sábado, 7 de diciembre de 2024

Se están riendo de nosotros


Hace una semana se ha celebrado aquí en Sevilla el Congreso Federal del PSOE, donde Pedro Sánchez ha vuelto a ser reelegido secretario general de los socialistas de forma clamorosa, con la intención, según él, de gobernar mínimo otros siete años más para que "la izquierda salve a la humanidad de las derechas". Unas surrealistas declaraciones que me llevan a las siguientes conclusiones. La primera es que, para Sánchez, todo aquel que no sea de izquierdas no es humano, lo cual me lleva a la profunda reflexión de preguntarme qué soy yo realmente: ¿Un reptiliano? ¿Un anunnaki? Todo un enigma el que ha abierto este sujeto entre todos aquellos que no comulgamos con sus dogmas cuasi religiosos. 

Dejando a un lado la ironía, que quizás sea lo único que nos queda en este escenario decadente, la segunda conclusión es que Sánchez ya no se erige solo como líder único, total e indiscutible de la nación española, sino como una especie de mesías que espera salvar, no ya a España, sino al mundo del peligro que suponen, según él, las derechas. Llegados a este punto creo, y lo digo completamente en serio, que en un país medianamente serio, este tipo no pasaría los controles médicos para dirigir un país, cuando hablamos de su salud mental. 

Con esa ridícula frase se abre otro interrogante, ya que no sabemos lo que para este miserable supone ser de derechas. ¿Lo es el PP socialdemócrata de Feijóo? ¿Lo es un partido como VOX, posicionado completamente con los intereses globalistas del sionismo mientras hipócritamente defienden en el Congreso el legado de Franco? ¿Lo son partidos como los que lideran Le Pen en Francia o Meloni en Italia? Unos partidos que ya han demostrado sobradamente ser actores dentro de ese mismo sistema que con tanta hipocresía critican. 

¿A esas derechas se refiere Pedro Sánchez? ¿O a la derecha que lidera Donald Trump desde Estados Unidos, sirviendo a los mismos intereses sionistas que Abascal? ¿A qué derecha se refiere pues Sánchez? Si algo queda demostrado es que por desgracia no hay ninguna derecha en el horizonte que prometa deshacer lo que la izquierda ha destrozado a lo largo de décadas, tanto a nivel nacional como internacional, pero eso ya es otro tema para abordar en otra entrada.

Pues bien, poco antes de que Sánchez hiciera estas afirmaciones, su mujer era recibida en el Congreso del PSOE entre vítores y aplausos por parte de los militantes socialistas allí presentes. Esta entrada de Begoña entre los suyos en plan Madonna no hace sino confirmar lo que ya sabemos todos, pero que directamente estos individuos ya realizan sin la menor discreción posible: esta gentuza se está riendo de todos nosotros a carcajada limpia y con la mayor desvergüenza posible mientras están saliendo día sí y día también escándalos que les salpican directamente, pero que a ellos les resultan completamente ajenos e indiferentes. 

Buena prueba de ello es cómo en ese mismo Congreso, los socialistas han agradecido, vitoreado y aplaudido hasta sangrar la presencia de los expresidentes andaluces, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, los mismos que fueron condenados firmemente por su implicación en el caso de los ERE y que han sido indultados hace unos meses de forma ilícita por el Tribunal Constitucional de Cándido Conde-Pumpido. Ni en los Congresos comunistas de Corea del Norte se ha visto un nivel de bajeza humana, despotismo, corrupción, soberbia, chulería y mofa hacia la población como el que se ha visto hace unos días en el Congreso del PSOE. 

Todo este deplorable escenario demuestra una vez más que a Pedro Sánchez la corrupción y todos los escándalos que están saliendo diariamente sobre él, su gobierno y el PSOE se la traen al pairo. Se cree Dios en la tierra y sabe a su vez que es intocable, y que por mucha mierda que saquen sobre él, sobre su mujer, sobre su hermano (el cual ha sido llamado a declarar como imputado el próximo 9 de enero) o sobre cualquier otro miembro de su partido quedará finalmente en nada mientras cuente con el apoyo de sus socios parlamentarios, los cuales ya han dejado bastante claro que no van a retirarle su confianza bajo ningún concepto. 

