martes, 30 de mayo de 2023

Sánchez contraataca con el 23-J


Qué verdad es que la política es como el fútbol; todo puede cambiar en cualquier momento. No habían pasado ni doce horas desde que anoche el PP estaba celebrando en Génova su arrolladora victoria en las elecciones municipales y autonómicas cuando esta mañana ha salido Pedro Sánchez desde Moncloa y ha anunciado, para sorpresa de todos, la disolución inminente de las Cortes Generales y la convocatoria inmediata de elecciones generales para el próximo 23 de julio en una declaración institucional sin preguntas y sin haberlo consultado con el Consejo de Ministros, como así establece el artículo 115 de la Constitución española. 

Un anuncio que, como acabo de decir, nos ha pillado por sorpresa a todos (A mí el primero), ya que todos dábamos por hecho que tras la debacle de ayer en toda España, Sánchez se mantendría alejado de los focos por unos días y evitaría así asumir ninguna responsabilidad en el resultado de anoche. Pero contra todo pronóstico, Sánchez ha vuelto a salirse con la suya y ha dejado a todo el personal boquiabierto al anunciar unas elecciones generales que en teoría debían de celebrarse para el mes de diciembre, y en las que él había insistido incesantemente que serían en esa fecha y no antes. Pero como suele ser habitual en él, una cosa es lo que dice Sánchez y otra lo que haga.

La situación pues ha vuelto a dar un giro de 180 grados en menos de doce horas en el panorama político nacional. Algunos medios apuntan a que esta decisión, por sorprendente que parezca, ya la tenía más que estudiada y meditada Sánchez con sus asesores desde hacía varias semanas. Parece ser que en Moncloa tenían información privilegiada de por dónde iban a ir los resultados de anoche y Sánchez comenzó desde ese momento a barajar la opción de adelantar las elecciones, que es lo que ha acabado haciendo hoy. Unas elecciones que se celebrarán a finales de julio, con gran parte de la población española de vacaciones. 

Y es que Sánchez es todo lo que queramos decirle, pero tonto no es. Ha sabido escoger una fecha tan inédita en la historia de España como son las vacaciones de verano con el fin de volver a salir reelegido como presidente del gobierno. ¿Cómo? Pues aprovechando que gran parte de la población estará de vacaciones y lejos de su ciudad, lo que provocará que muchos ciudadanos votantes del PP o VOX se queden sin votar, y con ello movilizar en cambio al electorado izquierdista que se quede en su casa con el fin de conseguir una victoria que le permita renovar sus acuerdos con Podemos, ERC, Bildu, etc. En resumen, una jugada maestra de un maquiavélico de la política.

Desde el PP y VOX han aplaudido esta decisión y creen que están en condiciones de enfrentarse a Pedro Sánchez el 23-J. Nada más lejos de la realidad. Tanto a Feijóo como a Abascal esta decisión les ha pillado de imprevisto. Nadie, ni siquiera ellos, pensaban que el líder del PSOE y todavía presidente del gobierno fuese a dar un golpe encima de la mesa y adelantase unas elecciones que en teoría serían para perderlas. Está claro que Sánchez ha tirado ya la casa por la ventana y va a por todas. Sabe que estirar la legislatura de aquí a diciembre sólo serviría para desgastar aún más su ya deteriorada imagen, y sabe también que ya no tiene nada que perder y mucho que ganar con esta decisión. Una decisión que ha pillado incluso de imprevisto a la presidenciable Yolanda Díaz, la cual tiene pocos días para llegar a un acuerdo con Podemos que permita a éstos integrarse en el proyecto de Sumar, lo cual hace más difícil su idea de construir ese proyecto.

Y es que seamos claros, Sánchez nos la ha metido doblada a todos con esta decisión; a la primera a Yolanda Díaz, la cual queda debilitada tras la decisión de hoy y los pésimos resultados de anoche. De hecho, ya ha salido Pablo Iglesias en pedir un "Frente Popular" con Sánchez al frente, negándole a Díaz la posibilidad de que Podemos llegue a integrarse en su candidatura. Así están las cosas. El ex-antisistema Pablo Iglesias pidiendo el apoyo absoluto al PSOE de Pedro Sánchez, a esos que hace diez años catalogaba él como "Casta política". Lo dicho por Iglesias es una señal de por dónde van a ir los tiros a partir de ahora, que consistirá en agrupar a toda la izquierda, además de a los independentistas y etarras, en torno a Pedro Sánchez y el PSOE.

La cuestión es: y ahora, ¿Qué? La izquierda, y Pedro Sánchez especialmente, han captado rápidamente lo ocurrido ayer en todo el país y van a morir matando, como dije anoche, pero me parece que a la derecha le ha pillado todo esto de forma desprevenida. Aquí todo el personal estaba dando ya por amortizado a un Sánchez que ha demostrado que está vivito y coleando cuando se le ha dado políticamente por muerto. Y es que si algo tengo claro es que, con independencia de cuando termine la carrera política de Sánchez y su paso por el gobierno, su final será apoteósico, ya que estamos hablando de un tipo que muere matando, y al cual le es completamente indiferente los muertos que deja por el camino, aunque sean los de su propia banda, como diría Rivera.

Su primer final político ocurrido el 1 de octubre de 2016 acabó por todo lo alto cuando Sánchez hizo saltar el PSOE en mil pedazos en aquella jornada en las que hubo hasta intentos de fraude electoral dentro del Partido Socialista. Eso en lo que respecta a su partido. En lo que respecta a España estaba decidido a ir nuevamente a una investidura con los que dos años después acabarían siendo sus socios de gobierno en la moción de censura. De hecho, el propio Sánchez ya apostaba por unas terceras elecciones, aunque eso llevara consigo la pérdida de más escaños para su partido y por tanto la disminución de posibilidades de formar gobierno tras unas hipotéticas terceras elecciones generales.

Como todos sabemos, Sánchez fue expulsado del liderazgo del PSOE en aquella jornada del 1 de octubre y todo el personal (Yo incluido) le dio por muerto. Posteriormente todos sabemos ya lo que ocurrió: Sánchez recuperó en 2017 el liderazgo del PSOE y en 2018 alcanzó la presidencia del gobierno. Por lo tanto cabe preguntarse, si hace siete años llevó a España y al PSOE a una crisis política inédita siendo aún líder de la oposición, ¿Qué no hará ahora que es presidente del gobierno y ve peligrar su posición? Sigo diciendo que muchos subestiman a Sánchez y creen que diciéndole "Que te vote Txapote" o llamándole "Antonio" van a provocar que salga por su propio pie de la Moncloa. Ingenuos.

Otra cuestión que quiero mencionar es el hecho de que a este tipo le es completamente indiferente cualquier cosa que no sea él mismo. El hecho de celebrar elecciones generales tres semanas después de que España asuma la presidencia rotatoria de la UE es una muestra clara de que para Sánchez primero está él, segundo él y después él. Parece ser que en Bruselas no ha sentado nada bien que Sánchez interrumpa la presidencia rotatoria con elecciones generales de por medio. Pero hay que entenderlo, estando en peligro su posición, lo demás importa un cuerno. Si ya de por sí España está mal vista y proscrita en Europa, con esta decisión, no ya partidista, sino personal de ir a unas elecciones generales para salvar su propio pellejo, no harán sino empeorar la imagen que desde el exterior se tiene de nosotros. No me equivocaba cuando hace unos días dije en una entrada que la presidencia europea de Sánchez no iba a dejar indiferente a nadie. 

