jueves, 29 de febrero de 2024

Diez años de la llegada de Felipe VI y Pedro Sánchez


En este año 2024 se cumplen diez años de la llegada del actual jefe del Estado, Felipe VI, y de la del actual jefe del gobierno, Pedro Sánchez, al primer plano de la política española (Felipe VI fue proclamado rey de España en junio de 2014 y solo un mes después, en julio de 2014, Pedro Sánchez se convirtió en secretario general del PSOE y líder de la oposición). Una década de la llegada de dos hombres condenados a encontrarse, y que todo parece indicar que por algún tiempo más, aunque quizás no mucho más del que algunos creen.

Los dos personajes que hoy ocupan respectivamente la jefatura del Estado y la jefatura del gobierno han sido dos de los protagonistas indiscutibles (Junto a Mariano Rajoy hasta el año 2018) de los sucesos que han erosionado a España en esta última década. Mientras Felipe VI lleva ejerciendo como rey de España desde la polémica abdicación del rey Juan Carlos en junio de 2014, Pedro Sánchez no llegaría a la presidencia del gobierno hasta junio de 2018, tras la moción de censura que desalojó a Mariano Rajoy y al PP del ejecutivo.

Cuatro años de diferencia los que separan la inauguración del reinado del actual monarca del inicio del mandato de Pedro Sánchez como presidente. Unos sucesos que nuestros dos protagonistas vivieron con la misma edad: 46 años (Felipe VI y Pedro Sánchez se llevan solo cuatro años de diferencia). Pero la historia de Sánchez no comenzó en 2018, sino en 2014. Como ya he mencionado antes, mientras Felipe VI llegó al trono en junio de ese año, Sánchez llegó a la secretaría general del PSOE en julio, justo un mes después de la proclamación de Felipe VI como rey. Una proclamación a la que el entonces candidato al liderazgo del PSOE acudió en calidad de diputado, portando una sospechosa corbata morada republicana que supuso un aviso a navegantes y que nadie se percató por aquel entonces.

En estos diez años ha ocurrido practicamente de todo. Felipe VI ha vivido como rey crisis constitucionales que su propio padre jamás vivió en sus cuarenta años como jefe del Estado: los continuos escándalos y casos de corrupción en la familia real, la entrada en prisión en 2017 de su por entonces cuñado, Iñaki Urdangarín, una crisis constitucional en 2016 que llevó consigo una repetición electoral y cinco rondas de consultas en un mismo año (las mismas que Juan Carlos I realizó en diez años), una declaración de independencia en Cataluña que le empujó a hacer una declaración institucional en octubre de 2017, una moción de censura en 2018 que condujo al cruce de caminos entre el propio Felipe VI y Pedro Sánchez al ser investido éste como nuevo presidente del gobierno, una nueva crisis política en 2019 con una nueva repetición electoral, el primer gobierno de marcado carácter republicano desde la aprobación de la Constitución en 1978, el exilio de su padre (auspiciado por Pedro Sánchez y consentido por Felipe VI), la firma de los indultos a los condenados por el procés catalán, las rencillas entre él y el propio Sánchez, así como el papel jugado por el rey el pasado año al designar como candidato a un Pedro Sánchez que ya se sabía que acudiría a la investidura con sus actuales socios de gobierno, y por último las recientes declaraciones de Jaime del Burgo sobre las infidelidades de Letizia Ortiz al monarca con él, así como la extraña relación íntima que existe entre la propia Letizia y Pedro Sánchez.

En lo que respecta a Pedro Sánchez, el actual presidente del gobierno ha estado en el centro (Y en el origen muchas veces) de todas las crisis que se han producido en España a lo largo de esta década: su inesperada llegada a la secretaría general del PSOE con el apoyo de su posterior archienemiga Susana Díaz en julio de 2014, su posterior papel en la crisis constitucional de 2016 que provocó dos investiduras fallidas, una repetición electoral y su desenlace con su propia destitución como líder del PSOE en octubre de ese mismo año. Todos creían que con esta destitución (La primera en la historia reciente del PSOE), la carrera política de Sánchez estaba acabada, pero nuestro protagonista no se ha dado nunca por derrotado. Tras su presentación nuevamente como candidato a la secretaría general del PSOE medio año después de su dimisión forzada, Sánchez acabó ganándole la partida definitivamente a su madrina política, Susana Díaz, en la lucha por el liderazgo del PSOE en mayo de 2017.

Tras su reelección como líder del PSOE apoyó, aunque rechistadamente y con condiciones al gobierno de Rajoy en la crisis independentista de 2017 y la posterior aplicación del artículo 155 en Cataluña. Un apoyo a Rajoy que se convirtió en puñalada cuando tras la sentencia del caso Gurtel, Sánchez descabalga al líder del PP de la presidencia del gobierno tras presentarle y ganar la moción de censura de junio de 2018. A partir de aquí, Sánchez se convierte en presidente del gobierno, tomando con ello la iniciativa y decidiendo desde entonces los destinos de España. A partir de entonces Sánchez vive en primera persona como jefe del gobierno la crisis política de 2019, con dos elecciones generales en las que obtiene la victoria de forma relativa, los sucesos vividos en Cataluña tras la sentencia del procés en octubre de 2019, la formación del primer gobierno de coalición y de izquierdas desde 1936, la aplicación del Estado de Alarma y sus correspondientes confinamientos, la aprobación de los indultos a los independentistas en 2021, las concesiones a Marruecos, la aprobación de leyes tan aberrantes como la Ley del Sí es Sí, la Ley de Memoria Democrática, la Ley Trans, hasta llegar a la Ley de Amnistía (cuya tramitación ahora se encuentra en suspenso) y al estallido del caso Koldogate, el cual supone el primer caso de corrupción dentro de su gobierno desde su llegada a la Moncloa en 2018. Una llegada que se produjo irónicamente como consecuencia de una moción de censura por los escándalos de corrupción que salpicaban al entonces gobierno del PP.

