Cuando sólo falta un mes para las elecciones autonómicas y municipales del próximo 28 de mayo, las intrigas políticas en España no hacen sino crecer conforme van pasando las semanas. Y crecen sobre todo en el seno de la izquierda con respecto a la decisión de Moncloa de acrecentar y fomentar la imagen presidencial de la todavía vicepresidenta del gobierno, Yolanda Díaz, así como la de su nuevo partido "Sumar". Una estrategia que veremos a ver por dónde sale todavía, ya que las encuestas, aunque pronostican una derrota de la izquierda tanto en las autonómicas y municipales de mayo, como en las generales de diciembre, no pronostican en cambio que esa derrota vaya a ser abultada.
Y es que por mucho que Alberto Núñez Feijóo y el PP lo nieguen, no estamos en la situación de 2011, o en la de 1995, en la que todas las encuestas vaticinaban la derrota absoluta de la izquierda, que por entonces estaba en el poder. Tanto en 2011 como en 1995, España vivía en pleno periodo del bipartidismo, y sólo el PSOE era quien acaparaba todo el poder en la izquierda, como el PP lo acaparaba en la derecha. Pero estamos en 2023, y las circunstancias han cambiado por completo: Tanto la izquierda como la derecha están fragmentadas, y el escenario nacional no es el mismo que en 1995 y/o en 2011. En esos dos años, España estaba atravesando una crisis económica bastante severa (La de los años 90, con Felipe González, y la de 2008 con Zapatero) y el paro estaba por las nubes. También hay que destacar que en 1995, España vivía una situación bastante grave con respecto a la corrupción generalizada en todo el Estado, mientras que en 2011 la mayoría social le dio la espalda al PSOE al originarse el llamado 15-M.
¿Qué quiero decir con esto? Pues que actualmente no se dan las circunstancias que sí se daban en 1995 y 2011 para que hubiese un cambio de gobierno que pudiese desalojar a la izquierda del poder. Y es que si algo ha demostrado los casi cincuenta años de sistema constitucional en España, es que los gobiernos no caen de una forma tan sencilla. Deben de darse una serie de circunstancias sociales que lleven a la población a votar a otro partido político. Y si nos centramos en el PSOE, éste sólo ha salido del gobierno cuando hemos estado en plena crisis económica, algo que aunque todos los economistas indican que estamos a las puertas de una nueva crisis, ésta todavía no ha llegado, ni siquiera ha hecho mella en el bolsillo de los ciudadanos.
Pero volviendo a Yolanda Díaz y su tándem con Pedro Sánchez, que es de lo que me interesa hablar esta noche, debo decir que hay que andarse con mucho cuidado con esta estrategia, la cual podría llevar perfectamente a la izquierda a seguir gobernando tras las próximas elecciones generales. ¿Cómo? Muy sencillo. Ya es sabido por todos que la marca de Podemos está totalmente quemada y desgastada, y eso Sánchez y Díaz lo saben, por eso han puesto en marcha Sumar, una marca blanca de Podemos que se encuentra a medias entre el Podemos que en su momento pretendían instaurar los adversarios de Pablo Iglesias con Errejón al frente, y el PSOE socialdemócrata y moderno que ahora parece representar Yolanda Díaz a través de Sumar.
Teniendo Díaz a los votantes desencantados del PSOE por un lado, y a los descontentos de Podemos por otro, ya tiene la actual vicepresidenta una base electoral bastante fuerte como para ir a las autonómicas y municipales en mayo, y a las generales en diciembre sin necesidad de contar con Irene Montero, Ione Belarra y todo el séquito de Pablo Iglesias. Un Pablo Iglesias que ya ha advertido que pese a las discrepancias en la izquierda, ésta debe ir unida a las elecciones, lo cual se interpreta en que para estos tipos, lo primero es ganar sí o sí las elecciones, y luego ya se hablará de cómo repartir el pastel. Esto Sánchez lo sabe, por eso está potenciando al máximo la imagen de Díaz en detrimento de las nenas de Pablo Iglesias. La cuestión es ¿Qué ocurrirá si Díaz saca más votos y escaños de la cuenta? Ahí entra la siguiente cuestión.
