sábado, 5 de mayo de 2018

Fin de ETA

Ayer, después de sesenta años de terror, asesinatos, crímenes, atentados y secuestros, la banda terrorista ETA anunció su disolución definitiva. Hoy, la banda terrorista hizo de manera simbólica su disolución en un acto en Francia con la presencia de miembros de la izquierda abertzale como Otegi, el PNV y Podemos, entre algunas autoridades extranjeras. Se acabó ETA, sí, pero ¿A qué precio?. ¿Verdaderamente ha triunfado el Estado de Derecho y han perdido rotundamente los terroristas?, ¿Qué ocurrirá a partir de ahora?. Estas y otras muchas preguntas son las que nos formulamos ahora muchos después de que los asesinos anunciasen hace sólo unas horas su fin definitivo.

Para empezar cabe decir que ETA no ha sido derrotada. ETA se ha disuelto, es verdad, pero por desgracia no ha sido derrotada. ¿Acaso es derrota el hecho de que los terroristas estén en estos momentos en las instituciones vascas y en el parlamento español?, ¿Acaso es derrota que los terroristas cobren dinero público mientras desde las instituciones afirman que aquí han existido víctimas en ambos bandos?, ¿Acaso es derrota el hecho de que tras sesenta años sembrando el terror y el pánico en la sociedad española afirmen orgullosos que ahora les toca defender la independencia del País Vasco desde las instituciones?, ¿Acaso es derrota que estos criminales no hayan pedido perdón a las víctimas tras 858 asesinatos, 80 secuestros, y 358 crímenes sin resolver?, ¿Acaso es derrota el hecho de que hay voces que están exigiéndole ya al gobierno el acercamiento de presos etarras a las cárceles del País Vasco?, ¿Qué clase de derrota etarra es esta?. No se confundan, señores, si aquí hay unos derrotados, éstos somos nosotros, la sociedad española, que vemos cómo esta banda de hijos de puta ponen fin a estos sesenta años de terrorismo con el orgullo de haber cumplido con su deber, no de obtener la independencia vasca, pero sí de ocupar actualmente un papel político determinante en el País Vasco tras haber sembrado el miedo y haber teñido de sangre inocente las calles en el resto del país.

¿Y a quiénes les debemos todo esto? A los sucesivos gobiernos de España, pero muy especialmente a los dos últimos. Los nefastos gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y de Mariano Rajoy han sido determinantes para que ahora ETA se disuelva con la cabeza bien alta por los crímenes cometidos. Las negociaciones de Zapatero con ETA en 2006 fueron cruciales para su posterior comunicado el 20 de octubre de 2011 con el anuncio en el que declaraba su renuncia definitiva a la lucha armada, y ahora con este último comunicado en el que anuncia su disolución. A día de hoy todavía no se sabe hasta qué punto llegaron las negociaciones del gobierno de Zapatero con la banda terrorista, aunque con el paso de los años estamos viendo que los acuerdos para el fin del terrorismo etarra pasaban por la presencia de ETA en las instituciones y la posibilidad de que el País Vasco pudiese abordar la independencia en un futuro referéndum. Lo primero ya se ha cumplido, lo segundo es probable que ocurra. El gobierno vasco ya trabaja en una reforma del estatuto de Gernika en el que ya se baraja el reconocimiento como "Nacionalidad" de Vascongadas. Hace unos días salía a la luz parte de los documentos relacionados con las negociaciones de 2006 en las que se hablaba abiertamente de una reforma del estatuto vasco tras las elecciones municipales de 2007, donde se reconocería la "Identidad nacional" del País Vasco. Doce años después se está comprobando que la hoja de ruta marcada por Zapatero y Rubalcaba, y seguida por Rajoy, es una realidad. Y queda por ver qué ocurrirá a partir de ahora con Navarra, otro de los puntos en los que el gobierno de Zapatero y ETA hablaron largo y tendido durante la tregua.

