Dos semanas después de los indultos que Pedro Sánchez ofreció a los golpistas catalanes, la situación sigue estando bastante movidita en España. Tras la comparecencia de Sánchez en Moncloa el pasado 22 de junio en donde anunciaba con todos los honores el indulto a los independentistas, ahora viene la segunda parte de la historia, que no es otra que la creación de dos mesas para el diálogo en donde el gobierno y la generalitat hablarán en una mesa de las cuestiones legales que desde dentro de la propia ley se pueden resolver, mientras que por el otro habrá una mesa en donde se discutirá de los asuntos que "Solo pueden ser solucionados fuera de la ley". Sí, por mucho que a algunos les sorprenda (A mí desde luego no) el gobierno del PSOE está dispuesto a todo con tal de permanecer en el poder hasta finales de 2023/principios de 2024, y esto incluye burlar el ordenamiento jurídico español para ofrecerles a los independentistas una "Consulta" en la que se pregunte solo a los catalanes sobre su postura concerniente el autogobierno.
Un referéndum que Pedro Sánchez anunció el pasado día 30 de junio en el congreso que no se llegaría a producir jamás. Fue entonces cuando tras reírme de la falsa promesa realizada por este repulsivo ser pensé "No lo llames referéndum, llámalo consulta". Y es que no pasó más de 24 horas cuando desde el propio gobierno se hablaba ya de la posibilidad de realizar no un referéndum, sino una consulta. Un doble lenguaje con el que Sánchez quiere burlar la constitución y la soberanía nacional, ya que no hay ninguna solución legal que permita realizar un referéndum en Cataluña para decidir sobre su independencia o permanencia en España. Es por esto por lo que el gobierno realizará lo que ya supuse y escribí en mi última entrada: El ofrecimiento de un nuevo estatuto que reconozca a los cuatro vientos la existencia de la nación catalana así como un aumento del autogobierno en dicha comunidad autónoma. Con esta farsa, Sánchez llevará como consulta a Cataluña la aprobación o no de este estatuto, mientras que los independentistas lo disfrazarán de "Referéndum pactado sobre la independencia", aunque en este escenario no se hable de la independencia sino de la propia reforma del estatuto catalán.
De esta forma en la cual Sánchez y los independentistas tomarán como gilipollas a todos los catalanes y al resto de españoles, ambas partes quedarán satisfechas por el hecho de haber logrado al fin el ansiado referéndum en el que los catalanes previsiblemente voten SÍ a la reforma del estatuto y con ello al reconocimiento de Cataluña como nación dentro de España, burlando a su vez la constitución y el ordenamiento jurídico nacional. Una burla más como la que Sánchez realizó hace dos semanas con los indultos y como tiene pensado de actuar la generalitat (Con el beneplácito del gobierno) utilizando el dinero público para pagar las multas que los líderes independentistas recibieron por los sucesos que éstos provocaron durante el proceso soberanista. Y es que no hay que olvidar que todo lo que realice este gobierno y sus cómplices será de espaldas a la ciudadanía y burlando la ley, ya que dentro de la legalidad vigente la única forma de poner fin a esta farsa sería reformando la constitución por la vía del artículo 168, lo cual llevaría a la convocatoria de unas elecciones generales constituyentes que Sánchez no quiere ni oír, ya que dichos comicios llevarían consigo la derrota de la izquierda y su posible salida del gobierno.