También quiero añadir algo que no hay que descartar en absoluto. Si echamos la vista atrás y vemos las últimas elecciones generales que se han celebrado en España con Pedro Sánchez de candidato (Tanto presentándose como líder de la oposición y/o como presidente del gobierno), podemos ver que en todas ellas se han producido repeticiones electorales. Se produjo en junio de 2016 una vez fracasada la investidura de Sánchez en marzo de aquel año tras las elecciones generales de diciembre de 2015. Se volvió a producir en noviembre de 2019, cuando Sánchez, tras ganar las elecciones generales de abril de ese mismo año, buscó de nuevo unos comicios que sólo sirvieron para perder tres escaños y que finalmente pactase con Podemos tras descartarlo él mismo poco antes. Por lo tanto, con estos antecedentes, ¿Quién nos dice que si no hay mayoría suficiente ni en la izquierda ni en la derecha no iremos de nuevo a unas elecciones a finales de año? Ahí lo dejo. En lo que a mí respecta debo decir que soy mucho de refranes, y aquí cabe decir que no hay dos sin tres. Si ya ha habido repetición electoral en dos ocasiones, ¿Por qué no en una tercera?

Por otro lado, debo reconocer que he fallado prácticamente en todo lo que predije anoche que podría suceder con respecto a la depuración de responsabilidades y al hecho de que no habría elecciones generales hasta diciembre. Pero sí he acertado en cierta forma cuando dije que a partir de ahora todo podía suceder, y no he ido mal desencaminado. Del mismo modo mantengo mi teoría de que no veo a Feijóo de presidente del gobierno, ya que la campaña electoral que se va a producir de aquí a dos meses va a ser a cara de perro. Sánchez va a llevar a cabo lo que se conoce como "La campaña del miedo" para ganar las elecciones. El hecho de que el PP llegue a acuerdos con VOX en Ayuntamientos y CCAA va a provocar que desde la izquierda se vuelva a utilizar no ya el viejo eslogan de "Que viene la derecha", sino el de "Que viene la extrema derecha". Si a eso le sumamos el alto nivel de ignorancia de sus votantes, así como el sectarismo de éstos, ya se puede decir que al PSOE no le va a ir nada mal en estas elecciones, aunque ojalá me equivoque en esto último.

Si esto se confirmase y el PSOE obtiene un resultado que le permita reanudar su pacto con podemitas, etarras, independentistas, etc, la permanencia de Sánchez en la Moncloa estaría garantizada como mínimo hasta el 2027, ya que los socios del actual presidente del gobierno saben que no van a tener otra oportunidad como esta para alcanzar sus objetivos. Lo que ocurra más allá de 2027 lo ignoro, pero que por entonces no va a quedar de España ni sus cenizas es un hecho si finalmente la izquierda logra permanecer en el poder. Y entonces ya dará igual que entre en el gobierno el PP, VOX, el PACMA o Escaños en Blanco, ya que no habrá nada que gestionar. Aunque eso a los españoles se ve que les da igual.

¿Con esto estoy queriendo decir que estas elecciones son la última oportunidad que tiene España para salvarse? Por supuesto que no. España ya está perdida desde hace años, desgraciadamente. Concretamente desde hace diecinueve años. Si el PSOE logra una nueva victoria, o incluso pierde las elecciones pero los números les dan para formar gobierno nuevamente, la desaparición de nuestro país como comunidad política y social acabará más pronto que tarde, ya que el Frente Popular 2.0 tendrá carta blanca para hacer y deshacer a su antojo otros cuatro años más, pero esta vez con las concesiones definitivas tanto a vascos como a catalanes. Si por el contrario ganase el PP y éste necesitase el apoyo de VOX, el futuro de España seguiría igual de negro. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que con un gobierno formado por el PP y VOX, la izquierda tomaría las calles día sí y día también hasta que cayese el gobierno y ellos recuperasen el poder. No hay que olvidar que la izquierda española considera que el poder les corresponde a ellos por naturaleza democrática, y por ello todo lo que no sea un gobierno izquierdista es un gobierno fascista, antidemocrático e ilegítimo para ellos.

En definitiva, se presentan unas semanas bastante tensas para España en las que de nuevo vamos a tener una precampaña y una campaña electoral bastante dura e intensa, y en la que el país se juega si finalmente nos vamos al carajo en menos de cuatro años con la izquierda, o si al menos logra aguantar unos años más con la derecha al frente. Ya dije anoche que todavía quedaba mucho partido por delante, y eso mismo estamos viendo ahora. En lo que a mí respecta, y conociendo al personal, no me extrañaría nada que con la izquierda incitando al voto del miedo, y con el estallido del fraude electoral de esta semana pasada, unido al hecho de que el PSOE tiene el control de Correos y por lo tanto del voto de los españoles residentes en el extranjero, así como el control de Indra, es bastante posible que el PSOE y compañía logren unos resultados que aunque no les permitan ganar, sí les permitan al menos mantenerse en la Moncloa. Sobre la derecha debo decir que aunque deseo y creo que lograrán un buen resultado, la suma entre el PP y VOX será insuficiente para formar gobierno. Ojalá me equivoque, pero creo que si la derecha logra volver, no será en estas elecciones. Si acaso, en las de 2027 o 2031, aunque para entonces ya será tarde para todos. Por ello, sólo queda una opción: votar el 23 de julio sí o sí. 

lunes, 29 de mayo de 2023

28-M; La izquierda es borrada del mapa


Esta noche se ha vivido una jornada electoral que podría calificarse, salvando las distancias, como las terceras elecciones municipales y autonómicas en la que el Partido Popular arrasó electoralmente en España y barrió al socialismo en todo el país. Las primeras elecciones ocurrieron precisamente tal noche como la de hoy hace veintiocho años; en 1995. En esa ocasión, el PP de José María Aznar cosechó su mayor éxito electoral al ganar en la mayoría de provincias y Comunidades Autónomas frente a un PSOE liderado por Felipe González que vislumbraba ya su final al frente del gobierno de España tras casi una década y media como presidente. Las segundas elecciones ocurrieron el 22 de mayo de 2011, en las que el PP de Mariano Rajoy obtuvo una victoria aplastante en casi todas las provincias y CCAA, frente a un PSOE liderado por José Luis Rodríguez Zapatero que ya se sabía con antelación que tenían los días contados en la Moncloa. Las terceras elecciones han sido las de esta noche, en donde el PP de Alberto Núñez Feijóo ha desalojado de casi todos sus feudos al PSOE de Pedro Sánchez tanto a nivel provincial como a nivel autonómico. 

El PP ha ganado esta noche en las CCAA de Madrid, Valencia, Aragón, Cantabria, Las Islas Baleares, La Rioja y Murcia, así como en las ciudades autonómicas de Ceuta y Melilla. También el PP recupera el gobierno de Extremadura al alcanzar la mayoría absoluta junto a VOX. En lo que respecta a las ciudades, el PP ha recuperado tras ocho años en la oposición el Ayuntamiento de Sevilla, ha obtenido mayoría absoluta en el de Madrid, y ha obtenido una clara victoria en los Ayuntamientos de Valencia, Santander, Logroño, Murcia, Alicante, Ciudad Real, así como en siete de las ocho capitales de provincias de Andalucía, donde el PP se ha impuesto con claridad frente al PSOE. Por no hablar de los otros Ayuntamientos en los que el PP, a pesar de haber perdido, podrá gobernar con VOX al sumar mayoría absoluta. En definitiva, toda una victoria clara del PP, el cual ha salido fortalecido en los que muchos han denominado como "La primera vuelta de las generales". Por otro lado, tanto Sánchez como Feijóo habían convertido estos comicios en una especie de plebiscito sobre la presidencia del líder del PSOE al frente del gobierno. Y finalmente, ese plebiscito que Sánchez se había impuesto sobre sí mismo se le ha vuelto en contra. 

