En el día de hoy se ha producido uno de los acontecimientos que no se vivían en el mundo desde hacía ya siete décadas: la coronación de un monarca británico, en este caso de Carlos III, como rey del Reino Unido y de los demás países monárquicos de la Commonwealth en los que también es jefe del Estado, así como su juramento como Jefe Supremo de la Iglesia Anglicana. Una ceremonia que se ha celebrado en la Abadía de Westminster y que ha estado cargada de absoluta pomposidad y simbolismo en el que tanto Carlos como Camilla Parker Bowles han sido coronados como nuevos monarcas de Gran Bretaña, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, etc, por el arzobispo de Canterbury, y en el que también ha prestado juramento de fidelidad hacia su padre el actual príncipe de Gales, Guillermo.
Con el acto de hoy culmina el proceso de transición que se inició hace ocho meses con el fallecimiento de la reina Isabel II, continuó a los días siguientes con la proclamación del hasta entonces príncipe de Gales, Carlos, como nuevo rey, y que hoy ha terminado con la coronación oficial de Carlos III, iniciándose un tiempo nuevo para la monarquía británica (Algo que dudo seriamente que ocurra, ya que lo vivido hoy supone más una continuación de lo anterior que el comienzo de una nueva etapa). Un tiempo nuevo que no va a estar exento de polémicas, tensiones y rencillas familiares, ya que Juego de Tronos se va a quedar bastante corto en comparación a lo que se espera que transcurra a partir de ahora en el Palacio de Buckingham.
Y es que todo parece reinar sobre Londres en estos históricos momentos menos la tranquilidad: por un lado tenemos el escándalo del príncipe Harry (Que ha sido hoy uno de los asistentes a la coronación de su padre), el cual tras la publicación de su polémico libro y sus entrevistas junto a Meghan Markle desde Estados Unidos, no ha hecho sino empeorar la situación en la Casa Real británica a través de sus relatos, así como la relación entre él mismo con su padre, el rey, y su hermano, el príncipe de Gales. Por otro lado está el escándalo del príncipe Andrés, el cual sigue proscrito de la familia real tras salir a la luz su amistad con el fallecido multimillonario, Jeffrey Epstein, y su participación en los casos de abusos sexuales hace unos años.
Otra cuestión que no se queda atrás son las encuestas, las cuales han anunciado hace unos días la baja popularidad que transmite Carlos III entre los británicos, algo que nunca ocurrió con su madre, la reina Isabel II, a excepción de la tumultuosa semana que se vivió en Reino Unido tras la muerte de la princesa Diana en 1997 y que supuso toda una crisis en la Monarquía inglesa. Una crisis que esperemos no se vuelva a reabrir con la apuesta de Carlos de abolir el título de "reina consorte" y adoptar simplemente el de "reina" para su esposa Camilla. Debo añadir, por otro lado, que Camilla Parker es, al igual que Letizia Ortiz en España, la reina consorte, no la soberana titular, y eso es algo que Carlos debe aceptar sin más, si no quiere reabrir viejas heridas en el recuerdo de Diana con tal de colmar de honores a su mujer.
También está la crisis y el desgaste que viene sufriendo la institución monárquica como consecuencia de todos los escándalos que antes he mencionado y que salpican al príncipe Harry, Meghan Markle, el príncipe Andrés, así como al propio rey Carlos III, el cual ha sido noticia estos días al anunciarse que posee una fortuna personal de 2.000 millones de euros. Una cifra bastante jugosa, la cual parece que no ha sentado nada bien entre la población británica, la cual ha manifestado abiertamente su rechazo a que la coronación del rey sea cargada a las arcas del Estado. Todo esto está causando un rechazo total no sólo contra el actual rey, sino contra la Monarquía en general, sobre todo entre la población británica más joven. Algo que desde Buckingham deberán tener en cuenta, sobre todo si quieren que este rechazo no alcance también a la población más longeva.
Y ya por último está el factor sobre el sentir que se está viviendo en los países monárquicos de la Commonwealth, donde Carlos es también rey de quince de esos cincuenta y seis estados miembros. Según parece, el sentimiento republicano en estos países se está incrementando, y son ya varias las voces que piden un referéndum para convertirse en una República y dejar atrás los siglos de dominación británica sobre estas naciones, las cuales fueron en su momento colonias del Imperio Británico. Si a esto le sumamos como remate final el hecho de que tanto en Reino Unido como en los demás estados en los que reina la corona británica desean abiertamente que sea el príncipe Guillermo y no el recién coronado rey Carlos el que esté al frente de estos países, la situación no puede ser peor para el nuevo monarca. Y a no perder de vista la grave situación interna que atraviesa Reino Unido con respecto a la posible independencia de Escocia, así como de Irlanda del Norte y su unificación con la República de Irlanda.
