sábado, 27 de julio de 2019

Escenarios ¿Imposibles?

En estos días en los que España, como ya ocurriera en 2016 se encuentra de nuevo inmersa en una crisis política he estado reflexionando sobre los posibles escenarios que podrían salir ante una situación como la que estamos atravesando nuevamente en nuestra nación. Como se dice que el pensar es gratis, al menos de momento y mientras no lea esto nadie del PSOE que se le ocurra poner precio a nuestra imaginación, he pensado en algunos escenarios que podrían surgir en estos días para desbloquear la crisis de gobierno que atraviesa España desde las elecciones generales del pasado 28 de abril, y debo reconocer que algunos de ellos son bastante interesantes.

Debo decir antes que nada que no sé hasta qué punto desde la perspectiva jurídica sería legal los escenarios que voy a plantear, pero creo, y algo de Derecho Constitucional llevo ya encima estudiado, que dichos escenarios podrían ser perfectamente aplicables, puesto que tanto nuestra carta magna como la ley del gobierno de 1997 no dicen lo contrario ante estos supuestos.

Comienzo pues por el primero, el cual tiene que ver con el escenario que nos ocupa desde abril, en el que se habla sobre la posibilidad de que en España se forme por primera vez un gobierno de coalición, es decir, un gobierno entre varios partidos políticos. En estos días hemos visto cómo se producían las negociaciones entre el partido que actualmente ocupa el gobierno de la nación (PSOE), y el partido dispuesto a pactar con el partido del gobierno para entrar en el ejecutivo y marcar unas líneas concretas de un programa político determinado (Podemos). Pues bien, pensando en este escenario, el cual es perfectamente aplicable a otros partidos políticos en vías de negociación para la formación de un nuevo gobierno, he caído en la idea de que hasta el día de hoy ningún partido ha caído en la posibilidad de otorgar su confianza a un partido político determinado a cambio de la creación y otorgación de una cartera ministerial que nadie ha tenido en cuenta jamás en estos cuarenta años de constitucionalismo: La cartera de "Primer ministro".

Me explico. Según la constitución de 1978, las funciones del jefe del gobierno están asignadas al presidente del gobierno, en el caso actual, Pedro Sánchez. Es decir, nuestra constitución, a diferencia de la constitución francesa, portuguesa, italiana, o incluso la inexistente inglesa no prevé la figura de un primer ministro, ya que esta figura la ocupaba en sus inicios el secretario de estado, y desde su creación en el siglo XIX el presidente del consejo de ministros, y actualmente el presidente del gobierno. El presidente del gobierno es teóricamente nuestro primer ministro nacional, ya que ejerce las funciones constitucionales de un jefe del gobierno aunque no utilice este título de forma oficial. Pero aquí es donde entra en cuestión mi reflexión: Aunque teóricamente las funciones de jefe del gobierno las ejerce como es natural el presidente del gobierno, la figura del primer ministro no existe como tal en nuestra constitución, por lo que en un momento como el actual en el que Podemos ha exigido al PSOE la concesión de diversos ministerios e incluso la vicepresidencia del gobierno, en ningún caso podría impedírsele a éstos que exijan al PSOE la creación de una cartera ministerial denominada "Primer ministro", es decir, una cartera que en teoría sería igual que las restantes, sólo que esta podría ser considerada como una cartera similar a la que se utiliza en otros países europeos denominada "Ministerio sin cartera".

Con la creación del cargo de primer ministro, el presidente del gobierno designa a este ministro especial unas funciones determinadas por parte de presidencia del gobierno, las cuales pueden ser extensas o reducidas, según la voluntad del presidente. Comprendo que si alguien me lee pueda echarse las manos a la cabeza por lo que estoy diciendo, pero semejante burrada y/o locura es completamente factible, ya que existe un precedente. ¿El ejemplo? Cataluña. Durante varios años, en la comunidad autónoma catalana se produjo un extraño escenario dentro de la generalitat catalana. El presidente de la generalitat, jefe del gobierno autonómico, designaba a su gobierno, el cual estaba compuesto por los consejeros. Pero he aquí que de entre estos consejeros, el presidente catalán designaba a un consejero principal, es decir, a un primer consejero, el cual estaba en cierta forma en un estatus político superior al de sus compañeros de gobierno. Este consejero principal podríamos decirlo así que tomaba la forma de primer ministro de ese gobierno, mientras que el presidente de la generalitat con esta designación se auto-otorgaba un estatus político similar al de un jefe de estado (No pregunten el porqué de esta cuestión porque estamos hablando de Cataluña. Creo que con esto queda todo dicho...), con lo que el escenario creado durante unos años en un gobierno autonómico determinado podría ser perfectamente aplicado al gobierno del estado si así lo exigiese el partido negociador con el partido del gobierno.

De hecho podríamos decir que en algunos casos, esta figura de primer ministro se ha vislumbrado en cierta forma durante algún tiempo en España con la vicepresidencia del gobierno, concretamente durante el gobierno de Mariano Rajoy, el cual designó a Soraya Sáenz de Santamaría como vicepresidenta del gobierno. Como todos sabemos, Soraya ejerció durante su periodo en la vicepresidencia un poder absoluto dentro del gobierno, hasta el punto en el que algunos consideraron que era la mujer que más poder tenía en España desde Isabel II, con lo que en cierta forma podemos decir que después del presidente era la persona que más poder superior con respecto al resto de los ministros tenía dentro del ejecutivo, hasta el punto que dentro de un sistema semipresidencial como el francés se podría considerar que si Rajoy era el presidente, Soraya podía ser perfectamente la primera ministra debido a las innumerables funciones que ésta había recibido del presidente del gobierno. De hecho, durante el gobierno de Rajoy siempre se dijo que quien llevaba verdaderamente el peso del gobierno era la vicepresidenta y no el propio presidente.

La creación de ese cargo de primer ministro podría sustituir o no al cargo de vicepresidente del gobierno, y aunque en las circunstancias actuales Pedro Sánchez no querría ni en pintura aceptar dicha propuesta si esta se le ofreciese ya que ello le supondría compartir el liderazgo del gobierno, no estoy tan seguro de que el actual presidente la rechazase si tuviese la capacidad de diseñar por sí solo todo el gobierno con miembros únicamente del PSOE. ¿Por qué? Muy sencillo; Todos sabemos que los políticos que acaban accediendo a la jefatura del estado o del gobierno de una nación les gusta estar rodeados de grandeza. Aquí en España también ha ocurrido este fenómeno, y Pedro Sánchez más que ninguno, ya que es el primero que le gusta rodearse de pomposidad. Para Sánchez, el hecho de crear este cargo supondría auto elevarse de facto al grado de jefe del estado, ya que estaría designando a un ministro que a su vez no sería un ministro más, sino que ejercería un estatus superior al resto y que asumiría unas funciones especiales, o dicho de otra forma, las migajas de las funciones que Pedro Sánchez no desea o no le interesa ejercer. De esta forma Sánchez, y sus sucesores, si quisieran seguir esta tradición, asumirían en cierta forma un papel paralelo al que ejerce en Francia el presidente de la República francesa, el cual designa a su libre albedrío a su primer ministro, nombrándolo y cesándolo cuando le parece oportuno y conveniente. De esta forma pues la presidencia del gobierno ejercería un papel más institucional aparte del político que ya ejerce. Si Sánchez o cualquier otro político que asuma la presidencia no acepta este escenario no es porque en el fondo no les guste, sino porque de aceptarlo con la condición de incorporar en dicha cartera a un político perteneciente a un partido ajeno al suyo se traduciría en que el gobierno estaría co-liderado por dos personas de partidos políticos diferentes, y esto es lo último que cualquier presidente del gobierno, con independencia del partido político al que pertenezca, desea transmitir a la población. Otra cosa distinta es que ese cargo lo ocupase un miembro del mismo partido que el presidente. Ahí éste podría nombrar o cesar al primer ministro cuando lo estime oportuno, ya que en realidad ese primer ministro no sería más que un ministro especial, pero un ministro más al fin y al cabo, el cual no podría nombrar a los ministros ni ejercer una línea propia de gobierno dentro del ejecutivo, sino simplemente asumir las funciones que le delegue el presidente y coordinar las funciones con los demás ministros. En definitiva, lo que en realidad hace el primer ministro francés. Puede que a tenor de los acontecimientos que estamos viviendo en España no sería de extrañar que este escenario pudiese hacerse realidad más pronto que tarde. Mientras tanto solo es eso, una idea.

