Hace un par de semanas dije que cada vez me da más asco y pereza hablar sobre la política española. Con lo ocurrido hoy me reafirmo en lo dicho, aunque creo que lo sucedido hace unas horas merece dedicarle, por mucha pereza que me dé, un par de comentarios. Hoy, como todos sabemos ya, Carles Puigdemont ha vuelto a España, donde ha dado un discurso de cinco minutos rodeado de los independentistas en una céntrica plaza de Barcelona y acto seguido se ha fugado de nuevo en un coche, sin saber en estos momentos, cuando son la una menos cuarto de la noche, dónde cojones está ahora este tipo.
Pues bien, para empezar debo decir que después de todas estas horas, todavía no encuentro una explicación racional y lógica a lo que ha pasado. Vayamos por partes, Puigdemont anuncia desde hace días y semanas su vuelta a España. Hace un par de días, el actual presidente del parlamento catalán (Miembro de Junts), anuncia el debate de investidura de Salvador Illa para el día de hoy, lo cual provoca que Puigdemont anuncie que estará en ese debate, pase lo que pase (Aunque eso llevara implícito su detención).
Pues bien, finalmente lo ocurrido esta mañana en Barcelona ha sido, como diría la gran Lina Morgan "Agradecido y emocionado, solamente puedo decir: gracias por venir". Es decir, aparecer, decir un par de sandeces que solamente los más acérrimos independentistas se creen ya y fugarse nuevamente en un coche. Todo ello mientras la Policía Nacional, la Guardia Civil y los Mossos de Esquadra no han hecho absolutamente nada para impedir la detención de Puigdemont ni cuando ha cruzado la frontera, ni cuando ha llegado finalmente a Barcelona (Algo que yo personalmente creo que realmente se produjo hace unos días y no esta mañana), ni cuando el propio Puigdemont ha dado su mitin delante de los suyos en pleno centro de Barcelona, ni cuando el propio Puigdemont se estaba fugando delante de las narices de todo Dios.
Lo ocurrido hoy deja por los suelos no solo a todo el sistema político español, que obviamente es el principal responsable, sino a todo el sistema en sí. Al Tribunal Supremo por un lado, ya que su autoridad como máximo órgano del Poder Judicial ha quedado completamente en entredicho al ver cómo los cuerpos y fuerzas de seguridad han prevaricado delante de todo el mundo al mirar para otro lado y omitir la orden de detención que el Supremo tenía dictaminada contra Puigdemont.
A los propios cuerpos y fuerzas de seguridad, cuyos mandos, ordenados por las más altas instancias políticas, han llevado a cabo una contraorden de no detención contra Puigdemont, faltando así a su deber de cumplir y hacer cumplir las leyes. Debo añadir que cuando hablo de los cuerpos y fuerzas de seguridad me refiero en este caso a la Guardia Civil y a la Policía Nacional y no a los Mossos de Esquadra, ya que este último cuerpo es una institución dependiente de la generalitat catalana, la cual está repleta de independentistas cómplices de todo lo ocurrido hasta la fecha, cuyo último acto sería el de detener a quien fue hace siete años su jefe superior.
Al CNI por hacer caso omiso de las advertencias del regreso inminente de Puigdemont y por lo tanto de su obligación de seguir los movimientos que éste iba a realizar. Y ya por último, obviamente, al propio gobierno de España, el cual es el principal instigador y cómplice de todo lo ocurrido hoy; ya que sin su ayuda y correspondientes ordenes a las fuerzas y cuerpos de seguridad, Puigdemont estaría en estos momentos durmiendo en el calabozo y no riéndose nuevamente de todo el personal desde Dios sabe dónde.
Y por otro lado al gobierno saliente de la generalitat catalana, el cual es quien ejerce las competencias sobre los Mossos de Esquadra y han ordenado a éstos que no tocasen siquiera a Puigdemont, aunque lo tuviese a un palmo de sus narices. Obviamente, y aunque la generalitat ha dado esta orden, los Mossos jamás se habrían prestado a detener a Puigdemont, ya que para muchos mossos independentistas, Puigdemont es el máximo referente del independentismo catalán, y por consiguiente no puede ser rozado ni por el aire.
Dicho esto debo decir. ¿A quién beneficia todo esto? ¿Qué se gana con lo ocurrido hoy? Porque sinceramente, después de tantas horas sigo sin entender el motivo del espectáculo ocurrido hoy. Se suponía que Puigdemont iba a volver a España para entrar en el parlamento catalán y ahí montar la de Dios es Cristo y posteriormente votar en contra de la investidura de Illa, pero insisto, todo el circo debía ser en teoría dentro del parlamento y no en la calle. Finalmente no ha entrado en el parlamento, ni siquiera se ha acercado a las puertas. Solo ha dado el mitin a lo Lina Morgan, como acabo de añadir antes, y se ha fugado de nuevo delante de las narices de todo el mundo.