Estas elecciones pues marcan sin lugar a dudas un antes y un después en la era de Sánchez al frente del gobierno. Después de cinco años haciendo y deshaciendo a su antojo, España ha dicho basta y ha puesto, presumiblemente, fin a la presidencia de Sánchez. Un final que está por verse si se consume o no, ya que como he dicho en mi última entrada, veo muy difícil que el actual presidente del gobierno se deje vencer tan fácilmente. Lo dije en mi anterior entrada, y vuelvo a decirlo en esta, que las elecciones generales de diciembre estarán marcadas por el intento de fraude electoral por parte del PSOE, como de la misma forma han estado marcadas las de hoy. Un fraude electoral que podría haberse consumado si no hubiese sido porque se detectó a tiempo. De lo contrario, ¿Quién nos dice que ahora no estaríamos hablando de una victoria del PSOE en toda España por holgada mayoría gracias al pucherazo? Lo que está claro es que no hay que confiarse ni muchísimo menos en que la victoria del PP de esta noche pueda suponer una victoria popular en las generales de diciembre, ya que el control de Indra lo sigue teniendo el todavía presidente del gobierno, y puede que a finales de año Sánchez sí haga uso del mismo para poder mantenerse en el poder, con independencia de que se descubra con antelación o no un posible pucherazo. 

Un Sánchez que vergonzosamente no ha hecho ninguna declaración pública tras el desastre electoral de su partido, ni ha asumido su clara responsabilidad en esta severa derrota. Algo que contrasta con lo vivido hace cuatro años, donde el jefe del gobierno compareció para celebrar los resultados de su partido en las municipales y autonómicas del 26 de mayo de 2019. Una prueba más de que Sánchez afronta y hace suyas las victorias, pero no las derrotas, lo cual demuestra nuevamente la clase de personaje que es. Dicho esto, algunos están hablando (Aunque no mucho) sobre la posibilidad de que Sánchez renuncie a la reelección tras los malos resultados de hoy. ¿Acaso alguien cree que va a dar un paso atrás? Ni muchísimo menos. La situación de esta noche, dentro de las comparaciones, es más parecida a la de 1995, en donde Felipe González, a pesar de perder las autonómicas y municipales, decidió presentarse nuevamente, que a las de 2011, en las que Zapatero ya había anunciado su retirada y sólo faltaba por conocer quién sería el candidato a las próximas generales. Dicho esto, que nadie lo dude: Sánchez será sí o sí el candidato a las generales de diciembre. 

Lo que ocurrirá en los próximos días será. presumiblemente, una depuración de responsabilidades en el PSOE por parte de Sánchez hacia sus correligionarios, con el propósito de hacer creer que los que tenían que asumir sus responsabilidades ya lo han hecho al ser destituidos por él. Y en lo que respecta al propio Sánchez, multiplicará sus apariciones en los medios a partir de julio, que será el momento en el que España asuma la presidencia rotatoria de la Unión Europea. Aparte de eso, seguramente desde el gobierno se multiplicarán también la aprobación de medidas populistas con el objetivo de movilizar al electorado de la izquierda. Por no hablar ya de lo que Sánchez tenga pensado hacer que vaya contra la legalidad con tal de perpetuarse en el poder, que no tengo ninguna duda de que lo hará. Todo eso y más es lo que hará Sánchez a partir de ahora, pero ¿Retirarse? Jamás. Este tipo morirá matando (Políticamente hablando, claro) y hará todo lo posible para evitar un regreso del PP a la Moncloa. Por ello, y a pesar de lo vivido esta noche, soy escéptico sobre las posibilidades de Feijóo de alcanzar la Moncloa. Lo vivido tanto en 1995 como en 2011 fueron una antesala de lo que ocurrió posteriormente en las generales, pero hay que recordar que aquí el enemigo a derrotar es Sánchez, y con éste, todo es posible. 

Aparte de esto, y aunque el propio Sánchez decidiese renunciar a la reelección, la cuestión a partir de ese momento sería ¿Quién lo sustituirá? García Page está encantado de la vida porque se ha convertido en el único barón socialista que ha mantenido hoy el sillón al salir reelegido como presidente de Castilla la Mancha, y quizás eso le ha dado ilusiones al verse con posibilidades de suceder a Sánchez si la cosa se sigue torciendo para él. A pesar de ello, y aunque así fuese, el problema no va ya de personas solamente, sino del propio partido y de la postura ideológica que defienden. Da igual quién suceda a Sánchez llegado el momento, si es que llega. El problema es el propio PSOE, y Sánchez es sólo la personificación de ese problema. Esto es algo que tanto el propio Feijóo como la propia Ayuso (La cual con su abrumadora victoria de esta noche ha salido reforzada como posible sucesora de Feijóo en el futuro) no quieren ver, pensando que con otro líder al frente del PSOE, los acuerdos entre los dos partidos mayoritarios serían más asequibles. 

Para finalizar me gustaría comentar que algunos han mencionado que tanto los alcaldes como los presidentes autonómicos socialistas han pagado los platos rotos de Sánchez. Puede que tengan razón, pero en mi caso yo he votado contra el PSOE tanto porque la gestión del todavía alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz, como la de su antecesor, Juan Espadas, han sido nefastas al frente del Ayuntamiento hispalense, como por el hecho de querer mandar a todos los socialistas (El primero a Sánchez) a la oposición de por vida. Y ya para rematar quiero comentar algo que creo que es importante que lo tenga en cuenta el PP a partir de ahora; la victoria en estas elecciones puede ser, aunque ahora ellos no lo piensen, un regalo envenenado, ya que si los populares pactan con VOX, el PSOE saldrá al momento para denunciar que "El PP ha pactado con los fascistas de Abascal". Algo que podría perjudicar al PP de aquí a las generales y que a su vez resulta bastante irónico, ya que los socialistas sí se pueden permitir el lujo de llegar a acuerdos con terroristas, independentistas o podemitas, pero niegan a los del PP la oportunidad de negociar con VOX. 

Por ello, mucho cuidado con la forma en la que el PP gestiona estas negociaciones, porque si VOX se pone farruco a la hora de exigir algo a cambio, los populares pueden perder algún que otro Ayuntamiento o CCAA que hoy hayan ganado. En definitiva, hoy el PP ha obtenido una clara victoria en toda España, pero no hay que olvidar que quedan aún seis meses para las elecciones generales, y que hasta entonces nada está ganado. Pueden pasar muchas cosas a partir de mañana, y el PSOE aprovechará al máximo la situación para generar tensión hasta las generales, como ya afirmó Zapatero en su día. Por ello, el PP ha ganado una batalla, pero está por ver si gana la guerra. Dentro de seis meses, o incluso más, lo sabremos.  

sábado, 27 de mayo de 2023

España no puede votar así


Cuando estamos a tan sólo cuarenta y ocho horas de conocer los resultados de las elecciones municipales y autonómicas del domingo, la campaña electoral ha saltado por los aires cuando se han conocido hace unas horas las innumerables casos de corrupción relacionados con el PSOE que ya se extienden de forma imparable por toda España. Corrupción en la que no falta absolutamente de nada, y que reúne todos los ingredientes para una cuarta parte de la trilogía de "El Padrino": compra de votos por parte del PSOE a cambio de empleo, dinero, drogas, secuestros a punta de pistola a concejales para ocultar casos de corrupción, empadronamientos ilegales, sobornos a nacionales e inmigrantes, candidatos pertenecientes a los Latin Kings, etc. En definitiva, toda una grave crisis de corrupción que no sólo afecta ya al PSOE y a Pedro Sánchez, sino también al Estado, ya que lo que está en cuestionamiento es la solidez y la limpieza del sistema electoral en España. Y todo esto cuando estamos, insisto, a cuarenta y ocho horas de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo. Unas elecciones cuya campaña ha estado marcada primero por la inclusión de los terroristas etarras en las listas de Bildu y que ha terminado con uno de los casos de corrupción más letales para el PSOE y para Pedro Sánchez.
 