El segundo escenario al que voy a hacer referencia tiene que ver con la jefatura del estado y con Felipe VI. Tras la investidura fallida de Sánchez, el rey volverá a celebrar previsiblemente en agosto o septiembre una nueva ronda de consultas para recibir a los líderes de los partidos con representación parlamentaria. Tras esta ronda de consultas, el monarca designará a un candidato a la presidencia del gobierno, como así le faculta la constitución española en las muy pocas funciones que ésta le encomienda al rey.

Dicho esto, todos sabemos que el rey puede proponer como candidato a la presidencia del gobierno a quien él estime oportuno y conveniente. El rey, por contra de lo que se viene diciendo, puede nombrar como candidato a la presidencia del gobierno a cualquier español que reúna los requisitos que la ley exige para desempeñar la jefatura del gobierno de la nación. De hecho en 1981 el rey Juan Carlos I tanteó la posibilidad de designar a su mentor, el general Alfonso Armada como candidato a la presidencia del gobierno para suceder a Adolfo Suárez, algo que finalmente no ocurrió por lo que todos sabemos, pero que en realidad estuvo a punto de ocurrir. También en 1993 se habló de la posibilidad de que tras las elecciones generales de 1993 y ante un escenario en el que Felipe González se quedase en minoría parlamentaria, y José María Aznar no llegase a obtener un resultado digno que le permitiese configurarse como alternativa a González, el rey Juan Carlos I podría designar como candidato a la presidencia del gobierno al mismísimo director del banco Banesto, Mario Conde, con quien el rey tenía por aquel entonces un grado de amistad bastante elevado. Finalmente, este hecho tampoco ocurrió debido a que González quedó en minoría tras las elecciones de junio de 1993, pero consiguió el apoyo de la Convergencia de Jordi Pujol, lo cual le permitió seguir gobernando sin problemas, mientras que Aznar logró obtener un resultado digno que le permitió afianzarse como alternativa al felipismo. Para más inri, Conde cayó en desgracia cuando en diciembre de 1993, Banesto fue intervenido por orden del gobierno de González con el apoyo de Aznar (Se dice que con el fin de quitarse ambos de en medio a un futuro rival para la presidencia del gobierno).

Pues bien, hasta aquí he contado algo que todos sabemos ya de sobra, pero la idea a la que yo he llegado sobre la ronda de consultas del rey va mucho más allá que el nombramiento de un independiente ante la falta de apoyos políticos para nombrar al líder de un partido determinado. Según la constitución española, el rey tiene entre sus escasas funciones coordinar el buen funcionamiento de las instituciones, algo que puede darse a varias interpretaciones desde el punto de vista jurídico, ya que no existe hasta la fecha ninguna ley concreta que desarrolle este punto. Pues bien, ante un escenario como el actual, en el que ningún candidato reúne los apoyos necesarios y el país se ve condenado a ser gobernado de forma permanente por un gobierno en funciones y convocado cada medio año a unas elecciones generales hasta que se configuren unos resultados que de una mayoría a un partido/bloque político concreto, he aquí mi reflexión: Si el rey tras realizar una nueva ronda de consultas y comprobar que ningún candidato reúne los apoyos suficientes para formar nuevo gobierno, ¿Podría ser el propio rey como coordinador de las instituciones quien se autonombrase candidato a la presidencia del gobierno y acudiese a la investidura?.

Sí, han leído bien. El rey podría perfectamente tras comprobar que nadie está capacitado para acudir a la investidura emitir un comunicado y auto designarse él como candidato a la presidencia del gobierno para desbloquear la situación de crisis política. Debemos recordar que en ningún caso la constitución exime al rey de presentarse como candidato a la presidencia del gobierno por su condición de monarca, lo cual es verdaderamente llamativo y sorprendente. El problema residiría no tanto en una prohibición o permisividad legal, sino más bien en una cuestión política, ya que si Felipe VI decidiese presentarse como candidato a la presidencia se estaría burlando de esta forma la separación de poderes que en teoría reconoce la constitución, por lo que España volvería a ser considerada como un sistema absolutista monárquico del siglo XIX, en el que el rey ejerce simultáneamente la jefatura del estado y del gobierno, aunque esta última fuese de forma provisional hasta que se formase un gobierno presidido por un político.

En una monarquía parlamentaria como la nuestra se supone que el rey debe gozar de un papel neutral y ajeno a la acción política, pero insistiendo en la crisis política que vivimos actualmente, si hay alguien que genera entre todos, o al menos se finge eso, consenso a la hora de catalogarlo como un personaje con capacidad para resolver conflictos y sumar apoyos ese es precisamente el rey de España. Por lo que, si la única persona que reúne estos requisitos es el jefe del estado, ¿Por qué no darle la oportunidad a él de dar ese paso y acudir al parlamento a que presente un programa de gobierno aunque ese programa se base únicamente en la formación de un gobierno provisional hasta unas nuevas elecciones generales? Sería algo bastante coherente, ya que si las funciones del rey son, como ya he dicho antes, garantizar el buen funcionamiento de las instituciones y éstas no responden con eficacia en un momento crucial, que sea él quien se encargue de dar solución en primera persona a esa ineficacia  como así lo establece la propia constitución. Si se supone que el monarca tiene el apoyo de las principales fuerzas políticas, y se hiciese efectiva su candidatura, ¿Quién de los miembros de los principales partidos votarían en contra de su jefe del estado?. Aunque ya he dicho mil veces que soy republicano, no dejo de reconocer que este escenario de ver a Felipe VI como candidato a la presidencia del gobierno y presumiblemente como presidente sería muy interesante desde un punto de vista político e histórico. De todas formas aunque nuestra constitución no lo prohíba es perfectamente entendible que dicho escenario no se producirá jamás, ya que la imagen de España se vería gravemente deteriorada si el representante de una institución caduca y antidemocrática como es la monarquía asumiese simultáneamente y sin haber pasado por las urnas las dos principales jefaturas políticas de la nación. Aun así, el hecho de que ese escenario no esté prohibido, (Siendo este un fallo bastante curioso de los padres de la constitución, ya que no sólo no vetan la posibilidad de que el rey pueda presentarse como candidato a la presidencia del gobierno, sino cualquier otro miembro de la familia real), hace este escenario aún más curioso y sorprendente a la vez.

Con estas dos reflexiones que he plasmado en esta entrada hago hincapié en los muchos escenarios que pueden producirse en nuestro país ante una situación tan delicada como la actual. Algunas son más factibles, otras menos factibles, pero todas ellas legales. Lo cual da una idea de las muchas lagunas que existen en nuestra carta magna a la hora de desarrollar las funciones tanto del presidente del gobierno como las del propio rey y legislar sobre el papel que deben ocupar las dos principales instituciones de nuestro país. Con esto se confirma una vez más que ante lagunas jurídicas de este tipo, España es un país en el que cualquier cosa puede pasar porque cualquier cosa se pasa por alto.

viernes, 26 de julio de 2019

Cuenta atrás hacia el ¿10-N?