Personalmente creo que con la suma de todos estos problemas, Carlos no va a saber estar a la altura de estos desafíos. Lo correcto hubiese sido que en vida de Isabel II y debido tanto a su edad como al rechazo que genera entre la población en favor del príncipe de Gales, Carlos renunciase a sus derechos al trono en favor de su hijo. De esta forma, tanto en Reino Unido como sobre todo en la Commonwealth, estarían en estos momentos más relajados y no exigirían estos últimos con tanta insistencia la convocatoria inmediata de un referéndum sobre la forma de estado en sus respectivos países. Este es el problema de heredar a los 74 años más de una quincena de países como Jefe del Estado. Carlos III tiene ya tras de sí una vida marcada por la polémica y los escándalos. Una vida nada ejemplar que ahora va a traerle más de un quebradero de cabeza a la hora de reinar sobre los países que le corresponden como monarca.
Por no hablar de que tampoco es muy lícito en términos morales que la máxima autoridad de la Iglesia Anglicana sea un hombre que estuvo divorciado y que se casó en segundas nupcias con una mujer divorciada, la cual es la misma con la que le fue infiel a su primera esposa, y que hoy ha sido coronada junto a él. Sólo hay que recordar lo que ocurrió en 1936, cuando Eduardo VIII decidió casarse con la divorciada Wallis Simpson. Su obstinada decisión le llevó a crear una crisis de Estado no sólo en Reino Unido, sino también en los países de la Commonwealth, ya que tanto en Londres como en Ottawa, Canberra o Wellington, la idea de que el rey se casase con una americana divorciada no sentaba nada bien entre los gobiernos de cada nación de los que Eduardo VIII era rey. Esto, como ya es sabido, acabó con la abdicación del propio Eduardo, ya que su renuncia al trono era la única salida para que pudiese contraer matrimonio con Wallis Simpson. Como se puede apreciar, casi noventa años después, las cosas han cambiado y mucho en el seno de los Windsor y en el mundo, en general.
¿Qué creo personalmente que va a ocurrir? Si hablamos en términos biológicos, es bastante probable que Carlos III llegue a reinar más tiempo del que se cree. Yo creo que perfectamente puede estar más de veinte años al frente del trono británico. Otra cosa es lo que ocurra en términos políticos, sociales, económicos, e incluso familiares, donde ya he dicho que las rencillas en el seno de la familia real van a dejar a Juego de Tronos en un juego (Valga la redundancia) de niños. Si las circunstancias y los intereses de la Corona, el Reino Unido y la Commonwealth se ven afectados, es posible que Carlos se vea obligado a abdicar dentro de un tiempo. Por supuesto no digo que ese momento se produzca ahora, ni mucho menos, pero sí dentro de unos años. La imagen que ha representado hoy Carlos al ser coronado y ungido rey no es la de una Monarquía renovada y propia del siglo XXI. Ese momento se producirá cuando sea Guillermo quien protagonice el histórico evento que hemos vivido hoy. Un príncipe Guillermo el cual no está exento de polémicas tampoco, sobre todo en lo que se refiere a su vida personal y matrimonial, pero que es más aceptado entre la población que un Carlos III que subió hace ocho meses al trono con una imagen pública desgastada y pasada de moda.
En mi opinión creo que el reinado de Carlos será al siglo XXI lo equivalente al reinado de Eduardo VII en el siglo XX. El rey Eduardo VII llegó con cerca de 60 años al trono tras el fallecimiento de la reina Victoria en 1901, tras más de sesenta y tres años de reinado, y sólo reinó hasta 1910, cuando falleció debido a una bronquitis. Con esto no quiero decir que Carlos III dure lo mismo que Eduardo VII, ni muchísimo menos, pero sí que su reinado puede ser igual de breve que el de su antecesor como consecuencia de alguna crisis que acabe desatando su abdicación en favor de su hijo, lo cual hará que su reinado pase sin pena ni gloria, aunque es verdad que durante el breve reinado de Eduardo VII, Inglaterra estaba en la primera línea mundial durante lo que se considera "la Época Eduardiana". ¿Conseguirá por su parte Carlos pasar a la historia como un monarca relevante, al igual que su madre? No lo creo, aunque quién sabe, a lo mejor el recién coronado monarca nos sorprende a todos. Por el momento, y aun con lo vivido hoy cabe preguntarse: ¿Dios salve al rey? El futuro, los escándalos, los deseos de cambio de los ciudadanos tanto de Reino Unido como de la Commonwealth, así como las circunstancias que se avecinan, las cuales no serán fáciles ni muchísimo menos, nos lo dirán más pronto que tarde.
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