Repito ¿A quién beneficia todo esto? Porque si es a Puigdemont creo que flaco favor se ha hecho a sí mismo al quedar retratado una vez más como un cobarde que no quiere oir siquiera la palabra cárcel. De este modo, con su nueva y bochornosa fuga delante de toda España después de siete años de la primera, la impresión que Puigdemont ha podido dejar en muchos independentistas es la de un tipo que vuelve a tomarle el pelo a todo el mundo (Incluido a los suyos propios) para acto seguido huir de nuevo como la rata que es y dejar de nuevo a los independentistas con el culo al aire, cosa que me alegra por otra parte.
Esto no le beneficia ni a él, ni a su partido, ni siquiera al propio independentismo, ya que esto no ha traido de momento ninguna movilización en las calles a su favor ni ha frenado la investidura de Illa. Ni tampoco beneficia al gobierno de Sánchez (El cual todavía no ha emitido ni una sola declaración acerca del circo producido hoy en Barcelona), el cual queda a ojos de todo el mundo como cómplices tanto de prevaricación como de obstrucción a la Justicia a la hora de impedir que este sujeto sea detenido y llevado ante un Tribunal.
¿A quién perjudica en cambio? En todo caso al Poder Judicial, que ve cómo su autoridad ha quedado en entredicho, y a los propios cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que han sido humillados al no acatar las órdenes de detención de un fugitivo, la cual proviene de la institución judicial más importante de España. De los Mossos no hablo, ya que ellos mismos se humillan solos.
Y por último quien queda humillado es el propio Estado, el cual ve cómo Puigdemont entra y sale cómo y cuando le da la gana de España con la complicidad del gobierno de Pedro Sánchez, el cual por mantenerse en el poder acepta gustoso formar parte de una operación surrealista y maquiavélica cuyo único objetivo era el de humillar de nuevo a España; y debo decir que la operación ha sido de forma parcial un éxito, y por otro lado un fracaso, ya que la huída de Puigdemont ha podido dejar una impresión aún peor entre los independentistas de la que ya tenían algunos de él.
Una operación que ha sido urdida y preparada con antelación por Puigdemont y Sánchez, con el fin de que el ex presidente catalán tuviese sus cinco minutos de gloria y largarse por donde ha venido, dejando al Estado en una nueva humillación aberrante y a los cuerpos y fuerzas de seguridad a los pies de un caballo. Y es que tanto la imagen de la Policía como de la Guardia Civil como de los Mossos (Aunque éstos, insisto, van por su cuenta), han quedado completamente en entredicho, por mucho que algunos prosistema estén en estos momentos defendiendo con uñas y dientes a estos cuerpos.
No. La imagen de La Policía, la Guardia Civil y los Mossos de Esquadra ha quedado por los suelos. Primero por parte de sus superiores al ordenar, en base a órdenes políticas superiores, la no detención de Puigdemont. Y segundo por parte de los agentes de estos cuerpos, al aceptar esas órdenes prevaricadoras, sabiendo que sobre este tipo había una orden de detención cursada por el Tribunal Supremo. Otra cosa bien diferente es que los agentes, al verse situados en un dilema moral sobre si hacer caso a las órdenes de sus superiores jerárquicos o hacer cumplir las resoluciones judiciales deteniendo a Puigdemont, pero jugándose a su vez un posible expediente disciplinario y su posible expulsión del cuerpo, hayan decidido optar por lo primero. Aun así, la imagen de estos cuerpos ha quedado por los suelos, por mucho que algunos miembros de la derecha rancia intenten disculparlos ahora.
Y como he dicho, quien queda obviamente en el peor de los lugares es el propio gobierno de España al ser los orquestadores y cómplices de esta trama, ordenando a los mandos de la Policía y la Guardia Civil la no detención de Puigdemont y protegiendo en todo momento la seguridad el ex presidente catalán en su vuelta a España. De esta forma se confirma una vez más, aunque ya a estas alturas no es noticia, que el gobierno de Sánchez hace lo que sea con tal de permanecer en el poder, aunque eso suponga prevaricar y obstruir a la Justicia a la hora de obstaculizar que se cumplan las resoluciones judiciales que han dictaminado la orden de arresto del propio Puigdemont.
