Antes de que terminara este mes de abril quería hacer hincapié sobre dos acontecimientos de los que este mes se han cumplido dieciocho años. Me estoy refiriendo al fallecimiento en abril de 2005 del Papa Juan Pablo II, así como a la elección de Benedicto XVI como nuevo Obispo de Roma en abril de ese mismo año. Unos acontecimientos que supusieron un punto y aparte en la historia de la Iglesia Católica. Se producía así la muerte de uno de los Papas más carismáticos y relevantes del Catolicismo, así como la desaparición de uno de los líderes mundiales más relevantes del Siglo XX, y la llegada de otro de los Papas cuyo mandato se caracterizó por la discreción y el conservadurismo, pero que acabó con una de las decisiones más relevantes y revolucionarias de la historia vaticana, como fue su abdicación en febrero de 2013.
Y es que la segunda mitad del Siglo XX no se entiende sin la presencia de Juan Pablo II; un Papa que llegó en el tumultuoso 1978, año en el que se produjo en agosto el fallecimiento de Pablo VI, y tras el brevísimo paso de Juan Pablo I por la curia vaticana (Cuyo repentino, polémico y misterioso fallecimiento sigue dando y mucho que hablar a día de hoy) en septiembre, llegó la inesperada elección de un joven cardenal polaco de 58 años, el cual se convirtió contra todo pronóstico en el primer Papa no italiano en más de cuatrocientos años. De esta forma Karol Wojtyla se convertía en Juan Pablo II, el cual supo ganarse a la mayoría de creyentes católicos y no católicos en todo el mundo por su carisma, sobre todo en las generaciones más jóvenes, lo cual hizo que muchos lo llamaran "El Papa de los jóvenes".
Pero aparte de eso, Juan Pablo II se caracterizó en los 27 años que duró su pontificado por su férrea defensa del anticomunismo (Hay que entender que él provenía de la Polonia comunista), lo cual hizo que se convirtiera en un personaje clave a la hora de poner fin a la Guerra Fría. Esto hizo que se convirtiera en todo un referente para los sectores conservadores/neoconservadores, los cuales vieron en Juan Pablo II todo un referente a nivel mundial y religioso, del mismo modo que lo era Ronald Reagan en América y Margaret Thatcher en Europa. Se puede decir pues que Juan Pablo II fue un Papa bastante, no digo que activo, pero sí influyente en términos políticos (Quizás uno de los más influyentes en los últimos tiempos, después de Pio XII). Otra de sus características como Sumo Pontífice fueron sus continuas visitas oficiales por todo el mundo, hasta el punto de ser llamado también en términos coloquiales como "El Papa viajero". De hecho, en lo que a España se refiere, visitó hasta en cinco ocasiones nuestro país (Entre octubre y noviembre de 1982, en octubre de 1984, en agosto de 1989, en junio de 1993 y por último en mayo de 2003). Algo que dista mucho del actual Papa, el cual no se ha interesado ni lo más mínimo en visitar España en los diez años de pontificado que lleva a sus espaldas, lo cual deja más que patente su rechazo y desprecio a España y todo lo que representa el legado de ésta en Hispanoamérica.
A pesar del atentado del que fue víctima y que casi le cuesta la vida en 1982, y la debilitación y deterioro de su salud a medida que iban pasando los años, así como la lucha contra el párkinson que llevaba sufriendo desde la década de los 90, Juan Pablo II se negó en rotundo a abdicar (Aunque se dice que varias veces pensó seriamente en dicha posibilidad), llevándolo a fallecer en el cargo el 2 de abril de 2005. Tras él llegó el que yo considero como "El Papa teólogo", la mano derecha de Juan Pablo II, el cual respetó y mantuvo su legado: El alemán Joseph Ratzinger, el cual se convirtió el 19 de abril de 2005 en Benedicto XVI, a la edad de 78 años. Se puede decir que su nombramiento, a pesar de ser uno de los favoritos en suceder a Juan Pablo II, fue un alivio para algunos sectores de la curia vaticana, los cuales temían cuál podría ser el futuro de la Iglesia tras el fallecimiento de Woijtyla.