Como se puede comprobar, estos diez años (e incluso algunos antes) han sido años decisivos y trascendentales en la historia reciente de España en los que tanto Felipe VI, en su papel de rey, como Pedro Sánchez, primero como líder la oposición y posteriormente como presidente del gobierno, han sido actores claves de los graves sucesos que nuestro país ha vivido a lo largo de esta década. Un país que está sumergido en el abismo como consecuencia de las políticas de Sánchez y la pasividad del propio Felipe VI ante todo lo que está ocurriendo.

Un Felipe VI que ve como la credibilidad y la reputación de la monarquía sigue cayendo en picado como consecuencia de su nulo papel cada vez más cuestionado dentro de la Constitución, así como por los últimos escándalos que han salido y que salpican a su vida privada y en la que incluso parece estar incluído el propio Pedro Sánchez, el cual tiene en Letizia Ortiz a su más ferviente partidaria y defensora dentro de la Zarzuela. Algunos hablan ya de algo más que una íntima amistad entre la reina consorte y el presidente del gobierno (los cuales son de la misma edad y que cursaron bachillerato en el mismo instituto), lo cual parece indicar que al igual que en 1800, se está repitiendo nuevamente lo que por entonces se vivió en la Corte de Carlos IV (el primer ministro Manuel de Godoy, la reina consorte María Luisa de Parma, etc).

Pero a diferencia de la complicidad que en 1800 había entre el por entonces rey de España, Carlos IV, y el por entonces primer ministro, Manuel de Godoy, la relación entre Felipe VI y Pedro Sánchez no parece ser la más excelente que se puede dar entre un jefe del Estado y un jefe del gobierno. Muchas son las voces que hablan de una cuando menos tensa relación entre ambos, y a tenor de lo que ha salido últimamente no sería para menos. Algunos creen que esa tensa relación es debido a la ambición de Sánchez para derrocar a Felipe VI y convertirse en el primer presidente de la III República española. Nada más lejos de la realidad. A Sánchez no le conviene meterse en esos líos. Sabe que el papel del rey en la Constitución actual es nulo y que éste no puede hacer nada para vetar las políticas que él realice desde el gobierno. Por ello le es más conveniente tener a un jefe del Estado débil, sumiso y sin funciones que entrar de lleno en una reforma constitucional para echarlo pero que nadie sabría cómo podría acabar. Por otro lado parece que algunos olvidan que no es la primera vez que se da este escenario en el que el rey y el presidente del gobierno tienen una mala relación. Ya lo vimos hace veinticinco años entre Juan Carlos I y José María Aznar, cuyo desprecio entre ambos era mútuo e incluso público en algunas ocasiones. Pero era la época de la especulación inmobiliaria y de la estabilidad económica y nadie hacía mención a ello, excepto en los chascarrillos de entonces.

Con la situación que vivimos en pleno 2024, Felipe VI tiene que seguir haciendo oídos sordos a los continuos escándalos que salpican a la Corona y a su propia familia. De nada le sirve que haya cambiado al jefe de la Casa Real ni que desde Zarzuela se intente promocionar continuamente la imagen de la princesa Leonor (Sobre todo desde su juramento a la Constitución en octubre del año pasado), la cual estoy convencido de que llegará a reinar, pero en medio de un escenario en el que pocos apuesten ya por la continuidad de la Monarquía como forma de Estado. Es probable que al igual que le ocurrió a su exiliado padre, Felipe VI acabe como él y decida abdicar cuando al sistema le convenga sacar sus trapos sucios para entronizar a su hija y de esta forma renovar la imagen de la Monarquía y del régimen de 1978. Eso probablemente ocurra dentro de veinte años, o incluso menos, a tenor de los acontecimientos. 

Con respecto a Sánchez creo que algunos confían en exceso en la supervivencia política del presidente del gobierno. Es verdad que Pedro Sánchez siempre gana, yo mismo lo he dicho siempre e incluso en las últimas entradas que he publicado. Pero una cosa es que Sánchez sobreviva en el día a día y otra que llegue a completar la legislatura e incluso a seguir en la Moncloa más allá del 2027. Sánchez es un tipo insaciable de poder, y tal y como están las circunstancias todo parece indicar que la cosa se le va a complicar conforme la legislatura avance. La elecciones europeas pueden ser su tumba política, ya que un mal resultado del PSOE a nivel nacional podría abocar a Feijóo a presentar una moción de censura que podría ser apoyada por el PNV si el PSOE decide darle el gobierno vasco a Bildu tras las elecciones del 21 de abril y los peneuvistas se ven traicionados por Sánchez. Al igual que las elecciones europeas de 2014 supusieron la llegada de Sánchez al liderazgo del PSOE como consecuencia de la dimisión de Rubalcaba (Y también la llegada de Felipe VI tras la inesperada abdicación de Juan Carlos I), las elecciones europeas de 2024 pueden suponer su final. Un final que de no ocurrir ahora podría ocurrir dentro de unos meses si, como todo parece indicar, el caso Koldogate va a más y el escándalo llega a alcanzar al propio Sánchez.