Ya lo advertí cuando hablé sobre la moción de censura que VOX planteó hace un mes. No sería de extrañar que en caso de una candidatura en la que Díaz arrase, ésta ponga unas condiciones bastante duras a Sánchez a cambio de su apoyo a la investidura. Unas condiciones que podrían pasar fácilmente por el relevo de Sánchez en favor de Díaz a mitad de la próxima legislatura, lo cual podría ser un escenario bastante factible si tenemos en cuenta que no sólo desde Moncloa se está potenciando la imagen presidencial de Díaz, sino también desde otros sectores políticos, periodísticos, económicos, etc. Creo, y me parece que desgraciadamente voy a acertar, en que el objetivo de algunos a medio plazo es ese. Y si no es con Yolanda Díaz a través de "Sumar", será con ella misma, pero integrada en un PSOE posterior a Sánchez en la que, quién sabe, a lo mejor la vemos de candidata a sucederle. Lo que, en mi opinión, es seguro, es que Yolanda Díaz tendrá (Para desgracia de todos) un papel muy relevante en el futuro de España en los próximos años. Y ese papel pasa sí o sí por su mantenimiento en el gobierno, y muy probablemente en la Moncloa dentro de poco.
Todo el mundo sabe ya que la presidencia de Sánchez está agotada. Al igual que le ocurrió a Rajoy en 2015 y 2016, podrá ser reelegido, pero tanto su imagen personal como su gobierno están ya finiquitados. A lo sumo podrá durar un par de años más en el gobierno después de las elecciones generales, pero nada más. Su tiempo ha acabado, si es que alguna vez comenzó, que creo rotundamente que no. Por eso es por lo que, con independencia de lo que ocurra en las generales, Sánchez está explotando al máximo su imagen de cara al exterior. A partir de julio, España asumirá la presidencia rotatoria de la UE (Una presidencia que personalmente no sé por qué sigue existiendo, si con el Tratado de Lisboa ya se creó la presidencia permanente). Es por eso por lo que Sánchez ya está moviendo contactos en el extranjero para ser fichado por algún organismo internacional cuando deje la Moncloa, con independencia de la fecha en la que salga del gobierno. Si tras su pomposo paso por la presidencia de la UE (La cual estoy seguro que estará repleta de momentos que darán y mucho que hablar, para mal, lógicamente), Sánchez consigue mantenerse en el poder después de las elecciones generales de diciembre, éste aplazará su despegue al extranjero, si por el contrario no consigue sumar (Nunca mejor dicho), ya lo tendrá todo preparado para ser recibido en Bruselas o en alguna otra capital en la que tenga su sede los organismos supranacionales más relevantes.
Dicho esto sólo queda decir que debería de andarse con mucho cuidado Feijóo cuando cree que ya tiene un pie puesto en la Moncloa. Hay mucho partido en juego todavía y nada está claro. De momento creo que, por desgracia, la derrota de la izquierda en las autonómicas y municipales no será tan abultada como algunos pronostican. Aún no sé lo que puede ocurrir en diciembre, pero el resultado de mayo creo que, comparándolo en términos bipartidistas, será un resultado más parecido al de las elecciones autonómicas y municipales de 2007 que a las de 2011. El PP no tiene tan asegurada, no ya la victoria, sino la posibilidad de gobernar por la tozudez de VOX a la hora de llegar a pactos tanto a nivel municipal y autonómico, como a nivel nacional. Aparte, lógicamente, del rearme que se está gestando en la izquierda entre Sánchez y Díaz. Algunos creen que con esta alianza entre PSOE y Sumar se está volviendo al pacto entre PSOE e IU en el año 2000, cuando Joaquín Almeida y Francisco Frutos fueron conjuntamente a las elecciones generales que dio la mayoría absoluta al PP de José María Aznar. No, esto no es una segunda parte de los pactos del año 2000, sino la renovación del Frente Popular de 1936. Una renovación a la cual no sería incluso descartable que se presente el propio Pablo Iglesias para salvar los restos de lo que queda de Podemos y aprovechar el caos en su partido para subirse de nuevo al carro y pedir nuevamente su trozo de pastel a la hora del reparto. Como dice el refrán: "Hasta el rabo, todo es toro", y aquí hay mucho toro todavía por torear, y por desgracia, una izquierda muy viva todavía por combatir.
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