Hace justo un año escribí en este blog acerca del vigésimo aniversario de la inesperada llegada al poder de un tal José Luis Rodríguez Zapatero. Un sujeto que contra todo pronóstico ganó unas elecciones generales que se daban por perdidas incluso dentro del propio PSOE. Finalmente, y como consecuencia del 11-M y de los días posteriores a los atentados, este sujeto alcanzó la Moncloa, dando comienzo a siete años donde, como dije en una entrada que escribí en diciembre de este año pasado, la ventana de Overton y la ingeniería social jugaron un papel central durante sus años de gobierno.
No voy a repetir lo que ya dije en marzo ni en diciembre del año pasado, pero sí quiero añadir algo más sobre algo que ya mencioné en otra entrada en mayo de este pasado año: la vuelta de Zapatero. Como todos sabemos, desde que este peligroso sujeto abandonase la jefatura del gobierno en diciembre de 2011, pocas veces se le vio el pelo por los medios de comunicación. De hecho, durante los siete años de gobierno de Mariano Rajoy se le vio pocas veces concediendo entrevistas o mítines.
Todavía estaba muy reciente el legado nefasto que este individuo había dejado y quizás pensó que aún debía esperar un tiempo más para volver a salir a la palestra. Una vez producida la llegada al poder de su discípulo aventajado y sucesor, Pedro Sánchez, siguió manteniéndose en un segundo plano, aunque ya se vislumbraba que desde el fondo movía los hilos de la izquierda española: sus estrechos contactos con Pablo Iglesias y Podemos, estando aún Rajoy en el gobierno y Sánchez en la oposición, ya eran un secreto a voces por aquel entonces. Pero no fue hasta las elecciones generales de 2019 (tanto las de abril como las de noviembre) cuando este sujeto comenzó a asomar la pata nuevamente.
Parece ser que Zapatero fue clave a la hora de que Sánchez llegase a formar el gobierno de coalición con Iglesias como vicepresidente (ese mismo gobierno que el actual presidente dijo meses antes que le quitaría el sueño). Poco a poco Zapatero comenzó a salir nuevamente en las crónicas políticas y en la actualidad, sobre todo por su controvertido papel en Venezuela (país asociado con la financiación y creación de Podemos) y su apoyo al régimen de Nicolás Maduro, además de los escándalos que lo asocian de enriquecimiento personal ilícito a través de una mina de oro en Venezuela de la cual es propietario.
Pero no fue hasta el año 2023 cuando este tipejo volvió por todo lo alto a la política española. Aunque las relaciones con Sánchez parece que no fueron en un principio las más cordiales, esa relación comenzó a estrecharse hasta forjar una amistad inseparable entre el ex presidente del gobierno y el actual jefe del ejecutivo, una amistad que parece que va más allá de lo político y llega a lo personal. De hecho el nombre de Zapatero sobrevuela cada vez más sobre el denominado caso Koldo y los casos de corrupción que salpican a Sánchez y a todo el PSOE.
Y es que para Sánchez, el verdadero artífice de que él pueda seguir gobernando es su mentor y predecesor en el liderazgo del PSOE y en la presidencia del gobierno: José Luis Rodríguez Zapatero. A él le debe, según dicen algunos, que lograse obtener, a pesar de ser derrotado en las elecciones generales de 2023, un resultado suficiente para poder seguir gobernando con el apoyo de sus socios (los etarras, los independentistas, los nacionalistas, los podemitas, etc) debido a su activa presencia tanto en la campaña de las municipales de mayo como en la de las generales de julio.
¿Cómo se lo ha agradecido Sánchez? Otorgándole reconocimientos y lanzándole elógios en todos los actos del PSOE donde acuden juntos, además de reaparecer en los medios de comunicación afines de forma constante, casi diaria, y publicar hasta tres libros en un solo año. Pero aquí no queda la historia, ya que Zapatero ha pasado de ser un apestado que dejó España en la quiebra financiera (Rajoy tuvo que pedir el rescate bancario en 2012) y legó una España fragmentada en lo político, en lo territorial y en lo social, a ser el presidente en la sombra del actual gobierno y en el líder de facto del PSOE. Un mérito que ningún otro ex presidente del gobierno ha logrado conseguir tras abandonar su cargo.