En definitiva, mientras que es bastante probable que tengamos por unos años más a Felipe VI como rey, no lo es tanto que tengamos a Pedro Sánchez en el gobierno. Felipe VI sabe que su reinado acabará como empezó: siendo una chapuza. Y sabe que tal y como están los acontecimientos los escándalos van a ir a más conforme pase el tiempo, por mucho que los medios tradicionales sean sus principales encubridores y cómplices en esos propios escándalos. Quizás dentro de veinte o diez años incluso, se vea obligado a abdicar en su hija para seguir los pasos de su padre, al cual mandó de forma pasiva al exilio que lo empujó Sánchez en 2020. El reinado de Felipe VI en estos diez años se puede resumir pues en tres palabras: escándalos, debilidad e inestabilidad. Tres términos que se pueden resumir en uno solo: fracaso; y que parece que van a ser los términos que seguirán rigiendo su reinado en estos años que vienen.

Sánchez, por su parte, estoy seguro que seguirá ejerciendo el poder, aunque no sea en el ámbito nacional. Si como algunos auguran, el todavía presidente está dispuesto a dar el salto a la política internacional, su carrera seguirá teniendo futuro, ya que el jefe del gobierno sabe venderse muy bien en el extranjero. Quizás en la UE, quizás en la OTAN, no lo sé, pero lo que es seguro es que Sánchez dará más pronto que tarde el salto fuera de España. Detrás dejará un país sumido en una crisis política sin precedentes, al cual se le suma ya los casos de corrupción que están afectando no ya al PSOE (Que también) sino a su propio gobierno. Pero eso a Sánchez le da igual, ya que como hemos visto a lo largo de estos diez años, al jefe del ejecutivo solo le importa una cosa: él. Lo que deje atrás que lo acarré el que venga (o la que venga). Después de diez años de su llegada a la primera línea política (desde 2014 como líder del PSOE y desde 2018 como presidente del gobierno), el periodo de Sánchez se puede resumir también en tres palabras: inestabilidad, crispación y sectarismo. Tres palabras que en este caso también se pueden resumir en una sola: extremismo; y que seguirán siendo los términos que seguirán representando el paso de Sánchez por la política española hasta que, con independencia del momento, decida irse. 

miércoles, 28 de febrero de 2024

La corrupción sacude al PSOE


No he querido escribir sobre este tema en estos días porque suponía que la cosa iba a ir in crescendo conforme pasase la semana, y no me he equivocado. Me refiero al asunto de corrupción que sacude al PSOE y al gobierno de Sánchez con la venta ilegal de las mascarillas procedentes del ministerio de Transportes en plena pandemia del COVID, en la que están implicados el ex ministro José Luis Ábalos, su mano derecha, Koldo García Izaguirre, el número 3 del PSOE y actual interlocutor en las negociaciones con Puigdemont, Santos Cerdán, la presidenta del Congreso (Por entonces presidenta de las Islas Baleares), Francina Armengol, el ministro de Transportes, Óscar Puente, el ministro de Sanidad, Ángel Victor Pérez Torres, el ex ministro de Sanidad por aquel entonces, Salvador Illa y el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska. Como se puede ver, estamos pues ante una trama de corrupción a gran escala nacional producida en los peores momentos de la pandemia en los que los muertos en España se contaban por miles diariamente mientras estábamos confinados ilegalmente y en la que están implicados los pesos más pesados del PSOE y del propio gobierno y que algunos están intentando frenar en seco de forma inútil.

Hoy se ha acabado el plazo que desde el PSOE le habían dado a Ábalos para que dimitiese como diputado en el Congreso. Este mediodía Ábalos ha confirmado que no dimite, ya que no va a ser el cabeza de turco de todo esto; añadiendo que "otros han hecho cosas peores". De esta forma Ábalos ha abandonado el grupo socialista en el Congreso y se ha pasado al grupo mixto para, según él, "seguir defendiendo su inocencia". Con este aviso a navegantes Ábalos le ha lanzado un dardo al PSOE y al propio presidente del gobierno, Pedro Sánchez, al negarse a dimitir por un caso de corrupción en el que él era el máximo responsable y conocedor de las adjudicaciones que se realizaban desde el ministerio que dirigía. El PSOE por su parte ya lo ha suspendido de militancia del partido y ansían como agua de mayo que el escándalo no salpique a nadie más que al propio Ábalos, el cual ha insistido una y otra vez en su inocencia.

Pero claro, resulta difícil imaginar que una trama en la que están implicados tantos miembros relevantes del PSOE se hiciese sin la aprobación del presidente del gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Si el por entonces número 2 del PSOE (Ábalos) y el número 3 del PSOE (Santos Cerdán) daban su aprobación y estaban metidos hasta el cuello en lo que ya se conoce como el caso Koldogate (Ya que era la mano derecha del propio Ábalos el que servía de intermediario en las adjudicaciones) ¿Cómo no iba a saberlo el número 1, es decir, Pedro Sánchez? La cosa parece pues complicársele a Sánchez desde que se conoció la detención de varios miembros relacionados con esta trama, entre los que se encontraban el propio Koldo y su mujer. Estamos hablando de un caso de corrupción que no afecta ya a sujetos colocados en el ministerio de Transporte, ni siquiera al propio Ábalos, sino a un caso que afecta a varios miembros del gobierno y del PSOE, lo cual agrava aún más la situación extremadamente débil en la que se encuentra Sánchez desde que en noviembre pasado fuese investido nuevamente presidente.

