viernes, 26 de julio de 2019

Cuenta atrás hacia el ¿10-N?

Como dice el rufían, perdón... el refrán; "No hay dos sin tres". Tras la investidura fallida del propio Pedro Sánchez en marzo de 2016 como lider de la oposición y tras la investidura fallida de Mariano Rajoy en septiembre de 2016 como presidente del gobierno en funciones, hoy ha culminado la tercera investidura fallida, nuevamente de Pedro Sánchez, pero esta vez como presidente del gobierno en funciones. Después de tres meses tras las elecciones generales del 28 de abril, el todavía jefe del gobierno no ha conseguido ser reelegido por el parlamento para gobernar España durante otros cuatro años. Y es que de nada le ha servido a Sánchez las negociaciones que su partido ha mantenido con Podemos a lo largo de estas semanas. Sánchez quería ofrecerle a los podemitas ministerios secundarios dentro del gobierno, mientras que Pablo Iglesias (Tras anunciar su retirada para entrar en el gobierno como consecuencia del veto de Sánchez hacia él) quería cobrarse un año después de la llegada de Sánchez a la Moncloa el apoyo que el líder de la formación morada le ofreció al entonces secretario general del PSOE, así como el hecho de ser él quien se encargase de realizar por Sánchez el "Trabajo sucio" para la moción de censura, es decir, ser él el encargado de realizar las gestiones entre el PdCAT, ERC y el PNV para convencer a éstos de apoyar al entonces líder de la oposición en su segundo asalto a la Moncloa.

Y es que aunque discrepo completamente de las ideas tanto de Pedro Sánchez como de Pablo Iglesias, debo reconocer que en términos políticos y personales comprendo en cierta forma la postura de ambos al defender sus posiciones; A Pedro Sánchez lo entiendo en el sentido de que siendo él quien ha ganado las elecciones, es lógico que no le resulte plato de buen gusto el hecho de que el líder del cuarto partido más votado le exija ministerios de primer nivel para apoyar su investidura, y más si supuestamente es cierto que el propio Sánchez ha ofrecido una vicepresidencia social y determinados ministerios, secundarios y terciarios, sí, pero ministerios al fin y al cabo a Iglesias y que éste lo haya rechazado. No es agradable que siendo la primera fuerza le dé varios ministerios y una vicepresidencia a su socio y que éste lo rechace, por lo que en ese sentido y sólo en ese comprendo la postura de Sánchez. También entiendo la de Pablo Iglesias, ya que en cierta forma quiere cobrarse, y con razón, el hecho de haber sido él quien verdaderamente llevara en volandas hace un año a Sánchez a la Moncloa, y el hecho de que fue él quien realizó la mayor parte de las gestiones previas para que los independentistas catalanes y los nacionalistas vascos apoyasen la moción de censura que en junio del año pasado desalojaría a Mariano Rajoy y encumbraría a Pedro Sánchez. Es lógico en este sentido que Iglesias, tras haber sido el principal activo que realizase hace un año las gestiones para hacer presidente del gobierno a Sánchez y sin pedir en aquel momento su entrada en el gobierno quiera ahora cobrarse esa deuda y exigir a cambio de su apoyo al actual presidente en funciones los ministerios más relevantes del gobierno. Unos ministerios que posteriormente tras la negativa del PSOE, y siempre según la versión de Iglesias, han ido rebajando hasta querer aceptar los más secundarios, algo a lo que supuestamente también Sánchez se ha negado a ofrecerle además de vetar la entrada del propio Iglesias en ese futuro gobierno de coalición. Por ello también en este sentido y sólo en este comprendo también la postura de Pablo Iglesias. Ambos están cargados de razones tanto políticas como personales para exigirse el uno al otro lo que les corresponde.

En lo que respecta al debate de investidura, todos hemos visto hace escasas horas lo ocurrido en el congreso de los diputados. Pedro Sánchez ha pronunciado un discurso en el que ha tirado por tierra a Iglesias, al considerar que éste ha pecado de humildad cuando desde el PSOE se le ha ofrecido a los podemitas ministerios como el de Sanidad, Igualdad, Cultura e incluso una vicepresidencia social. Por su parte, Pablo Iglesias ha recriminado a Sánchez que se haya tratado con desprecio y con humillación a su partido cuando, según Iglesias, los podemitas se han ido rebajando a los socialistas sin que éstos les hayan ofrecido una propuesta acorde según ellos a lo que les correspondía a los neocomunistas para formar parte en ese gobierno de coalición junto al PSOE. Pero si hay que destacar un momento del debate que ha causado vergüenza e indignación es aquel en el cual Sánchez llega a advertirle a Iglesias que si tiene que escoger entre sus intereses personales y sus principios, escoge sus principios. Que esta frase la diga aquel que desde hace un año ha humillado a España y la ha doblegado frente al separatismo catalán y al terrorismo etarra con tal de obtener sí o sí la Moncloa demuestra que estamos ante un ser miserable y repugnante, cuyo cinismo no tiene límites.

