Aznar acabó protegiendo a González al negarse a entregar a la Justicia los documentos del CESID, los cuales confirmarían que el ex presidente socialista era efectivamente el denominado "señor X" de los GAL, como así aseguraron algunos medios de la época. Todo ello, según Aznar, en pos de "salvaguardar la seguridad nacional".
Estoy plenamente convencido de que, de llegar al poder Feijóo, esa será también su posición. Así funciona el bipartidismo. Ya lo vimos en 1996 y puede que lo veamos, o no, dentro de unos meses o un año si el cambio de gobierno se efectua. Pero de lo que no hay duda es que si en 1996, la crisis política que acechaba a España se resolvió con un cambio de gobierno, lo que pase a partir de ahora no se resolverá con un simple relevo en el ejecutivo, sino que puede que este hipotético escenario sea la antesala de un cambio más relevante a nivel sistémico en una España que vive claramente los últimos coletazos del régimen del 78. Por lo demás, reitero que toca pues ver y esperar si el desenlace de este paralelismo 1995/2025 se consume exáctamente igual que hace tres décadas, o si, por el contrario, su final será completamente distinto. En los próximos meses saldremos de dudas.
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