Todo comenzó, como ya es sabido, con el estallido de la compra de votos por correo por parte del partido Coalición por Melilla, en la que está involucrado el candidato a la presidencia de esta ciudad y ex presidente de la misma, Mustafá Aberchán (Musulmán, para más señas), y en la cual estaría involucrado el propio Reino de Marruecos, como apuntan algunas fuentes. Después de esto, el caso de compra de votos se ha extendido por toda la península, pero esta vez por parte del PSOE, en donde se han producido ya cerca de una treintena de detenidos relacionados, tanto de forma directa como indirecta, con el Partido Socialista con respecto al fraude electoral que tenían pensado llevar a cabo en un número indeterminado de municipios, cuya lista aumenta conforme pasan las horas. Un caso especial es el del municipio de Mojácar, un lugar que suele frecuentar Pedro Sánchez y en el que se ha visto salpicado el ministro Bolaños. A todo esto hay que sumarle el estallido producido en el pueblo andaluz de Maracena, donde una concejala del PSOE fue secuestrada en febrero de este año, amenazada a punta de pistola y encerrada en el maletero de un coche tras conocerse que ésta tenía documentación relacionada con casos de corrupción que afectaba al Ayuntamiento socialista de este pueblo. Un secuestro en el que está involucrado e imputado el número 2 del socialismo andaluz y ex-alcalde del pueblo, el cual dio su visto bueno al mismo, la actual alcaldesa del municipio y candidata a la reelección en estas elecciones, así como otro concejal socialista. Por no hablar del candidato al Ayuntamiento de Valencia por el Partido Socialista de Valencia, el cual ha renunciado a su puesto en las listas electorales tras haber sido detenido por robo y confirmando posteriormente por la Policía como miembro de los Latin Kings.

Como se puede comprobar, toda una serie de acontecimientos que podrían dar perfectamente para una producción televisiva sobre mafias en HBO o en Netflix. Pero por desgracia, esto no es ficción, sino la política española en pleno 2023. Un panorama que nos lleva al peor de los escenarios y que pone punto y final a la campaña más sucia y peligrosa vivida en España desde las generales de 2004 y que nos remonta a los convulsos años de la II República (Concretamente desde las elecciones generales de 1936), donde la compra de votos por parte de la izquierda era el pan nuestro de cada día. Estamos pues ante un escenario en el cual, y lo digo abiertamente, no es posible votar bajo estas circunstancias. Lo más seguro es que la gravedad de lo ocurrido (Más propia de una República Bananera que de un país europeo) no le importe a la mayoría de los españoles, pero a los que nos sigue importando aunque sea un poco nuestro país y su futuro, sí que nos importa y mucho votar en unas condiciones que demuestran que el sistema electoral (Por no hablar del sistema político) se ha desmoronado completamente. 

Habrá quien diga "¿Y cuál es la solución, según tú?" La solución consiste en suspender estas elecciones de manera inmediata y aplazarlas para diciembre, haciendo que coincidan con las generales. Y sobre todo, que las mismas estén supervisadas por observadores internacionales, ya que no estamos hablando sólo de la irregularidad del sistema de voto por correo, sino de un fraude electoral en términos generales que afecta a toda España. Un sistema electoral cuyo recuento estará supervisado por Indra, la empresa que hace pocos meses intervino el gobierno, lo cual hace más peligroso el verdadero resultado de las elecciones y, a su vez, más necesario que nunca la intervención del exterior para controlar las elecciones que vamos a vivir dentro de dos días, así como las que se celebrarán supuestamente en diciembre. Y digo supuestamente porque ya no sé lo que va a ocurrir de aquí a finales de año. Estamos hablando de una situación extrema en la que puede producirse cualquier escenario, y más si tenemos en cuenta la forma en la que han ido evolucionando los acontecimientos en las últimas horas. 

España, pues, no puede votar bajo estas circunstancias. No podemos cometer 19 años después el mismo error que en 2004, cuando tras el 11-M se debieron suspender las elecciones generales, ya que España había vivido el peor atentado de su historia, y el país estaba en estado de shock tras la gravedad de lo ocurrido. Pero claro, estamos hablando en una situación gravísima en la que está implicado el PSOE y Pedro Sánchez, el mismo que el 1 de octubre de 2016 fue expulsado de su partido tras una jornada en la que se descubrió que intentó falsificar el resultado sobre su futuro en el PSOE a través de unas urnas imprevistas detrás de unas cortinas y sin ninguna garantía legal. ¿Quién puede fiarse de un tipo que en su propio partido realizó tal acto y que pretende repetirlo ahora a través del Estado? Y lo más urgente; ¿Quién garantiza que los resultados de las elecciones del domingo sean los auténticos? Y lo mismo puede decirse de las elecciones generales de diciembre. Por no hablar de la autenticidad de los resultados de las elecciones generales del 28 de abril de 2019, de las elecciones municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo de 2019, así como los de las elecciones generales del 10 de noviembre de 2019. 

Y para finalizar quiero añadir una cuestión aún más preocupante si cabe; si todo esto está sucediendo en unas elecciones municipales y autonómicas, ¿Qué no tendrán pensado realizar para las generales? Estamos hablando de una banda criminal, la cual está compuesta por los socialistas, los podemitas, los asesinos de Bildu y los independentistas catalanes, los mismos que celebraron los referéndums ilegales e irregulares del 1 de octubre de 2017 y del 9 de noviembre de 2014. ¿Quién me dice a mí que los resultados que salgan de las urnas dentro de unas horas van a ser legales y limpios? Porque yo, con independencia del resultado, adelanto ya que no me los creeré. Y para rematar, lo más jodido de todo esto es que la oposición no haya denunciado ante los tribunales correspondientes esta situación de irregularidad absoluta a nivel nacional, ¿O es que acaso cree la derecha que la izquierda les va a dejar paso tan fácil? Si creen eso es que son más ignorantes de lo que creía, que ya es decir. En definitiva, creo que la situación va a ir a más de aquí a diciembre, y que la tensión va a ir en aumento conforme se acerquen las generales. Mientras tanto, Pedro Sánchez sigue sin dar la cara y sin dar explicaciones, ¿Para qué? Sus votantes tragan con todo, y el resto de españoles a él se la traen al pairo. Eso sí, el PSOE ya está victimizándose y acusando al PP de "No querer que la izquierda vote". Este es pues el gravísimo y deplorable escenario que estamos viviendo a pocas horas de las votaciones. Unas votaciones que no deberían de celebrarse bajo estas circunstancias y que demuestran hasta qué punto está degradada la democracia española. 

jueves, 18 de mayo de 2023

ETA no fue derrotada


Después de lo que llevamos vivido en los últimos días sobre la publicación por parte de Bildu acerca de los etarras que van a presentarse por los municipios del País Vasco y Navarra, no sé muy bien qué es lo que los españoles llevan vivido en los últimos 20 años. Y me refiero a la sorpresa por parte de muchos a la hora de que Bildu haya hecho pública estas listas electorales, las cuales incluyen a cuarenta y cuatro etarras condenados, siete de ellos por delitos de sangre. Insisto, no sé a cuento de qué se sorprenden aquí algunos sobre esta noticia. ¿Acaso alguien creía aún que Bildu no era ETA? ¿O que los sujetos que integran ese partido no guardan relación con el terrorismo etarra ni la izquierda abertzale? Vamos a ser serios, por Dios. Aquí todo el mundo sabe lo que lleva ocurriendo en España desde hace ya dos décadas, que no es otra cosa que la derrota del Estado de Derecho en favor de la banda terrorista vasca.

Un escenario que tiene su origen en la última legislatura de Aznar, cuando el por entonces líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero comenzó a entablar contactos con el entorno etarra mientras firmaba con Aznar en Moncloa el Acuerdo a favor de las libertades y contra el terrorismo, así como la Ley Orgánica de Partidos Políticos, que propició la ilegalización de la por entonces Batasuna. Mientras esto sucedía, el PSOE de Zapatero mantenía contactos con la banda terrorista. Y casualmente, en 2004, y contra todo pronóstico, Zapatero obtiene una inesperada victoria que le lleva a la Moncloa 72 horas después del mayor atentado terrorista perpetrado hasta la fecha en España y Europa (Atentado del que todavía no sabemos la verdad). Todo esto tras conocerse que en Cataluña, el por entonces vicepresidente del gobierno izquierdista dirigido por el socialista Pascual Maragall, Carod Rovira, había mantenido conversaciones con ETA para que la banda terrorista atentase en cualquier lugar de España, menos en Cataluña. ¿Casualidad? Quien crea en ellas es un ingenuo.