Claro, cuando uno ve y oye este tipo de declaraciones pues le entra la risa floja. Resulta que hace siete años, cuando el gobierno de Mariano Rajoy estaba contra las cuerdas por toda la corrupción que acechaba a los populares, la oposición ponía el grito en el cielo y hacía proclamas de, cuando menos, asaltar la Moncloa para hacer caer al gobierno, como si el palacio de la Moncloa fuese el palacio de Invierno y Mariano Rajoy fuese la reencarnación de Nicolas Romanov, pero con cien años de diferencia. 

Eran aquellos años en los que Podemos, las mareas, los independentistas y toda la oposición en general exigían (Y con razón, ya que la situación así lo requería) la dimisión inmediata de Rajoy y la convocatoria de elecciones generales. Obviamente, el escenario ha cambiado desde entonces. En 2018 se produjo finalmente la caída de Rajoy y el regreso del PSOE al gobierno. Ya la corrupción quedaba laminada definitivamente, según la izquierda. España era desde entonces un país limpio donde ninguna institución ni organismo estatal, autonómico y/o local padecían ningún atisbo de corrupción, ya que ésta había sido borrada del mapa con la salida del PP de la Moncloa. 

Actualmente, esos partidos que con tantas ansias exigían en su momento la salida de los populares del poder son los mismos que en estos días defienden con uñas y dientes la permanencia de Pedro Sánchez y del PSOE en la Moncloa, aun siendo el caso Koldo, el caso Begoña Gómez, el caso Aldama, el caso Ábalos, etc, escándalos de corrupción de una envergadura mucho mayor de lo que en su día fueron el caso Gürtel y el caso Bárcenas, que ya eran de hecho bastante graves en su momento. 

Lejos quedan ya aquellos años donde Podemos y/o ERC exigían incesantemente la dimisión de Rajoy por los casos de corrupción que por entonces salpicaban al PP. Por cierto, la misma ERC que en 2017 estaba sumergida en el procés para lograr la independencia catalana mientras presionaba al entonces líder de la oposición, Pedro Sánchez, para presentar una moción de censura que tumbase al gobierno de Rajoy. Esto último no lo digo yo, sino la periodista Carmen Torres en su libro "Instinto de poder", dedicado a la figura del propio Sánchez. 

De esta forma se confirma una vez más que ERC nunca tuvo intención de efectuar la independencia de Cataluña, sino de utilizar este fenómeno para liquidar a un ya muy desgastado gobierno de Mariano Rajoy con el objetivo de darle su apoyo al PSOE para que los socialistas volviesen al poder. Un escenario, el de cómplices incondicionales del PSOE, donde los integrantes de ERC siempre se han sentido cómodos y en su salsa, tanto en la etapa de Zapatero como en la de Sánchez. 

Y lo mismo se puede decir de Podemos, aquellos sujetos que entre 2014 y 2018 pregonaban en contra de la corrupción sistémica que en aquellos años se vivía en España, abogando por hacer una limpieza íntegra, cayese quien cayese. Obviamente, cuando hacían este tipo de declaraciones hipócritas se referían exclusivamente al PP de Rajoy, ya que la corrupción del PSOE o de cualquier otro partido del sistema la sobrellevan mejor tanto los podemitas como los integrantes de Sumar.  

Hoy en día, en Sumar, Podemos, ERC, Bildu, PNV, Junts y en cualquier otro partido socio del actual gobierno y aliados del PSOE en la moción de censura de 2018, salen con más energía, entrega y entusiasmo a defender al ejecutivo y a los socialistas en general que cualquier otro miembro destacado del PSOE, e incluso exculpan con toda la desvergüenza habida y por haber los continuos e incesantes casos de corrupción que salen diaramente contra Sánchez, su entorno familiar y sus colaboradores. 

¿Por qué entonces esta actitud hipócrita, miserable e insultante hacia los ciudadanos por parte de esta gentuza criminal con respecto a la corrupción que sacude al PSOE? Por la sencilla razón de que tantos los correligionarios de Sumar, como los de Podemos, así como los independentistas, los etarras y los nacionalistas necesitan fervientemente la permanencia de Sánchez en el poder, del mismo modo que Sánchez los necesita a ellos para perpetuarse en el cargo. 

