Después de doce años escribiendo en este blog, reitero lo que ya dije hace un tiempo: cada vez me dá más pereza hablar sobre la política nacional y sobre la situación de decadencia sin frenos que atraviesa España. En lugar de eso prefiero escribir sobre religión, historia o política internacional. Aún así, hay veces que la situación en España demanda que escriba algo sobre lo que ocurre en nuestro país. La entrada de hoy la voy a dividir en tres temas interesantes que se han producido hoy, y que demuestran hasta dónde hemos llegado como Estado-Nación.
En primer lugar me referiré a la dimisión con un año de retraso del todavía presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, en segundo lugar me referiré al juicio sin precedentes que ha comenzado hoy en el Tribunal Supremo contra el Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, y en tercer lugar haré hincapié en en informe de la UCO sobre el ministro de Política Territorial, Víctor Ángel Torres, y su relación con la trama de corrupción que salpica de lleno al PSOE cuando éste era aún presidente de Canarias. 
Comienzo con el anuncio de dimisión que hoy ha anunciado el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, después de los abucheos recibidos el pasado miércoles en el homenaje que se les dio a las víctimas de la DANA un año después de la tragedia. Unos abucheos que, en mi opinión, estaban más que merecidos; pero he aquí que cuando escuché los abucheos que recibía, y con toda justicia, el propio Mazón, no se escuchaban a la vez ni uno solo hacia el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, también presente en el homenaje junto a los reyes de España. 
Para empezar debo hacer un comentario que puede que compartan muchas personas o puede que no. No entiendo qué hacían las víctimas de la DANA y los familiares de los fallecidos secundando un acto organizado por el Estado; ese mismo Estado que hace justamente un año se lavó las manos mientras el presidente del gobierno rechazaba las ayudas ofrecidas por parte de países vecinos, entre ellos Francia, y pronunció en aquella famosa rueda de prensa la frase por la que pasará a la historia: "si quieren ayuda, que la pidan". Y por si esto fuese poco y el Estado, así como la Comunidad Valenciana, no activaron el Estado de Alarma que la situación requería, Sánchez convocó otra rueda de prensa tras salir corriendo de Paiporta ante la posibilidad de que la población acabase allí mismo con él y acabase colgado boca abajo como Mussolini. 
Es entonces cuando en aquel momento, donde las familias estaban buscando a sus familiares fallecidos o desaparecidos y Valencia inundada y desamparada por parte de todas las administraciones públicas, Sánchez pronunció aquella otra frase por la que pasará a la historia: "yo estoy bien". ¿Qué más daban los muertos y los desaparecidos y todas aquellas personas y familias que lo habían perdido todo? Lo importante y urgente era saber cómo se encontraba nuestro amado presidente, y para ello convocó aquella aberrante rueda de prensa en la que demostró no solo su perfil más psicópata sino también su egocentrismo más peligroso. 
¿Por qué entonces la población valenciana no se ha echado a las calles con tanto entusiasmo para pedir la dimisión de Pedro Sánchez, así como la de Carlos Mazón? Por la sencilla razón de que el PSOE tiene un nivel de propaganda tan exitoso y bueno (todo hay que reconocerlo) al nivel de los nazis en Alemania. La idea de que el desamparo y el abandono de las administraciones públicas se limitan solo al gobierno de Mazón y no al gobierno de Sánchez igualmente, es algo que la izquierda se ha encargado de propagar durante 24 horas en estos últimos 365 días. 
Toda persona, con dos dedos de luces e imparcial, sabe que el 50% de la nefasta y criminal gestión de la DANA de Valencia fue por un lado responsabilidad del gobierno de Mazón, pero el otro 50% fue responsabilidad del gobierno de España al no asumir su deber como Administración General del Estado y tomar las riendas de la situación, con independencia de que la Generalitat valenciana lo solicitase o no. La idea de que Mazón, y con ello el PP, son los únicos responsables de aquella tragedia ha calado y mucho en la sociedad española gracias a la propaganda de la izquierda, que en eso son unos fenómenos. 
