Escribí hace unos días en mi última entrada que con esta derecha no íbamos a ningún lado. Pues bien, no ha pasado ni un mes desde que la escribí y ya se ha podido corroborar que no ya la derecha, sino el Partido Popular no va ya ni de aquí a la vuelta de la esquina. ¿El motivo? La explosión interna del PP a raíz del espionaje de la cúpula directiva a Isabel Díaz Ayuso debido a la adjucicación que la Comunidad de Madrid hizo a una empresa en la que trabajaba el hermano de la presidenta madrileña durante la peor parte de la pandemia en 2020.
Y es que no exagero si digo que nos encontramos ante la peor crisis que ha podido vivir el Partido Popular desde su refundación por Manuel Fraga en 1989. Una crisis peor que la vivida tras los atentados del 11-M, los cuales provocaron la salida del gobierno del PP en 2004 a través de las elecciones generales. Peor incluso que la situación vivida durante 2018 cuando salió la sentencia sobre el caso Gürtel, la cual provocó la salida del gobierno del PP a través de la moción de censura. Una crisis que no ha sido provocada por ningún factor externo, sino por la incapacidad, inutilidad y envidias de sus líderes. Me estoy refiriendo al todavía presidente del PP, Pablo Casado, y a su secretario general, Teodoro García Egea. Los cuales han hecho lo posible y lo imposible por apartar a Ayuso de la primera línea política desde que ésta ganase por mayoría las elecciones madrileñas de mayo del año pasado.
Unas envidias que han provocado que por razones personales de sus líderes, el principal partido de la oposición esté probablemente en estos momentos en los que escribo esta entrada situado ya como tercera fuerza política en favor de VOX, lo cual nos hace una idea de la desastrosa y gigantesca irresponsabilidad de Casado y Egea a la hora de abordar un asunto que supuestamente, según Ayuso, comenzó cuando Casado recibió un dossier de la Agencia Tributaria con los datos del hermano de la presidenta madrileña en la que supuestamente habría cobrado cerca de 300.000 euros de comisión a través de la adjudicación que le hizo la Comunidad de Madrid, lo cual supuso que la dirección del PP decidiese encargarle a uno de los fontaneros del partido, Ángel Carromero, que se encargase de la investigación a la propia Ayuso, a sus familiares, e incluso se ha podido saber, a sus ex parejas. Una investigación en la que en un momento dado, alguien decide chivarle a la presidenta de Madrid los métodos que la dirección de su partido estaban usando contra ella y su entorno.
Todo esto se publicó el pasado día 17, y ha ocasionado toda una tormenta política que amenaza con llevarse por delante al propio Casado, y quién sabe si también a la propia Ayuso, la cual ha reconocido que su hermano cobró como contraprestación por sus gestiones y no como comisión un total de 55.000 euros de forma completamente legal. Unas declaraciones que no han hecho más que abrir la veda para profundizar en las investigaciones de otros supuestos contratos que Isabel Díaz Ayuso realizó a la empresa en la que trabaja su hermano. Todo esto mientras desde la sociedad se observa cómo este tinglado ha sido orquestado desde la calle Génova con el objetivo de poner fin a la carrera política de Ayuso y entorpecer así una posible candidadura de ésta a la presidencia del partido a nivel nacional, y por ende a la Moncloa.
Ya el pasado jueves hubo centenares de personas que se manifestaron frente a la sede del PP exigiendo las cabezas de Casado y Egea, al tiempo que ovacionaban a Ayuso, a la que consideran una víctima que en todo momento ha actuado con honorabilidad y que ha sido víctima de una operación política en la que podría estar incluido hasta el propio gobierno de Sánchez, ya que como he añadido anteriormente, la propia Ayuso confirmó el jueves que en una reunión mantenida con Casado en septiembre del año pasado, éste le confirmó que la información provenía de Moncloa. Una confirmación que el propio Casado desmintió el viernes al asegurar que la información de la Agencia Tributaria se la proporcionó "Un anónimo".