De nada servirá pues lo mucho o poco que hablen en los tribunales Aldama, Ábalos, Koldo, Javier Hidalgo y todos los implicados en la trama corrupta que salpica al PSOE si en el Congreso ningún grupo dice “hasta aquí hemos llegado” y retira su apoyo al gobierno. Sánchez lo sabe y por eso actúa con esa soberbia, despotismo e inmunidad que le caracteriza, ya que es consciente de que por mucho que la Justicia actúe, el Parlamento (Que es donde verdaderamente se juega su futuro político y personal) le seguirá brindando su apoyo pese a todo lo que está saliendo y lo que está por salir, que no es poco.

Los etarras, los nacionalistas y los independentistas saben que no van a encontrar en sus abominables vidas a alguien con tantas ansias de poder como Pedro Sánchez. Saben además que sus ansias infinitas de gobernar le llevarán a darles todo lo que pidan a cambio de mantenerse en la Moncloa, aunque solo sean cinco minutos más. Teniendo pues a un individuo de este calibre en el poder, que con tanta facilidad otorga a los enemigos del país que preside aquello que éstos le exigen a cambio de mantenerse en el sillón, ¿Por qué se iban a arriesgar ellos a destituirlo en favor de otro candidato que puede que sea algo más reacio a la hora de ceder a sus pretensiones? La pregunta se contesta sola. 

Por otro lado, incluso en el supuesto de que algún partido decidiese retirarle su apoyo a Sánchez en una eventual moción de censura (Escenario que no se va a producir), el presidente del gobierno podría realizar lo que todo el mundo le pidió a Mariano Rajoy que hiciese para detener la llegada del propio Pedro Sánchez en 2018 y que finalmente no hizo: dimitir. De esta forma se suspendería la moción de censura y se mantendría como presidente en funciones mientras gana tiempo para negociar con aquellos socios que le han dejado en la cuerda floja.

Esto podría llevarnos a una nueva sesión de investidura donde Sánchez se presente nuevamente y consiga de nuevo los votos de todos sus socios, o en su defecto nos conduciría a unas elecciones generales dentro de unos meses en las que ya Indra, la empresa encargada del recuento de votos y que fue comprada por el Estado en 2022, haría el resto del trabajo sucio. A buen entendedor, pocas palabras bastan.

Sánchez es pues quien tiene todos los ases bajo la manga, y lo sabe. Por eso, haga lo que haga, cualquier movimiento que realice lo hará desde Moncloa, jugando con ventaja frente a cualquiera que le intente hacer frente. De forma que, por mucho que nos pese, tenemos Sánchez para rato. De momento su continuidad parece segura hasta el 2027, y después de ahí ya se las ingeniará para mantenerse en el poder con sus actuales socios de gobierno. Esto nos llevaría hasta el año 2031, fecha en la que solo dependerá del sujeto en cuestión si decide retirarse a lo Carlos V o si por el contrario opta por seguir en el poder hasta, mínimo, 2035. 

Dicho esto, cabe preguntarse. ¿Qué clase de sistema es aquel en el que un presidente o un primer ministro puede burlar la ley a su antojo, manteniéndose en el poder indefinidamente, incluso viéndose acorralado, y evadiendo cualquier tipo de responsabilidad política ante los múltiples casos de corrupción que le salpican a él, a su familia y a sus colaboradores? Si alguien piensa que solo la Justicia es quien va a hacer caer a Sánchez, ya puede sentarse y esperar. 

El Poder Judicial puede cercar a un gobernante ante la corrupción, pero quien realmente debe dar la puntilla final para poner fin a su estancia en el poder son los políticos. Y si el propio PP es quien ya está advirtiendo que, pese a todo, Sánchez tiene todas las papeletas para seguir hasta 2027 sin siquiera haber hecho éstos absolutamente nada para intentar destituirlo, ya se puede imaginar el personal cual va a ser el desenlace de todo esto.

