No tenía pensado escribir esta entrada porque supuse que algo parecido iba a ocurrir, pero no me imaginé que fuese tan constante, cansino y a la vez tan vergonzoso como humillante. Me refiero a la descarada campaña que en estos días se está realizando desde diversos medios, sobre todo de derechas, en favor de la Monarquía y de la figura de Felipe VI y Leonor de Borbón. Una campaña que "casualmente" se ha producido tan solo una semana después de que el rey firmase la polémica Ley de Amnistía.
Y es que aunque los medios hacen uso de los diez años de reinado de Felipe VI (Diez años de los que ya hablé en febrero de este año) para hacer gala de esta campaña de lavado de imagen, la verdad es que todo obedece a una operación por parte de los medios conservadores y liberales para defender a toda costa la Monarquía y salvaguardarla del gobierno de Pedro Sánchez, sobre todo desde que el rey sancionase la amnistía hace unos días. Una sanción que muchos españoles no han dejado pasar por alto y que han criticado abiertamente en las redes sociales y en otros foros de opinión.
Días después de estas críticas que han provocado en algún que otro caso que más de uno se haya pasado del bando monárquico al republicano, los medios favorables a la Corona han empezado a hacer uso de sus encuestas de valoración y artículos de opinión para alabar por todo lo alto la figura del rey, al que definen como "el garante de la Constitución, la soberanía nacional y la unidad de España", a la vez que publican encuestas en las que sospechosamente la Monarquía está perfectamente valorada por los ciudadanos, mientras que Felipe VI y, atención, Leonor de Borbón son los que mayores notas sacan en esas supuestas encuestas.
No es casual, como ya he dicho, que esto esté saliendo en estos momentos. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que la figura del rey ha quedado abiertamente en entredicho a la hora de sancionar la Ley de Amnistía. Una ley que, al igual que cualquier otra norma, no podía negarse a firmar Felipe VI, pero que demuestra la extrema debilidad en la que se encuentra no ya el propio rey sino la Jefatura del Estado en el sistema constitucional actual. Un sistema en el que los llamados Padres de la Constitución idearon que la figura del rey no tuviese ningún tipo de poder en el sistema político nacido en 1978.
Insisto, no hablamos ya de una persona en concreto, en este caso Felipe VI, que no puede actuar desde el punto de vista legal contra cualquier disposición normativa que apruebe el Parlamento o el gobierno, sino de una institución que no posee ningún poder ejecutivo ya que ese poder se lo despojaron los constituyentes en 1978 a la hora de redactar la actual Constitución española. De hecho basta con remontarse al año 2006, cuando ya en tiempos de Zapatero se aprobó el dichoso estatuto de Cataluña, en cuyo preámbulo (Texto que no tiene valor jurídico pero que está en la norma) se reconocía a Cataluña como una nación. ¿Hizo algo el entonces rey de España, Juan Carlos I, para frenar esa Ley Orgánica? En absoluto. La sancionó y con mucha predisposición, todo hay que decirlo.
De hecho, en un libro titulado "Con el rey y contra el rey" se menciona cómo Juan Carlos I estaba en un principio preocupado por la elaboración del estatuto catalán hasta que habló con el entonces presidente de la generalitat catalana, Pascual Maragall, el cual le dijo que no había nada de lo que preocuparse y que, con este reconocimiento a Cataluña, el rey ya no sería monarca de una nación, sino de dos. Parece que la idea de convertirse en rey de dos naciones a la vez le agradó a Juan Carlos I, no volviendo a preocuparse más por el asunto. De esta forma se demuestra que el problema no es solo las nulas funciones que la Constitución otorga a la Monarquía en un sistema parlamentario como el nuestro, sino el comportamiento ruin, traidor y miserable de los Borbones, los cuales solo se han preocupado en estos 300 años en mantener su titularidad sobre la Corona de España sin importarles si había a su vez una España sobre la que reinar.
Como ya dije en mi última entrada, esta situación de bloquear cualquier capacidad de acción hacia el Jefe del Estado no sucede en otros países republicanos de nuestro entorno, donde el Presidente de la República posee poderes para vetar leyes, disolver el parlamento, formar gobierno, etc. Aquí no existe nada de eso, ya que vivimos en un sistema monárquico donde la carencia de una legitimidad democrática por parte de la Monarquía provoca que sus titulares no tengan ningún poder decisorio o ejecutivo en los asuntos de Estado. Por otro lado cabe decir que los anteriormente citados Padres de la Constitución quisieron despojar al monarca de cualquier toma de decisión en los asuntos públicos, ya que los Borbones habían dado sobradas muestras a la hora de tomar decisiones políticas controvertidas en sus respectivos reinados.