Con este grave escenario de corrupción que se ha abierto dentro del PSOE y del gobierno, la situación se vuelve aún más insostenible. Ahora resulta que da la irónica casualidad de que con la salida de Ábalos del grupo socialista y su incorporación al grupo mixto, el ex ministro no está obligado a votar a favor de lo que proponga el PSOE en el Congreso, con lo cual puede exigir, al igual que Junts, Bildu, ERC, PNV, BNG, Podemos, etc cualquier cosa a cambio de su voto. Un escenario surrealista si tenemos en cuenta de que quien se sumaría al chantaje constante que los socios del PSOE le están haciendo a los socialistas sería esta vez el que fuera su número 2 en el partido. Esta situación, insisto, complica aún más la legislatura y eleva a una probabilidad altísima que dentro de un año como muy tarde España esté votando nuevamente en unas elecciones generales. Esto no da ya más de sí y Sánchez lo sabe, por mucho que intente agarrarse a la silla de la Moncloa aunque la Guardia Civil tenga que sacarlo del palacio presidencial.

Está claro que Ábalos sabe absolutamente todo de todos y por eso a algunos les resultaría más conveniente dejarlo que se mantenga en su escaño antes de que lo aprieten más y comience a irse de la lengua. Parece ser que el propio Ábalos estaba dispuesto a dimitir, pero a cambio de una embajada, lo cual hubiese resultado un premio por el hecho de estar implicado en un caso de corrupción. Lo curioso además era que quien había sido mandado por Sánchez para negociar con Ábalos su dimisión en la noche de ayer ha sido precisamente el propio Santos Cerdán, el cual está implicado también en la trama, lo cual resulta además de surrealista una tomadura de pelo a todo el personal y un insulto a la ciudadanía si tenemos en cuenta que el actual gobierno llegó a la Moncloa gracias a una moción de censura que expulsó al PP de Mariano Rajoy del poder como consecuencia de los innumerables casos de corrupción que por entonces afectaban al PP. La misma situación en la que ahora se encuentra el PSOE, con la diferencia de que actualmente no hay nadie dispuesto a presentar una moción de censura a Sánchez como consecuencia de la corrupción que afecta a su partido y a su gobierno.

Personalmente creo que Ábalos, aunque sea un sinvergüenza corrupto, ha sabido jugar muy bien sus cartas, ya que ha decidido no ser él quien pague los platos que ha roto no solo él sino varios personajes relevantes de la dirección del PSOE y del gobierno de España. Es lógico pues que se niegue a ser él solo quien asuma una responsabilidad que quizás quien debería asumirla es el inquilino de la Moncloa. Un inquilino al que tras el batacazo del PSOE en Galicia y el más que probable hundimiento en el País Vasco el próximo 21 de abril se enfrenta a las elecciones europeas, las cuales pueden ser letales para él si finalmente el PSOE se lleva una hostia de consideraciones históricas. Quizás Sánchez pueda salir vivo de lo que ocurra el 9 de junio (fecha de las elecciones europeas aquí en España), pero con la explosión de este gravísimo caso de corrupción, es quizás probable que Sánchez comience a pensar que para seguir teniendo futuro en su carrera política sea más considerable irse al extranjero que seguir ocupando la jefatura del gobierno. Veremos pues cómo acaba todo esto y cuántas sorpresas seguirán produciéndose a lo largo de los siguientes días y semanas, pero lo que está claro es que esto, a pesar de que algunos desean que acabe cuanto antes, no ha hecho más que empezar.

domingo, 18 de febrero de 2024

Reforma constitucional en medio del caos


El pasado jueves 15 de febrero Felipe VI y Pedro Sánchez sancionaron la tercera reforma de la Constitución, la cual afecta en este caso al artículo 49, el cual hace mención a los discapacitados. Una reforma absurda y discriminatoria que ha sido aprobada en las Cortes Generales con el apoyo ferreo del bipartidismo y de los demás grupos parlamentarios (Con la excepción de VOX, que a última hora votaron en contra).

Esta reforma, la tercera desde que entrara en vigor la Constitución en diciembre de 1978, es una reforma como ya he indicado antes, absurda y discriminatoria. Absurda porque España tiene en estos momentos problemas muchísimo más graves e importantes que modificar un artículo en el que se modifica el término "disminuido" por "personas con discapacidad". ¿Acaso va a cambiar y/o mejorar algo cambiar ese término? Si alguien llama a una persona en tono despectivo "discapacitado" ya está discriminando con ese término a esa persona. 

El mismo término que ahora tanto el propio Pedro Sánchez como Alberto Núñez Feijóo consideran que no ofende en absoluto a las personas que tienen algún tipo de problema sensorial, psíquico o físico. Eso sí, ya algunos no se acuerdan cuando desde los partidos que han aprobado esta reforma hablaban hace cuarenta años de las personas discapacitadas refiriéndose a ellas como "subnormales". Basta con mirar el diario de sesiones del Congreso de aquellos años para comprobarlo.