Como dice el rufían, perdón... el refrán; "No hay dos sin tres". Tras la investidura fallida del propio Pedro Sánchez en marzo de 2016 como lider de la oposición y tras la investidura fallida de Mariano Rajoy en septiembre de 2016 como presidente del gobierno en funciones, hoy ha culminado la tercera investidura fallida, nuevamente de Pedro Sánchez, pero esta vez como presidente del gobierno en funciones. Después de tres meses tras las elecciones generales del 28 de abril, el todavía jefe del gobierno no ha conseguido ser reelegido por el parlamento para gobernar España durante otros cuatro años. Y es que de nada le ha servido a Sánchez las negociaciones que su partido ha mantenido con Podemos a lo largo de estas semanas. Sánchez quería ofrecerle a los podemitas ministerios secundarios dentro del gobierno, mientras que Pablo Iglesias (Tras anunciar su retirada para entrar en el gobierno como consecuencia del veto de Sánchez hacia él) quería cobrarse un año después de la llegada de Sánchez a la Moncloa el apoyo que el líder de la formación morada le ofreció al entonces secretario general del PSOE, así como el hecho de ser él quien se encargase de realizar por Sánchez el "Trabajo sucio" para la moción de censura, es decir, ser él el encargado de realizar las gestiones entre el PdCAT, ERC y el PNV para convencer a éstos de apoyar al entonces líder de la oposición en su segundo asalto a la Moncloa.

Y es que aunque discrepo completamente de las ideas tanto de Pedro Sánchez como de Pablo Iglesias, debo reconocer que en términos políticos y personales comprendo en cierta forma la postura de ambos al defender sus posiciones; A Pedro Sánchez lo entiendo en el sentido de que siendo él quien ha ganado las elecciones, es lógico que no le resulte plato de buen gusto el hecho de que el líder del cuarto partido más votado le exija ministerios de primer nivel para apoyar su investidura, y más si supuestamente es cierto que el propio Sánchez ha ofrecido una vicepresidencia social y determinados ministerios, secundarios y terciarios, sí, pero ministerios al fin y al cabo a Iglesias y que éste lo haya rechazado. No es agradable que siendo la primera fuerza le dé varios ministerios y una vicepresidencia a su socio y que éste lo rechace, por lo que en ese sentido y sólo en ese comprendo la postura de Sánchez. También entiendo la de Pablo Iglesias, ya que en cierta forma quiere cobrarse, y con razón, el hecho de haber sido él quien verdaderamente llevara en volandas hace un año a Sánchez a la Moncloa, y el hecho de que fue él quien realizó la mayor parte de las gestiones previas para que los independentistas catalanes y los nacionalistas vascos apoyasen la moción de censura que en junio del año pasado desalojaría a Mariano Rajoy y encumbraría a Pedro Sánchez. Es lógico en este sentido que Iglesias, tras haber sido el principal activo que realizase hace un año las gestiones para hacer presidente del gobierno a Sánchez y sin pedir en aquel momento su entrada en el gobierno quiera ahora cobrarse esa deuda y exigir a cambio de su apoyo al actual presidente en funciones los ministerios más relevantes del gobierno. Unos ministerios que posteriormente tras la negativa del PSOE, y siempre según la versión de Iglesias, han ido rebajando hasta querer aceptar los más secundarios, algo a lo que supuestamente también Sánchez se ha negado a ofrecerle además de vetar la entrada del propio Iglesias en ese futuro gobierno de coalición. Por ello también en este sentido y sólo en este comprendo también la postura de Pablo Iglesias. Ambos están cargados de razones tanto políticas como personales para exigirse el uno al otro lo que les corresponde.

En lo que respecta al debate de investidura, todos hemos visto hace escasas horas lo ocurrido en el congreso de los diputados. Pedro Sánchez ha pronunciado un discurso en el que ha tirado por tierra a Iglesias, al considerar que éste ha pecado de humildad cuando desde el PSOE se le ha ofrecido a los podemitas ministerios como el de Sanidad, Igualdad, Cultura e incluso una vicepresidencia social. Por su parte, Pablo Iglesias ha recriminado a Sánchez que se haya tratado con desprecio y con humillación a su partido cuando, según Iglesias, los podemitas se han ido rebajando a los socialistas sin que éstos les hayan ofrecido una propuesta acorde según ellos a lo que les correspondía a los neocomunistas para formar parte en ese gobierno de coalición junto al PSOE. Pero si hay que destacar un momento del debate que ha causado vergüenza e indignación es aquel en el cual Sánchez llega a advertirle a Iglesias que si tiene que escoger entre sus intereses personales y sus principios, escoge sus principios. Que esta frase la diga aquel que desde hace un año ha humillado a España y la ha doblegado frente al separatismo catalán y al terrorismo etarra con tal de obtener sí o sí la Moncloa demuestra que estamos ante un ser miserable y repugnante, cuyo cinismo no tiene límites.

Otro aspecto ha destacar no solo del debate sino de esta crisis que comenzó tras las elecciones de abril es cómo, ironías de la vida, los papeles se han intercambiado. Si hace tres años era Pedro Sánchez quien se negaba en rotundo a facilitar la investidura a Mariano Rajoy, e hizo lo posible y lo imposible por sacarle del gobierno, aun aceptando ir a unas segundas e incluso a unas terceras elecciones que finalmente no se llevaron a cabo, ahora es él quien no le pide, sino que le exige al PP y a C's que sean ellos los que se abstengan para facilitar que pueda formar un nuevo gobierno. Aquel que junto con Rajoy abrió una crisis política en 2016, ahora es quien nuevamente ha vuelto a crear esa misma crisis política pero no ya desde el papel de líder de la oposición, sino de presidente del gobierno. Que sea el propio Sánchez el que exija a los partidos de la oposición que se abstengan para facilitar un nuevo gobierno en pos del interés general de España es cuanto menos vomitivo y repugnante a la vez. Él, que fue quien le importó tres cojones en su momento si España salía o no de la crisis política de 2016 mientras los números le diesen para formar gobierno con Podemos, los independentistas y los etarras, es ahora quien se envuelve en la bandera (Aquella que él mismo desprecia) para exigir a los líderes de la oposición un gesto de patriotismo que él jamás tuvo al permitir que el ganador de las elecciones siguiese gobernando. Y lo digo yo que por desgracia voté a este ser repugnante en junio de 2016 con el fin de echar a Rajoy del gobierno y poner fin a la gestión inmovilista y decepcionante del entonces presidente del gobierno popular. Que sea Pedro Sánchez el que exija altura de miras y responsabilidad cuando él estuvo dispuesto a llevar a su partido a unas nuevas elecciones generales, empeorando su resultado electoral, e incluso dispuesto a ir a unas terceras en las cuales el PSOE se hubiese hundido para los restos, dice mucho de la catadura moral de este impresentable, el cual tuvo que ser expulsado a patadas por sus propios compañeros del partido en octubre de 2016 para poner fin a la locura de o intentar gobernar con Podemos y los independentistas o ir a unas nuevas elecciones para hundir a su propio partido. Por cierto, un partido al que ahora casualmente le parecía estupendo que la izquierda pudiese reeditar el Frente Popular de 1936 y gobernar unida España. No sé qué es lo que ha ocurrido en estos tres años para que tanto a la hora de apoyar la moción de censura contra Rajoy en junio de 2018 como ahora, personajes del PSOE como Felipe González o Susana Díaz hayan pasado de la negatividad absoluta de que los podemitas apoyasen a un gobierno socialista y se sentasen en el consejo de ministros, a defender fervientemente este escenario. Se ve que algo ha debido de ocurrir a nuestras espaldas que los ciudadanos ignoramos.

Pues bien, volviendo al debate, las consecuencias ya las hemos visto hace un rato. Iglesias se ha abstenido junto con ERC, el PNV y los etarras de Bildu, mientras que el partido de Puigdemont ha votado en contra, ya que según los diputados del expresidente fugado catalán, "Hay 155 razones para votar NO a la investidura". Como dato curioso cabe añadir que finalmente han sido 155 los votos en contra que ha recibido Sánchez en esta segunda vuelta para la votación de su candidatura. En definitiva, Pedro Sánchez no ha obtenido hoy tampoco la mayoría simple que la constitución requiere para salir investido de nuevo como presidente del gobierno, del mismo modo que antes de ayer no salió investido al no obtener la mayoría absoluta que se requiere para la primera votación.