Otro aspecto ha destacar no solo del debate sino de esta crisis que comenzó tras las elecciones de abril es cómo, ironías de la vida, los papeles se han intercambiado. Si hace tres años era Pedro Sánchez quien se negaba en rotundo a facilitar la investidura a Mariano Rajoy, e hizo lo posible y lo imposible por sacarle del gobierno, aun aceptando ir a unas segundas e incluso a unas terceras elecciones que finalmente no se llevaron a cabo, ahora es él quien no le pide, sino que le exige al PP y a C's que sean ellos los que se abstengan para facilitar que pueda formar un nuevo gobierno. Aquel que junto con Rajoy abrió una crisis política en 2016, ahora es quien nuevamente ha vuelto a crear esa misma crisis política pero no ya desde el papel de líder de la oposición, sino de presidente del gobierno. Que sea el propio Sánchez el que exija a los partidos de la oposición que se abstengan para facilitar un nuevo gobierno en pos del interés general de España es cuanto menos vomitivo y repugnante a la vez. Él, que fue quien le importó tres cojones en su momento si España salía o no de la crisis política de 2016 mientras los números le diesen para formar gobierno con Podemos, los independentistas y los etarras, es ahora quien se envuelve en la bandera (Aquella que él mismo desprecia) para exigir a los líderes de la oposición un gesto de patriotismo que él jamás tuvo al permitir que el ganador de las elecciones siguiese gobernando. Y lo digo yo que por desgracia voté a este ser repugnante en junio de 2016 con el fin de echar a Rajoy del gobierno y poner fin a la gestión inmovilista y decepcionante del entonces presidente del gobierno popular. Que sea Pedro Sánchez el que exija altura de miras y responsabilidad cuando él estuvo dispuesto a llevar a su partido a unas nuevas elecciones generales, empeorando su resultado electoral, e incluso dispuesto a ir a unas terceras en las cuales el PSOE se hubiese hundido para los restos, dice mucho de la catadura moral de este impresentable, el cual tuvo que ser expulsado a patadas por sus propios compañeros del partido en octubre de 2016 para poner fin a la locura de o intentar gobernar con Podemos y los independentistas o ir a unas nuevas elecciones para hundir a su propio partido. Por cierto, un partido al que ahora casualmente le parecía estupendo que la izquierda pudiese reeditar el Frente Popular de 1936 y gobernar unida España. No sé qué es lo que ha ocurrido en estos tres años para que tanto a la hora de apoyar la moción de censura contra Rajoy en junio de 2018 como ahora, personajes del PSOE como Felipe González o Susana Díaz hayan pasado de la negatividad absoluta de que los podemitas apoyasen a un gobierno socialista y se sentasen en el consejo de ministros, a defender fervientemente este escenario. Se ve que algo ha debido de ocurrir a nuestras espaldas que los ciudadanos ignoramos.

Pues bien, volviendo al debate, las consecuencias ya las hemos visto hace un rato. Iglesias se ha abstenido junto con ERC, el PNV y los etarras de Bildu, mientras que el partido de Puigdemont ha votado en contra, ya que según los diputados del expresidente fugado catalán, "Hay 155 razones para votar NO a la investidura". Como dato curioso cabe añadir que finalmente han sido 155 los votos en contra que ha recibido Sánchez en esta segunda vuelta para la votación de su candidatura. En definitiva, Pedro Sánchez no ha obtenido hoy tampoco la mayoría simple que la constitución requiere para salir investido de nuevo como presidente del gobierno, del mismo modo que antes de ayer no salió investido al no obtener la mayoría absoluta que se requiere para la primera votación.