De esta forma, y tras más de un año oculto y sin querer asumir su propia responsabilidad, Mazón hoy ha anunciado por fin su dimisión, de la cual caben ahora dos posibilidades: que VOX vote a favor del próximo candidato del PP a la presidencia de la Generalitat (lo cual sería meterse los de Abascal un tiro en el pie) o bien que VOX rechase votar en favor de dicho candidato, lo cual llevaría al escenario más propicio para la Comunidad Valenciana: unas elecciones autonómicas anticipadas. 
Con la dimisión de Mazón, Sánchez se carga políticamente al responsable parcial de aquella catástrofe, mientras él mismo, el otro responsable parcial de aquella desgracia que se llevó por delante más de doscientas vidas, sigue impoluto en Moncloa, sin que nada ni nadie pueda acusarle de nada, ni mucho menos poner de una vez por todas fin a su permanencia en la Moncloa. Sánchez vuelve a demostrar con ello que es invencible mientras Feijóo cree que con la dimisión de Mazón, las aguas volverán a su cauce en Valencia. Nada más lejos de la realidad. Esto es solo el principio de una pesadilla para el PP, no solo valenciano sino nacional, que Feijóo aún no es consciente de su gravedad. 
Dicho esto, paso ahora a analizar el segundo tema que ha sido ampliamente debatido hoy en toda España, como es el inicio del juicio contra el Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, por su implicación en la revelación de secretos sobre Alberto González Amador, novio de Isabel Díaz Ayuso, en la investigación que se está desarrollando contra éste por un delito de fraude a Hacienda. Con la apertura del juicio en el día de hoy en el Tribunal Supremo se produce uno de los sucesos más surrealistas de la historia contemporánea de España: la de un Fiscal General del Estado sentado en el banquillo de los acusados por revelación de secretos mediante órdenes procedentes de Moncloa. Ya saben aquella famosa frase que Sánchez pronunció de forma egocéntrica en su momento: "¿De quién depende la Fiscalía?". 
Cabe recordar que según el artículo 124 de la Constitución española, el Ministerio Fiscal tiene por misión "promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la Ley, de oficio o a petición de los interesados, así como velar por la independencia de los Tribunales y procurar ante éstos la satisfacción del interés social". Como se puede apreciar, es surrealista, irónico e incluso cínico que la mayor autoridad del Ministerio Fiscal en España, que es a su vez un organismo jurídico a nivel estatal encargado de supervisar la independencia judicial y velar por el interés público sea quien se siente en el banquillo de los acusados por un delito de revelación de secretos; y todo para encubrir al inquilino de la Moncloa, lo cual es doblemente preocupante a la par que surrealista.
Con este juicio, y con independencia del fallo judicial que salga del mismo, está claro que la reputación y el nombre del Ministerio Fiscal quedan ya completamente estigmatizados como consecuencia de los delitos perpetrados por su mayor autoridad. ¿En qué lugar del mundo se ve a un Fiscal General del Estado sentado en el banquillo y sin haber dimitido aún de su cargo? ¿En qué país medianamente sensato (España, por desgracia, no lo es) un Fiscal General del Estado se sienta en el banquillo mientras el abogado del Estado le representa e incluso el propio fiscal del caso sale en defensa de su jefe, quebrantando así la independencia y la promoción de la acción de la justicia en defensa de la legalidad de la que debe hacer gala el Ministerio Fiscal?
Nadie tomará en serio el Poder Judicial después de este bochornoso y abominable espectáculo que no solo afecta a las instituciones judiciales sino a todo el aparato del Estado e incluso al Estado de Derecho en sí. Pero a fin de cuentas, ¿Qué más dá eso a estas alturas? en unas circunstancias donde el Estado, la Constitución y el propio régimen del 78 hace aguas por todos lados mientras se hunde de forma imparable el país como si del propio Titanic se tratase, con los políticos emulando a los violinistas del barco hundido en medio del Atántico en 1912.