Fernando VII, Isabel II y más recientemente Alfonso XIII, fueron los monarcas que más polémicas suscitaron a la hora de tomar decisiones. De esta forma, aquellos que elaboraron la Constitución lo hicieron precisamente por ese motivo, sobre todo porque el recuerdo de las malas decisiones tomadas por Alfonso XIII, las cuales fueron cruciales para los eventos que posteriormente se produjeron en España (II República, Guerra Civil, Franquismo), estaban todavía muy recientes en la memoria de los españoles en 1978.
De esta forma, la Monarquía actual carece de ningún poder que permita garantizar nada desde 1978. ¿O acaso Felipe VI garantiza la unidad de España si Pedro Sánchez le pone mañana una norma que regule la convocatoria de un referéndum en Cataluña, País Vasco o cualquier otra región de España? ¿Acaso Felipe VI garantiza la soberanía nacional que se nos ha ido despojando a los españoles a través de las sesiones de soberanía a instituciones supranacionales mientras él se dedica a ir a las reuniones del grupo Bilderberg? ¿Acaso Felipe VI puede garantizar los derechos y libertades de los españoles que en 2020 fueron pisoteados por Sánchez cuando decretó un Estado de Excepción encubierto que nos dejó confinados y sin posibilidad de actuar durante un año?
Seamos serios, la figura del rey de España y de la institución monárquica no sirven absolutamente para nada ni garantizan nada en el sistema constitucional actual. Y esto es algo que esos mismos periodistas, por llamarles educadamente, saben perfectamente. Del mismo modo que saben perfectamente que aunque la Corona en España es una institución simbólica, es a su vez la columna vertebral que sostiene el régimen político nacido de la Transición española. Si la Monarquía cae, cae a su vez el sistema de la Transición, y eso es precisamente lo que muchos no quieren ver ni en pintura.
Y es que por desgracia, mientras la izquierda española vive del odio póstumo a Franco, la derecha española vive del miedo a la II República. Esos sujetos que se hacen llamar conservadores y/o liberales son aquellos que se asustan en cuanto oyen la palabra "República", ya que se les viene a la mente al instante la persecución que los rojos hacían contra los católicos y contra los conservadores, creyendo a su vez de forma ignorante y paranóica que una nueva República traería consigo los mismos escenarios.
Pero parece ser que se olvidan que, aunque todavía no hemos llegado a los fusilamientos, la estigmatización por parte de la izquierda contra toda la España que no comulgamos con el progresismo es ya una realidad, y eso se está produciendo en una España que vive aún bajo un sistema monárquico, no republicano. Que no se les olviden cuando se les llena la boca a la hora de hablar de estabilidad, moderación, derechos, libertades, etc.
Estos mismos periodistas que hablan abiertamente de las ventajas que supone tener un rey según ellos, son los mismos que avisan que el sistema está en peligro como consecuencia de esa misma Ley de Amnistía y de las leyes que Sánchez ya está preparando para perseguir a todo aquél que se pronuncie de forma hostil hacia su gobierno. Por esa regla de tres no habría nada que temer, ya que tenemos a este maravilloso y preparado rey que nos garantiza nuestro sistema de derechos y libertades, así como nuestra soberanía y unidad nacional. ¿O acaso están contradiciéndose ellos mismos a la hora de defender a rey que no tiene poder para garantizar lo que ellos mismos aseguran que está en peligro de ser destruido y que es función constitucional del rey garantizar?
No hay duda de que todo lo que quiera hacer y destruir Pedro Sánchez lo acabará sacando adelante. Ya se ha demostrado con la amnistía y se demostrará, por desgracia, con las peligrosas medidas que el PSOE tiene pensado aprobar dentro de unas semanas a la hora de controlar el Consejo General del Poder Judicial y los medios de comunicación hostiles a su gobierno. Y ni el rey ni nadie podrá frenar nada de lo que haga, por muchas encuestas manipuladas y artículos lameculos de apesebrados cuyo único fin es el de no poner en riesgo la permanencia de su adorado rey al frente de la Jefatura del Estado, ni tampoco la llegada al trono de Leonor de Borbón en el futuro.