Después de la sorprendente llegada de Zapatero al gobierno, ya sabemos lo que vino después: el alto el fuego de ETA y la posterior negociación del PSOE a efectos oficiales con la banda terrorista a partir del 2006. Visto con la perspectiva del tiempo, todo hace indicar que Zapatero se creía, o intentaba emular a Tony Blair y los Acuerdos del Viernes Santo de 1998 (Acuerdos que, el pasado mes de abril, han cumplido 25 años) que pusieron fin al terrorismo del IRA en Irlanda del Norte y a su incorporación a la política norirlandesa. De hecho es sabido que Tony Blair aconsejó a Zapatero durante la tregua de 2006. Pero ni Zapatero era Blair (Aunque él lo quisiese), ni la situación del País Vasco era equiparable al complejo escenario que se vivía en Irlanda del Norte. Pese a todo, y tras los atentados etarras de Barajas en diciembre de 2006, el gobierno socialista nunca rompió las negociaciones con el mundo etarra. Esto condujo al nuevo y definitivo alto el fuego de ETA en 2010, el cual concluyó en octubre de 2011, cuando los terroristas anunciaron el fin de la lucha armada. Un anuncio que coincidió con la llegada de ETA a las instituciones ese mismo año a través de las elecciones municipales, autonómicas y generales a través de los partidos Amaiur, Sortu, Bildu, etc. 

A partir de entonces, todo el mundo se echó al monte y exclamó a los cuatro vientos aquello de "El Estado ha derrotado al terrorismo". Nada más lejos de eso. Las negociaciones de Zapatero con ETA, así como su contenido, es algo que todavía está por descubrir. Hace cuatro años (Ya con Pedro Sánchez en el gobierno) se hicieron públicas las actas de ETA en las reuniones de éstos con el gobierno socialista de Zapatero. En su momento dije, y vuelvo a decirlo ahora, que esas publicaciones eran lo más grave que se había publicado desde la instauración del sistema constitucional de 1978. Sin embargo, la mayoría de los medios y la clase política callaron ante semejante escándalo. ¿Por qué? Eso es otro misterio, al igual que lo es el por qué el gobierno de Mariano Rajoy decidió continuar con la hoja de ruta con respecto a ETA diseñada por Zapatero y Rubalcaba. Un Rubalcaba que, curiosamente, cuando falleció en 2019 fue despedido con todos los honores en el Congreso de los Diputados, como si de un funeral de Estado a un ex presidente del gobierno se tratase, con la asistencia incluso de la Familia Real. Otro misterio más que nunca nos será revelado. 

Pero volviendo al tema en cuestión, debo añadir que por muy enigmático que parezca, nada es casual en lo que llevamos vividos en estos 20 años. Zapatero y Rubalcaba idearon un plan que consistía no en acabar con ETA, sino en darle el lugar que según ellos, les correspondía en las instituciones, es decir, pasar de la actividad armada a la actividad política. De hecho, el propio Zapatero lo ha dicho hace unos días en una entrevista, cuando afirmó que "Si ETA dejaba las armas, tendrían juego en las instituciones". Una promesa que, según Zapatero, hay que mantener. Pues bien, tras hacerse efectivo ese acuerdo, está claro que el PP de Rajoy se sumó a dicho acuerdo una vez que entraron en el gobierno en 2011. Sólo hay que recordar la visita secreta que Zapatero (Ya ex presidente) hizo en 2012 al entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, o el rechazo del PP (Y por supuesto del PSOE y los demás grupos parlamentarios) de rechazar la ilegalización de Bildu, todo ello con Rajoy ya en la Moncloa. Se puede decir a todos los efectos, que el PP continuó la hoja de ruta del PSOE, la cual tuvo su otro punto destacado cuando en 2018 ETA se disolvió. Tras esto se produce la llegada de Sánchez al gobierno, el cual refuerza la hoja de ruta al incluir a Bildu entre sus socios de gobierno, llegando a pactar con ellos tanto desde el gobierno de España, como desde los ayuntamientos vascos y navarros, pasando por el gobierno de Navarra, el cual preside el PSOE con la ayuda de Bildu.

No seamos imbéciles. Todos sabemos que ETA no fue derrotada, desgraciadamente, ni forma parte ya del pasado reciente de nuestra historia. ETA está viva, y desde hace ya cinco años son directamente una organización política que mantiene a Sánchez en el poder y saca la cara por él cuando el presidente del gobierno se ve en peligro. La declaración de Arnaldo Otegi de anunciar que los siete etarras condenados por asesinato renunciarán a sus actas de concejales si son elegidos no es más que una campaña a contrarreloj para salvar al PSOE y a Sánchez en estas elecciones. Eso sí, Otegi no ha dicho nada con respecto a los otros treinta y siete terroristas que en teoría sí recogerán sus actas de concejales, si salen elegidos, lo cual demuestra que la izquierda abertzale sigue riéndose de las víctimas del terrorismo y de todos los españoles con el beneplácito de Sánchez, del PSOE, de Podemos, de Irene Montero (La cual salió hace unos días a pedir respeto por ellos. Ya hay que ser miserable), de Sumar, de Yolanda Díaz, etc. La cuestión es ¿Por qué realiza Bildu/ETA esta operación para salvar a Sánchez y al PSOE? Por la sencilla razón de que la hoja de ruta diseñada hace 20 años no ha terminado. Los siguientes pasos son los de mantener a Sánchez en la Moncloa para que a medio plazo se pueda llevar a cabo la fusión territorial del País Vasco con Navarra, y por último la aceptación por parte del gobierno de la nación de aceptar un referéndum de independencia para estos territorios ya fusionados en uno solo. Todo parece seguir el guion elaborado hace ya dos décadas entre el PSOE y la ETA, la cuestión es si el PP con Feijóo a la cabeza estará dispuesto a apoyar esa hoja de ruta hasta el final. 

De momento, tras el anuncio de Otegi de que parte de los terroristas no recogerán sus actas de concejales, en caso de ser elegidos, Feijóo no ha tardado en manifestar abiertamente que "La democracia, y no los terroristas, ha ganado". Una frase que ya sabemos que es mentira, además de un insulto a los españoles, puesto que ETA sigue poco a poco ganando terreno para conseguir a través de la política lo que no pudo obtener a través de las armas. Esta es la verdadera realidad, por mucho que ahora algunos se lleven las manos a la cabeza mientras piensan que cómo es posible que Sánchez negocie con Bildu. ¿Acaso no es eso lo que llevamos viendo desde 2018 hasta la fecha? ¿Por qué ahora es noticia esto, si ya es algo que por desgracia llevamos viendo desde hace cinco años? Está claro que todo obedece a intereses electorales. Si no fuera así, por esa regla de tres, Feijóo podría haber puesto el grito en el cielo desde el primer día en que Sánchez pactó con Bildu, y no ahora que estamos a final de la legislatura. El cara a cara que mantuvieron ayer Sánchez y Feijóo en el Senado cuando el líder del PP le preguntó una y otra vez a Sánchez si se compromete a no pactar más con Bildu es propio de una película mal hecha. ¿Acaso duda Feijóo de que Sánchez no va a pactar más con Bildu si de ellos dependen los votos para que el líder del PSOE salga reelegido como presidente del gobierno? El cuento a otro, Caperucita. Y esto va también dirigido hacia VOX y Santiago Abascal, el cual registra ahora en el Congreso una propuesta inútil para ilegalizar a Bildu, la cual no la ha presentado en toda la legislatura excepto ahora. 