Y es que ni siquiera José María Aznar, el cual designó a Rajoy como su sucesor en 2003 creyendo que sería un tipo fácil de manipular una vez que le sucediese en la Moncloa, logró finalmente susurrar al oído de su delfín político e influenciar sobre qué decisiones le convenía o no a España cuando los populares volvieron al poder en 2011. De hecho, ni siquiera el propio Felipe González, con su alargada sombra todavía en 2004, consiguió convertirse en el inquilino de facto de la Moncloa una vez que Zapatero se instaló tras ganar sorpresivamente aquel año.
Por no hablar de la nula influencia que Adolfo Suárez, una vez abandonado el cargo en 1981, tuvo con respecto a su sucesor, Leopoldo Calvo Sotelo. Ha tenido que ser Zapatero, aquél que reabrió la guerra entre las dos Españas con sus leyes de memoria histórica, sus reconocimientos nacionales a Cataluña y/o su blanqueamiento y posterior legalización al brazo político de ETA tras el humillante "proceso de paz" con la banda terrorista, quien ha conseguido volver a la Moncloa, aunque en esta segunda ocasión sea por la puerta de atrás.
Pero no solo Zapatero se encarga de susurrar al oído a Sánchez las decisiones más controvertidas que éste toma posteriormente desde Moncloa. También es él quien se está encargando de las negociaciones con los socios de su sucesor, desde Puigdemont hasta los etarras, pasando por Junqueras y/o el PNV. Socios con los que Zapatero se congenia bastante bien y con los que consigue cerrar acuerdos en el último minuto, los cuales podrían parecer imposibles horas antes. De hecho, ha sido el propio Zapatero quien ha conseguido hace solo unos días que Junts retire, tras negociarlo con Puigdemont, la propuesta de los independentistas para debatir en el Congreso la posibilidad de que Pedro Sánchez se sometiese a una cuestión de confianza.
Este es José Luis Rodríguez Zapatero, un tipo capaz de negociar sin pudor alguno con terroristas (esto ya lo hizo en su época oficial de presidente) como con independentistas que han dado golpes de estado contra la unidad nacional. Realmente este es el mismo Zapatero que en su día estuvo en la Moncloa pero que, debido al contexto de aquellos años, debía guardar un poco las apariencias y presentarse ante la sociedad como un moderado mientras su gobierno aprobaba reformas radicales que han reconfigurado absolutamente España en estos veinte años. Este es el verdadero sujeto que gobernó España durante siete años. Un sujeto que siempre vio con buenos ojos tener de aliados políticos a ETA o a los independentistas de ERC, entre otros, antes que al propio PP, ya fuese en la época de Aznar o en la de Rajoy.
Siempre he dicho, y lo reitero nuevamente, que cuando este personaje definió en su victoria electoral de 2004 que había comenzado "el cambio tranquilo", era a este cambio y a esta España inmersa en el caos, la confrontación y el extremismo a lo que se refería cuando hablaba de cambio. Su primera legislatura fue incluso más dañina que la segunda, ya que esta última supuso llevar a la quiebra al sistema financiero español, mientras que la primera supuso reabrir la división entre españoles, derogar por la puerta de atrás la presunción de inocencia de los hombres (la VIOGEN), y con ello la igualdad entre hombres y mujeres.
Por no hablar nuevamente del papel que jugó durante las negociaciones con ETA, donde hace un año aseguró sin vergüenza alguna que reflexionó seriamente en otorgar una amnistía a los asesinos de ETA (Echando con esto un cable a Sánchez en pleno debate sobre la amnistía a los independentistas), o su apoyo férreo al estatuto catalán, el cual reconoció, aunque fuese en el Preámbulo, la definición de Cataluña como nación. Todo esto y muchas cosas más de extrema gravedad caracterizaron el paso por el poder de este ser malicioso, el cual vuelve a gobernar en la sombra casi quince años después de dejar el gobierno en el peor escenario posible.
No hay duda de que el proyecto que Zapatero inició en 2004 iba mucho más allá de un simple cambio de políticas. Suponía un cambio absoluto en los valores de la sociedad española, en su cultura, en su identidad y en la estabilidad entre los ciudadanos y los distintos territorios. Su segunda legislatura, la de la crisis económica, paralizó su proyecto debido a las consecuencias. De esta forma, y tras arruinar económicamente el país, se fue en 2011, cuando ni los suyos lo querían ver ni en pintura (por su gestión de la crisis y no por su gestión política, social o territorial).