En definitiva, un día de pan y circo que nos podíamos haber ahorrado perfectamente. Todo sigue el guión previsto y nada ha cambiado, salvo que el Estado ha quedado una vez más después de siete años humillado por el propio gobierno de la nación y por este sujeto, el cual queda claro que es un cobarde repugnante que no tiene ninguna intención de ser detenido, a pesar de hacerse el valiente desde Europa anunciando que está preparado para todo cuando se produjese su regreso a España. Dicho esto debo añadir que lo ocurrido hoy me hace plantearme de nuevo la duda que ya expuse por aquí hace unos meses sobre el propio Puigdemont, al referirme a la teoría que circuló hace años sobre él, donde se decía que era un infiltrado del CNI para hacer implosionar el independentismo desde dentro.
Con lo sucedido hoy, esta teoría parece que cobra fuerza, al menos para mí. Y es que creo que después de esta segunda y humillante huída de Puigdemont en el día de hoy, la imagen del ex presidente catalán ha quedado, en mi opinión, peor de lo que estaba ayer, antes de hacer esta breve aparición, con lo que los ánimos de los independentistas serán ahora más bajos que los de hace veinticuatro horas. Por mi parte me alegro de que esto ocurra, si se llega a confirmar.
De modo que sigue así, Carles. Estás haciendo una buena labor para acabar finalmente con el proceso que tú mismo dijiste que culminarías. A tenor de lo visto parece ser que te referías a aniquilar el procés catalán. Y sinceramente, creo que afortunadamente lo estás consiguiendo. No sería de extrañar que de aquí a unos años, y en virtud de los servicios prestados por desmovilizar el independentismo, te otorguen el collar de la Real Orden de Isabel la Católica o el collar de la Real Orden de Carlos III.
Y ya por último comentar lo que se ha producido en el parlamento catalán, donde finalmente, y a pesar del caos orquestado por Puigdemont en las calles, Salvador Illa (Sí, ese miserable que junto con Sánchez gestionó de forma criminal la pandemia, enriqueciéndose ilícitamente mientras los muertos se contaban por miles cada día) ha sido investido hoy como nuevo presidente de la generalitat catalana. Con su posterior toma de posesión, la cual tendrá lugar mañana o este fin de semana, se pondrá fin a catorce años de gobierno CIU/Junts-ERC, para volver al tripartito de hace veinte años, origen de todos los males que en estos momentos padece Cataluña.
Con esta inminente llegada de Illa como presidente se producirá finalmente el ansiado concierto catalán (Que es lo que verdaderamente buscaban los independentistas desde que nació el procés, y no la independencia), y casi con toda seguridad, la aprobación dentro de un tiempo de un nuevo estatuto catalán, aún más radicalizado e inconstitucional que el de 2006, y quién sabe si también un referéndum de independencia pactado de aquí a unos años que cada vez se intuye más probable. Todo ello, obviamente, con la complicidad y el aval de Cándido Conde-Pumpido desde el Tribunal Constitucional, convirtiendo en constitucional todo lo que es inconstitucional.
Esa es la próxima hoja de ruta de Illa, Sánchez y los independentistas y por eso Puigdemont está encantado de la vida, a pesar de no haber logrado su ansiado sueño de ser presidente otra vez. Y es que si alguien pensaba, a tenor de lo que se ha comentado últimamente, que Junts apoyaría al PP para hacer a Feijóo presidente con el apoyo a su vez de VOX, se puede dar ya por jodido. Puigdemont jamás hará presidente a un cínico como Feijóo teniendo ahora en la Moncloa a su mayor aliado: Pedro Sánchez; un tipo sin moral y despreciable como ser humano, capaz de cualquier cosa con tal de permanecer en el poder toda su miserable vida.
Sánchez y Puigdemont son pues dos seres repugnantes, ambiciosos, egoistas y sin escrúpulos capaces de todo, pero por desgracia son quienes gobiernan España. Sánchez desde la Moncloa y Puigdemont instándole desde su casa lo que debe hacer y lo que no. Ambos se necesitan mutuamente y por ello ninguno de los dos dejará tirado al otro. Buena prueba de ello es lo visto hoy en Barcelona, donde por mantenerse en el poder, Sánchez ha aceptado el plan de Puigdemont para volver, tener su momento de gloria y humillar de nuevo a todo un país. Este es por desgracia el escenario surrealista de pan y circo que vivimos en España, el cual sin duda alguna irá a peor conforme pasen los meses y los años. Nada bueno puede pues salir de todo esto.
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