Pues bien, ahora cabe preguntarse. Y después de esto, ¿Qué? No tengo la más mínima idea. Tengo que añadir que yo personalmente daba por segura de forma absoluta que hoy Sánchez iba a salir investido con los votos a favor de Podemos y sus confluencias. ¿Qué ha ocurrido desde hace unos días hasta hoy? No lo sé, pero estoy empezando a creerme la teoría que cirula por ahí, que no es otra que a Sánchez le conviene sí o sí ir a unas nuevas elecciones generales en noviembre. ¿Por qué? Muy sencillo. Sánchez sabe que de salir investido ahora con los votos de Podemos, estará atado de pies y manos ante los marqueses de Galapagar y sus fieles en el partido, por lo que es mejor acudir de nuevo a las urnas para obtener un mejor resultado que le permita casi gobernar en solitario y de paso rematar a un Iglesias que tras las elecciones de noviembre no tendría más remedio que agachar la cabeza y decir "Sí, bwana" a un nuevo gobierno de Sánchez sin que él, ni su mujercita ni los suyos puedan formar parte del gobierno.

Hay que decir que esta jugada, si es la que está planeando Sánchez con el asesoramiento del ya famoso Iván Redondo, es salir a la plaza para jugarse a cara o cruz todo. Me explico; Sánchez puede ir a elecciones en noviembre y obtener un resultado mucho mejor que el de abril, cierto. Pero también puede ocurrir que nuestro querido falconetti vea frustrado su sueño de rematar su faena si todos los que formamos parte del bloque conservador acudimos a una para votar en favor de Pablo fraCasado. Sí, aunque yo, como exvotante del PP he sido duramente crítico con la gestión que el Partido Popular de Mariano Rajoy realizó durante sus siete años en el gobierno de España, debo confesar que me estoy planteando muy seriamente votar a los populares ocho años después de hacerlo por última vez. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que si algo ha demostrado el voto a VOX, y me jode decir esto porque me siento mil veces más representado por VOX que por el PP, la fragmentación del voto dentro del bloque conservador ha sido decisivo para que Sánchez haya logrado arrasar con solo 123 escaños a sus adversarios políticos. En estos momentos creo que de ir a unas nuevas elecciones sería más conveniente votar al PP que a VOX, ya que si algo ha demostrado las elecciones municipales y autonómicas es que VOX se ha dejado arrastrar por el PP y C's a la hora de formar gobierno autonómicos y locales sin haber defendido con dignidad en los pactos postelectorales los principios e ideales que sus votantes compartimos. Por ello creo que si el final de VOX es en definitiva votar SÍ a los gobiernos populares sin imponer ellos en las negociaciones sus planteamientos, para eso prefiero ser yo personalmente quien vote al PP y así me ahorro un trámite que tendrá como resultado un voto de VOX con carta blanca hacia los populares. Por cierto, hablando de VOX. Si la tuviese, que no la tiene, se le debería de caer la cara de vergüenza a Pedro Sánchez ante la actitud impresentable que mostró frente a Santiago Abascal el pasado lunes cuando el líder de VOX le habló desde la tribuna del congreso para confirmar el voto negativo de su partido a la investidura del actual presidente en funciones. Sánchez, como el ser despreciable y repugnante que es, decidió responder a Casado y a Rivera, en vez de dirigirse a Abascal, lo cual supone toda una falta de respeto no solo al propio Abascal, sino también a los casi tres millones de personas que en abril votamos a VOX. Parece que para Sánchez, los votantes de Bildu y de ERC merecen más respeto que los de VOX, lo cual lo dice absolutamente todo de lo mala persona que es Pedro Sánchez Pérez-Castejón.

Volviendo al tema que nos ocupa, sigo insistiendo en que la estrategia de Sánchez (De ser cierto su plan de ir a nuevas elecciones), es una estrategia arriesgada, ya que lo mismo puede salirle bien o mal. Hay que añadir que Sánchez obtuvo un buen resultado con respecto a los demás partidos gracias a que fue a las elecciones de abril haciendo hincapié en el famoso "Voto del miedo" que ya otros presidentes del gobierno desde 1978 han llevado a cabo en sus campañas de reelección. Sánchez obtuvo un buen resultado gracias a la campaña de "Que viene la ultraderecha", lo cual le sirvió para que los millones de analfabetos y radicales progresistas votasen a favor de su partido. Dicha estrategia, a tenor de los resultados modestos que ha sacado VOX, no creo que pueda volverle a funcionar. Además, hay que señalar que la izquierda siempre gana cuando su electorado se moviliza, y tras unas elecciones generales y unas elecciones autonómicas en un mes, y con un escenario político de crisis de gobierno veo bastante complicado que el electorado progre vuelve a salir en masa a las urnas para parar a una según ellos "Ultraderecha" que ha obtenido unos resultados bastante inferiores a los esperados y que no suponen para ellos en definitiva ninguna amenaza tras ver los resultados que ha obtenido el partido de Abascal.

Por ello, ante lo ocurrido hace unas horas, ¿Qué creo yo que va a ocurrir? Ya he dicho que no lo sé, y que estoy empezando a creerme la teoría que circula de que Sánchez está provocando este escenario para ir a unas nuevas elecciones en noviembre. Pero también debo añadir que mi teoría principal es que la izquierda acabará pactando sí o sí en septiembre, justamente antes de que finalice el plazo el 23 de septiembre para ir a las urnas. De hecho no me extrañaría que fuese el propio Pablo Iglesias el que al ver cómo la repetición electoral es inminente, llame por teléfono a Sánchez para ofrecerle su apoyo sin condiciones. Debo recordar que al igual que ya le ocurriera a Rajoy en 2016, Sánchez está ahora viendo esta partida desde la posición con más ventaja de todos sus rivales. Esta siguiendo la partida desde el gobierno, ya que Sánchez sigue siendo por desgracia presidente del gobierno en funciones, y siempre en estos escenarios de crisis política, el gobernante es quien tiene mejor información y tiene más capacidad de maniobra. A Rajoy le funcionó perfectamente esta estrategia hace tres años, y no hay motivos de que ahora le falle a Sánchez. Mi teoría principal es que Iglesias se bajará los pantalones, los calzoncillos y hasta se cortará la coleta si hace falta a la hora de que se acerque el plazo límite para que Sánchez pueda acudir de nuevo al congreso para una nueva investidura. E incluso podría suceder de que a partir de hoy mismo comiencen las negociaciones entre socialistas y podemitas, ya que tienen justo dos meses de plazo para negociar, con lo que a mediados de septiembre pueden tener ya perfectamente cerrado su acuerdo de gobierno. Hay que decir que las hipotecas no se pagan solas, y que Iglesias y Montero no pueden permitirse que se les caiga el chiringuito en unas generales en noviembre. Aquí lo único que está en juego es el porvenir de los principales líderes políticos, nada más. El futuro de España por desgracia hace mucho tiempo que está perdido. Ya lo veremos cuando a finales de agosto o primeros de septiembre, el rey inicie la nueva ronda de consultas, por cierto las séptimas que tiene que convocar en sus primeros cinco años de reinado... ahí es nada.

Por otra parte hay una cuestión que yo no termino de descartar, que no es otra que Ciudadanos decida abstenerse para evitar unas nuevas elecciones, presionado por el Ibex y por otros poderes económicos, financieros (Entre ellos el propio George Soros) y de comunicación. Cabe recordar que para el sistema, el gobierno idóneo era el formado por el PSOE de Sánchez con el apoyo de Rivera, por lo que algunos podrían aprovechar nuevamente estos dos meses para meter presión otra vez al líder de la formación naranja para que apoye o en su defecto se abstenga ante una nueva investidura del presidente en funciones con el apoyo de Podemos. Algunos ponían como ejemplo un escenario nada factible, en el que Sánchez, al verse incapaz de ser reelegido, anunciase su retirada en favor de otro candidato, lo cual es el último escenario que pasa por la cabeza del actual inquilino de la Moncloa. Pedro Sánchez jamás renunciará a seguir en el poder, ya que como ha demostrado en innumerables ocasiones, es un tipo sediento de poder, el cual adora su posición política actual. Como buen narcisista y ególatra que es no desea renunciar bajo ningún concepto a su presidencia, la cual encumbra con aires de grandeza y de pomposidad como ningún otro presidente hasta la fecha. Por ello, un escenario en el que los de Albert Rivera anuncien su abstención en favor de otro candidato del PSOE es practicamente imposible, más que nada porque Sánchez preferiría antes seguir gobernando como hasta ahora, en funciones, y llamar a las urnas de forma indefinida en una situación de bloqueo permanente, antes que salir por su propio pie de la Moncloa. Aun así no es de descartar que dada la característica de veleta que posee Rivera, decida abstenerse de todos modos en septiembre para evitar unas nuevas elecciones.