Pues bien, ahora cabe preguntarse. Y después de esto, ¿Qué? No tengo la más mínima idea. Tengo que añadir que yo personalmente daba por segura de forma absoluta que hoy Sánchez iba a salir investido con los votos a favor de Podemos y sus confluencias. ¿Qué ha ocurrido desde hace unos días hasta hoy? No lo sé, pero estoy empezando a creerme la teoría que cirula por ahí, que no es otra que a Sánchez le conviene sí o sí ir a unas nuevas elecciones generales en noviembre. ¿Por qué? Muy sencillo. Sánchez sabe que de salir investido ahora con los votos de Podemos, estará atado de pies y manos ante los marqueses de Galapagar y sus fieles en el partido, por lo que es mejor acudir de nuevo a las urnas para obtener un mejor resultado que le permita casi gobernar en solitario y de paso rematar a un Iglesias que tras las elecciones de noviembre no tendría más remedio que agachar la cabeza y decir "Sí, bwana" a un nuevo gobierno de Sánchez sin que él, ni su mujercita ni los suyos puedan formar parte del gobierno.

Hay que decir que esta jugada, si es la que está planeando Sánchez con el asesoramiento del ya famoso Iván Redondo, es salir a la plaza para jugarse a cara o cruz todo. Me explico; Sánchez puede ir a elecciones en noviembre y obtener un resultado mucho mejor que el de abril, cierto. Pero también puede ocurrir que nuestro querido falconetti vea frustrado su sueño de rematar su faena si todos los que formamos parte del bloque conservador acudimos a una para votar en favor de Pablo fraCasado. Sí, aunque yo, como exvotante del PP he sido duramente crítico con la gestión que el Partido Popular de Mariano Rajoy realizó durante sus siete años en el gobierno de España, debo confesar que me estoy planteando muy seriamente votar a los populares ocho años después de hacerlo por última vez. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que si algo ha demostrado el voto a VOX, y me jode decir esto porque me siento mil veces más representado por VOX que por el PP, la fragmentación del voto dentro del bloque conservador ha sido decisivo para que Sánchez haya logrado arrasar con solo 123 escaños a sus adversarios políticos. En estos momentos creo que de ir a unas nuevas elecciones sería más conveniente votar al PP que a VOX, ya que si algo ha demostrado las elecciones municipales y autonómicas es que VOX se ha dejado arrastrar por el PP y C's a la hora de formar gobierno autonómicos y locales sin haber defendido con dignidad en los pactos postelectorales los principios e ideales que sus votantes compartimos. Por ello creo que si el final de VOX es en definitiva votar SÍ a los gobiernos populares sin imponer ellos en las negociaciones sus planteamientos, para eso prefiero ser yo personalmente quien vote al PP y así me ahorro un trámite que tendrá como resultado un voto de VOX con carta blanca hacia los populares. Por cierto, hablando de VOX. Si la tuviese, que no la tiene, se le debería de caer la cara de vergüenza a Pedro Sánchez ante la actitud impresentable que mostró frente a Santiago Abascal el pasado lunes cuando el líder de VOX le habló desde la tribuna del congreso para confirmar el voto negativo de su partido a la investidura del actual presidente en funciones. Sánchez, como el ser despreciable y repugnante que es, decidió responder a Casado y a Rivera, en vez de dirigirse a Abascal, lo cual supone toda una falta de respeto no solo al propio Abascal, sino también a los casi tres millones de personas que en abril votamos a VOX. Parece que para Sánchez, los votantes de Bildu y de ERC merecen más respeto que los de VOX, lo cual lo dice absolutamente todo de lo mala persona que es Pedro Sánchez Pérez-Castejón.

Volviendo al tema que nos ocupa, sigo insistiendo en que la estrategia de Sánchez (De ser cierto su plan de ir a nuevas elecciones), es una estrategia arriesgada, ya que lo mismo puede salirle bien o mal. Hay que añadir que Sánchez obtuvo un buen resultado con respecto a los demás partidos gracias a que fue a las elecciones de abril haciendo hincapié en el famoso "Voto del miedo" que ya otros presidentes del gobierno desde 1978 han llevado a cabo en sus campañas de reelección. Sánchez obtuvo un buen resultado gracias a la campaña de "Que viene la ultraderecha", lo cual le sirvió para que los millones de analfabetos y radicales progresistas votasen a favor de su partido. Dicha estrategia, a tenor de los resultados modestos que ha sacado VOX, no creo que pueda volverle a funcionar. Además, hay que señalar que la izquierda siempre gana cuando su electorado se moviliza, y tras unas elecciones generales y unas elecciones autonómicas en un mes, y con un escenario político de crisis de gobierno veo bastante complicado que el electorado progre vuelve a salir en masa a las urnas para parar a una según ellos "Ultraderecha" que ha obtenido unos resultados bastante inferiores a los esperados y que no suponen para ellos en definitiva ninguna amenaza tras ver los resultados que ha obtenido el partido de Abascal.

