jueves, 3 de marzo de 2022

De Guatemala a Guatepeor


Cuando todo parecía que no podía ir a peor dentro del Partido Popular, llega Feijóo y confirma que sí se puede ir a peor. Con la grave crisis desatada dentro del PP que ha provocado la caída de Pablo Casado como presidente del partido (El cual seguirá hasta el congreso que se celebrará aquí en Sevilla en abril), vuelve la vieja guardia a Génova 13 de la mano de Alberto Núñez Feijóo, y con ello el Marianismo, que había sido expulsado de la vida del principal partido de la oposición tras la llegada de Casado en 2018. Ya dije hace unos días que Pablo Casado no era la solución al grave problema que padece España con este desgobierno, pero tampoco creía que la solución a todo ello viniese de Galicia. 

En 2018, tras la salida de Rajoy del gobierno, escribí por aquí y expresé mi apoyo por Pablo Casado, al cual veía en él a un tipo joven, con carisma, dotes de liderazgo y con un discurso de renovación que tantísima falta hacía por aquel entonces en el PP. Como se ha podido comprobar a lo largo de estos cuatro años, Casado no solo ha demostrado que carece de dotes de liderazgo, sino que tampoco ha demostrado tener un proyecto de gobierno para España, ni el carisma que se le intuía, ni de un discurso de renovación que el PP sigue pidiendo a gritos.

Lo irónico de todo esto es que aunque era un líder débil, tenía consigo todas las cartas de poder acceder a la presidencia del gobierno como consecuencia del devastador panorama en el que los socialistas están dejando España. Pero he aquí que se cruzó en su camino Isabel Díaz Ayuso, la cual representaba (Y representa) todo aquello que Casado no posee. Es entonces cuando los celos y la envidia, además de los malos consejos llevados a cabo por su nucleo más cercano le llevaron a intentar acabar políticamente con ella. Es entonces cuando el presidente del PP firma su sentencia de muerte política sin él saberlo. Abre una crisis sin precedentes en el partido, que solo puede ser comparable con la vivida en el PSOE con Pedro Sánchez en el 2016, y provoca que la militancia se eche a la calle a pedir su dimisión. El resto ya lo sabemos todos: Los barones se movilizan para acabar con un Casado atrincherado en su sillón y con el que acuerdan darle una salida honrosa a cambio de no presentarse al congreso extraordinario que debía convocar cuanto antes.

De esta forma nos encontramos con la noticia aparecida ayer en los medios, donde el presidente del PP gallego, Alberto Núñez Feijóo anunciaba su intención de presentarse como candidato a la presidencia del PP para el próximo mes de abril. Por si fuese poco, el de facto nuevo presidente del PP ya ha anunciado que su intención es pactar con el PSOE las cuestiones más relevantes y atacar a VOX para que el PP vuelva a ser la única alternativa a los socialistas. Cabe destacar que Feijóo cuenta con el apoyo de los medios de comunicación, los cuales ya están llevándole en volandas a la Moncloa con encuestas que no se la creen ni el que las mandó realizar. Unas encuestas en las que Feijóo aparece por delante de Ayuso como candidato preferido para ser el nuevo presidente popular. Es más, en las últimas encuestas ya apuntan que Feijóo es el mejor candidato para ser presidente del gobierno, por encima incluso de Pedro Sánchez, lo cual no se había visto en estos cuatro años con Casado ni por asomo. Como ya comenté por Twitter cuando vi estas encuestas, la operación Feijóo ya está en marcha.

Personalmente debo decir, y lo digo con mucha pena, que el PP no ha aprendido absolutamente nada en estos cuatro años de oposición. Lo que los militantes apostaron hace cuatro años fue por un cambio absoluto en el discurso del partido, algo que se creía que aportaría Casado, pero no ha sido así. De líder duro en un principio se acabó convirtiendo en un líder débil y acomplejado, manteniendo punto por punto el discurso de la era Rajoy. Finalmente, y cuando los barones han dado este pequeño golpe de estado para derrocarlo, aparece Feijóo con su discurso tibio y apuesta por volver a lo que nunca se fue: Al Marianismo. 

Con esto me pregunto lo mismo que hace unos días: ¿Acaso no hay gente suficientemente preparada dentro del PP para asumir el liderazgo del partido? No me refiero ya a Ayuso, la cual ha perdido un tren importante para ser llevada en volandas hasta Génova, pero ello no quita que no aparezcan más trenes en su vida dentro de unos años. Me refiero a que existen personas con gran valía dentro de este partido como para encomendárselo a un tipo de más de sesenta años, nacionalista gallego encubierto, y enlazado con el narcotráfico gallego. Es decir, cambiamos a un inútil por un corrupto, el cual es más partidario que su antecesor en llegar a importantes acuerdos con un PSOE cada vez más radicalizado y peligroso, y en atrincherar a aquellos que él denomina como "La extrema derecha". Esa misma extrema derecha que sería la única en poder llevarlo en la Moncloa si las circunstancias le sonriesen, algo que creo que no va a ocurrir jamás, para alivio de los españoles. 

No, Feijóo no es la solución a este PP que sigue sin enterarse que hay que volver al discurso conservador por el que se identificó en su día el partido. La solución al fracaso de Casado no es la de situar en su lugar a un tipo que tiene atrincherado el español en las escuelas gallegas. Si alguien cree que proclamando a este Pujol gallego en presidente del PP se acabarán todos los problemas del partido es que no sabe ni por asomo la peligrosa situación de extinción en la que se encuentra el Partido Popular. Por cierto, cabe decir que si alguien creía que Feijóo hace todo esto como un sacrificio hacia España lo lleva claro. El presidente de Galicia ha estado esperando durante cuatro años la caída de Casado para poder acceder a la presidencia del PP bajo palio. Eso fue lo que él quería en 2018 y por ello decidió dar un paso atrás cuando comprobó que a diferencia de ahora, no reunía los apoyos unánimes para ir a Madrid convertido en candidato único para presidir el partido.

Ahora finalmente ha visto su oportunidad y la ha aprovechado al máximo. Una oportunidad en la que ha perdido el PP y ha ganado Feijóo, convirtiendo de facto a VOX en la única y principal fuerza de oposición al gobierno de Sánchez. Un Sánchez que sabe perfectamente que tendrá en Feijóo al primer interesado en pactar un gobierno de coalición si las circunstancias así lo exijen. Un gobierno de coalición entre PSOE y PP en el que Sánchez seguiría como presidente del gobierno y posiblemente Feijóo fuese su vicepresidente. Este es el desolador panorama al que nos ha conducido la ineptitud de Casado de no ejercer valientemente como líder de la oposición. Ahora tenemos a un presidente del gobierno gobernando con la ETA, Podemos y los independentistas, y a un tipo que previsiblemente será proclamado dentro de un mes como nuevo líder de la oposición y presidente del PP que está más cerca de los principios del BNG que del propio partido que aspira a presidir en menos de treinta días. 

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