miércoles, 9 de mayo de 2018

Legislar en aburrimiento

Últimamente estoy escuchando a raíz de la famosa sentencia de la Manada el término "Legislar en caliente". Un término que muchos han criticado durante estos años atrás pero que en las últimas semanas, los mismos críticos con este término han realizado declaraciones que perfectamente se podría definir como una defensa de la "Legislación en caliente". Pero no voy a escribir esta noche sobre ese término, sino sobre otro que creo que se acerca bastante y que nunca ha sido utilizado. Me estoy refiriendo al término "Legislar en aburrimiento".¿Qué es esto? Simplemente el hecho de que un gobierno o un parlamento decida tomar decisiones absurdas y sin sentido sin venir a cuento. Por ejemplo, cuando un gobierno cree que no hay nada más primordial en un país como el nuestro que la cuestión sobre el Valle de los Caídos, uno piensa ¿De verdad que esta gente están pensando en esto?. Cuando un grupo parlamentario cree que es conveniente cambiar el nombre del Congreso de los Diputados por el simple nombre de "Congreso" para no resultar machista, uno cree que o los políticos son gilipollas o nos toman por gilipollas a nosotros.

Cuando uno ve cómo desde las instancias políticas se hace gran hincapié en que se fomente la igualdad de género desde primaria a los más pequeños, uno piensa ¿Pero esta gentuza por qué no se dedican a resolver problemas reales?. Cuando desde sectores del gobierno se habla solamente de crear impuestos absurdos para que los ciudadanos paguen sus derroches, eso es legislar en aburrimiento. Cuando desde el gobierno se piensa nada más que en cambiar nombres de calles y edificios debido a la Memoria Histórica, eso es legislar en aburrimiento. Cuando el presidente de un gobierno decide que es necesario y urgente que existan más ministras que ministros, eso es legislar en caliente. Cuando desde las instancias legislativas se piensa en que es conveniente que entre sus miembros existan interpretes que traduzcan del español a la lengua regional lo que se está hablando, eso es legislar en aburrimiento. Cuando desde diversos grupos parlamentarios lo más urgente es que proponer que se eliminen los crucifijos en las escuelas, que los niños no tengan derecho a recibir clases de religión, y que hay que derogar cuanto antes los acuerdos con la Santa Sede, eso es legislar en aburrimiento. Cuando desde algunos partidos políticos se promueve activamente la llegada de más inmigrantes y refugiados en favor del multiculturalismo, eso es legislar en aburrimiento.

Cuando algunos grupos parlamentarios proponen de manera urgente que hay que quitarle el ducado de Franco a la familia del anterior jefe del estado y expropiarle el Pazo de Meiras, eso es legislar en aburrimiento. Cuando tanto desde el poder ejecutivo como desde el poder legislativo se proponen cuestiones que sólo hacen remover mierda y resucitar viejas heridas y divisiones, eso es legislar en aburrimiento. Cuando desde el poder político se legisla buscando problemas donde no los hay, eso es legislar en aburrimiento. Por lo que por mi parte me pregunto: ¿Acaso los poderes públicos no pueden legislar sobre cuestiones que afecten verdaderamente a la ciudadanía?, ¿Acaso no se puede legislar sobre cuestiones en materia laboral, penal, económica, etc?, ¿Acaso tenemos uno de los sistemas políticos más derrochadores en cargos e instituciones absurdas para que ninguno de ellos legisle como es debido?, ¿Acaso no estamos en un país que se encuentra en estos momentos en el abismo y que necesita de decisiones maduras y responsables?, ¿Será que estamos ante unos inútiles o ante unos zorros que creen que es mejor desviar la atención en temas absurdos que a nadie o casi nadie les interesa mientras los problemas del país se pudren a la par que el país en sí?.

Debo añadir que todas estas críticas se pueden achacar a cualquier gobierno y partido político, pero muy especialmente a los gobiernos y partidos políticos de izquierdas, los cuales al ver truncada su defensa de la lucha de clases y la expansión mundial del socialismo como consecuencia de la caída del muro de Berlín y de la caída de la URSS, no han tenido más remedio que buscar cobijo en cuestiones absurdas e irrelevantes para dar un sentido a su continuidad dentro de la esfera política. Una izquierda que al ver cómo la clase obrera y trabajadora apoyan un sistema capitalista en el que viven meridianamente bien, han optado por dejar a un lado la defensa de la clase proletaria por la defensa de unas minorías irrelevantes dentro de nuestra sociedad. Una defensa que les conviene promover y mantener para seguir sustentando la división social, como ahora se está viendo en la cuestión feminista, que no es más que una división social entre sexos, la cual ha sustituido a la histórica división social entre clases.

En fin, volviendo a nuestro país cabe añadir que cualquiera que visualice desde el exterior un panorama de estas características pensará que ante tan disparatadas ideas y propuestas legislativas, España va del carajo, que vivimos en el País de las Maravillas de Alicia y que aquí no hay ningún problema que resolver puesto que todo está solucionado. Nada más lejos de la realidad; Aquí los problemas urgentes y necesarios de resolver son marginados, mientras las cuestiones no ya secundarias ni terciarias, sino inverosímiles, son puestas en primer lugar para ser atendidas de manera urgente. Son aquellas cuestiones que hoy en día nos atiborran desde los medios de descomunicación, como son las cuestiones feministas, las cuestiones LGTB y demás consonantes, las cuestiones de la Memoria Histórica, las cuestiones de la religión, las cuestiones de la igualdad de género, las cuestiones de la multiculturalidad, etc. En resumen, cuestiones que poco o nada importan a la sociedad española y sí a una clase política completamente alejada de la realidad y de la población que dicen representar. Una clase política que nos ha llevado al abismo dedicándose a gobernar y a legislar como mejor y únicamente saben; En aburrimiento. Un aburrimiento que nos ha costado ya demasiado caro y cuyas consecuencias son ya irreparables tanto para nosotros como ciudadanos como para el país en sí. Por desgracia, ya es demasiado tarde para dar marcha atrás.

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