Por ello, ante lo ocurrido hace unas horas, ¿Qué creo yo que va a ocurrir? Ya he dicho que no lo sé, y que estoy empezando a creerme la teoría que circula de que Sánchez está provocando este escenario para ir a unas nuevas elecciones en noviembre. Pero también debo añadir que mi teoría principal es que la izquierda acabará pactando sí o sí en septiembre, justamente antes de que finalice el plazo el 23 de septiembre para ir a las urnas. De hecho no me extrañaría que fuese el propio Pablo Iglesias el que al ver cómo la repetición electoral es inminente, llame por teléfono a Sánchez para ofrecerle su apoyo sin condiciones. Debo recordar que al igual que ya le ocurriera a Rajoy en 2016, Sánchez está ahora viendo esta partida desde la posición con más ventaja de todos sus rivales. Esta siguiendo la partida desde el gobierno, ya que Sánchez sigue siendo por desgracia presidente del gobierno en funciones, y siempre en estos escenarios de crisis política, el gobernante es quien tiene mejor información y tiene más capacidad de maniobra. A Rajoy le funcionó perfectamente esta estrategia hace tres años, y no hay motivos de que ahora le falle a Sánchez. Mi teoría principal es que Iglesias se bajará los pantalones, los calzoncillos y hasta se cortará la coleta si hace falta a la hora de que se acerque el plazo límite para que Sánchez pueda acudir de nuevo al congreso para una nueva investidura. E incluso podría suceder de que a partir de hoy mismo comiencen las negociaciones entre socialistas y podemitas, ya que tienen justo dos meses de plazo para negociar, con lo que a mediados de septiembre pueden tener ya perfectamente cerrado su acuerdo de gobierno. Hay que decir que las hipotecas no se pagan solas, y que Iglesias y Montero no pueden permitirse que se les caiga el chiringuito en unas generales en noviembre. Aquí lo único que está en juego es el porvenir de los principales líderes políticos, nada más. El futuro de España por desgracia hace mucho tiempo que está perdido. Ya lo veremos cuando a finales de agosto o primeros de septiembre, el rey inicie la nueva ronda de consultas, por cierto las séptimas que tiene que convocar en sus primeros cinco años de reinado... ahí es nada.

Por otra parte hay una cuestión que yo no termino de descartar, que no es otra que Ciudadanos decida abstenerse para evitar unas nuevas elecciones, presionado por el Ibex y por otros poderes económicos, financieros (Entre ellos el propio George Soros) y de comunicación. Cabe recordar que para el sistema, el gobierno idóneo era el formado por el PSOE de Sánchez con el apoyo de Rivera, por lo que algunos podrían aprovechar nuevamente estos dos meses para meter presión otra vez al líder de la formación naranja para que apoye o en su defecto se abstenga ante una nueva investidura del presidente en funciones con el apoyo de Podemos. Algunos ponían como ejemplo un escenario nada factible, en el que Sánchez, al verse incapaz de ser reelegido, anunciase su retirada en favor de otro candidato, lo cual es el último escenario que pasa por la cabeza del actual inquilino de la Moncloa. Pedro Sánchez jamás renunciará a seguir en el poder, ya que como ha demostrado en innumerables ocasiones, es un tipo sediento de poder, el cual adora su posición política actual. Como buen narcisista y ególatra que es no desea renunciar bajo ningún concepto a su presidencia, la cual encumbra con aires de grandeza y de pomposidad como ningún otro presidente hasta la fecha. Por ello, un escenario en el que los de Albert Rivera anuncien su abstención en favor de otro candidato del PSOE es practicamente imposible, más que nada porque Sánchez preferiría antes seguir gobernando como hasta ahora, en funciones, y llamar a las urnas de forma indefinida en una situación de bloqueo permanente, antes que salir por su propio pie de la Moncloa. Aun así no es de descartar que dada la característica de veleta que posee Rivera, decida abstenerse de todos modos en septiembre para evitar unas nuevas elecciones.

Por cierto, debo añadir que no entiendo el miedo que algunos le tienen a las urnas. Ya ocurrió en 2016 cuando se hablaba de ir a unas segundas elecciones, y no digamos ya cuando se habló de la posibilidad de ir a unas terceras. Parece que a los poderes fácticos en España les repugna o les aterroriza la simple idea de que los españoles pueden acudir de nuevo a las urnas si la crisis política continúa. Algunos lo señalan como una muestra de que una repetición electoral supondría todo un fracaso del sistema constitucional español. A ver, ¿No son estos mismos sujetos que ponen el grito en el cielo ante la remota posibilidad de que tal escenario se produjese los mismos que se quejan siempre de que en España no se pudo votar durante cuarenta años?. ¿Qué ocurre? Si se vota y se pregunta cada seis meses al ignorante pueblo español, malo. Si no se vota ni se pregunta durante décadas al masoquista pueblo español, malo también. En fin, se ve que algunos ni se aclaran cuando no saben que excusa poner para no decir con claridad que no les gusta que el pueblo vote. Yo personalmente sí sé lo que quiero, y quiero volver a votar cuanto antes, con independencia de que el resultado varíe o se mantenga igual.