Por cierto, debo añadir que no entiendo el miedo que algunos le tienen a las urnas. Ya ocurrió en 2016 cuando se hablaba de ir a unas segundas elecciones, y no digamos ya cuando se habló de la posibilidad de ir a unas terceras. Parece que a los poderes fácticos en España les repugna o les aterroriza la simple idea de que los españoles pueden acudir de nuevo a las urnas si la crisis política continúa. Algunos lo señalan como una muestra de que una repetición electoral supondría todo un fracaso del sistema constitucional español. A ver, ¿No son estos mismos sujetos que ponen el grito en el cielo ante la remota posibilidad de que tal escenario se produjese los mismos que se quejan siempre de que en España no se pudo votar durante cuarenta años?. ¿Qué ocurre? Si se vota y se pregunta cada seis meses al ignorante pueblo español, malo. Si no se vota ni se pregunta durante décadas al masoquista pueblo español, malo también. En fin, se ve que algunos ni se aclaran cuando no saben que excusa poner para no decir con claridad que no les gusta que el pueblo vote. Yo personalmente sí sé lo que quiero, y quiero volver a votar cuanto antes, con independencia de que el resultado varíe o se mantenga igual.

Del mismo modo debo añadir que no hay nada más falso que el hecho de escuchar tanto ahora como en la crisis de 2016 que España no puede estar sin gobierno. Señores, si España no tuviese en estos momentos un gobierno estaríamos pues en la anarquía, por lo que esa es la afirmación más falsa que se puede llegar a decir. España sí tiene un gobierno ahora y lo tuvo durante 2016. Nuestra nación está siendo gobernada ahora por Pedro Sánchez y el PSOE, con independencia de que la investidura haya fracasado. Es lo que se llama un gobierno en funciones, un término que parece que a algunos periodistas y políticos se les olvida. Sánchez sigue gobernando con total tranquilidad, otra cosa es que según lo dispuesto en la constitución, no pueda presentar proyectos de ley, ni convocar elecciones o presentar una moción de confianza. Estén tranquilo; Esas mismas prerrogativas no las iba a poner en funcionamiento Pedro Sánchez si lograse ser investido. El gobierno de España, tanto cuando ocurrió la crisis de 2016 con Mariano Rajoy como ahora con Pedro Sánchez, sigue funcionando perfectamente. Con funciones limitadas, sí, pero gobierna sin problema ninguno. De hecho la constitución no es clara a la hora de definir cuáles son los límites de un gobierno en funciones. De hecho, si en estos momentos Cataluña declarase (Que no lo va a hacer) una nueva DUI, el gobierno estaría facultado constitucionalmente para llevar a efecto cuantas medidas fuesen necesarias (Incluida la aplicación de un nuevo 155) como de un gobierno en plenitud de sus facultades se tratase. De todas formas ese escenario queda descartado, ya que ni el cobarde supremacista de Torra declararía una nueva declaración unilateral de independencia, ni el traidor vomitivo de Sánchez haría nada para impedirlo. Así que señoras y señores, estén tranquilos y no hagan caso de lo que dicen los políticos ni los medios de descomunicación; España sí tiene gobierno y éste funciona con total normalidad porque así lo establece la propia constitución. Existe un gobierno en funciones, destinado a despachar los asuntos administrativos y cotidianos, y en caso de un grave escenario posee la capacidad para actuar sin obstáculo ninguno. El único problema de todo esto es que quien gobierna es Pedro Sánchez...

Por otra parte debo añadir que de producirse esas nuevas elecciones, no sé cuál podría ser , aunque lo intuyo, el resultado electoral que obtendría los partidos del bloque de la derecha, en particular el PP. Como ya he dicho antes, si los electores conservadores acudimos de nuevo a votar a los populares, aunque sea con la nariz tapada, los de Pablo Casado podrían obtener un resultado mucho mejor que el obtenido en las pasadas elecciones. Aunque dicha mejora sería completamente en balde si no se traduce en un resultado general que permita al bloque de la derecha formar gobierno. En lo que a mí respecta, creo que el PP puede mejorar sus resultados, aunque no estoy seguro de si esa mejora podría traducirse en conjunto en una mayoría en el bloque de la derecha que permitiese a los populares volver a la Moncloa. Una vuelta del PP al gobierno es un escenario que personalmente veo imposible, ya que aunque los de Casado mejorarían sin duda los resultados, esto no se traduciría en una mayoría que permitiese expulsar del gobierno a Sánchez. Sigo creyendo que la salida de la izquierda del poder está por desgracia aún muy lejos de producirse.

En definitiva, si hace tres años, cuando Sánchez perdió su primera investidura fallida, afirmé que comenzaba la cuenta atrás hacia el 26-J, y a su vez cuando Rajoy perdió su investidura meses después afirmé que comenzaba la cuenta atrás hacia no se sabía qué, ahora me atrevo a decir que, o bien como los estudiantes que suspenden, comienza atrás hacia septiembre, o bien comienza la cuenta atrás hacia el 10-N. Yo personalmente me inclino por lo primero, aunque ningún escenario se puede descartar ahora mismo. ¿La respuesta? La sabremos el 23 de septiembre.

jueves, 25 de julio de 2019

200 entradas; 200 historias

En noviembre de 2013 tras mucho reflexionar sobre ello decidí comenzar esta aventura de crear un blog para hablar sobre la actualidad política, cuestiones filosóficas, morales, religiosas, etc. Debo confesar que al principio ni yo veía claro esta idea de comentar a través de una pantalla y un teclado mis opiniones personales. Hoy, cuando se cumplen casi seis años de aquel instante he llegado a mi entrada número 200. Una entrada que jamás creí que llegase a escribir, más que nada porque jamás creí que este blog fuese a durar tanto. A día de hoy debo reconocer que aquella decisión fue de las mejores que he tomado en mi vida, ya que de comenzar este blog como una prueba para comentar de forma rápida los acontecimientos de la actualidad, he pasado a ver en él una especie de memorias digitales en las que he venido recogiendo a lo largo de estos seis años los históricos acontecimientos que se han ido desarrollando en España y en el mundo desde 2013 hasta hoy.

Desde 2013 hasta 2017, año en el que llegué a mi entrada número 100 ocurrieron muchas cosas que ya expliqué con detenimiento en dicha entrada. Hoy, cuando vuelvo la vista atrás y recuerdo aquella entrada de primeros de septiembre de 2017 no hago sino recordar cuántas cosas han ocurrido desde entonces, tanto a nivel nacional e internacional como a mí a nivel personal. El día que escribí mi entrada número 100 se produjo en el parlamento catalán la aprobación de las leyes de ruptura y del referéndum del 1 de octubre. A partir de ahí hasta el día de hoy muchas cosas han ocurrido: España sufrió un golpe de estado el 1 de octubre y una declaración de independencia por parte de Cataluña el 27 de octubre de 2017, la cual llevó a nuestro país al abismo. En junio de 2018 se produjo el primer cambio de gobierno en España a través de una moción de censura que desalojó a Mariano Rajoy de la Moncloa y encumbró a Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno de la mano de los independentistas, los etarras y Podemos con sus confluencias. En julio de 2018 se produce la llegada de Pablo Casado como nuevo líder del PP, provocando con ello el cambio generacional en la derecha española. En diciembre de 2018 se produjo la entrada en la escena política española, concretamente en Andalucía, de la formación conservadora liderada por Santiago Abascal: VOX. En enero de 2019 se produjo en Andalucía el fin a 40 años de corrupción y régimen socialista con el cambio de gobierno liderado por el PP de Moreno Bonilla. En abril de 2019 se celebraron unas nuevas elecciones generales que fueron tomadas como un plesbiscito sobre la continuidad o no de España como estado-nación, ganando dichos comicios el PSOE y con ello apostando España por su suicidio colectivo. En mayo de 2019, España certifica su defunción al volver la izquierda al poder en la mayoría de los ayuntamientos y CCAA ante el desplome de la derecha. Por su parte en Reino Unido, Theresa May es obligada por su partido a dimitir en julio de 2019, siendo elegido Boris Johnson como nuevo primer ministro para sacar definitivamente a su país de la Unión Europea.