Por último añadir que, desgraciadamente, nada de lo que está ocurriendo le va a pasar factura electoral al PSOE la semana que viene. Los votantes de la izquierda española hace tiempo que demostraron ser iguales que los votantes de la izquierda abertzale, del mismo modo que los líderes de las formaciones de la izquierda española son equiparables a los dirigentes de Bildu. Por ello nada de lo que pase con respecto a este asunto va a provocar un efecto negativo ni al PSOE (Un partido que ya ha demostrado de sobra ser tan terrorista y sanguinario como la propia ETA), ni a Bildu (Cuyos votantes son iguales de terroristas que los políticos a los que votan), ni a la izquierda en general (La cual ve con mejores ojos a los terroristas vascos que a los propios ciudadanos de derechas de esta nación). Vivimos pues en un país donde los ciudadanos aceptan todo, incluso el compadreo y los pactos entre políticos y terroristas. Este es el fiel reflejo de una clase política y de una sociedad que se ha rendido ante el terrorismo y las armas, quedando ya como un lejano recuerdo aquellas imágenes de los españoles gritando contra ETA con una sola voz tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco allá por julio de 1997. Esta son las consecuencias de tener a una sociedad aborregada y dormida, la cual acepta todo lo que les dictaminan los de arriba. Por mucho que algunos crean lo contrario, España, (Al igual que Reino Unido u otros países de nuestro entorno) está condenada a desaparecer, ya que quienes gobiernan esta nación son precisamente sus enemigos, aquellos que desean acabar con ella (PSOE, Podemos, Bildu, ERC, etc). Estamos pues en un camino del que por desgracia no hay vuelta atrás, y esto lo saben aquellos que ostentan el gobierno en España. Y por eso intentarán hasta el final mantener el poder de esta nación, hasta que ya no haya nación sobre la que ejercer ese poder. Ese es su verdadero objetivo, y eso es desgraciadamente lo que van a conseguir ante la pasividad de todos. 

domingo, 7 de mayo de 2023

¿Dios salve al rey?


En el día de hoy se ha producido uno de los acontecimientos que no se vivían en el mundo desde hacía ya siete décadas: la coronación de un monarca británico, en este caso de Carlos III, como rey del Reino Unido y de los demás países monárquicos de la Commonwealth en los que también es jefe del Estado, así como su juramento como Jefe Supremo de la Iglesia Anglicana. Una ceremonia que se ha celebrado en la Abadía de Westminster y que ha estado cargada de absoluta pomposidad y simbolismo en el que tanto Carlos como Camilla Parker Bowles han sido coronados como nuevos monarcas de Gran Bretaña, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, etc, por el arzobispo de Canterbury, y en el que también ha prestado juramento de fidelidad hacia su padre el actual príncipe de Gales, Guillermo.

Con el acto de hoy culmina el proceso de transición que se inició hace ocho meses con el fallecimiento de la reina Isabel II, continuó a los días siguientes con la proclamación del hasta entonces príncipe de Gales, Carlos, como nuevo rey, y que hoy ha terminado con la coronación oficial de Carlos III, iniciándose un tiempo nuevo para la monarquía británica (Algo que dudo seriamente que ocurra, ya que lo vivido hoy supone más una continuación de lo anterior que el comienzo de una nueva etapa). Un tiempo nuevo que no va a estar exento de polémicas, tensiones y rencillas familiares, ya que Juego de Tronos se va a quedar bastante corto en comparación a lo que se espera que transcurra a partir de ahora en el Palacio de Buckingham.

Y es que todo parece reinar sobre Londres en estos históricos momentos menos la tranquilidad: por un lado tenemos el escándalo del príncipe Harry (Que ha sido hoy uno de los asistentes a la coronación de su padre), el cual tras la publicación de su polémico libro y sus entrevistas junto a Meghan Markle desde Estados Unidos, no ha hecho sino empeorar la situación en la Casa Real británica a través de sus relatos, así como la relación entre él mismo con su padre, el rey, y su hermano, el príncipe de Gales. Por otro lado está el escándalo del príncipe Andrés, el cual sigue proscrito de la familia real tras salir a la luz su amistad con el fallecido multimillonario, Jeffrey Epstein, y su participación en los casos de abusos sexuales hace unos años.

Otra cuestión que no se queda atrás son las encuestas, las cuales han anunciado hace unos días la baja popularidad que transmite Carlos III entre los británicos, algo que nunca ocurrió con su madre, la reina Isabel II, a excepción de la tumultuosa semana que se vivió en Reino Unido tras la muerte de la princesa Diana en 1997 y que supuso toda una crisis en la Monarquía inglesa. Una crisis que esperemos no se vuelva a reabrir con la apuesta de Carlos de abolir el título de "reina consorte" y adoptar simplemente el de "reina" para su esposa Camilla. Debo añadir, por otro lado, que Camilla Parker es, al igual que Letizia Ortiz en España, la reina consorte, no la soberana titular, y eso es algo que Carlos debe aceptar sin más, si no quiere reabrir viejas heridas en el recuerdo de Diana con tal de colmar de honores a su mujer.

También está la crisis y el desgaste que viene sufriendo la institución monárquica como consecuencia de todos los escándalos que antes he mencionado y que salpican al príncipe Harry, Meghan Markle, el príncipe Andrés, así como al propio rey Carlos III, el cual ha sido noticia estos días al anunciarse que posee una fortuna personal de 2.000 millones de euros. Una cifra bastante jugosa, la cual parece que no ha sentado nada bien entre la población británica, la cual ha manifestado abiertamente su rechazo a que la coronación del rey sea cargada a las arcas del Estado. Todo esto está causando un rechazo total no sólo contra el actual rey, sino contra la Monarquía en general, sobre todo entre la población británica más joven. Algo que desde Buckingham deberán tener en cuenta, sobre todo si quieren que este rechazo no alcance también a la población más longeva.

Y ya por último está el factor sobre el sentir que se está viviendo en los países monárquicos de la Commonwealth, donde Carlos es también rey de quince de esos cincuenta y seis estados miembros. Según parece, el sentimiento republicano en estos países se está incrementando, y son ya varias las voces que piden un referéndum para convertirse en una República y dejar atrás  los siglos de dominación británica sobre estas naciones, las cuales fueron en su momento colonias del Imperio Británico. Si a esto le sumamos como remate final el hecho de que tanto en Reino Unido como en los demás estados en los que reina la corona británica desean abiertamente que sea el príncipe Guillermo y no el recién coronado rey Carlos el que esté al frente de estos países, la situación no puede ser peor para el nuevo monarca. Y a no perder de vista la grave situación interna que atraviesa Reino Unido con respecto a la posible independencia de Escocia, así como de Irlanda del Norte y su unificación con la República de Irlanda.

Personalmente creo que con la suma de todos estos problemas, Carlos no va a saber estar a la altura de estos desafíos. Lo correcto hubiese sido que en vida de Isabel II y debido tanto a su edad como al rechazo que genera entre la población en favor del príncipe de Gales, Carlos renunciase a sus derechos al trono en favor de su hijo. De esta forma, tanto en Reino Unido como sobre todo en la Commonwealth, estarían en estos momentos más relajados y no exigirían estos últimos con tanta insistencia la convocatoria inmediata de un referéndum sobre la forma de estado en sus respectivos países.  Este es el problema de heredar a los 74 años más de una quincena de países como Jefe del Estado. Carlos III tiene ya tras de sí una vida marcada por la polémica y los escándalos. Una vida nada ejemplar que ahora va a traerle más de un quebradero de cabeza a la hora de reinar sobre los países que le corresponden como monarca.