Claro, uno escucha las declaraciones de este tipo y no cabe más que pensar "Este tío es gilipollas sí o sí, ya que está reconociendo en directo en un medio de comunicación que ha cometido un delito al recibir información procedente de la Administración Pública, la cual está tipificada con una pena de entre 1 y 3 años de cárcel. Eso por un lado, por otro hay que añadir ¿Quién cojones es "Un anónimo"? Nadie tiene acceso a los datos de los ciudadanos si no un miembro de la Administración Pública, y si Ayuso certificó el jueves que esa información procedía de Moncloa, dicho por boca del propio Casado en aquella reunión y ahora éste lo niega cabe preguntarse, ¿Qué tiene que esconder Casado para proteger y encubrir al gobierno de un delito?
En mi opinión todo esto ha sido una operación orquestada desde Moncloa y Génova con el propósito de eliminar políticamente a Díaz Ayuso de la carrera por la presidencia del PP y de esta forma encumbrar a Casado como líder del partido. ¿Qué ha ocurrido? Pues que la subnormalidad profunda de Casado y el destape de la investigación hacia Ayuso ha provocado el efecto contrario en la sede de Génova: El PSOE sale airoso de todo esto, mientras que Casado se ha comido todo el pastel que él mismo junto con Sánchez habían preparado. La cabeza del actual presidente del PP está ahora más en peligro que nunca, y todos los militantes y simpatizantes, así como cargos relevantes del partido, están exigiendo ya la convocatoria de un congreso en el partido (Que se debe celebrar en verano) para poner fin a la era de Casado y proclamar a un nuevo líder en el Partido Popular.
Un nuevo líder al que algunos comienzan a ponerle nombres y apellidos. Me estoy refiriendo al actual presidente de Galicia y eterno candidato, Alberto Nuñez Feijoó. Un nacionalista gallego que propaga el gallego en las escuelas en detrimento del español. Un tipo que se hace llamar "Liberal" y que es un firme partidario de la vacunación obligatoria. Un tipo envuelto en asuntos sucios de corrupción con el narcotráfico gallego. Cabe preguntarse ¿Es éste el líder que el PP necesita? Por supuesto que no. A pesar del escándalo que ha supuesto para ella, la única persona en estos momentos capaz de levantar el PP se llama Isabel Díaz Ayuso. Nadie más. Solo ella dispone del carisma y la capacidad de liderazgo suficiente para llevar a la derecha de nuevo al gobierno de España. Y si esa visión no es la que detectan los barones y demás cargos relevantes del PP es que están más desconectados con su electorado de lo que yo creía, que no era poco.
Por otro lado hay quien piensa que qué importa ya el Partido Popular, ya que creen que es un partido que al igual que la UCD está condenado a la extinción en favor de VOX. Y es que según publica mañana OKDiario, VOX habría sobrepasado ya al PP en intención de voto y sería en estos momentos la segunda fuerza más votada en España, convirtiéndose los de Santiago Abascal en el principal partido de la oposición. De ser esto cierto no descarto en absoluto que Pedro Sánchez apueste por adelantar las elecciones y echarse en brazos ante un PP agónico en la próxima legislatura para dejar de encomendarse frente a los podemitas, etarras y los independentistas. ¿Qué va a ocurrir? No lo sé, pero de lo que estoy al 100% seguro es de que nos quedan Sánchez y PSOE para rato. Pero de eso ya hablaré en la próxima entrada.
Volviendo al tema que nos ocupa debo decir que la dirección actual del Partido Popular no puede seguir ni un minuto más. El jueves, García Egea anunció que se iba a expedientar a Ayuso por sus declaraciones ese mismo día. Hoy nos hemos enterado que el propio Casado ha decidido dar por finalizado su expediente y con ello la más que inminente expulsión del partido de Ayuso. En definitiva, todo un despropósito del que solo se puede salir a través de un congreso extraordinario que elija al sucesor de Casado y ponga fin a todo este sinsentido creado por unos irresponsables que han hundido y echado por tierra el futuro de un partido y las posibilidades de éste de convertirse en alternativa seria al peor gobierno que ha sufrido España en un siglo. Pero ellos solos se han encargado de acabar con esa posibilidad, convirtiendo al PP no solo en un aliado del gobierno sino también en cómplice. A partir de ahora todo lo que les suceda será la recogida de la cosecha que ellos mismos han sembrado.
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