sábado, 3 de junio de 2017

La abdicación y el referéndum que nunca llegará

Hoy se han cumplido tres años de la abdicación del rey Juan Carlos I y la consecuente subida al trono de su hijo Felipe VI el 19 de junio de 2014. Curiosamente en el día de hoy me he cruzado sin querer con varios artículos por Internet donde se habla de los gustos, las aficiones y la forma de ser de la "Futura reina de España", es decir, la princesa de Asturias, Leonor de Borbón. Me ha resultado muy curiosa la forma en la que se está vendiendo las noticias relacionadas sobre esta niña en estos días; Ya no se habla de los gustos de una princesa o de las aficiones de la hija de los reyes de España, se habla abiertamente de la personalidad (Si es que ese término se puede utilizar hacia una niña de 12 años) de la futura Jefa del Estado español. Hablando en Cristiano, se nos está promocionando de forma descarada la continuidad de la monarquía española incluso después del reinado de Felipe VI. Unas circunstancias que todavía están muy lejos de producirse pero que desde los medios de descomunicación ya se encargan de influenciar a la opinión pública de este hecho. No señores, no es casual que justo cuando se cumplen tres años de la abdicación de su abuelo y de la subida al trono de su padre, se esté dando por hecho sí o sí desde la prensa que Leonor de Borbón será reina de España dentro de unas décadas.

Tal día como hoy, después de comunicar Juan Carlos I ante el país su renuncia al trono, se convocaron de manera espontánea multitudes de concentraciones en toda España en favor de un referéndum para decidir sobre la continuidad o no de la monarquía. La Puerta del Sol de Madrid se llenó de manifestantes de todo tipo de ideologías, no sólo de extrema izquierda, para exigir una cita con las urnas donde el país hablase de manera alta y claro sobre la forma de Estado para España. Recuerdo unas palabras que pronunció el célebre periodista especializado en la casa real, Jaime Peñafiel sobre esa concentración. Dijo que aunque las circunstancias eran completamente distintas en todos los sentidos (Político, social, económico...), por un momento, sólo por un momento, parecía que se estaba repitiendo en el punto cero de la capital de España los sucesos que 83 años antes se habían vivido en ese mismo lugar el 14 de abril de 1931, cuando el pueblo español recibió con entusiasmo la proclamación de la II República tras la salida del país del rey Alfonso XIII. Jaime Peñafiel tiene razón en ese punto; España vivió por un instante el espíritu de abril del 31, pero sólo quedó en eso, en un instante en el que se pidió ni más ni menos que se llevase ante las urnas una cuestión que atañe al conjunto del país, como es la continuidad o no de la monarquía, que tan puesta en cuestión lleva ya desde hace varios años por deméritos exclusivo de sus propios integrantes.

Tres años después de aquél momento, ya nada parece igual; El caso Noos ya no vuelve a ser tema de actualidad y se ha convertido en algo que nunca ocurrió, Urdangarin y la infanta Cristina viven tranquilamente en Suiza después de que la "Justicia" haya exonerado a ambos, la monarquía vuelve a ser tema tabú en los medios de descomunicación, la figura del rey (En este caso de Felipe VI) es incuestionable para el establishment, y la continuidad de la corona es ahora bastante más segura que en el momento de la abdicación de Juan Carlos I. Por otro lado, y al contrario de lo que les está ocurriendo al resto de la familia real y de la institución monárquica en sí, estamos viendo desde hace unos meses cómo los miniescándalos que afectan al ya rey emérito no paran de crecer. Desde los medios se ha lanzado claramente una consigna en la que el ex rey de España es el causante de todos los males que han afectado a la corona y por ello hay que atacarle y hacerle parecer a él como el malo de la película, mientras que su hijo y ahora su nieta, representan la pureza, la honradez y la esperanza. Toda una campaña vergonzosa e impresentable que supone un insulto a la inteligencia de los españoles pero que confirma la apuesta de la élite por la continuidad de los Borbones aún después de que el país conozca todos los escándalos de corrupción, sexo, chantajes, grabaciones, etc, que han rodeado a la familia real durante los últimos cuarenta años.

Lo ocurrido después de aquél ya histórico día 2 de junio lo sabemos todos; PP y PSOE votaron a favor y a contrarreloj la ley que permitía la abdicación de Juan Carlos y la llegada de Felipe, haciéndole la peineta del siglo al pueblo español con la excusa de que "La continuidad o no de la monarquía es un asunto que pertenece a las generaciones venideras". Esas generaciones venideras en la que la prensa pone ya a la princesa de Asturias como el ejemplo personificado de esos jóvenes que el día de mañana tendrán que vivir bajo su reinado. Aún así será cada vez más difícil que las nuevas generaciones se adapten a vivir bajo una monarquía, pero para eso ya estará la prensa del futuro, para salvarle el culo a la futura reina y al conjunto de todos los integrantes que forman la familia real en ese momento, del mismo modo que ahora lo hacen con su padre y hasta hace tres años hacían con su abuelo. La última oportunidad que tuvo España de acabar con esta familia de parásitos fue tal día como hoy hace tres años. El cordón de seguridad que el establishment hizo durante el proceso de transición de la abdicación a la coronación fue determinante para que el pueblo español perdiera esa oportunidad histórica. No volveremos a vivir una oportunidad así, España está condenada a vivir bajo un sistema en el que la familia Borbón continúe saqueando a la sociedad de este país. Cambiarán los gobiernos (Incluido el de Rajoy, aunque eso parezca imposible), cambiarán los líderes políticos, se independizarán las regiones de España más proclives al independentismo, se pasará de un sistema autonómico a uno federal, pero lo que jamás cambiará en nuestro desdichado país será la institución que tanto daño ha causado a esta nación durante los últimos 300 años, y que sustenta y lidera todo este sistema corrupto; La monarquía Borbónica.

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