lunes, 21 de febrero de 2022

Tenemos Sánchez para rato


Con la que está cayendo en estos momentos sobre el Partido Popular, y la imposibilidad de que VOX pueda formar gobierno si éstos se convierten en primera o segunda fuerza política (Salvo que Santiago Abascal logre mayoría absoluta), todo parece indicar que tendremos al actual presidente del gobierno, Pedro Sánchez, al frente del gobierno de la nación para varios años, quizás décadas. Unas circunstancias insólitas que hacen que el jefe del ejecutivo solo tenga que acomodarse en su sofá de la Moncloa para ver pasar a los cadáveres políticos de sus adversarios mientras él sonríe tranquilo de su perpetuidad en el poder.

Jamás pensé que el tipo que llegó en junio de 2018 al gobierno de España con los peores resultados de su partido, y el cual ha llevado a cabo todo tipo de pactos con los enemigos del país, fuese a perdurar tanto en la gobernabilidad del Estado. Y es que todo se lo debemos a la irresponsable actitud que la dirección del PP ha estado ejerciendo hasta ahora. La última, como ya escribí ayer por aquí, la de investigar a Isabel Díaz Ayuso tras recibir la dirección popular un dossier sobre el hermano de ésta por parte de Moncloa. 

En toda esta crisis que se ha abierto como consecuencia del espionaje a Ayuso, lo más lógico es que dicha crisis afectara tanto al PP como al PSOE, ya que éstos son los que en estos momentos ocupan el gobierno de la nación y los únicos con capacidad de haber hecho llegar al PP la documentación sobre el hermano de Ayuso. Pero no ha sido así: Pablo Casado se está llevando toda la responsabilidad, y con razón, de esta crisis, mientras que en Moncloa Pedro Sánchez se ríe de la crisis que está llevando al PP a su extinción como partido político. 

Una afirmación como la que pronunció Isabel Díaz Ayuso el pasado jueves hubiese supuesto que en un país meridianamente serio y democrático se alzasen voces tanto para el gobierno de la nación como para el principal partido de la oposición, pero nada de eso ha ocurrido. El gobierno de Sánchez ha vuelto a salir indemne de un escándalo político que en otro lugar habría provocado la convocatoria de elecciones generales inmediatas y la renuncia de Pedro Sánchez a presentarse a esas elecciones tras su criminal y desastrosa gestión al frente del gobierno de España. 

Pero si por alguna razón Pedro Sánchez convoca elecciones generales será para aprovechar la crisis profunda que está atravesando el PP y ganar de forma relativa las elecciones con el objetivo de que los que queden del PP tras los comicios se arrodillen ante él y acepten o bien formar un gobierno de coalición junto al PSOE, o bien convertirse en su principal socio de gobierno. De esta forma Sánchez se quitaría de encima a los podemitas, etarras e independentistas y se echaría en brazos de un partido de centro, lo cual le daría cierto aire de moderación tras haber presidido durante cuatro años el gobierno más radical de este último siglo. 

También por otro lado, Sánchez tiene garantizada su estancia en Moncloa por una sola excusa: La de amenazar a la sociedad española con la llegada al gobierno de VOX, los cuales si se celebrasen elecciones generales a día de hoy se convertirían en la principal alternativa de Sánchez. Con Santiago Abascal convertido en el futuro líder de la oposición, Sánchez podría hacer y deshacer a su antojo desde el gobierno convencido de que bastaría una sola amenaza con el ya conocido eslogan de "Que viene la derecha" para garantizarse otros cuatro años más de presidencia. Algo propio de un sistema unipartidista y totalitario pero que por determinadas razones hemos acabado padeciendo en España. 

Ya en enero de 2017 escribí una entrada alegando que España se había convertido en un país unipartidista. Por entonces gobernaba Rajoy y nada ni nadie parecía que fuese a sacarlo de la Moncloa. Pero llegó la sentencia de la Gürtel y Rajoy tuvo que dejar el gobierno tras la moción de censura presentada por Sánchez. Ante esto cabe preguntarse ¿Cuál es la diferencia entre Rajoy y Sánchez? Que Rajoy ocupaba el poder sustentado por una débil mayoría, mientras que Sánchez tiene en estos momentos cualquier opción para poder mantenerse en el poder. Tiene a los podemitas, a los etarras y a los independentistas, por no hablar de C's, del PDeCAT o el PNV. Y tal y como están las cosas en el PP no es descartable que Sánchez se apoye en éstos, tal y como he comentado antes.

En definitiva, Sánchez tiene todas las de ganar. Ha asistido a la caída política de sus adversarios uno por uno, y a pesar de haber realizado una gestión criminal frente a la pandemia, y una política de enfrentamiento y división entre los españoles, las encuestas siguen dándole al actual jefe del ejecutivo la victoria en unas elecciones generales. Y en los supuestos en los que el PSOE pierde unas elecciones, ya se producen las circunstancias especiales para provocar que se hable de otra cosa que no sea la derrota de los socialistas en unos comicios, como ya hemos visto con la derrota estrepitosa del PSOE en Castilla y León. El PSOE pues nunca pierde, y si pierde se habla de los resultados del adversario en lugar de los suyos. 

Podemos decir pues que Sánchez tiene lo que en algunos países orientales se conoce como la Baraka. Esa especie de suerte que hace que con independencia de las circunstancias, él salga triunfante de las mismas. Se pudo corroborar por ejemplo cuando se produjo la famosa votación de la reforma laboral, donde de no haber sido por el no error del diputado del PP (El cual aún no ha sido cesado ni ha dimitido), la reforma del gobierno no habría salido adelante y en estos momentos puede que se estuviese hablando más que nunca de la convocatoria anticipada de elecciones y de la ruptura del pacto de gobierno con Podemos. Pero no fue asi, por un solo voto Sánchez consiguió su propósito y ahí sigue, reforzado por sus adversarios y tranquilo por la estabilidad de su gobierno a pesar de las circunstancias. 

Con el control de la mayoría de las instituciones y organismos del Estado, así como con el apoyo absoluto de los medios de comunicación, Sánchez tiene asegurada una presidencia puede que incluso más larga que la que en su día tuvo Felipe González. Se dice que Adolfo Suárez había advertido a sus más cercanos de permanecer en la Moncloa hasta el año 2010. Finalmente no fue así, ya que se vio obligado a dimitir en 1981. Aznar y Zapatero se retiraron tras dos legislaturas, mientras que Rajoy y González no están a día de hoy en el gobierno porque a ambos se les echaron. Sánchez, por ironías de la vida ha pasado de ser el presidente con el gobierno más inestable a ser un personaje que puede estar presente en la primera línea de la política por mucho tiempo. Por increíble que nos parezca solo dependemos de Sánchez para librarnos de Sánchez. Si el actual presidente, cansado de gobernar, decide un día dar un paso atrás será gracias a él y solo a él del hecho de habernos librado por fin de su presencia. Esta es la España de 2022. Una España que depende de la voluntad de un solo hombre para hacer y deshacer a su antojo. Y lo peor de todo es que incluso con su retirada, el partido que él lidera a día de hoy seguirá gobernando sine die, convirtiendo a España en la Cuba o Venezuela de Europa. 

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