Muchas cosas han ocurrido desde septiembre de 2017, sí. Y todas ellas históricas. Podemos decir pues que la década del 2010 ha sido una de las décadas más relevantes y que más cambios y acontecimientos históricos ha tenido lugar en nuestro país desde la década de 1970. Por mi parte he tenido el privilegio de haber comentado desde este humilde blog gran parte de estos acontecimientos. Acontecimientos que también han tenido su relevancia en el sector social, donde la agenda progre del Nuevo Orden Mundial continúa su curso a marchas forzadas: Cuestiones como el feminismo, la ideología de género, el LGTBI, la inmigración, el ateísmo, etc abarcan ya casi el 100% de nuestra vida cotidiana, lo cual ha hecho fortalecer aún más mis principios conservadores, tradicionales y cristianos en esta sociedad en la que quedas marcado socialmente si alzas la voz sobre aquello que está socialmente y políticamente establecido. Y es que no he quedado exento de discutir personalmente con personas por alguna que otra entrada publicada en este blog sobre las cuestiones sociales a las que acabo de hacer referencia. Es lo que tiene hacer frente aunque sea a través de un blog a la agenda global que desde la élite se nos está imponiendo. Una agenda global que lleva consigo la imposición de una dictadura totalitaria envuelta en el progresismo y la tolerancia.

En lo que respecta a mí, muchas cosas han cambiado desde que en noviembre de 2013 decidiese empezar a darle al teclado. Sin ir más lejos, hace unos días estuve indagando en mis primeras entradas, y debo reconocer que cualquiera que no me conozca creería que quien escribía aquellas entradas era un podemita con rastras. Nada más lejos de la realidad; Estamos hablando de los años 2013, 2014, 2015… años en los cuales España estaba sumida en la peor crisis económica que se recuerda desde la Gran Depresión, por lo que el contexto económico que España atravesaba, unido a los innumerables casos de corrupción que aparecían día sí y día también en los medios de descomunicación, la enorme decepción que me produjo la deplorable gestión de alguien a quien yo había votado con gran ilusión a mis 19 años como fue Mariano Rajoy, y la edad que uno tenía por aquel entonces (21 añitos) hacía que uno escribiese aquellas entradas como si de un podemita se tratase. De hecho, cualquiera que me haya leído sabrá que durante una temporada defendí a Podemos e incluso los voté. No por su programa, ya que si hay un programa que no concuerde con mis ideas es el de Podemos, pero sí por las ideas principales que planteaban: Acabar con el sistema constitucional de 1978 y hacer que los corruptos pagasen por el daño causado. Algo que a día de hoy sigo defendiendo, aunque con la experiencia acumulada no sería yo quien firmase ya para que Podemos lo llevase a cabo, por supuesto. Sí, muchas cosas han cambiado también en lo personal. Siempre fui una persona conservadora (Aunque insisto que por mis primeras entradas aparentase todo lo contrario), pero desde hace unos años hasta ahora lo soy con más convicción, orgullo y madurez. ¿Los motivos? Ya los he expuesto en el párrafo anterior. Si hay algo revolucionario y necesario en estos días es ser precisamente conservador, y en estas circunstancias en las que el mundo está viviendo lo que puede ser casi con toda seguridad su época final antes de su destrucción definitiva, creo sinceramente que estos principios son aquellos que una persona con un mínimo de sensatez, humanidad y cristianismo debe defender frente a las bestias sedientas de odio que ansían acabar con nuestra sociedad y que aumentan cada vez más en número. Otro factor decisivo a la hora de cambiar en estos años han sido los años. No es lo mismo escribir con 21 años que escribir con casi 27. Han pasado ya seis años, y aunque la juventud sigue ahí (Aunque poco a poco se va despidiendo ya), la madurez y la nitidez a la hora de ver las cosas varían. No es lo mismo ver el mundo con 20 años que verlo con casi 30, lo puedo garantizar. Los años te hacen ver que las cosas no son como uno querría que fuesen, sino como vienen dadas, lo cual te hace ganar en perspectiva y en moderación a la hora de opinar sobre las cosas (Aunque a veces se me vayan las teclas). ¿Un error durante estos años? Pues seguramente, y con ello vuelvo a la edad, las formas y los insultos a la hora de opinar. Aunque a día de hoy sigo poniendo y mucho a parir, y con razón, a más de uno, reconozco que en más de una ocasión he puesto de vuelta y media al personal de forma excesiva, lo cual no quita que hayan tenido deméritos para llevarse tales “Piropos”, aunque también reconozco mi error a la hora de pasarme en los calificativos. Se pueden decir las cosas de muchas formas y quizás en muchas ocasiones yo no he sabido o no he querido equilibrar esas opiniones debido a la indignación que tenía en aquel entonces.

Por mi parte y para finalizar debo dar las gracias a todas aquellas personas que durante estos años han visitado mi blog, y añadir que me siento enormemente satisfecho con el resultado de estos seis años. Más de 25.000 visitas procedentes de todo el mundo, y con el de hoy un número de entradas que alcanza la segunda centena. Gracias a Dios el resultado de estos seis años ha sido todo un éxito. Estoy contento pues por lo conseguido en estos años y por haberme decidido en su momento a crear un blog que ha pasado de ser una prueba a la que yo no le veía mucho futuro, a ser como ya he dicho antes una especie de memorias digitales en las que desde mi modesto punto de vista, a veces quizás demasiado crítico con algunas personas, debo reconocerlo, he narrado de la mejor forma que he sabido no solo mi punto de vista sino también los acontecimientos actuales a nivel nacional e internacional, o dicho de otra manera; la historia de España y del mundo en estos últimos seis años. En septiembre de 2017 dije al publicar mi entrada número 100 que tocaba seguir escribiendo la historia, y qué historia la que quedaba por escribir... Pues bien, hoy debo decir, tras alcanzar mi entrada número 200, que aunque algún día tocará poner fin a esta aventura, de momento toca seguir comentando los acontecimientos que están por venir. Toca pues seguir escribiendo la historia...

miércoles, 24 de julio de 2019

Llega Johnson, el Trump británico

Hace ya más de doce años vi una película relacionada con la vida del ex-primer ministro británico, Winston Churchill titulada "Amenaza de Tormenta". Este título se podría aplicar perfectamente al que desde hoy es el nuevo primer ministro de Gran Bretaña e Irlanda del Norte; Boris Johnson, ex-alcalde de Londres y ex-ministro de Asuntos Exteriores en el gobierno de la hasta hoy fracasada primera ministra Theresa May. Antes que nada debo añadir que me alegro enormemente por la llegada al 10 de Downing Street de Johnson, un tipo bastante peculiar, el cual estoy seguro que no dejará indiferente a nadie durante su etapa como jefe del gobierno británico, independientemente del tiempo que éste dure en su nuevo cargo. Me alegro profundamente por la llegada de Johnson al gobierno británico porque lo consideraba la mejor opción posible para que Reino Unido viese cumplido por fin su sueño de acabar con esta agonía que dura ya tres interminables años y que durante este periodo la hasta hoy primera ministra May no ha sabido ni querido dar una solución contundente al problema más grave que se ha enfrentado la isla británica desde hace un siglo; su salida de la Unión Europea.