De momento la cuestión principal y los pasos a seguir en esta hoja de ruta es el acercamiento de presos, lo cual se da ya por hecho por mucho que el gobierno de Rajoy anuncie a bombo y platillo que no habrá concesiones. Hay que ser necio para creerse esto, y menos de aquél que dijo hace sólo un año que no habría referéndum en Cataluña ni declaración de independencia. El gobierno de Rajoy ha adoptado la hoja de ruta de las negociaciones de Zapatero y se ha propuesto bajarse los pantalones y los calzoncillos en la cuestión terrorista (Así como en todas las demás), lo cual supone la sexagésimo cuarta traición que este gobierno realiza ante su electorado y ante toda la sociedad española. El 11-M marcó indudablemente un antes y un después en nuestro país y en la cuestión terrorista, y como resultado de ese atentado tanto Zapatero como Rajoy han traicionado a las víctimas del terrorismo y se han rendido ante una banda de asesinos que ahora ve más cerca su oportunidad de alcanzar sus objetivos políticos. Que nadie piense que ETA se disolvería sin más, sin ninguna concesión a cambio, aunque esa concesión no fuese inminente. Hasta ahora habíamos visto las consecuencias de la declaración de octubre de 2011, y a partir de ahora veremos en los próximos meses y años las nuevas consecuencias de esta última declaración. La cuestión terrorista vasca puede que se haya cerrado falsamente ahora, pero a partir de este momento puede que haya comenzado el auténtico proceso de independencia del País Vasco. Un proceso de independencia que contará con el respaldo indudable del nacionalismo catalán. Por cierto, cabe decir, que gracias a la inacción del gobierno de Rajoy, Cataluña se encuentra en estos momentos en un escenario de odio independentista tan cargado, que casi se podría decir que se encuentra en un escenario preterrorista. Quizás el terrorismo vasco, aunque falsamente, insisto, haya terminado, pero por desgracia puede que esta misma lacra surja en Cataluña en breve como consecuencia de todo lo que allí se está produciendo, y mucho me temo que así acabará ocurriendo.

En fin, en estas circunstancias de humillación para las víctimas y para la sociedad española, sólo cabe recordar y homenajear a las 858 víctimas mortales asesinadas por esta banda de asesinos y criminales. Han sido sesenta años de asesinatos, de tiros en la nuca, de coches bomba, de secuestros, de extorsiones, de amenazas, de miedo, de terror, de pánico. Eso jamás debemos olvidarlo por mucho que algunos compinches de los terroristas hablen ahora de pasar página y olvidarlo todo. No, pandilla de miserables, no debemos ni podemos olvidar jamás esta dictadura sanguinaria en la que España se ha visto inmersa durante más de medio siglo. Yo no puedo olvidar asesinatos como el de Miguel Ángel Blanco en 1997, un caso que a mí me impactó a pesar de la poca edad que yo tenía por entonces (Sólo cinco años). Recuerdo ir con mi madre a la manifestación en Sevilla a las horas posteriores al asesinato de Miguel Ángel. Recuerdo a los ciudadanos gritando como una sola voz "Miguel Ángel" y el canto unánime de los allí presentes de la famosa canción de la transición "Libertad sin ira", y recuerdo cómo unas vecinas que también estaban en esa misma manifestación me pusieron un pequeño crespón negro mientras me decían "Hijo, por la paz y por la libertad". A pesar de mi corta edad y aunque en aquella época no sabía los motivos por los que ese joven muchacho de Érmua había sido asesinado ni el porqué ese asesinato hizo levantar a todo un país, jamás olvidaré aquél momento ni aquella manifestación. Sirva desde aquí este pequeño recuerdo como homenaje a Miguel Ángel y a todas las víctimas del terrorismo etarra, las únicas víctimas que en realidad ha habido en estos sesenta años de la historia de España. Por mi parte lo tengo muy claro y lo grito nuevamente a los cuatro vientos: Ni olvido ni perdono. DEP las 858 víctimas mortales.

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