En estas circunstancias uno piensa ¿Cuando se considere el término discapacitado como un insulto se reformará nuevamente la Constitución para incluir un término más nuevo y menos ofensivo? Esto sería la noria que nunca para de rodar si llegamos a este contexto. Pero claro, todo sirve con tal de hacer demagogia y populismo a la hora de modificar un término para quedar bien ante la población y quedar como personas sensibles y comprometidas con aquellos más vulnerables.

Pero aquí no queda la cosa. En la misma reforma se ha incorporado un párrafo en el que se hace mención que los servicios públicos atenderán las necesidades específicas de las mujeres y menores con discapacidad. ¿Qué quiere esto decir? Pues que las mujeres y los menores con discapacidad tendrán preferencia a la hora de ser atendidos por las administraciones públicas frente a los hombres adultos.
 
Una ironía bastante curiosa y maliciosa que atenta contra el artículo 14 de la propia Constitución y que atenta a su vez también contra los derechos mencionados en el propio artículo 49 al discriminar a una parte de la población española frente a la otra. Y todo ello con la aprobación efusiva del gobierno y del principal partido de la oposición. Eso sí, todo en beneficio de la igualdad y los derechos de todos, según ellos.

Con esta reforma constitucional, la tercera desde la primera que se aprobó en agosto de 1992 con el artículo 13 y la segunda que se aprobó en septiembre de 2011 con respecto al artículo 135, la sociedad española contempla nuevamente entre la pasividad más absoluta como los poderes públicos pisotean sus derechos en favor de los intereses de esa propia clase política que se erige sin vergüenza alguna como la representante de esa sociedad cada vez más degradante y enferma.

La misma sociedad que contempla estos días como el gobierno ha gestionado de forma miserable e inhumana la crisis provocada por el asesinato de los dos Guardias Civiles en Barbate a manos del narcotráfico. Y es que no contento el gobierno con haber disuelto la unidad OCON-Sur, que combatía el nacotráfico en el territorio donde ahora se ha producido la tragedia, el propio PSOE ha votado en contra en el Parlamento europeo de catalogar a la Policía Nacional y a la Guardia Civil como "profesiones de riesgo", lo cual habría supuesto otorgar de mejores medios a estos cuerpos a la hora de hacer su labor. Pero eso al gobierno de Sánchez le da exactamente igual. 

De hecho a las pocas horas del asesinato en Barbate fue el propio presidente del gobierno el que acudió pletórico a la gala de los Goya mientras él, ni Marlaska (El cual fue expulsado por la viuda de uno de los Guardias Civiles en su funeral) ni ningún otro miembro del ejecutivo pisaba la zona donde se había producido el crimen. Y todo ello mientras en el Parlamento catalán se les negaba un minuto de silencio a los asesinados por parte del PSC y los independentistas. 

En definitiva, nada nuevo bajo el sol de esta España que continúa pudriéndose a marchas forzadas a la vez que el sector agrario mantiene en pie una huelga general en todo el país mientras lucha por sus derechos, los cuales también están siendo pisoteados como consecuencia de las políticas que se aplican desde Bruselas y desde el propio gobierno de España en favor de terceros países (Marruecos, especialmente).

Seguramente nunca sepamos lo que el PSOE le debe a Marruecos ni qué información tan altamente comprometida sacó el servicio secretó marroquí del móvil del presidente del gobierno, pero no cabe duda que tanto lo ocurrido en Barbate como la huelga general que el campo tiene abierta en toda España en defensa de sus derechos guardan cierta relación con la especial relación que la izquierda española mantiene con Marruecos y su rey. 

Y todo ello mientras hoy se celebran en Galicia las elecciones autonómicas, las cuales podrán otorgar al PP de Feijóo otros cuatro años más en la Xunta o pasar a la oposición en favor de un gobierno separatista del BNG con el socialismo gallego, lo cual abriría un nuevo frente independentista en España desde Galicia, el tercero junto con Cataluña y el País Vasco. El remate perfecto para el caos en el que estamos inmersos. 

Si esto se confirmase supondría una dura pérdida para el PP de Feijóo, el cual tras quince años en el gobierno gallego vería perdido una de sus territorios más fieles e importantes tras haber estado durante quince años arrinconando y marginando el español en favor del gallego mientras enaltecía su nacionalismo. Quién le diría a Manuel Fraga que iba a ser el fundador de un partido que en su propia tierra hace a día de hoy enaltecimiento de los nacionalismos regionales en detrimento del nacionalismo español, tan pisoteado y calumniado a lo largo de estas últimas décadas.

Por no hablar de las últimas noticias publicadas sobre el propio Feijóo, cuyo partido ha reconocido que a cambio de la investidura estaba por la labor de indultar a Puigdemont tras estudiar durante 24 horas la oferta de éste con respecto a la amnistía. El propio Feijóo ha reconocido de hecho estar en contra de las manifestaciones de su propio partido contra los indultos del año 2021, lo cual demuestra que entre el líder de la oposición y el presidente del gobierno no hay ninguna diferencia. O que como decía mi padre, "Tan hijo de puta es enero como febrero".