Del mismo modo debo añadir que no hay nada más falso que el hecho de escuchar tanto ahora como en la crisis de 2016 que España no puede estar sin gobierno. Señores, si España no tuviese en estos momentos un gobierno estaríamos pues en la anarquía, por lo que esa es la afirmación más falsa que se puede llegar a decir. España sí tiene un gobierno ahora y lo tuvo durante 2016. Nuestra nación está siendo gobernada ahora por Pedro Sánchez y el PSOE, con independencia de que la investidura haya fracasado. Es lo que se llama un gobierno en funciones, un término que parece que a algunos periodistas y políticos se les olvida. Sánchez sigue gobernando con total tranquilidad, otra cosa es que según lo dispuesto en la constitución, no pueda presentar proyectos de ley, ni convocar elecciones o presentar una moción de confianza. Estén tranquilo; Esas mismas prerrogativas no las iba a poner en funcionamiento Pedro Sánchez si lograse ser investido. El gobierno de España, tanto cuando ocurrió la crisis de 2016 con Mariano Rajoy como ahora con Pedro Sánchez, sigue funcionando perfectamente. Con funciones limitadas, sí, pero gobierna sin problema ninguno. De hecho la constitución no es clara a la hora de definir cuáles son los límites de un gobierno en funciones. De hecho, si en estos momentos Cataluña declarase (Que no lo va a hacer) una nueva DUI, el gobierno estaría facultado constitucionalmente para llevar a efecto cuantas medidas fuesen necesarias (Incluida la aplicación de un nuevo 155) como de un gobierno en plenitud de sus facultades se tratase. De todas formas ese escenario queda descartado, ya que ni el cobarde supremacista de Torra declararía una nueva declaración unilateral de independencia, ni el traidor vomitivo de Sánchez haría nada para impedirlo. Así que señoras y señores, estén tranquilos y no hagan caso de lo que dicen los políticos ni los medios de descomunicación; España sí tiene gobierno y éste funciona con total normalidad porque así lo establece la propia constitución. Existe un gobierno en funciones, destinado a despachar los asuntos administrativos y cotidianos, y en caso de un grave escenario posee la capacidad para actuar sin obstáculo ninguno. El único problema de todo esto es que quien gobierna es Pedro Sánchez...

Por otra parte debo añadir que de producirse esas nuevas elecciones, no sé cuál podría ser , aunque lo intuyo, el resultado electoral que obtendría los partidos del bloque de la derecha, en particular el PP. Como ya he dicho antes, si los electores conservadores acudimos de nuevo a votar a los populares, aunque sea con la nariz tapada, los de Pablo Casado podrían obtener un resultado mucho mejor que el obtenido en las pasadas elecciones. Aunque dicha mejora sería completamente en balde si no se traduce en un resultado general que permita al bloque de la derecha formar gobierno. En lo que a mí respecta, creo que el PP puede mejorar sus resultados, aunque no estoy seguro de si esa mejora podría traducirse en conjunto en una mayoría en el bloque de la derecha que permitiese a los populares volver a la Moncloa. Una vuelta del PP al gobierno es un escenario que personalmente veo imposible, ya que aunque los de Casado mejorarían sin duda los resultados, esto no se traduciría en una mayoría que permitiese expulsar del gobierno a Sánchez. Sigo creyendo que la salida de la izquierda del poder está por desgracia aún muy lejos de producirse.

En definitiva, si hace tres años, cuando Sánchez perdió su primera investidura fallida, afirmé que comenzaba la cuenta atrás hacia el 26-J, y a su vez cuando Rajoy perdió su investidura meses después afirmé que comenzaba la cuenta atrás hacia no se sabía qué, ahora me atrevo a decir que, o bien como los estudiantes que suspenden, comienza atrás hacia septiembre, o bien comienza la cuenta atrás hacia el 10-N. Yo personalmente me inclino por lo primero, aunque ningún escenario se puede descartar ahora mismo. ¿La respuesta? La sabremos el 23 de septiembre.

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