jueves, 10 de agosto de 2017

Cómo desgobernar gobernando

Cuando Mariano Rajoy perdió contra todo pronóstico las elecciones generales de 2004 frente a un desconocido Zapatero, nadie, ni quizás él mismo sabía (O puede que sí) que le había tocado la lotería al pasar a liderar a un PP proveniente de la mayoría absoluta que consiguió en el año 2000 Aznar, a liderar un PP en la oposición tras el vuelco electoral más impresionante que ha conocido la historia de España. Y digo que al actual presidente del gobierno le tocó la lotería por una simple razón; El periodo que le tocó gobernar a Zapatero (Que en teoría era el que le tenía que haber tocado gobernar a Rajoy) fue un periodo relativamente tranquilo en lo que respecta al funcionamiento del bipartidismo y a la alternancia política entre los dos partidos tradicionales. Cuando en 2011 Zapatero se marcha tras dejar hundida y endeudada España, Rajoy gana las últimas elecciones en las que tanto el PP como el PSOE se mantienen como protagonistas en el escenario político español. En 2015 con la aparición de Podemos y Ciudadanos, ese tranquilo escenario de gobierno alternativo entre PSOE y PP se fulmina de un plumazo. Con el nuevo escenario el PSOE se hunde definitivamente, Podemos se convierte en el nuevo partido del "progresismo" apadrinado y bendecido por la derecha con el objetivo de dividir a la izquierda e impedir de nuevo su ascenso al poder, mientras que Ciudadanos se convierte en el partido monigote necesario para mantener en el gobierno a la derecha. Sólo el PP se convierte, dentro de la desgracia que supone la caída del bipartidismo, en el mayor beneficiario de tal escenario. Una derecha unida que se mantiene en el poder gracias a otra formación de centro-derecha que a su vez le quita algunos votos, frente a una izquierda desunida, hundida, perdida en sus principios e incapaz de formar gobierno.

A la pregunta, ¿Por qué cuento esto cuando ya lo he hablado otras veces por aquí? Pues por la sencilla razón de haber escuchado antes de ayer al presidente del gobierno decir sin venir a cuento, "Que se encuentra en forma para ganar las próximas elecciones". Una afirmación que confirma lo que yo he expuesto por aquí más de una vez; hay Rajoy para rato. Pero la cuestión no es esa, la cuestión está en que tal y como comenté el otro día sobre la posible independencia catalana y la gestión de este asunto por parte del gobierno así como sus responsabilidades sobre ello frente a la justicia, nos encontramos con un tipo que mantiene firme su idea de seguir gobernando sí o sí mientras desgobierna durante el tiempo que le toca estar al mando del país, algo que es ilógico e incomprensible en un líder político. ¿Por qué tenemos que aguantar los españoles a este tipo como mínimo hasta el año 2024? Un tipo que no ha estado ni muchísimo menos a la altura que le exige el país en un asunto tan grave como es, independientemente de que sea un montaje o no, el de la secesión catalana. ¿Con qué cara se presenta este tío en medio de todo este "jolgorio" nacional para decir que se encuentra con ganas de continuar si ni siquiera gobierna cuando la situación así lo exige? Por lo que a mí respecta, yo encantado con que un dirigente político, ya sea de derechas o de izquierdas, se presente cuantas veces quiera a unas elecciones generales, autonómicas y/o locales siempre y cuando la ciudadanía esté satisfecha con su gestión y quiera mantenerlo en su cargo, pero lo que me toca las narices es escuchar a un tipo que representa la inactividad política y la dejadez absoluta decir que quiere seguir en su cargo hasta Dios sabe cuándo.

No, señores. Ya dije aquí la otra noche que si en caso de ser cierto el proceso catalán y consumarse el proyecto independentista, el gobierno de España no podría seguir en sus funciones bajo ningún concepto, ya que habrían sido culpables de no cumplir la ley y la constitución ante el independentismo catalán. Si después de una hipotética independencia catalana, el gobierno, y en especial su presidente, se niega a dimitir y decide presentarse de nuevo en el año 2020, España será lo más parecido a aquel país al que muchos siguen su destino de forma apasionada, me refiero por supuesto a Venezuela. Es inconcebible que en un país del sur de Europa, donde hay una crisis política, constitucional y territorial que amenaza llevarse por delante al país, el jefe del gobierno sólo piense en la próxima cita con las urnas y en su mantenimiento en el poder, y lo que es peor, mientras se mantiene inmóvil ante los acontecimientos que España sufre. Ya hay rumores sobre la comisión que el Congreso de los Diputados piensa llevar a cabo para discutir la reforma constitucional. Una reforma constitucional en la que el PSOE, como es sabido, quiere catalogar a nuestro país como "Una nación de naciones", algo desproporcionado e inimaginable aunque no sorprendente viniendo del PSOE. Pero lo peor por desgracia no es eso, lo peor es que Rajoy ya ha anunciado su intención de no hablar de ninguna reforma constitucional hasta después del referéndum independentista del 1 de octubre, reconociendo con ello que la cita de los catalanes con las urnas es imparable. Nos encontramos entonces con una inamovilidad por parte del gobierno en asuntos supuestamente de emergencia nacional, como pueden ser la secesión catalana y la reforma de la constitución, la cual visto lo visto, no creo que se ponga en marcha ni antes ni después del 1-O.