Por mi parte no me dará ninguna lástima ver cómo el PP pierde uno de sus feudos en favor de los independentistas y socialistas, ya que ellos mismos han sido los que han alimentado en Galicia el monstruo del nacionalismo como si de la Convergencia de Pujol en Cataluña o el PNV de Arzalluz en el País Vasco se tratase. De producirse este escenario sólo Sánchez saldrá nuevamente indemne y reforzado de todo esto, como ya es habitual en él; aunque por el camino el PSOE gallego quede en tercer lugar, como ya indican las encuestas. Y es que hay una cosa clara: Pedro Sánchez siempre sale fortalecido pase lo que pase; aunque el país se este viniendo abajo.

viernes, 2 de febrero de 2024

300 entradas; 300 historias


Cuando comencé a escribir en este blog hace ya diez años jamás pensé siquiera que algún día llegaría a esta entrada número 300, ni que llegaría a estar tantos años escribiendo en él. Parece que fue ayer cuando ocurrió todo aquello pero ya ha pasado una década desde entonces. Siempre he dicho, y lo reitero ahora nuevamente, que nunca tuve intención ni fe en publicar este blog, pero el ánimo de los míos a la hora de hacerlo me llevó a crearlo allá por noviembre del año 2013. Muchas cosas han cambiado desde entonces, tanto en España, como en el mundo, como en mí mismo (Quizás no tantas, pero algunas sí).

Cuando abrí este blog estaba a punto de cumplir veintiún años ese mismo mes de noviembre. Ahora, diez años y tres meses después y con treinta y un años las cosas se ven desde otra perspectiva. Quizás más madura, quizás más pesimista como consecuencia de las circunstancias, o quizás por ambas, no lo sé. Lo que es seguro es que las cosas han cambiado en estos diez años y de qué manera. En pleno año 2024 nos encontramos en una situación tan surrealista a todos los niveles (Sobre todo a nivel social) que apenas diez años antes uno jamás creería que iba a vivir en este decadente panorama.

Desde que publiqué mi entrada número 200 allá por julio del año 2019 estábamos a sólo seis meses de empezar uno de los peores años que muchos hemos vivido y que ha cambiado sin lugar a dudas nuestras vidas: el año 2020 y con él la pandemia del COVID. Un año que dio inicio a una de las peores décadas que llevamos vividas, la de estos horrendos años 20, que suponen la contraposición absoluta a los maravillosos años 20 del siglo pasado. Muchas cosas han pasado desde el 2020 aparte del COVID: la salida al mercado de las "milagrosas" y "beneficiosas" vacunas que finalmente no han resultado ser ni tan milagrosas ni tan beneficiosas para la salud de la población mundial, dos guerras que siguen en pie y que están arrastrando al resto del mundo, la salida a la luz de la Inteligencia Artificial y con ello la llegada de una nueva era que a su vez ha traido el surrealismo absoluto a nuestras vidas, etc.

Si me preguntan a día de hoy, 2 de febrero del 2024, si estamos mejor o peor que hace diez años contestaría sin duda alguna que estamos peor. Algo que parecía difícil cuando llegue a crear el blog a finales del 2013, ya que nos encontrábamos todavía sumidos en las devastadoras secuelas que la crisis económica del 2008 nos había dejado. Pero qué verdad es que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor (Quizás no cualquiera), y si la situación que hace diez años comentaba por aquí trataba sobre los problemas que a nivel nacional nos aquejaban, las que actualmente nos ocupan son problemas no sólo a nivel nacional, sino también a nivel mundial, los cuales son sin lugar a dudas mucho peores y mucho más peligrosas que las de hace una década.

Hemos entrado en una situación que sin lugar a dudas no va a acabar bien. Y la humanidad se encuentra avanzando hacia ese desenlace a toda velocidad y sin frenos. Seguramente de aquí al año 2030 o 2034 la situación sea mucho peor que la de este 2024, aunque ya aseguro que por esas fechas este blog ya no estará activo, ya que creo que tras casi 40.500 visitas y diez años escribiendo y opinando sobre la actualidad, considero que el fin que tenía con respecto a este blog, que no era otro que el de exponer en él mis ideas, se ha cumplido con creces. Por ello, y aunque todavía este blog no ha llegado a su fin, creo que la hora de echar el cierre a este blog está más cerca que lejos, ya que tampoco me veo toda la vida escribiendo sobre la actualidad, ya que ésta nunca acabará, ni deseo que este blog acabe siendo censurado por los comentarios que yo pueda hacer en él.

Son diez años ya, y aunque esta decisión la tenía tomada desde hace ya mucho tiempo, también está claro que cada vez es más peligroso dar tu propia opinión de forma pública, aunque sea en un humilde blog cuyos comentarios no van a cambiar en absoluto el curso de la historia. Sin embargo, en un mundo cada vez más polarizado, más extremista y más peligroso que nunca, toda precaución es poca a la hora de decir las verdades y/o publicar tus propias opiniones. Por ello, y aunque como dirían los Módulos "Todo tiene su fin", todavía queda tiempo en este blog para seguir escribiendo la historia.

jueves, 1 de febrero de 2024

Un país en decadencia


Ya dije en mi última entrada que este 2024 que acabamos de empezar hace justo un mes iba a ser un año turbio, y no parece que me vaya a equivocar en absoluto. Tras el rechazo del Congreso a la ley de amnistía con los votos en contra de Junts el pasado 30 de enero y la fragilidad extrema en la que se encuentra el gobierno de Pedro Sánchez cabe preguntarse si la legislatura está cercana a su fin, o si por el contrario, Sánchez aguantará el pulso nuevamente y se mantendrá contra todo pronóstico en el poder hasta 2027 o incluso más allá. 