Todo parece indicar que no solo los socios de Sánchez son aquellos que no quieren bajo ningún concepto al presidente del gobierno fuera del poder, sino también el propio Feijóo, el cual seguramente prefiera que el PSOE siga gobernando España, ya que realmente es el partido que mejor representa los intereses que él defiende. Algo obvio cuando hablamos de un tipo que afirma orgullosamente haber sido exvotante socialista (De Felipe González, concretamente) y que acude a los congresos de la UGT mientras defiende el papel que éstos desempeñan en el sistema actual.

Por no hablar del papel que está desempeñando en estos días Aldama, quien tras su confesión ante el juez hace unos días, está empezando a aportar pruebas que corroboran su testimonio. Eso sí, pruebas que de momento inculpan solamente a José Luis Ábalos y a otros miembros secundarios del gobierno, pero no a Pedro Sánchez ni a su mujer directamente. Algo sospechoso, y más si tenemos en cuenta que fue el propio Aldama el que aseguró que Sánchez tendría las pruebas que demostrarían su testimonio. 

¿A qué espera pues Víctor de Aldama para presentar definitivamente las pruebas que inculpan al denominado “número 1” y a su señora? ¿Acaso está chantajeando a Pedro Sánchez con tirar de la manta, pero no se atreve a dar el paso definitivo? ¿O acaso es que directamente nunca ha tenido la intención de ir a por el presidente del gobierno ni a por su mujer y por eso la Fiscalía solicitó su salida de prisión hace unos días sin poner ninguna objeción? 

Aldama tiene, por supuesto, material para hacer caer a Sánchez, a su familia y a todo el PSOE, pero comienza a ser extraño que las acusaciones vayan todas en dirección hacia Ábalos y no hacia el presidente del gobierno ni su entorno. Quizás la munición se la reserve para la semana que viene, cuando está llamado a testificar junto con Koldo García y el propio Ábalos. Quizás sea entonces cuando bien sea Aldama, bien sea Koldo o bien sea Ábalos, acaben tirando de la manta. O quizás no acabe tirando nadie y todo quede una vez más en una falsa alarma. 

Sea como fuere, Sánchez tiene pues, no solo todos los ases en la manga, sino una suerte asombrosa que le permite seguir al frente de todo, pese a todas las adversidades que la vida le pone en su camino. Hasta tal punto llega su suerte que sigue contando con el apoyo incondicional del propio Puigdemont, un tipo que después de haber sido engañado como un imbécil por parte de Sánchez en lo que respecta a la aplicación de la Ley de Amnistía sobre su persona, y tras haber perdido todo cargo institucional e incluso la oportunidad de volver a ser presidente de la Generalitat catalana, sigue apoyando fervientemente a Sánchez. ¿Por qué? Eso sí que es un enigma. 

Pero lo cierto y verdad es que el líder de Junts sigue manteniendo su apoyo al gobierno del PSOE, a pesar de que ha sido el propio PSOE quien le ha despojado de todo cargo publico que tenía y/o podía aspirar hasta hace solo unos meses. Como ya dije hace unos meses, quizás sea verdad aquella teoría que defendía que Puigdemont era un infiltrado del CNI dentro del independentismo catalán para hacerlo volar desde dentro con el apoyo del Estado. Puede que quizás solo así se entienda el apoyo acérrimo de Puigdemont ante un Sánchez más débil que nunca. Quizás algún día se sepa toda la verdad que rodea a Puigdemont, así como el papel que ha venido jugando en el procés catalán y en la política española desde hace ocho años hasta ahora. 

En definitiva, y como he dicho antes, tenemos Sánchez para rato. Ante la pasividad e inmovilismo absoluto por parte del PP frente a esta grave situación, la complicidad de los socios del gobierno con respecto a la corrupción que acecha a Sánchez y al PSOE cada vez más, la falta de pruebas concluyentes de Aldama contra Sánchez en los Juzgados, así como los vacíos legales que hay en la legislación y que permitirían a Sánchez burlar la ley a su antojo, incluso en situaciones en las que su continuidad se vea en serio riesgo, todo hace indicar que, por increíble, surrealista e injusto que parezca, el presidente del gobierno saldrá bien parado de todo esto, a pesar de toda la basura que está saliendo y que todo indica que es solo el principio de lo que parece ser un vertedero. Sea como fuere, Sánchez y el PSOE saldrán bien parados de todo esto, ya que la corrupción castiga a todos… menos a la izquierda. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.