Personalmente debo decir que esta noticia me ha sorprendido pero no por el hecho de que Suárez Illana dé el salto a la política nacional (Ya fue candidato a presidente de Castilla la Mancha por el PP en 2003), sino por el puesto que va a ocupar dentro de las filas populares en la próxima legislatura. Vayamos por partes. En lo que respecta al resultado electoral creo que todos somos conscientes de que el PP se va a llevar el batacazo del siglo. Por mucho que nos joda y nos repulse, Pedro Sánchez va a ganar las elecciones generales del 28 de abril y volverá a gobernar o bien con el apoyo de Podemos, los independentistas y los etarras, o bien con los veletas de Ciudadanos. Este es el escenario más previsible tras el 28-A. Pero como bien sabemos, en política no se puede dar por hecho nada (Aunque yo creo que la continuidad de Sánchez sí se puede dar por hecho), por ello quiero plantear la siguiente teoría que se me ha venido a la mente tras conocer la decisión de Casado como número 2 por Madrid.
Creo que todos somos conscientes de que Pablo Casado está más verde que una película porno. Eso es una obviedad. Hasta Aznar está saliendo al paso para guiarle en esta campaña que le ha pillado completamente desprevenido al actual presidente de los populares. Todos sabemos que Casado se va a llevar un resultado malo no, malísimo dentro de cuatro semanas. A partir de entonces se escucharán voces que advertirán que lo mejor para el Partido Popular es que el actual líder de la oposición dimita de su cargo y de paso a otro dentro de la formación conservadora. Aquí es donde entra mi teoría.
No sabemos a ciencia cierta qué va a pasar el 28-A, pero los escenarios post electorales pueden ser diversos según los resultados que salgan de estas elecciones. Supongamos por un momento que el PP obtiene un resultado que le permite salvar los muebles, e incluso formar gobierno si se lo plantea de una forma responsable y prudente. Ante unos posibles pactos previos a una sesión de investidura, no veo yo a Pablo Casado pactando con Albert Rivera por un lado y con Santiago Abascal por el otro. El escenario de Andalucía es altamente improbable que se repita a nivel nacional. Pero, ¿Qué ocurriría si el candidato a la presidencia del gobierno por parte del PP no fuese Casado sino el propio Suárez?. El escenario cambia por completo, ¿Verdad? No es lo mismo pactar con un novato Casado, el cual tiene a la mitad de su partido (En este caso a los Marianistas) en su contra, que pactar con un tipo libre de ataduras políticas como es el propio Suárez.
Ante un escenario de este calibre, ¿Quién se resistiría a no pactar con el hijo del presidente Suárez? Hay que añadir que el propio apellido Suárez tiene un tirón político e histórico bastante fuerte. Suárez Illana es un tipo que siempre se ha caracterizado, al igual que su padre, por ser un tipo de consensos y acuerdos. No sería para nada descabellado pensar que el PP, ante un escenario en el cual la falta de acuerdos entre C's y VOX sería un hecho, opte por tirar por la calle de en medio y presentar a un candidato que no necesite ir a los partidos rivales, sino que sean éstos los que acudan de forma automática a dicho candidato. Los veletas de Ciudadanos darían de forma automática su apoyo al hijo del ex presidente Suárez, mientras que quizás en VOX es donde podría haber algunas reticencias a la hora de apoyar a Suárez, aunque estoy convencido que finalmente accederían a pactar con él.
Seamos claros. Un escenario en el cual los Suárez volviesen a la Moncloa de la mano del hijo mayor del ex presidente del gobierno sería todo un boom en términos políticos. He hablado de C's y VOX, pero es que estoy plenamente convencido de que ante un escenario así, incluso miembros del sector más constitucionalista del PSOE apoyarían (Aunque no apoyasen su investidura) la llegada a la presidencia del gobierno de Adolfo Suárez Illana antes que la continuidad de Sánchez de la mano de los independentistas, etarras y podemitas. Por otra parte, si ese escenario se produjese (Algo que no es seguro ya que esto es pura política-ficción), Suárez Illana se encontraría en un escenario en el cual se revisaría en gran medida la obra que su padre realizó en los años 70 y principios de los 80. Suárez Illana se encontraría ni más ni menos que ante un escenario de una II Transición en España. Ante determinados sectores sociales, políticos y económicos, ¿Quién mejor para capitanear esa II Transición que el hijo de quien pilotó la I? Si a esto le añadimos la figura de Felipe VI nos encontraríamos ante los dos hijos de los dos protagonistas de la Transición española, lo cual le daría un toque aun más atractivo si cabe: La Transición del Siglo XXI protagonizada desde la jefatura del estado y del gobierno español por los hijos de los protagonistas de la Transición del Siglo XX.
Por supuesto que ante este eventual escenario, la presidencia de Suárez hijo sería en mi opinión una presidencia breve pero intensa, con un periodo de dos o tres años más o menos y con la convocatoria de elecciones generales anticipadas. La cual tendría como ejes centrales la reforma de la constitución, poniendo de acuerdo a las grandes fuerzas políticas, y la solución a la crisis catalana. Con estos desafíos resueltos, la presidencia de Suárez Illana habría finalizado y con ello habría culminado la obra de su padre, corrigiendo los fallos que su padre no pudo cuando se promulgó la constitución en 1978. Tras ello, Casado podría presentarse en unas elecciones generales para el 2021 o 2022, con unas expectativas electorales mejores que las que tiene ahora por delante.
Cualquiera que me conozca sabe que yo siempre he sido contrario a las tesis que defienden el modelo idílico de la Transición y los beneficios que ésta ha traído para España. Siempre he defendido y defenderé que la solución adecuada para España es deshacerse del Régimen del 78 y construir un sistema republicano con unos valores conservadores y democristianos. Pero debo reconocer que un escenario de este calibre sería, además de un escenario político muy interesante y atractivo, una bomba de oxígeno para el sistema del 78, el cual se vería reeditado con la puesta en escena como protagonistas de los hijos que a su vez fueron los protagonistas de aquel proceso de cambio de régimen en España hace cuarenta años. Pero como ya he dicho, esto no es más que pura política ficción. Posiblemente Adolfo Suárez Illana no tenga ni la más remota intención de ocupar el cargo que un día desempeñó su padre, pero también es verdad que en esta España que lleva una década viviendo cambios acontecimientos históricos hasta hace poco inimaginables, puede ocurrir cualquier cosa.
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