Con lo que después de esto sólo nos cabe preguntar; ¿Entonces qué? Entonces nada. Si los catalanes se independizan, el gobierno dirá que no reconoce a Cataluña como estado y que el gobierno ha hecho todo lo que estaba en su mano, mientras que con el asunto de la constitución dirán que no es el momento. En resumen, desgobierno absoluto mientras el jefe del ejecutivo se fuma sus habituales puros cubanos como ya hizo cuando la prima de riesgo alcanzó su mayor subida en verano de 2012. Lo peor de todo no es esto, que ya de por sí es bastante desgracia, sino el hecho de que el mismo tipo que se cruza de brazos ante un escenario de crisis nacional como la actual decida que lo mejor es seguir casi otra década más al frente de un país que no gestiona. Por este motivo he comenzado mi entrada hablando de la lotería que le tocó a Rajoy en 2004. Hace 13 años, la situación política española hubiese llevado a Rajoy a permanecer el mismo tiempo que Zapatero en la Moncloa, siendo sustituido por los socialistas casi con toda seguridad tras la crisis económica que se llevó a tantos gobiernos mundiales por delante. En ese escenario, Rajoy hubiese permanecido como máximo ocho años al frente del gobierno, pero ironías de la vida los papeles se intercambiaron y fueron los socialistas los que permanecieron al frente del gobierno de España durante la última etapa de estabilidad del bipartidismo. Con la llegada del cuatripartidismo durante el mandato de Rajoy, el gallego ha visto el cielo abierto al ver que una hipotética permanencia suya muy extensa en el tiempo en la Moncloa es posible gracias a la fragmentación del voto que no existía de haber ganado en 2004. Por ello, cuando Rajoy perdió aquellas elecciones que cambiaron la historia de España, ganó la lotería al ver que gracias a la irresponsabilidad de Zapatero podría llegar a gobernar algún día en un escenario mucho más complicado, dividido y tenso que el ya existente tras el atentado del 11-M.

Si finalmente Rajoy consigue mantenerse en el poder durante ochos años o incluso más, habrá superado el presidencialismo que marcó la etapa de Felipe González tras su estancia de catorce años en el gobierno. Al igual que González creó en el PSOE lo que se conocía y se conoce como el "Felipismo", Rajoy ha creado en el PP algo que ni el propio Aznar hizo cuando estuvo al frente de Moncloa y de Génova en su momento; el liderazgo personalista. En el caso de Rajoy es lo que todos conocemos como el "Marianismo". Sin buscárselo ni imaginarselo en su vida, Rajoy se ha convertido pues en una estampa desde el punto de vista del líderazgo personalista, de lo que fue en su día González. La diferencia por supuesto radica no sólo en el carisma, sino en el proyecto y la propia acción política. Mientras González tuvo un proyecto para España (Aunque en mi caso no comparta ese proyecto), Rajoy no ha tenido jamás ningún proyecto desde que llegó al ejecutivo en 2011. Cuando Felipe González llegó a la Moncloa en 1982, lo hizo cargado de unas ansias infinitas por el poder y por gobernar (Y no precisamente para mejorar el bienestar de la gente), además de una acción política que lo marcó durante toda su estancia en el poder. Rajoy por el contrario ha sido la personificación de la inacción política durante estos casi seis años de gobierno. A González lo echó del poder la corrupción y la campaña de acoso y derribo orquestada por la prensa. Rajoy de momento se mantiene firme en el poder pese a la corrupción y a las campañas de ciertos sectores de la prensa. En este sentido, Rajoy es un fiel discípulo y alumno de su mentor y paisano, Manuel Fraga, el cual se mantuvo firmemente durante quince años como presidente de la Xunta de Galicia hasta que la izquierda le arrebató la presidencia en 2005. Rajoy es muy probable que siga su camino y no deje la presidencia del gobierno hasta que un supuesto frente de izquierdas le arrebate la Moncloa, pero para que eso no ocurra ya tiene él asegurado su cuatripartidismo, para que la división de los votos haga posible su permanencia en el poder, y es que Rajoy se ha tomado al pie de la letra el refrán de "Divide y vencerás", y la verdad es que le va muy bien. Tan bien que su partido, hasta hace pocos meses dividido también, se encuentra ahora unido y callado sin plantearse siquiera la sucesión de su líder, bloqueando así Mariano Rajoy una alternativa futura incluso dentro del propio PP (Algo normal viniendo de un tipo que provocó el año pasado otra crisis constitucional en su empeño de seguir en la presidencia del gobierno sí o sí). Se puede decir entonces que España se encuentra condenada a ser desgobernada por un tipo cuya filosofía para gobernar es la de dejar en manos del tiempo que éste lo resuelva todo. Con esto tenemos como resultado a un gobernante que reniega de gobernar pero que desea fervientemente seguir gobernando en el peor momento posible que ha sufrido España desde la Guerra Civil. Lo que viene siendo un Perro del Hortelano, que ni come ni deja comer, o dicho en otras palabras, ni gobierna ni deja gobernar. Es por ello por lo que teniendo a la inacción y a la irresponsabilidad en el gobierno, a los mediocres, traidores e impresentables en la oposición y a los secesionistas avanzando de manera imparable hacia la independencia, tenemos ya dada por adelantada la respuesta de cuál va a ser el desenlace de todo esto.

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