No he querido escribir sobre este tema en estos días porque suponía que la cosa iba a ir in crescendo conforme pasase la semana, y no me he equivocado. Me refiero al asunto de corrupción que sacude al PSOE y al gobierno de Sánchez con la venta ilegal de las mascarillas procedentes del ministerio de Transportes en plena pandemia del COVID, en la que están implicados el ex ministro José Luis Ábalos, su mano derecha, Koldo García Izaguirre, el número 3 del PSOE y actual interlocutor en las negociaciones con Puigdemont, Santos Cerdán, la presidenta del Congreso (Por entonces presidenta de las Islas Baleares), Francina Armengol, el ministro de Transportes, Óscar Puente, el ministro de Sanidad, Ángel Victor Pérez Torres, el ex ministro de Sanidad por aquel entonces, Salvador Illa y el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska. Como se puede ver, estamos pues ante una trama de corrupción a gran escala nacional producida en los peores momentos de la pandemia en los que los muertos en España se contaban por miles diariamente mientras estábamos confinados ilegalmente y en la que están implicados los pesos más pesados del PSOE y del propio gobierno y que algunos están intentando frenar en seco de forma inútil.
Hoy se ha acabado el plazo que desde el PSOE le habían dado a Ábalos para que dimitiese como diputado en el Congreso. Este mediodía Ábalos ha confirmado que no dimite, ya que no va a ser el cabeza de turco de todo esto; añadiendo que "otros han hecho cosas peores". De esta forma Ábalos ha abandonado el grupo socialista en el Congreso y se ha pasado al grupo mixto para, según él, "seguir defendiendo su inocencia". Con este aviso a navegantes Ábalos le ha lanzado un dardo al PSOE y al propio presidente del gobierno, Pedro Sánchez, al negarse a dimitir por un caso de corrupción en el que él era el máximo responsable y conocedor de las adjudicaciones que se realizaban desde el ministerio que dirigía. El PSOE por su parte ya lo ha suspendido de militancia del partido y ansían como agua de mayo que el escándalo no salpique a nadie más que al propio Ábalos, el cual ha insistido una y otra vez en su inocencia.
Pero claro, resulta difícil imaginar que una trama en la que están implicados tantos miembros relevantes del PSOE se hiciese sin la aprobación del presidente del gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Si el por entonces número 2 del PSOE (Ábalos) y el número 3 del PSOE (Santos Cerdán) daban su aprobación y estaban metidos hasta el cuello en lo que ya se conoce como el caso Koldogate (Ya que era la mano derecha del propio Ábalos el que servía de intermediario en las adjudicaciones) ¿Cómo no iba a saberlo el número 1, es decir, Pedro Sánchez? La cosa parece pues complicársele a Sánchez desde que se conoció la detención de varios miembros relacionados con esta trama, entre los que se encontraban el propio Koldo y su mujer. Estamos hablando de un caso de corrupción que no afecta ya a sujetos colocados en el ministerio de Transporte, ni siquiera al propio Ábalos, sino a un caso que afecta a varios miembros del gobierno y del PSOE, lo cual agrava aún más la situación extremadamente débil en la que se encuentra Sánchez desde que en noviembre pasado fuese investido nuevamente presidente.
Con este grave escenario de corrupción que se ha abierto dentro del PSOE y del gobierno, la situación se vuelve aún más insostenible. Ahora resulta que da la irónica casualidad de que con la salida de Ábalos del grupo socialista y su incorporación al grupo mixto, el ex ministro no está obligado a votar a favor de lo que proponga el PSOE en el Congreso, con lo cual puede exigir, al igual que Junts, Bildu, ERC, PNV, BNG, Podemos, etc cualquier cosa a cambio de su voto. Un escenario surrealista si tenemos en cuenta de que quien se sumaría al chantaje constante que los socios del PSOE le están haciendo a los socialistas sería esta vez el que fuera su número 2 en el partido. Esta situación, insisto, complica aún más la legislatura y eleva a una probabilidad altísima que dentro de un año como muy tarde España esté votando nuevamente en unas elecciones generales. Esto no da ya más de sí y Sánchez lo sabe, por mucho que intente agarrarse a la silla de la Moncloa aunque la Guardia Civil tenga que sacarlo del palacio presidencial.
Está claro que Ábalos sabe absolutamente todo de todos y por eso a algunos les resultaría más conveniente dejarlo que se mantenga en su escaño antes de que lo aprieten más y comience a irse de la lengua. Parece ser que el propio Ábalos estaba dispuesto a dimitir, pero a cambio de una embajada, lo cual hubiese resultado un premio por el hecho de estar implicado en un caso de corrupción. Lo curioso además era que quien había sido mandado por Sánchez para negociar con Ábalos su dimisión en la noche de ayer ha sido precisamente el propio Santos Cerdán, el cual está implicado también en la trama, lo cual resulta además de surrealista una tomadura de pelo a todo el personal y un insulto a la ciudadanía si tenemos en cuenta que el actual gobierno llegó a la Moncloa gracias a una moción de censura que expulsó al PP de Mariano Rajoy del poder como consecuencia de los innumerables casos de corrupción que por entonces afectaban al PP. La misma situación en la que ahora se encuentra el PSOE, con la diferencia de que actualmente no hay nadie dispuesto a presentar una moción de censura a Sánchez como consecuencia de la corrupción que afecta a su partido y a su gobierno.
Personalmente creo que Ábalos, aunque sea un sinvergüenza corrupto, ha sabido jugar muy bien sus cartas, ya que ha decidido no ser él quien pague los platos que ha roto no solo él sino varios personajes relevantes de la dirección del PSOE y del gobierno de España. Es lógico pues que se niegue a ser él solo quien asuma una responsabilidad que quizás quien debería asumirla es el inquilino de la Moncloa. Un inquilino al que tras el batacazo del PSOE en Galicia y el más que probable hundimiento en el País Vasco el próximo 21 de abril se enfrenta a las elecciones europeas, las cuales pueden ser letales para él si finalmente el PSOE se lleva una hostia de consideraciones históricas. Quizás Sánchez pueda salir vivo de lo que ocurra el 9 de junio (fecha de las elecciones europeas aquí en España), pero con la explosión de este gravísimo caso de corrupción, es quizás probable que Sánchez comience a pensar que para seguir teniendo futuro en su carrera política sea más considerable irse al extranjero que seguir ocupando la jefatura del gobierno. Veremos pues cómo acaba todo esto y cuántas sorpresas seguirán produciéndose a lo largo de los siguientes días y semanas, pero lo que está claro es que esto, a pesar de que algunos desean que acabe cuanto antes, no ha hecho más que empezar.
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