Sin que provocase ninguna sorpresa para nadie, Benedicto XVI siguió la estela de Juan Pablo II, aunque se puede decir que su relevancia o influencia política no fue tan destacada como la de su antecesor. Ratzinger era, a diferencia de Woijtyla, un cardenal más interesados en cuestiones teológicas y filosóficas, lo cual no le alejaba en absoluto del conservadurismo que profesaba su mentor. Así pues, Benedicto XVI continuó con la política que durante casi 30 años había imperado en el Vaticano, aunque con mucha más discreción. Es entonces cuando desde los sectores izquierdistas y progres comienzan a poner en cuestión cualquiera de las afirmaciones originadas desde el núcleo duro del nuevo Papa. Cuestiones como el aborto, la eutanasia, la homosexualidad, la inmigración, etc, son severamente criticadas por los medios afines a la izquierda a nivel mundial, así como por la mayoría de los gobiernos progresistas.
Es entonces cuando comenzaron a salir escándalos que empezaron a afectar a la Iglesia Católica, y que con el paso de los años acabarían siendo uno de los motivos por los que Benedicto XVI terminaría abdicando: El escándalo Vatileaks, la corrupción y la pederastia en el seno de las altas esferas eclesiásticas. Mientras esto ocurría, y a pesar de las investigaciones que se llevaron a cabo con respecto a los escándalos (Las cuales, muchos consideraron insuficientes), Benedicto XVI escribió durante los ocho años de su pontificado un total de tres libros acerca de la vida de Jesucristo, los cuales tuvieron gran éxito y corroboraron su fama de teólogo. En lo que respecta a España, llegó a visitar nuestro país en tres ocasiones (En julio de 2006, en noviembre de 2010 y el último en agosto de 2011).
Ya en el periodo final de su pontificado, la situación en el seno de la Iglesia Católica llegó a su culmen cuando las acusaciones con respecto a la pederastia dentro del clero fueron en constante aumento (Llegando a salpicar al sacerdote Georg Ratzinger, hermano del Papa), lo que sumado al estallido del caso Vatileaks en 2011 y el deterioro de la salud de Benedicto XVI, unido a las constantes luchas de poder entre conservadores y progresistas en el seno de la Iglesia, condujeron a Ratzinger a tomar la decisión de abdicar en febrero de 2013, finalizando su Papado el 28 de ese mismo mes. Esta decisión, la cual sigue estando repleta de todo tipo de teorías y conspiraciones, supuso la primera renuncia de un Papa tras más de seiscientos años.
A partir de entonces, Benedicto XVI adoptó el cargo de Papa Emérito, el cual siguió ostentando hasta su muerte el 31 de diciembre de 2022 en la Ciudad del Vaticano. Tras su renuncia, el sector progresista ganó la batalla al entronizar al actual Papa Francisco al frente de la Iglesia. Desde entonces, el núcleo duro del actual Papa no ha cesado en separarse de las actitudes conservadoras tanto de Juan Pablo II como de Benedicto XVI, los cuales llegaron a ser acusados incluso de tener "Conocimiento" de los casos de pederastia y de ser "Pasivos" con respecto a su actuación. A día de hoy, el Papa Francisco es catalogado por los sectores progresistas e izquierdistas como un referente moral y religioso debido a sus posiciones ideológicas, más ubicadas hacia la izquierda que hacia la derecha. Todo un cambio radical a la hora de posicionarse la Iglesia Católica sobre cuestiones morales, las cuales han sido muy frecuentes durante estos diez años de pontificado del actual Papa.
En definitiva, se puede decir que todo ha cambiado desde hace dieciocho años, con el fallecimiento de Juan Pablo II y la llegada de Benedicto XVI. Pero sobre todo, este cambio ha sido más significativo (Para mal, en mi opinión) tras la llegada del Papa Francisco, tras la renuncia de Benedicto XVI. Un cambio que algunos consideran que ha concluido definitivamente con el fallecimiento de éste en diciembre del año pasado, ya que para algunos, Francisco tiene ahora libertad absoluta para hacer y deshacer a su antojo sin la oposición de su antecesor y la débil posición en la que se encuentra sumida actualmente el sector conservador tras el fallecimiento del Papa Emérito, los cuales se encuentran ahora "Huérfanos" de un líder y referente ideológico. Se puede decir pues que en estos momentos y para desgracia de todos, Francisco y el sector progresista son quienes verdaderamente "Cortan el bacalao", en una institución mundial tan relevante, importante, poderosa e influyente como es la Iglesia Católica. Pero como dice el refrán: "Con la Iglesia hemos topado".