lunes, 24 de septiembre de 2018

Un gobierno de miserables

Si alguien me dice hace sólo tres meses que iba a echar de menos a Mariano Rajoy, me echaría al suelo de la risa. Por desgracia lo que este verano sería considerado como un chiste (Malo, por cierto), a día de hoy se ha convertido en realidad. Pedro Sánchez sigue haciendo de las suyas; Lo último han sido las impresentables declaraciones de ayer de la delegada del gobierno en Cataluña, y las de hoy de la vicepresidenta del desgobierno, Carmen Calvo, acerca de un más que posible indulto del gobierno hacia los presos catalanes partícipes del intento de secesión del pasado año.

Casi un año después del referéndum ilegal y de la declaración de independencia de octubre de 2017, el desgobierno de Pedro Sánchez estaría dispuesto a sacar de la cárcel a aquellos que en su momento intentaron romper España y que hace sólo tres meses votaron a favor para echar al PP del gobierno y darle la llave de la Moncloa al PSOE tras casi siete años en la oposición. Como se puede ver ante las declaraciones que desde el gobierno se están produciendo en las últimas horas, el PSOE necesita devolver cuanto antes el favor que los independentistas le ofrecieron este verano. Ya no hay ninguna duda de que este gobierno actúa contra la constitución, contra las leyes, y contra una sociedad que asiste atónita a las barbaries que este ejecutivo está llevando a cabo.

Creo que no hay duda tampoco en que, como ya he dicho en otras entradas, estamos ante el peor gobierno que ha conocido la historia de España desde 1936, un año que a este ejecutivo le gusta mucho y al que parece empeñado en regresar. Nunca el gobierno de un estado se ha posicionado tan claramente en favor de aquellos que se saltan las leyes y el orden constitucional como ahora está haciendo el gobierno del PSOE con los secesionistas catalanes. El propio Sánchez ha reconocido hoy mismo que hace falta empatía para solucionar el conflicto catalán. Claro, uno escucha declaraciones como las realizadas hoy desde Canadá por este malnacido y se pregunta; ¿Qué empatía debe haber con respecto a aquellos que se han sublevado contra el estado y contra las leyes?. Aquí no caben empatías ninguna. El gobierno debe dejar que sean los tribunales los que decidan qué condena les aplica a los culpables, sin intervención ni presión alguna por parte del poder ejecutivo. Pero por desgracia todos sabemos que este gobierno-rehén de los independentistas influirá en el poder judicial para evitar que los golpistas sean juzgados y condenados como es debido, y en caso de que la presión contra los jueces no funcionase, indultar a los presos cuando la sentencia salga a la luz.

Hay que añadir que de producirse este hecho, será la segunda vez que un gobierno de nuestro país indulte a golpistas. Ya en 1988 y 1990, el gobierno de Felipe González indultó a los generales involucrados en el 23-F; Alfonso Armada y Jaime Milans del Bosch. ¿Cuál es la diferencia entre el 23-F y lo vivido actualmente en Cataluña? Pues que como todos sabemos, el 23-F fue una operación orquestada desde el estado para situar a Armada en la presidencia del gobierno, con el apoyo de todos los partidos políticos, incluidos el del propio PSOE de Felipe González. El resultado final de esa operación todos sabemos ya cuál fue. Por ello el gobierno de González estaba en deuda con aquellos con los que habían elaborado esa fallida operación para llevar a la Moncloa al que durante años fue tutor del rey Juan Carlos I.

Por supuesto a nadie debe de sorprenderle que este previsible indulto sea el inicio de un proceso que acabará con una reforma constitucional que le otorgará mayor poder fiscal, económico, judicial y político a la comunidad autónoma de Cataluña, e incluso un estatus superior a dicha región en la que se reconozca su singularidad y su concepto de "Nación". Unos conceptos que posteriormente también exigirán el País Vasco, Navarra, Galicia, etc. El objetivo del "Proces" fue siempre este; Obtener un estatus superior y un sistema fiscal propio, nunca la independencia. La respuesta de que este es el objetivo la encontramos en el propio Quim Torra, el cual después de cuatro meses en la presidencia de la generalitat no ha tenido los cojones suficientes de hacer efectiva esa república que se proclamó el 27 de octubre del año pasado. Si el supremacista Torra afirmaba que él estaba dispuesto a todo, ¿Por qué no ha llevado ya a efecto aquello que él tanto ansía?. En fin, de aquí a unos meses veremos escenarios incluso peores que los que llevamos viendo y oyendo en las últimas horas. Las negociaciones entre independentistas y PSOE están ya encima de la mesa, y dentro de un tiempo veremos hasta dónde está dispuesto a llegar el PSOE para traicionar España con el fin de perpetuarse en el poder gracias a los enemigos de ella. De momento, Josep Borrell ya se atreve a hablar de Cataluña en la BBC como "Una nación". Aunque este término incluso ya lo ha utilizado el propio Pedro Sánchez abiertamente a la hora de hablar de Cataluña hace unos meses, este hecho supone en todo caso otro capítulo más en una serie de guiños hacia los independentistas que se irán acrecentando con los meses hasta convertirse en actos.

Buena prueba de que el melón está a punto de abrirse es el anuncio unipersonal de Sánchez de hace una semana, en la que anunció su decisión de llevar a cabo ni más ni menos que una reforma express de la constitución para eliminar los aforamientos. Un anuncio que duró menos que un caramelo en la puerta de un colegio, ya que mientras los independentistas exigieron expandir la reforma constitucional para incluir el "Derecho a decidir", los podemitas lo aprovecharon para exigir que el fin de los aforamientos incluyese también a los Borbones. ¿La solución? Aprovechar el consejo de ministros del pasado viernes para llevar dicha propuesta ante el Consejo de Estado, con el fin de que dicho organismo estudie la propuesta de reforma constitucional del gobierno. En resumen; Guardar en el cajón la propuesta para evitar que se abriese un nuevo frente contra este desgobierno.