Y ya para finalizar, me centro en el tercer y último tema a comentar: el informe de la UCO que hoy ha aparecido y en donde se hace hincapié en la implicación del actual ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, en la trama Koldo, en la venta de las mascarillas del COVID y en su relación con Aldama, el propio Koldo, Ábalos, etc. Un informe que no dice nada en especial, al menos en mi opinión, y que demuestra que, como ya he dicho anteriormente, nada ni nadie logrará sacar a Pedro Sánchez de la Moncloa. 
¿A quién le interesa lo que Ángel Víctor Torres hiciera o dejara de hacer en una trama de la cual todos sabemos quién es el "número 1"? ¿A quién le interesa las informaciones constantes sobre los trapicheos de Ábalos, Koldo y Cerdán? A mí me es completamente indiferente los negocios ilícitos y las comisiones que Torres se llevase en su etapa como presidente de Canarias junto a Ábalos, Koldo, Aldama, etc. Me interesa saber qué es lo que hacía o dejaba de hacer Pedro Sánchez en ese momento y qué papel jugaba en aquella trama. De nada sirve sacar públicamente informes que incriminen a ministros, diputados, fontaneros del PSOE o miembros de la ejecutiva del partido. 
Todo lo que no sea publicar informes claros y directos que impliquen de lleno a Pedro Sánchez es papel mojado. ¿O acaso alguien piensa que Torres va a dimitir o Sánchez lo va a cesar por esto? ¿Acaso Francina Armengol ha dimitido como presidenta del Congreso tras saberse hace meses que ella, en su época como presidenta de las Islas Baleares, hacía lo mismo de lo que ahora se acusa a Torres? ¿Por qué no sale nada que implique de lleno al "número 1"?
Probablemente porque estamos ante una partida de ajedrez en la que quien maneja los hilos está poniendo nervioso al propio Sánchez y juega con la posibilidad de sacar o no las informaciones que le incriminan a él. O quizás porque nadie tiene realmente nada sobre Sánchez y están presionando a Ábalos, Cerdán y Koldo para que canten "La Traviata" en un momento de presión extrema. Si esa es la estrategia de quienes están detrás de todo esto, ya les digo que no van a conseguir nada. Todos los implicados hasta la fecha preferirían ahorcarse antes que confesar toda la verdad, aunque eso supusiese llevarse por delante a su jefe. Ya lo hemos visto en los juicios que se han celebrado hace poco con Ábalos y Koldo, los cuales se han negado a declarar judicialmente cuando todo el mundo creía que por fin confesarían. 
Seamos serios. El PSOE es una mafia y como organización criminal que es, sabe que los subordinados no van a cantar nada que pueda afectar al líder, incluso si las acusaciones se extienden ya a familiares de los imputados, como es el caso de Ábalos y Koldo. Si Pedro Sánchez no ha caído hasta ahora por haber dejado morir a más de doscientas personas en una catástrofe natural en Valencia, ni por tener a su Fiscal General del Estado enjuiciado en estos momentos, ni por las tramas de corrupción que afectan a su propia familia, ¿Quién se va a creer que va a dimitir por informes que involucran a terceros de su partido, por muy allegados que éstos sean del presidente del gobierno? 
Admitámoslo de una maldita vez. Pase lo que pase y ocurra lo que ocurra, tenemos, para desgracia de España, Sánchez por los siglos de los siglos, y eso es una realidad, por mucho que algunos hablen desde sus programas o canales en Youtube, día sí y día también, de que el final del actual presidente del gobierno está cada vez más cerca. Sánchez, a pesar de la ruptura fake de Junts con el PSOE, no solo va a aguantar hasta 2027, sino que formará nuevamente gobierno tras las próximas elecciones generales, con independencia de que las gane o las pierda. El régimen del 78 se hunde y Sánchez es el capitán (como él mismo se definió en junio) perfecto para hundir este barco en las últimas llamado España. 