Personalmente creo que esta legislatura no va a durar cuatro años, ni muchísimo menos. Pero también creo que muchos están nuevamente dando por muerto políticamente a Sánchez antes de tiempo. Parece mentira, viendo las veces que el presidente del gobierno ha recucitado políticamente que digan algunos que su final está inminentemente cerca. Para empezar hay que decir que Sánchez ya tiene lo que quería, que no era otra cosa que ser reelegido presidente del gobierno. A partir de ahí ya lo demás le da igual. 

Si el gobierno no puede sacar adelante sus presupuestos no pasa nada, se prorrogan los del año anterior. Si el gobierno no puede sacar adelante sus Proyectos de Ley no pasa nada, con no presentar ninguno les vale. Si el gobierno no puede convalidar en el Congreso sus Decretos Leyes no pasa nada, se vuelven a aprobar nuevamente en el consejo de ministros consecutivamente. Para Pedro Sánchez todo vale con tal de seguir en el gobierno, aunque ello suponga paralizar España sin presupuestos y sin leyes durante los próximos tres años hasta el final de la legislatura. 

¿El final de Pedro Sánchez como presidente del gobierno está cerca? En mi opinión, puede que sí, pero no de la forma en la que algunos cretinos de la derecha siguen confiando. Sánchez podría dejar de ser presidente del gobierno tras las elecciones europeas de junio. Ya hay quienes están extendiendo el rumor de que Sánchez será designado en junio/julio de este año como nuevo presidente del Consejo Europeo. Una salida que, en mi opinión, Sánchez podría aceptar con gusto, ya que de esta forma saldría del gobierno sin esperar a que la situación nacional lo devore y con la garantía de tener su futuro político asegurado en un alto cargo a nivel europeo. 

De esta forma sí es posible que se pudiese ir Pedro Sánchez, ya que tendría un final en el gobierno como a él le gusta: glorioso. Dejaría después de seis años la jefatura del gobierno para ascender políticamente en la Unión Europea. Un final que ni en sus mejores sueños. De esta forma le pasaría la patata caliente al próximo (O próxima, según avanzan ya algunos) presidente del gobierno con respecto a la amnistía y los demás acuerdos con los independentistas. Unos independentistas que se quedarían con caras de gilipollas cuando viesen cómo Sánchez se largaría cagando leches a Europa tras no haberles otorgado nada de lo que pactaron cuando ellos le votaron el pasado mes de noviembre para ser reelegido como presidente del gobierno.

¿O qué creen algunos, que la amnistía va a salir adelante? En absoluto. Lo ocurrido el pasado martes confirma que la amnistía es una chapuza que no hay por donde cogerla. El hecho de estar viviendo en una situación en la que los jueces están a la espera de la próxima cesión del gobierno a Puigdemont para posteriormente éstos imputarle un nuevo delito no contemplado en la amnistía y a su vez el gobierno modifica su legislación a medida que los jueces se pronuncia para así esquivar la mano de la Justicia confirma que esta situación está llegando a un punto en el que la amnistía va a quedar en papel mojado. Y luego que Junts y ERC le pidan cuentas a Sánchez si éste se va a Bruselas mientras él les hace un corte de mangas con descojone incluido a los secesionistas. 

Otra posibilidad que podría darse con respecto a la amnistía es que Pedro Sánchez espere a que se celebren las elecciones en Galicia del próximo 18 de febrero para ceder lo que ahora le niega a Puigdemont. De esta forma las cesiones se harían después de los comicios y el PSOE no se vería más lastrado aún si cabe en la campaña electoral gallega si el presidente del gobierno cediese ahora. Con Pedro Sánchez todo es posible que ocurra... para mal, claro está. Aún así, y en el caso de que Sánchez acabe cediendo tras las elecciones gallegas, estoy convencido de que la amnistía, por una u otra razón, no se aprobará finalmente y que todo acabará en papel mojado. 

Volviendo a la hipotética salida de Pedro Sánchez del gobierno, esto no quita que de darse ese supuesto escenario, el cual es una mera especulación, la situación se fuese a relajar ni muchísimo menos. Si Sánchez se largase alguien deberá asumir la presidencia en funciones hasta que se confirme al nuevo presidente. Es aquí donde vendría lo gracioso, ya que Junts y ERC (Así como los etarras y toda la demás morralla izquierdista) tendrían que negociar con el PSOE nuevamente y creer en la palabra del sucesor de Sánchez para que éste cumpla las promesas que él ha dejado en saco vacío. 

Con este panorama podríamos ir a uno de estos dos escenarios: o todos estos ceden nuevamente (Lo cual demostraría nuevamente lo gilipollas que son) o rechazan los acuerdos, lo cual nos llevaría a unas nuevas elecciones generales para después del verano. Un escenario que pondría de nuevo al PP y a Feijóo en el punto de mira nuevamente, ya que según esas mismas encuestas que fallaron el año pasado vuelven a darle la posibilidad de gobernar, esta vez sí, con mayoría junto a VOX (Las encuestas del año pasado parece ser que eran un ensayo para saber hasta qué punto se le podía tomar el pelo a la gente). 