Debo añadir que, aunque todos criticamos a Sánchez por su política y por su forma de destruir todo lo que se propone, hay que reconocer que Sánchez no es el único problema que tiene España. Sánchez es solo una pieza dentro del ajedrez, siendo el ajedrez la propia Constitución de 1978. Pedro Sánchez es solo un tipejo que actúa de forma astuta aprovechando los grandes fallos que tiene el sistema político actual, y de ello se vale. El problema no es pues el actual presidente del gobierno (Que lo es en parte), sino el sistema del que éste se ha servido para ser jefe del ejecutivo, el cual es el origen de todos los problemas que padece este país desde 1978 con la Corona a la cabeza. Esa misma Corona que esos llamados periodistas defienden como la vida misma.
Por cierto, entre los periodistas que están estos días al frente de esta operación de lavado de imagen hacia la Monarquía está Juan Fernández-Miranda, sobrino nieto del que fuera presidente de las Cortes, Torcuato Fernández-Miranda, al cual se le define como "El guionista de la Transición". Pues bien, cabe decir que el propio Torcuato afirmó en 1980 estar profundamente arrepentido de haber dado el sí a la Constitución, la cual según él traería el fin de España a través del título VIII de la Carta Magna (La organización territorial del Estado). Según el propio Torcuato, jamás se debió incluir el término "Nacionalidades" en el título preliminar, y aseguró que las autonomías traerían más división y desigualdad entre los españoles, acabando con la autodeterminación de las llamadas "Comunidades históricas" tras sacarle todo el autogobierno posible al Estado.
Y por otro lado criticó el papel de la Monarquía, a la cual no le veía futuro, ya que los constituyentes habían despojado al rey de cualquier margen de maniobra en caso de que su actuación fuese requerida. De esta forma Torcuato creía que la Monarquía acabaría desacreditada por su inutilidad, lo cual traería con ello la instauración de una República en el futuro. Esto que estoy comentando no me lo estoy inventando yo, sino que viene recogido en un artículo firmado en 2020 por un periodista llamado Julio Merino y cuyo titular es: "El día que el estratega de la Transición, Torcuato Fernández-Miranda, lloró y se arrepintió de dar el sí a las autonomías". Quien quiera buscar esa publicación, está disponible en Internet. Supongo que su sobrino nieto o bien no conoce esta historia (Cosa que dudo) o bien se ha vendido a los Borbones, traicionando el recuerdo de su tío abuelo.
En definitiva, tenemos estos días por tierra, mar y aire una clara y vergonzosa campaña de lavado de cara hacia la Monarquía como consecuencia del papel que ha ejercido Felipe VI en la tramitación de la Ley de Amnistía. Sabía que en estos días habría una campaña de lavado de imagen hacia los Borbones, lo que no imaginé es que fuese tan descarada ni tan excesiva. Basta con entrar en las redes sociales y ver por todas partes artículos y encuestas de opinión en favor de la Monarquía.
En fin, nada nuevo bajo el sol. Sobre todo teniendo en cuenta la clase de gentuza que pulula por el periodismo español y por otros sectores de la vida nacional, los cuales han estado toda la vida riéndole las gracias a Juan Carlos I y actualmente a su hijo, Felipe VI. Obviamente el día de mañana lo harán también con Leonor de Borbón, la cual será con toda seguridad reina de España, a tenor del respaldo unánime que la prensa le está dando a la Casa Real en estos momentos en los que precisamente habría que cuestionar más que nunca el papel de la Corona en España.
Los Borbones pueden estar tranquilos, ya que gracias al trabajo que estos días están realizando sus lacayos periodistas y a la memoria de pez que tienen los españoles, la continuidad de la dinastía Borbón en nuestro país está asegurada. La cuestión es: ¿Está asegurado el futuro nuestro y el del país en su conjunto? Ahí la respuesta es más bien negativa, pero eso es lo de menos. Ahora toca, como buenos súbditos, seguir aplaudiendo a nuestro bien amado rey y a su familia en los actos y desfiles por todo lo que nuestra Casa Real hace por nuestro desdichado país.