Pero he aquí que no solo tenemos a los catalanes, sino que a esta fiesta también se han unido inesperaderadamente (O quizás no tan inesperadamente) los vascos, los cuales ya le han dado a Sánchez un plazo de dos años para que reconozca al País Vasco y a Cataluña como naciones. Todo un ultimátum el que le ha lanzado el PNV a Sánchez. Un Sánchez que está acabado políticamente y cuyos aliados saben perfectamente que deben de exprimir al máximo antes de su salida del poder en 2024, pues son conscientes de que nunca volverán a tener a un jefe del gobierno español tan dispuesto a sacrificar el país que preside por unos meses más para saborear el poder y sus privilegios. Es por ello por lo que no sería de extrañar que los acontecimientos se empiecen a acelerar a partir de septiembre de este año. Los Presupuestos Generales del Estado deben de aprobarse en otoño y Sánchez necesita como agua de mayo el apoyo de los independentistas para aprobar sus presupuestos y no verse obligado y humillado a prorrogar una vez más los presupuestos durante su presidencia.
Sin embargo no hay que olvidar que hablamos de Pedro Sánchez. Para él la palabra "humillación" no existe, ya que carece de cualquier catadura moral y vergüenza para sentir dicha sensación a la hora de realizar algo. La misma de la que carecen sus aliados. Solo hay que ver cómo han reaccionado los condenados-indultados tras salir de la cárcel. Con una soberbia extrema y orgullosos de los actos por los que fueron detenidos, enjuiciados y condenados. La misma soberbia con la que nos obsequió en el congreso ni más ni menos que Gabriel Rufián, el cual se burló de Sánchez en el parlamento cuando éste prometió que jamás se celebraría un referéndum en Cataluña. "Denos tiempo" dijo Rufián jactándose de que el todavía presidente del gobierno aceptará cualquier cosa para conservar el poder, ya sea de forma legal o ilegal. Tenemos pues a un personaje peligroso y psicópata al frente del gobierno de la nación, el cual vendería a su madre por obtener un pedazo de poder o por mantenerlo. Ese es y no otro Pedro Sánchez, un tipo sin escrúpulos que sin embargo se presenta con toda solemnidad ante la sociedad como el Adolfo Suárez del siglo XXI en estos momentos en los que él cree que estamos viviendo la II Transición.
Ante la gravedad de todo esto uno se pregunta ¿Dónde coño está la oposición? El debate sobre los indultos demostró que si el gobierno está hundido, la oposición lo está aún más, ya que no había más que ver cómo se tiraban los trastos a la cabeza Pablo Casado y Santiago Abascal, el cual invitaba a Casado a presentar una moción de censura para denunciar la actuación del gobierno del PSOE. Una invitación que Casado rechazó absolutamente y por la que Abascal no está dispuesto a volver a pasar después de presentar la suya propia en octubre de 2020. Personalmente creo que en estas graves circunstancias hay que dejar a un lado los intereses personales y partidistas y presentar de forma constante mociones de censura hasta que el actual gobierno caiga o en su defecto agote completamente la legislatura.
El candidato a la presidencia del gobierno en dicha moción no debe ser Pablo Casado, (Al cual sigo sin ver en la Moncloa, personalmente) sino una persona independiente que cuente con el respeto de los partidos de la oposición y que tenga como único punto de su programa la convocatoria de elecciones generales lo antes posible. Y no solo esto, sino que la oposición está no ya en el derecho sino en la obligación de presentar cuanto antes y de forma continua una moción de responsabilidad criminal al presidente del gobierno, como así establece el artículo 102 de la constitución y del que ya he hecho otras veces referencia. Pero por desgracia nada de esto ocurrirá.
El PP cree que estamos en 2011 y que esto no es más que la segunda parte de la caída del alumno aventajado de Zapatero, y nada más lejos de la realidad. El PP, VOX, Casado y Abascal deben tener en cuenta que esto no es un escenario más en el sistema constitucional de 1978, sino que estamos ante un momento trascendental en el que aquí nos estamos jugando algo mucho más importante que en otras ocasiones. Si la derecha no ve la importancia del momento que estamos viviendo y no lucha por mantenerse unida, Sánchez y los enemigos de España habrán ganado y la derecha habrá perdido una oportunidad histórica. Y lo peor es que esa victoria de Sánchez y sus aliados ya la tienen éstos en la palma de sus manos.
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