Pero antes de hablar de lo que se le avecina a Johnson debo hacer hincapié en algo que considero un error mayúsculo y que supone un grave precedente a la hora de elegir a un jefe del gobierno de un país todavía europeo como es el Reino Unido. Para empezar debo añadir que la forma en la que se ha elegido al nuevo primer ministro ha sido todo un proceso propio de un sistema unipartidista que de una democracia liberal y representativa como es la inglesa. ¿Por qué digo esto? Por la sencilla razón de que cuando un primer ministro (En este caso Theresa May) fracasa en su gestión como gobernante, lo más razonable es que éste anuncie la convocatoria inmediata de elecciones generales en su nación para que todos, y reitero el término todos, los ciudadanos acudan a votar para elegir a su próximo primer ministro. ¿Qué hizo May a finales del pasado mes de mayo? Anunciar que para el 7 de junio anunciaría su dimisión, la cual se produciría a finales del mes de julio, cuando los militantes del partido conservador británico eligiesen al nuevo líder del partido y con ello al próximo primer ministro del país. Todo un sinsentido, ya que con el proceso llevado a cabo por May para elegir a su sucesor se ha creado un precedente en el cual un país europeo podrá elegir a su primer ministro sólo con los votos de los militantes del partido que en ese instante ocupe el gobierno de la nación. Reino Unido ha vivido pues ayer mismo unas elecciones semigenerales en las cuales solo los militantes del partido conservador británico han elegido a su líder y por consiguiente al nuevo jefe del gobierno, lo cual es más propio de un sistema de elección para países como Cuba, Corea del Norte, Venezuela, etc, que de un país europeo. Insisto, peligroso precedente se crea con esto, ya que ante una crisis de gobierno deben ser todos los ciudadanos de una nación los que decidan mediante su voto qué persona y qué partido debe gobernar para los próximos cuatro años, aunque en el caso de Reino Unido son cinco. Aunque ahora las encuestas señalan a la vuelta de los laboristas a Downing Street, estoy convencido que de haber convocado May a las urnas en todo el país a través de unas elecciones generales, la victoria de Johnson podría haberse producido con bastante probabilidad, lo cual le hubiera otorgado una legitimidad completa de la que ahora carece al no haber sido elegido por todos los ciudadanos británicos sino solo por una parte de ellos. Aun así insisto en que me alegro por su victoria, ya que es el único candidato y me atrevería a decir que político que verdaderamente merece la pena en Reino Unido.

Añadir también que aunque esta ha sido la primera vez que la elección de un primer ministro se ha producido de este modo, no es la primera vez que un jefe del gobierno británico llega a Downing Street sin pasar por las urnas. De hecho, si nos fijamos, en los últimos sesenta años han sido más el número de primeros ministros de la reina Isabel II que han alcanzado su cargo sin pasar por las urnas que pasando por ellas, algo bastante irónico si tenemos en cuenta que hablamos de Reino Unido, cuna de la democracia europea contemporánea. En abril de 1955 tras la dimisión de Winston Churchill como consecuencia de su avanzada edad, su delfín político durante años y marido de su sobrina, Anthony Eden, se convierte en el nuevo jefe del gobierno inglés tras su designación por el partido conservador. En el mandato de Eden se cruzaría el factor decisivo que pondría fin a sus dos años al frente de la isla británica; la guerra del canal de Suez. La victoria de Egipto en esta guerra supuso que Eden, presionado por su partido, se viese obligado a dimitir en enero de 1957. Tras la caída de Eden se produce la llegada de uno de sus principales impulsores: Harold Macmillan, el cual ocuparía durante seis años la jefatura del gobierno en Downing Street hasta que en octubre de 1963 le comunica a la reina su decisión de dimitir por motivos de salud y por el cansancio acumulado tras años al frente del gobierno. Con la dimisión de Macmillan, éste le aconseja a la reina Isabel II la propuesta de invitar al miembro de la Cámara de los Lores, Alec Douglas-Home como nuevo primer ministro. Un consejo que la reina aceptó de Macmillan aunque éste no estaba legitimado para persuadir a la reina sobre quién debía ser su sucesor. Douglas-Home estuvo solo un año en el cargo. El tiempo suficiente para convocar unas elecciones generales que darían paso a la llegada, esta vez sí por las urnas, del laborista Harold Wilson. Durante los trece años de gobiernos conservadores (1951-1964), sólo Churchill accedió a Downing Street a través de las urnas, mientras que sus tres sucesores alcanzaron el gobierno a través de designaciones del partido o del líder de éste.

Tras el periodo conservador llegó el tiempo de los laboristas, el cual solo se vio interrumpido de 1970 a 1974 con el regreso a través de las elecciones generales de 1970 del conservador Edward Heath. Finalmente con las elecciones generales de 1974 se produce la vuelta de Wilson a Downing Street, una vuelta que duraría solo dos años, ya que en 1976 Harold Wilson anuncia su dimisión como premier británico a la edad de 60 años, aquejado por un principio de alzeimher. Con su dimisión, el partido laborista designa como sucesor de Wilson a James Callaghan, el cual ejercería durante tres años la dirección del país hasta que en 1979 pierde una moción de censura contra él, viéndose obligado a convocar para mayo de 1979 las elecciones generales que darían la victoria holgada a la conocida por todos como "La Dama de Hierro": Margaret Thatcher. Ya en 1990 y tras once años en el cargo, Thatcher se ve obligada a dimitir tras la presión y la rebelión a la que se ve sometida por la dirección del partido conservador para que abandone la jefatura del gobierno y del partido. Es entonces con su dimisión cuando Thatcher apoya como su sucesor al hasta entonces ministro de Hacienda, John Major, el cual se convertiría en premier británico durante la mayor parte de la década de los 90. En 1997 tras casi siete años de graves escándalos en el gobierno de Major y dieciocho en total de los conservadores en Downing Street se produce la llegada del laborista Tony Blair como primer ministro tras arrasar en las elecciones generales de mayo de ese mismo año. Ya en 2007 y tras diez años de gobierno, Tony Blair, al igual que Thatcher en su día, se ve obligado a dimitir ante la rebelión producida en el seno de los laboristas con el fin de provocar la caída de un Blair que se descomponía por momentos ante la situación vivida en Reino Unido como consecuencia de la guerra de Irak. Blair se ve obligado a dimitir en junio de 2007, apoyando como su sucesor al que durante diez años fue su ministro de Hacienda y principal enemigo político, Gordon Brown. La llegada de Brown estaría marcada por una serie de escándalos y traiciones dentro del partido laborista durante sus tres años como primer ministro. Finalmente en mayo de 2010 y pese a su resistencia por continuar a pesar de haber perdido las elecciones generales, Brown se ve obligado a dimitir en favor de David Cameron, el líder de los conservadores que días atrás había ganado las elecciones generales. En 2016 y tras seis años de gobierno de Cameron se produce la votación que daría un vuelco a la historia de Inglaterra: Los británicos deciden apostar por la salida de su nación de la Unión Europea, lo cual tiene como consecuencia inmediata la dimisión de Cameron como premier británico en julio de ese año. Con esto se abre un proceso de elección interna entre los miembros del partido conservador para elegir al sucesor de Cameron tanto al frente del gobierno como del partido. Una elección que a diferencia de lo ocurrido en el día de ayer, no culminaría con la votación de los militantes del partido conservador, ya que una de las dos candidatas a suceder a David Cameron, Andrea Leadsom, anuncia su retirada en favor de la otra candidata, Theresa May, convirtiéndose automáticamente ésta en líder de los conservadores y en nueva primera ministra británica. Tres años después, el fracaso de May a la hora de gestionar la salida del Brexit provoca que cuan niña pequeña anuncie entre llantos su dimisión al no poder hacer frente a la enésima revuelta que los conservadores británicos habían llevado a cabo para poner fin a sus desastrosos tres años al frente del Reino Unido. Con este panorama, hemos llegado hasta el día de hoy en el que tras la dimisión de May, se ha producido la elección interna que ha dado la victoria a Johnson frente al ministro de Asuntos Exteriores de May, Jeremy Hunt, el cual representaba el continuismo absoluto de la fracasada gestión de May al defender una prórroga para el Brexit.