En este grave escenario, donde dejó al país en el límite de su capacidad, dio paso a un Rajoy y a un PP que asumieron íntegramente (y hoy lo asumen con más convicción con Alberto Núñez Feijóo al frente de los populares) ese mismo proyecto, el cual mantuvieron intacto para que Sánchez lo reanudase donde su mentor lo había dejado, esta vez de forma más directa y extrema, algo que el propio Zapatero no pudo hacer en 2004, ya que gran parte del aparato socialista en aquel entonces seguía siendo felipista y continuaba teniendo una fuerte influencia dentro del partido, a pesar de que el vallisoletano ya era el líder del PSOE.
Veintiún años después, y con un PSOE donde la mayoría de sus votantes, simpatizantes y militantes ven a Zapatero y a Sánchez como sus máximos referentes (Felipe González y la denominada "vieja guardia" ya ni cuentan para los socialistas), el propio Zapatero sabe que esta es su segunda oportunidad para culminar como presidente en la sombra lo que no pudo terminar como presidente cuando ostentaba el cargo de forma oficial.
Y es que aunque es un hecho que Sánchez no depende de nadie a nivel interno y ejerce su propia política con total independencia, su proyecto no deja de ser el proyecto político que Zapatero inició en su día y que algunos denominaron "la II transición". Pues bien, a pesar de esa independencia por la que se caracteriza Sánchez, ello no exime que el actual jefe del gobierno se deja influenciar por el ex presidente, llevando a cabo sus políticas con total confianza y determinación.
De hecho es tal el poder y la influencia de Zapatero dentro del gobierno que tras el asalto de Telefónica por parte de Sánchez, éste ha propuesto a Carlos Ocaña, uno de los hombres de su máxima confianza y también de la de Zapatero, como vicepresidente de la entidad. Por no hablar del despacho que según publicó hace poco el diario digital Vozpopuli, tiene en la sede del PSOE en Ferraz el propio ex presidente.
¿Desde cuándo un ex líder socialista tiene despacho propio en un partido que supuestamente ya no dirige? La respuesta no tendría justificación si no fuera porque, como indiqué al principio de la entrada, Zapatero ya no es solo el presidente del gobierno en la sombra, sino también el líder de facto del propio PSOE. Otra buena prueba de esto último es que no son pocos los congresos o conferencias del PSOE donde Zapatero inaugura el acto mientras que Sánchez es quien lo cierra.
En mayo del año pasado, cuando escribí sobre la vuelta de Zapatero, mencioné que al paso que iba el personaje en cuestión, no sería de extrañar que Sánchez lo nombrase ministro o incluso vicepresidente del gobierno. Casi un año después puedo confirmar que no hace falta que Sánchez designe a Zapatero para ningún cargo en el gobierno. Zapatero ya está dentro del gobierno, y lo está de la forma más astuta posible, sin cargo oficial pero dirigiendo desde Moncloa y Ferraz la política general del gobierno y de los socialistas.
De forma inteligente y maquiavélica, para no restarle autoridad a Sánchez, pero con la astucia suficiente como para continuar desde la sombra con el proyecto político que él mismo inició hace veintiún años y que todavía, según él, debe seguir su curso hasta implantarse en todas sus vertientes, dejando una España aún más caótica, polarizadora y extremista que la que ya llevamos viviendo desde hace dos décadas gracias principalmente a su gobierno.
Esta es la España que Zapatero quería y la que desde la sombra sigue aplicando hasta verla hecha realidad al 100%. Lo que parecía inimaginable hace tan solo unos años ha sucedido de la forma mas astuta posible: Zapatero está de regreso y lo ha hecho de forma tranquila (como su "cambio tranquilo" de hace veinte años) y sin que nos hayamos percatado hasta ahora de la dimensión de su regreso. Y lo que es peor, José Luis Rodríguez Zapatero ha regresado esta vez para quedarse de forma perpetua en el poder junto a su discípulo aventajado, Pedro Sánchez.