Por un lado tenemos el congreso del Partido Popular, donde sin novedad en el frente, Mariano Rajoy será reelegido presidente del partido así como candidato a la presidencia en unas elecciones que bien pueden ser en verano de este año si él ve el panorama en su contra y decide adelantarlas, o bien en 2020, yo personalmente me inclino más por esta última opción. Así pues con este previsible, poco democrático, y nada optimista panorama, podemos confirmar que a Mariano se le está poniendo cara de Fidel Castro (Y no lo digo sólo por la barba). Ya que como ocurre en la Habana, el líder popular se mantiene intacto en sus cargos. Ya he dicho por activa y por pasiva que para nuestra desgracia no creo que tenga en mente abandonar como mínimo hasta mediados o finales de la próxima década.
Por otro lado tenemos el congreso de Podemos, donde Iglesias y Errejón mantienen una, en mi opinión, teatral disputa por hacerse con el control de la formación morada. Seamos serios, aquí hay dos cuestiones en juego. 1º Podemos sin Pablo Iglesias no es nada. 2º La operación del gobierno del PP para acabar con el PSOE y aupar a Podemos sólo es posible y segura con Iglesias y no con Errejón al frente. Íñigo Errejón puede ser un referente dentro del partido, pero ni mucho menos posee el carisma y la actitud de liderazgo que sí tiene Iglesias. Por ello creo firmemente que el ganador del congreso de Vistalegre II será Pablo Iglesias, mientras que Errejón seguirá siendo el segundo de éste, por mucho que ahora él afirme que no seguirá en sus respectivos cargos si fracasa su candidatura.
Después tenemos a ese partido casi inexistente pero todavía con representación en las cortes hasta las próximas elecciones generales, me refiero claro está al PSOE. Por un lado tenemos a Pedro Sánchez, el cuál cree ingenuamente que tiene posibilidades de volver a ocupar la secretaría general. Luego está Patxi López, que piensa que con su candidatura está sacrificándose por España, por Europa, y por el mundo dividiendo el voto antisusanista para evitar el regreso de Sánchez. Y por último tenemos a nuestra paisana Susanita con su ratón. Ésta sí, flagrante próxima secretaria general del moribundo PSOE. Siempre se dice que las ratas son las primeras en abandonar el barco, aunque en este caso el ratón de Susana irá con ella al barco para hundirse definitivamente con este en el fondo del mar.
Luego tenemos a ese horrendo experimento del que casi prefiero no hablar llamado Ciudadanos. El congreso del partido del Ibex-35 ha finalizado hoy con el giro de la formación naranja hacia el liberalismo. Como ya es sabido que C's no va a ser nunca un partido de gobierno, sino un salvavidas del PP, como bien esta ya demostrando, Rivera prefiere quitarse la máscara y confirmarse como un partido liberal y despojarse de la socialdemocracia, ya que sabe que su escaso caladero de votos siempre estará entre los liberales y no entre la población de centro-izquierda. En resumen, Rivera se cambia más de acera ideológica que su referente, el ex presidente Adolfo Suárez. Ambos, dignos representantes de la frase de Groucho Marx; "Estos son mis principios, si no te gustan tengo otros".
Y como telón de fondo tenemos el teatro nacional que llevamos padeciendo desde hace cinco años. Me refiero a la (No) independencia de Cataluña. Estos días volvemos a escuchar noticias como el artículo 155, el choque de trenes, o la implicación del rey Juan Carlos en el caso Pujol. Todo ello mientras los catalanes insisten en celebrar su referéndum para la autodeterminación. Pobrecillos, no han tenido tiempo suficiente en 2016 para proclamar directamente la declaración unilateral de independencia mientras España se encontraba con un gobierno en funciones y una crisis política y constitucional. Por contra de lo que he venido expresando por aquí en los últimos años, la situación en Cataluña sólo se terminará cuando el gobierno le otorgue un cheque en blanco (Nuevo sistema fiscal) a la generalitat, ya que esto es lo único que ellos quieren. Cuando éstos obtengan sus objetivos económicos, la independencia no se volverá a mencionar, por lo menos durante una buena temporada.
Con este escenario se cumplirá la semana que viene los cuarenta y tres años del discurso del presidente Arias Navarro en favor de una tímida pero importante reforma dentro del Franquismo. Unas reformas, en especial la de las asociaciones políticas, que posteriormente quedaron en papel mojado. Aún así, y visto el panorama actual, tengo que decir aunque suene a coña que en comparación con los sujetos actuales, el ultraconservador e inmovilista Arias Navarro fue todo un regenerador. Éste por lo menos tuvo la decencia de acudir a las cortes y anunciar una serie de reformas que aunque posteriormente quedaron en nada, sí supuso un antes y un después en el sistema franquista que por entonces cada vez veía más cerca su fin. Así estamos en esta España de 2017, con un sistema y unos políticos más inmovilistas que el propio régimen de Franco y sus políticos. Aquellos, o por lo menos una parte de ellos, intentaron sin éxito cambiar algo. Los de ahora, ni eso.
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