Ante este escenario, Johnson ha ganado las elecciones internas del partido conservador el mismo día en el que se ha cumplido tres años y un mes de la votación del pueblo británico en favor del Brexit. Un Johnson que ya ha anunciado que para el 31 de octubre de este mismo año se producirá sí o sí la salida de Reino Unido de la Unión Europea, con independencia de que haya o no acuerdo con las instituciones de Bruselas. Ante esta situación que se antoja complicadísima para Johnson, el nuevo premier británico ya anunció hace unos días que está dispuesto a llevar a cabo una suspensión del parlamento británico para que éste no apruebe ninguna enmienda que lleve emparejada la extensión del Brexit, algo que se antoja a día de hoy difícil de llevar a cabo, ya que desde Westminster han aprobado hace solo unos días una enmienda en la que se prohíbe que el gobierno británico suspenda las sesiones en el parlamento. A partir de ahora Johnson solo podrá llevar a cabo el cierro del parlamento si cuenta con la autorización de la reina Isabel II, lo cual conlleva a implicar a la corona británica en la que podría ser la crisis constitucional más seria de la historia de Gran Bretaña de los últimos siglos. Cabe recordar que de autorizarlo, la propia Isabel II estaría emulando la acción que ejercieron predecesores suyos como Carlos I allá por 1640, el cual acabó siendo enjuiciado y ejecutado por Cromwell tras ganarle éste la guerra civil inglesa al monarca británico. Por lo que mucho cuidado con la decisión que pueda tomar a partir de ahora Isabel II, ya que aunque esto no provoque su destronamiento, sí podría llevar emparejado en cambio un progresivo declive de la monarquía inglesa si después de 400 años un monarca británico vuelve a cerrar el parlamento inglés.

Pero este no es solo el problema al que se enfrenta la reina Isabel II, ya que según parece existe un movimiento contrario a Johnson dentro del partido conservador y en el partido laborista que están promoviendo que sea la propia monarca la que desautorice el plan de Johnson y sea ella quien acuda personalmente a las reuniones de Jefes de Estado con el resto de mandatarios europeos en Bruselas para negociar el acuerdo definitivo sobre el Brexit, lo cual supone poner en primera línea de acción a la reina de Inglaterra, la cual podría verse obligada a romper su neutralidad, implicarse a fondo en la política británica y a llevar a cabo la gestión más trascendental de su reinado tras casi setenta años al frente de la jefatura del estado británica.

Aun así creo que este escenario no se va a producir, ya que estamos hablando ni más ni menos que de la corona británica. Si alguien decide implicar a Isabel II en este proceso estaría provocando con ello el inicio de una crisis política aun mayor en Reino Unido, la cual podría tener como consecuencia la desaparición de la monarquía británica en unos años. Algo que a cualquier persona le resulta inimaginable, teniendo en cuenta la importancia y trascendencia histórica que para los británicos tiene la familia real inglesa. Además, no creo que a sus casi 100 años de vida la reina Isabel quiera meterse en estas aventuras tras haber vivido todo tipo de crisis políticas, económicas y sociales en su país desde la neutralidad y al margen de todo y de todos.

Volviendo a Johnson, creo que por desgracia su gobierno será más bien breve, ya que desde el partido laborista, el líder de la oposición, Jeremy Corbyn ha anunciado que de hacerse efectivo el Brexit duro que Johnson está dispuesto a llevar a cabo, su partido estaría dispuesto a presentar junto con miembros del partido conservador contrarios a Johnson una moción de censura contra éste que de salir adelante tendría como resultado la convocatoria inmediata de unas elecciones generales para finales de este año o principios de 2020, lo cual implica la posibilidad de que los laboristas regresen al poder tras casi una década en la oposición. De hecho, el propio Corbyn ya ha anunciado que de ser elegido primer ministro llevará a cabo un segundo referéndum en el que se pregunte nuevamente a los británicos sobre si salir o no de la UE.

Personalmente creo que este es el escenario más probable, ya que como he indicado en otras entradas el proceso del Brexit no es más que una farsa montada por el sistema político británico, el cual jamás creyó que fuese a llegar tan lejos la cuestión de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Lo más probable es que Johnson intente llevar a cabo el Brexit para el 31 de octubre, pero antes de que esto se produzca Corbyn presentará la moción de censura que desaloje a Johnson de Downing Street para llevarlo a él en volandas como el "Salvador del pueblo británico que evitó la hecatombe". Estoy seguro de que Corbyn convocará un segundo referéndum, el cual según todas las encuestas es partidario de mantenerse ahora en la UE. Con la celebración del referéndum y la victoria del NO, la mayor crisis política de la historia del Reino Unido en los últimos siglos se verá resulta como por arte de magia. Y todo gracias a una clase política que no ha dejado de burlarse de sus conciudadanos durante estos años. Una clase política que jamás tuve en mente el hecho de abandonar la UE, ni siquiera de comenzar a negociar con la Comisión Europea y el Consejo Europeo las condiciones para la salida del Reino Unido de las instituciones europeas. El ejemplo más claro lo encontramos en la gestión de May durante estos años. May jamás debió ser primera ministra, ya que nunca tuvo en mente sacar al Reino Unido de la UE. Tras la dimisión de Cameron, el cual por cierto no sabía que era primo lejano de Johnson, el hoy nombrado primer ministro debió dar el paso en 2016 y suceder al premier británico que convocó el referéndum en 2016 creyendo que estaba ante un paseíllo de teatro del que pronto se pasaría página. Johnson debió ser quien liderara el escenario posterior al referéndum en 2016 y ser él quien debió liderar las conversaciones frente a Bruselas. Ahora ya es demasiado tarde. Tras la gestión de May, Johnson se ha encontrado ahora un escenario en el cual está atado de pies y manos con independencia de la decisión que tome. El Brexit ha desgastado de forma brutal a los conservadores británicos, hasta el punto de haber tenido en tres años a tres primeros ministros diferentes. Ahora, tras el desgaste sufrido, Johnson será por desgracia el encargado de poner fin a una década de los tories en el poder y a darle paso a los que se encargarán de hundir definitivamente la nación británica; Los laboristas con Corbyn en el poder.

Aun así y al margen del Brexit, durante el tiempo en el que Johnson esté en el poder tendrá que hacer frente también a otra cuestión no menos trascendental: El proceso de independencia de Escocia, el cual ha vuelto a resurgir con el Brexit y que amenaza con provocar otro referéndum en el que esta vez sí, otorgue la independencia de Escocia con respecto al Reino Unido. Y a no perder de vista la situación en Irlanda del Norte, la cual ha vuelto a resurgir por las negociaciones entre el gobierno británico y la Unión Europea a la hora de abordar la cuestión fronteriza entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Cuestiones bastante serias las que tiene que hacer frente desde hoy Boris Johnson desde Downing Street. Un Johnson al que ya señalan como un radical peligroso que está dispuesto a hundir al Reino Unido con tal de hacer efectivo el Brexit. Yo no lo veo así. Johnson es un tipo que personalmente me cae muy bien y al que le deseo mucha suerte ante la gigantesca tarea que tiene por delante. Al igual que Trump, al que por cierto se le une un gran parecido físico, Johnson ha sido acusado de querer llevar a su país al abismo por el mero hecho de querer liberar a su nación del yugo oligárquico de Bruselas y Merkel, lo cual le ha valido las críticas tanto por parte de los suyos como por parte de sus adversarios. Johnson está pues solo ante este escenario que hoy se ha abierto ante él a la vez que se le abrían las puertas de Downing Street. Mucha suerte, Boris, porque la vas a necesitar.