Por no hablar de que tampoco es muy lícito en términos morales que la máxima autoridad de la Iglesia Anglicana sea un hombre que estuvo divorciado y que se casó en segundas nupcias con una mujer divorciada, la cual es la misma con la que le fue infiel a su primera esposa, y que hoy ha sido coronada junto a él. Sólo hay que recordar lo que ocurrió en 1936, cuando Eduardo VIII decidió casarse con la divorciada Wallis Simpson. Su obstinada decisión le llevó a crear una crisis de Estado no sólo en Reino Unido, sino también en los países de la Commonwealth, ya que tanto en Londres como en Ottawa, Canberra o Wellington, la idea de que el rey se casase con una americana divorciada no sentaba nada bien entre los gobiernos de cada nación de los que Eduardo VIII era rey. Esto, como ya es sabido, acabó con la abdicación del propio Eduardo, ya que su renuncia al trono era la única salida para que pudiese contraer matrimonio con Wallis Simpson. Como se puede apreciar, casi noventa años después, las cosas han cambiado y mucho en el seno de los Windsor y en el mundo, en general.

¿Qué creo personalmente que va a ocurrir? Si hablamos en términos biológicos, es bastante probable que Carlos III llegue a reinar más tiempo del que se cree. Yo creo que perfectamente puede estar más de veinte años al frente del trono británico. Otra cosa es lo que ocurra en términos políticos, sociales, económicos, e incluso familiares, donde ya he dicho que las rencillas en el seno de la familia real van a dejar a Juego de Tronos en un juego (Valga la redundancia) de niños. Si las circunstancias y los intereses de la Corona, el Reino Unido y la Commonwealth se ven afectados, es posible que Carlos se vea obligado a abdicar dentro de un tiempo. Por supuesto no digo que ese momento se produzca ahora, ni mucho menos, pero sí dentro de unos años. La imagen que ha representado hoy Carlos al ser coronado y ungido rey no es la de una Monarquía renovada y propia del siglo XXI. Ese momento se producirá cuando sea Guillermo quien protagonice el histórico evento que hemos vivido hoy. Un príncipe Guillermo el cual no está exento de polémicas tampoco, sobre todo en lo que se refiere a su vida personal y matrimonial, pero que es más aceptado entre la población que un Carlos III que subió hace ocho meses al trono con una imagen pública desgastada y pasada de moda.

En mi opinión creo que el reinado de Carlos será al siglo XXI lo equivalente al reinado de Eduardo VII en el siglo XX. El rey Eduardo VII llegó con cerca de 60 años al trono tras el fallecimiento de la reina Victoria en 1901, tras más de sesenta y tres años de reinado, y sólo reinó hasta 1910, cuando falleció debido a una bronquitis. Con esto no quiero decir que Carlos III dure lo mismo que Eduardo VII, ni muchísimo menos, pero sí que su reinado puede ser igual de breve que el de su antecesor como consecuencia de alguna crisis que acabe desatando su abdicación en favor de su hijo, lo cual hará que su reinado pase sin pena ni gloria, aunque es verdad que durante el breve reinado de Eduardo VII, Inglaterra estaba en la primera línea mundial durante lo que se considera "la Época Eduardiana". ¿Conseguirá por su parte Carlos pasar a la historia como un monarca relevante, al igual que su madre? No lo creo, aunque quién sabe, a lo mejor el recién coronado monarca nos sorprende a todos. Por el momento, y aun con lo vivido hoy cabe preguntarse: ¿Dios salve al rey? El futuro, los escándalos, los deseos de cambio de los ciudadanos tanto de Reino Unido como de la Commonwealth, así como las circunstancias que se avecinan, las cuales no serán fáciles ni muchísimo menos, nos lo dirán más pronto que tarde.

miércoles, 3 de mayo de 2023

La reelección de Biden


Hace unos días se hizo oficial a través de un vídeo protagonizado por el propio Joe Biden lo que algunos creían imposible hasta hace poco: El actual presidente de Estados Unidos ha anunciado oficialmente su candidatura para ser reelegido en las elecciones presidenciales de noviembre de 2024. Unas elecciones, que de ganarlas el todavía presidente, contaría con 82 años en el momento que fuese reelegido. Pero lo peor de esto no es que la primera potencia mundial pueda reelegir a un anciano senil para un segundo mandato como presidente, sino el hecho de que éste ha hecho su anuncio de candidatura basándose en que debe detener a toda costa un posible regreso a la Casa Blanca del ex presidente Donald Trump. 

Es decir, la cuestión aquí radica en que el presidente norteamericano no tiene un programa en el que basar su discurso a la hora de convencer a la población para que lo reelijan, sino que sólo se presenta con el objetivo de que no gane el contrario. Algo que podríamos considerar hasta "Normal" si lo observamos en cualquier país del mundo, incluso en España, pero no en la que, repito, es la primera potencia mundial. De hecho, si alguien dijese hace unos años que veríamos este escenario en Estados Unidos nos parecería surrealista, pero una vez más, la realidad supera a la ficción. De hecho, tan surrealista es esta situación, que ni la mayoría del electorado demócrata comparte la idea de tener que soportar cuatro años más a Biden, el cual muchos creían que en estos meses anunciaría su decisión de no presentarse a la reelección, y por ende, de retirarse de la política tras acabar su primer mandato en enero de 2025. Pero como bien se ha podido comprobar, Biden no tiene aún ganas de jubilarse. 

Con esta decisión, tanto EEUU como el resto del mundo se enfrentan a un escenario en el que el Despacho Oval seguiría dirigido (Si es que lo dirige él realmente, lo cual dudo seriamente) por un hombre cuya incapacidad para seguir dirigiendo Norteamérica se ha hecho ya más que notable. No son pocas las veces en las que se ha visto al presidente Biden salir huyendo en actos o no saber dónde situarse, o simplemente decir frases sin sentido, lo cual demuestra que este hombre debería haber sido declarado incapaz para seguir gobernando hace ya muchos meses. Esto en la Casa Blanca y en las principales instituciones políticas y financieras estadounidense lo saben, pero prefieren mantener a un octogenario haciendo el ridículo antes que poner en Washington a alguien verdaderamente capaz de gobernar una nación con más de 330 millones de habitantes.

El problema radica en que la sociedad estadounidense vive desde hace años bajo un clima de crispación que no hace sino aumentar con el paso del tiempo. Un clima en el que tanto demócratas como republicanos han puesto su grano de arena para que los norteamericanos vivan hoy más divididos que nunca. Por otra parte está la cuestión de Donald Trump, el cual sigue sin asumir que perdió (O le robaron, escojan el término que quieran) las elecciones de 2020. De hecho, su situación procesal actual, por muy surrealista que parezca, no hace sino aumentar sus apoyos para su candidatura en las elecciones del año que viene. Si Trump hubiese cedido el testigo en enero de 2021, sin asaltos al Capitolio de por medio, y hubiese aceptado sin más el triunfo, para desgracia de todos, del establishment progresista tanto estadounidense como mundial, la cosa en estos momentos puede que fuese algo distinta, aunque tampoco mucho. 

Con la opción de Trump de haberse podido retirar hace ahora dos años, la acabada presidencia de Biden tendría hoy ya fecha de finalización. Por el contrario, la decisión del ex presidente de volver a la primera línea no hace sino dar alas tanto a un presidente quemado y con claros síntomas de problemas tanto físicos como mentales, como a una vicepresidenta que tiene los índices de popularidad al nivel del presidente, por los suelos. Y lo peor de todo es que esto ocurre cuando estamos de facto en plena Tercera Guerra Mundial contra Rusia. Sí, digo bien; una Tercera Guerra Mundial en la que la Administración Biden ha sido la primera interesada en implicar tanto a los Estados Unidos como al resto de Europa en un conflicto bélico que a nosotros nos era completamente ajeno e indiferente. Con la intención de Trump de presentarse en 2024, los demócratas tienen la excusa perfecta de hacer entrar a occidente en un miedo colectivo por las decisiones favorables a Rusia que Trump podría llevar a cabo si vuelve a la Casa Blanca. 