En definitiva, estamos en un escenario en el que puede ocurrir de todo: o bien que Sánchez se largue o bien que Sánchez se quede y decida quemar los cartuchos hasta 2027 o hasta que la situación no de más de sí. Es aquí donde sí creo que, de seguir en la Moncloa, Sánchez no duraría más allá del año que viene, ya que por mucho que se resista a no legislar, las presiones por parte de Europa para que haga frente a nuevas reformas hará que tenga que ceder tarde o temprano. 

Y todo esto mientras el señor Alberto Núñez Feijóo manda a Esteban González Pons a Bruselas para negociar con Felix Bolaños la reforma del CGPJ con el comisario de Justicia de la UE como mediador. Con dos cojones, sí señor. El mismo que critica que el gobierno de España negocie con unos golpistas con mediadores internacionales de por medio, negocia con ese mismo gobierno la reforma del CGPJ con mediadores de la UE de por medio también. Viva la coherencia. Y todo ello mientras el señor Feijóo se va cada quince días de manifestaciones por Madrid criticando a Sánchez pero salvaguardando "el buen nombre del PSOE, de su honorable historia y de los socialistas sensatos", según él. 

El mismo Feijóo que espera como agua de mayo que Sánchez caiga por su propio peso para que el destino le ofrezca de nuevo la oportunidad de ser presidente y de esta forma garantizar que nada de lo que el socialismo ha realizado en estas dos décadas lo derogue él. Incluso la propia amnistía si se llegase a aprobar la mantendría, por mucho que ahora diga que es inconstitucional. Aunque ya el propio Borja Semper ha dicho que no van a cometer la "ilegalidad" según él de paralizar la ley de amnistía si ésta llega al Senado. Con esta impresentable afirmación el PP reconoce de forma inconsciente que lo que ellos consideran un "golpe de Estado" es algo legal, ya que lo ilegal sería que ellos frenasen la propia amnistía. Si esta es la alternativa a Sánchez, al PSOE y a la izquierda que Dios nos pille confesados.

Un escenario que no debe de extrañar en absoluto, ya que aquí en Andalucía tenemos a Juanma Moreno, el cual ya se ha ofrecido a Sánchez de llegar a acuerdos con el PP si Junts lo deja tirado. Tócate los cojones, María Manuela. El mismo que de lunes a viernes llama a Pedro Sánchez golpista es el que los fines de semana acude a su rescate por si los golpistas deciden mandarlo a paseo. En fin, qué se puede esperar de un tipo que cosechando los peores resultados del PP en Andalucía consiguió ser presidente de la Junta gracias a un acuerdo con su salvavidas VOX, ese mismo partido del que ahora reniega en favor del PSOE de los ERE, las putas y la cocaína. Vivir para ver.

Cada vez que pienso en la deriva que lleva el PP desde el crucial año del que este 2024 se cumplen dos décadas, el año 2004, pienso en lo que pensaría a día de hoy Manuel Fraga Iribarne si viese cómo el partido que él fundó hace cuarenta y seis años ha acabado convirtiéndose en la versión pirata del PSOE, con un nacionalista gallego camuflado al frente del partido (El cual fue a su vez su delfín en la Xunta de Galicia), el cual hubiese sido un digno sucesor de Jordi Pujol en la Cataluña de la extinguida CIU hace veinte años, y con unos barones defendiendo a ultranza la vuelta de "ese PSOE del que se siente orgulloso" (Juanma Moreno) y la Agenda 2030, así como la eficacia de las vacunas contra el COVID (Isabel Díaz Ayuso).

Y todo esto mientras en la propia Corona se intenta silenciar de una vez el escándalo iniciado por Jaime del Burgo sacando imágenes de Felipe y Letizia acudiendo al cine (Supongo que con palomitas y bebidas incluidas). Algunos creían que tras el sospechoso despido de Jaime Peñafiel en el periódico "El Mundo" como consecuencia de la publicación de su polémico libro y sus posteriores declaraciones sobre Letizia, el anuncio de divorcio entre los actuales reyes era inminente y se han encontrado con una escena de lavado de imagen entre la adúltera y el cornudo con el objetivo de poner fin a las especulaciones. Y es que Leti es mucha Leti y por nada del mundo consentiría en dejar su papel de reina consorte de España, aunque se la haya relacionado íntimamente con el presidente Sánchez, como así se ha anunciado en algunos medios digitales en los últimos días. La corte de Felipe VI no parece ser muy diferente a la de su antecesor y pariente Carlos IV. 

En definitiva, esta es la grave, penosa y deteriorada situación que vive España a comienzos de este, insisto, turbio 2024 que ha empezado hace un mes. Un 2024 en el que, como ya he dicho antes, se cumplirán veinte años de uno de los años más cruciales de la historia reciente de España y de uno de los momentos que cambió para siempre su destino: el año 2004 y el 11-M. Veinte años después de aquellos graves y trágicos sucesos en los que el gobierno de España pende de un hilo, la situación política y social se ha degradado por completo y nuestra reputación en el exterior está peor considerada que nunca. Este es el panorama en el que se encuentra el país. Un país que probablemente lleve como representante a Eurovisión este año a una tipa cuya canción se titula "Zorra" y cuya letra, coreografía y puesta en escena es el fiel reflejo de la decadencia actual de España.