Y es que no hay que olvidar que dicha propuesta la llevó a cabo el propio Sánchez justo cuando estos días han seguido apareciendo noticias en las que se denunciaba el plagio de la tesis doctoral del presidente del gobierno. Ante la marea de noticias que ponen en duda la honorabilidad del jefe del gobierno, ¿Qué mejor que anunciar una reforma constitucional para acallar el escándalo? Ni siquiera Nixon llegó tan lejos en sus peores momentos del caso Watergate. Jamás se había visto en la historia de España que el presidente del gobierno anunciase una reforma constitucional para evitar hablar de un escándalo que le afecta a él personalmente. El anuncio, absurdo y surrealista donde los haya, ha acabado como tenía que acabar; En el cajón de la Moncloa ante el revuelo ocasionado por dicho anuncio. Debo añadir que Sánchez es un tipo que no para de sorprendernos, y no precisamente para bien, por supuesto. Su irresponsabilidad y cinismo es tan aberrante que Zapatero a su lado es Winston Churchill.

Pero si todo esto ya es de por sí supone un insulto a la inteligencia de los ciudadanos, su artimaña totalitaria de presentar una enmienda en una ley de violencia de género para reformar la ley de estabilidad presupuestaria con el objetivo de evitar que el PP vete los presupuestos generales del estado, supone ya todo un insulto a las leyes y a las reglas esenciales de un país que se llama a sí mismo "Democrático y de Derecho". Que el partido del gobierno y su principal socio lleven a cabo estos fraudes legislativos con el fin de limitar el poder de otro partido sólo ocurre en los países totalitarios y dictatoriales. Esta conclusión a Sánchez se la resbala, puesto que a él sólo le importa una cosa: El poder. Estamos pues ante un tipo capaz de llevar a cabo medidas anticonstitucionales y nada democráticas con tal de perpetuarse en el cargo, lo cual nos lleva a pensar si este tipo estaría dispuesto incluso a anunciar el estado de alarma en 2020 con tal de no convocar elecciones generales. En resumen, todo le vale a este hijo de puta con tal de mantenerse en la Moncloa unos años más, incluso lo antidemocrático, pero claro, ¿Qué se puede esperar de este ser despreciable que estaría dispuesto incluso a dejar España repleta de "Fachas" fusilados en los paredones con tal de que no se hablase de sus tesis plagiadas, de sus amenazas a la prensa, de los enchufes a su mujer y parientes, ni de sus medidas totalitarias?.

Ante esta situación, la oposición debería plantearse desde ya la presentación de una moción de censura, la cual tenga como único fin el mismo que se exigió cuando se presentó la moción contra Rajoy: La convocatoria inmediata de elecciones generales. Unas elecciones generales que como ya dije en la última entrada, no sería descabellado pensar que independientemente de su resultado, la izquierda volviese a reeditar su pacto para perpetuarse en el gobierno. Por increíble que parezca, Sánchez tiene la sartén por el mango, ya que ante las diversas voces que se oyen anunciando una nueva e inminente crisis económica, el PP no quiere verse quemado otra vez en una nueva oleada de recortes, y mucho menos Ciudadanos, los cuales no quieren ir a unos comicios en los que saben que perderían apoyos en favor del nuevo PP de Pablo Casado. Nadie quiere por lo tanto nuevas elecciones, ni mucho menos presentarse como alternativa a este engendro de gobierno en una moción de censura. Pablo Casado porque está manchado por su máster, por mucho que ahora el Tribunal Supremo rechace su imputación, y Albert Rivera porque no tiene los diputados suficientes y porque bastante ha hecho ya el ridículo en estos últimos meses. De Pablo Iglesias mejor no hablar, ya que se encuentra disfrutando desde su chalet de Galapagar de su posición de vicepresidente de facto del gobierno.

Tenemos pues a un presidente del gobierno manchado por un escándalo que pone en duda su honorabilidad, y dispuesto a todo con tal de mantenerse en el poder. A un presidente que está llevando a España hacia un sistema unipartidista de izquierdas, en el que la derecha ni ningún otro partido pueda llevar la voz cantante contra el gobierno, ni parar sus medidas antidemocráticas. Por ello aunque la oposición no lo desee, está en la obligación de presentar cuanto antes una moción de censura contra este gobierno, del mismo modo que la oposición estaba obligada a presentar la pasada moción de censura contra Rajoy de hace unos meses. Independientemente de que dicha moción se gane o no, el deber y la obligación de los partidos que ejercen la oposición parlamentaria contra un gobierno debe ser la de controlar los actos que dicho ejecutivo toma, y si el ejecutivo se sobrepasa en sus funciones, como está sucediendo ahora, la oposición está en la obligación de por lo menos intentar poner fin a ese gobierno cuanto antes.

Pero por increíble que parezca, Pedro Sánchez tiene todas las de ganar, ya que nadie en la oposición se atreve a presentarse como alternativa a un gobierno que está enterrando definitivamente a esta nación y que no le importa llevarse a nada ni a nadie por delante con tal de seguir en el poder. España está definitivamente perdida pase lo que pase, y la permanencia en el poder de los socialistas sólo provocará que su final se precipite. Pedro Sánchez se ha propuesto algo por lo que jamás se le podrá perdonar; Ser el enterrador de España, y por eso es por lo que será recordado y por lo que la historia le juzgará.

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