Por otra parte, me gustaría señalar algo que en mis 30 años de vida no he apreciado en lo que respecta a la política estadounidense, salvo la excepción de los ocho años de presidencia de Obama. En lo que a mí respecta debo decir que nací en noviembre de 1992, mes y año en el que Bill Clinton consiguió la presidencia de EEUU frente a un acabado George Bush padre, el cual se enfrentaba a una tan difícil como improbable reelección. Pues bien, tras 30 años de aquel momento cabe preguntarse: ¿Qué relevo generacional ha habido desde enero de 1993 (Fecha en la que Bush padre cedió oficialmente el testigo a Clinton) hasta el año 2023? Ninguno. Por lo que a mí respecta, no he visto ningún relevo generacional en Washington en las últimas tres décadas (A excepción de los ocho años de presidencia de Obama, como ya he dicho). Bill Clinton nació en 1946, y fue presidente de EEUU desde 1993 hasta 2001. En noviembre del año 2000, Bush hijo se enfrentó y obtuvo la presidencia frente a Al Gore, los cuales habían nacido respectivamente en 1946 y 1948, en la que sin duda fueron las elecciones más polémicas y controvertidas de la historia de EEUU. En 2004 la situación se repite, presentándose nuevamente Bush hijo por los republicanos, mientras que el candidato por los demócratas sería esta vez John Kerry, nacido en 1943. Estas elecciones otorgaron la reelección al entonces presidente republicano. Tras los ocho años de presidencia de Bush hijo, en 2008 se da contra todo pronóstico el salto generacional hacia la década de 1960. Obama nació en 1961 y entró dando un aire fresco a la política estadounidense (Con independencia de las ideologías políticas). 

Un salto generacional que, en teoría, nunca debió producirse, ya que el establishment apoyaba en un principio la candidatura demócrata de Hillary Clinton, nacida en 1947, para relevar a la administración republicana de Bush hijo. Como todos sabemos, ese mérito se lo llevó Obama, quien finalmente fue la apuesta del establishment para ganar las primarias demócratas y las elecciones presidenciales de noviembre de aquel año. En 2012, Obama se presentó a la reelección, teniendo como rival por los republicanos a Mitt Romney, nacido en 1947. Como es sabido, Obama ganó de nuevo esas elecciones. Sin embargo, cuatro años después, se vuelve a dar un paso atrás en términos generacionales: Hillary Clinton por fin consigue la candidatura de los demócratas para enfrentarse al republicano Donald Trump, nacido en 1946. Para sorpresa de todos, Trump consigue la presidencia en noviembre de 2016, jurando el cargo en enero de 2017. Cuatro años después, la situación vuelve a repetirse: Trump se presenta por los republicanos, teniendo esta vez como contrincante por los demócratas al ex vicepresidente de Obama, Joe Biden, el cual nació en 1942. Al final, y tras una de las elecciones más polémicas, Biden "Gana" la Casa Blanca y acaba con la presidencia de Trump. 

Cuatro años después, todo parece indicar que los candidatos a las primarias republicanas y demócratas volverán a ser los mismos (Siempre y cuando, Ron DeSantis no dé el paso al frente y decida hacerle frente a Trump por la candidatura republicana) y las elecciones de noviembre de 2024 volverán a ser entre Biden y Trump, lo cual indica la falta de ganas y la sobra de intereses en la élite política americana de dar un paso atrás y dejar que una generación más joven se haga cargo del "Imperio Norteamericano". Una posición que hace que América esté siendo gobernada desde hace 30 años por la misma generación de los nacidos en la década de 1940, la cual comenzó en 1993 con un joven de 46 años llamado Bill Clinton accediendo a la presidencia estadounidense, y acabando 30 años después con un anciano de 81 años llamado Joe Biden ocupando ese mismo cargo y ese mismo despacho. 

¿Qué puede ocurrir para que el escenario Biden-Trump no se repita, y se dé paso a un relevo generacional? Por un lado, que desde el Partido Republicano se busque a un candidato joven, en este caso a Ron DeSantis, para que desde el interior de Estados Unidos como en el resto del mundo se vea que el establishment de Washington apuesta por el relevo generacional y acabe de una vez con la vieja política que lleva imperando en Norteamérica desde hace 30 años (Apuesta que, lógicamente, la élite de Washington no está dispuesta a aceptar). Aun así creo personalmente que si un tipo con tirón electoral como DeSantis decidiese presentarse, gran parte de las bases republicanas (Que no todas, ya que otra gran mayoría sigue apoyando a Trump) aprobarían esta candidatura. El problema está en cómo hacer entrar en razón a Trump de que su tiempo ya pasó, y que una nueva candidatura suya supondría más contras que pros a la hora de poner fin a la Administración Biden, además de provocar mayor confrontación tanto dentro de los republicanos como en la propia población norteamericana en sí. Difícil tarea para los que se propongan convencer a Trump. Quizás, la única solución a todo ello sería la de forzar al propio Trump y a su familia de que desistan en su empeño de regresar al Despacho Oval.

En lo que respecta a los demócratas, el problema es doble: Por un lado habría que forzar a Biden de que no se presente, aunque más que a él, habría que forzar también en este caso a su familia de no seguir adelante con esta locura y/o estupidez. Por otro lado, debo añadir que con independencia de lo que ocurra, la guerra mundial de facto contra Rusia y la humillante retirada de las tropas americanas de Afganistán, son ya el legado que Biden deja tanto a EEUU como al resto del mundo. Dicho esto, si finalmente el propósito de hacer retirar a Biden se consiguiese, posteriormente habría que hacer lo mismo con la vicepresidenta Kamala Harris, la cual espera impaciente la destitución por incapacidad, dimisión o fallecimiento de Biden para hacerse cargo de la presidencia. 

Forzar a Harris de que renuncie es algo que tampoco se antoja nada fácil, ya que Harris cree que debe ser la sucesora natural de Biden si éste renuncia. Y si finalmente se consiguen ambos propósitos (Forzar la renuncia de Biden por un lado, y de Harris por otro), el Partido Demócrata debería entonces encontrar a un candidato joven que, al igual que los republicanos, conecten con la sociedad estadounidense. Pero por desgracia, y a menos que en los próximos meses Biden anuncie de motu propio su renuncia a presentarse (Un escenario que no hay que descartar, ya que esto fue lo que ocurrió en 1968 con el presidente Lyndon Johnson), todo parece indicar que las elecciones de 2024 volverán a ser entre el actual presidente por un lado, y Trump por otro. Si esto se confirma, es seguro que el resultado electoral volverá a decantarse en favor de Biden, ya que los intereses del establishment van en contraposición con los de Trump.

En definitiva, creo que para desgracia de todos nos queda mucha administración demócrata por delante (Como mínimo hasta enero de 2029), y muchas victorias venideras por parte de la élite progresista mundial, ya sea con un títere como Biden al frente, o ya sea con una ambiciosa Harris de relevo. Lo que no es de recibo es que la primera nación mundial se vea lastrada por la imagen de un presidente enfermo y débil, el cual es a su vez una marioneta del verdadero poder que actúa a la sombra de todos. Ya se sabe que un Imperio cae cuando ese mismo Imperio se ha destruido de forma interna, y ese es el camino que lleva el Imperio Estadounidense, el mismo que han sufrido otros grandes Imperios a lo largo de la historia, como por ejemplo el Romano. La cuestión ahora es, ante un Imperio que está en plena decadencia, en medio de una guerra contra otra gran potencia extranjera (La Rusia de Putin) y sin un líder fuerte y ambicioso, ¿Cuál será la siguiente potencia mundial en asumir el mando al frente del planeta? De momento, desde Pekín, algunos ya están frotándose las manos, y quizás ese sea el peor de los destinos al que nos enfrentemos en términos globales dentro de poco tiempo: El de una China comunista con Xi Jinping al frente como primera potencia mundial. De momento, el simple hecho de pensar en este horrible e imparable escenario hace que uno grite a los cuatro vientos aquello de "Dios bendiga a América".