Independientemente de quién ganase esta noche, el partido socialista se iba a partir por la mitad después de conocerse los resultados de las primarias. Si Susana Díaz hubiese sido la ganadora, en estos instantes la indignación estaría del lado del sector más izquierdista liderado por Sánchez. Como ha surgido contra todo pronóstico el resultado inverso, ahora la indignación está del lado más conservador del partido. Es por ello por lo que creo que a partir de ahora se van a producir una serie de dimisiones que tendrá como desenlace la creación de un nuevo partido socialdemócrata por parte de aquellos que defienden un modelo más tradicional dentro de la socialdemocracia española. Del mismo modo estoy plenamente convencido de que si Díaz hubiese ganado hoy, algunos del sector más progresista estarían hablando ahora de la posibilidad de formar un nuevo partido a la izquierda del PSOE, capaz de disputarle el espacio de la izquierda española a Podemos.
Aunque yo daba por descontada la victoria de Susana Díaz en el día de hoy, la victoria de Pedro Sánchez es lógica en muchos sentidos. La militancia socialista no ha perdonado en absoluto lo ocurrido el pasado 1 de octubre, donde se produjo un auténtico golpe de estado perpetrado por Felipe González y Susana Díaz con el objetivo de desbancar a Sánchez del liderazgo socialista y otorgarle el poder nuevamente a Rajoy después de casi un año de gobierno en funciones y dos elecciones generales consecutivas. La propia Díaz es un personaje que no cuaja en absoluto dentro del electorado del PSOE, que ven más en ella a una candidata infiltrada de la derecha en el PSOE que a una socialista auténtica que quiere cambiar el partido y España. Tampoco ha ayudado mucho la arrogancia de Susana ni su torpeza a la hora de llevar esta campaña, la cual ha sido más promocionada desde los medios conservadores que desde los supuestamente izquierdistas. En resumen, podemos decir que todos aquellos factores que jugaron en octubre en favor de los "golpistas", se han vuelto en contra de todos estos siete meses después. Esa es la explicación más breve de la victoria de Pedro Sánchez esta noche.
Por supuesto esto no quiere decir que Susana Díaz vaya a tirar la toalla después de lo ocurrido hoy. La sevillana se mantendrá durante unos meses al margen para volver a la primera línea dentro de un año más o menos con el objetivo de desbancar por completo a Sánchez y erigirse de una vez por todas con el liderazgo socialista, o por el contrario se unirá a una serie de personajes relevantes e históricos dentro del PSOE con el objetivo de fundar un partido socialista liderado por ella. De lo que no cabe duda alguna es de que la guerra dentro del PSOE no ha hecho más que comenzar, y los vítores de los seguidores de Sánchez al grito de "Susanista el que no bote", o las propias palabras de Díaz anunciando que se pone a disposición del partido, que no a disposición del nuevo secretario general, nos da una idea de por dónde van a ir los tiros a partir de ahora en la calle Ferraz. O Pedro Sánchez actúa con astucia a partir de mañana eliminando a todos aquellos oponentes dentro del partido, o con toda probabilidad volverá a ser víctima de una conspiración que le obligue a abandonar para siempre la secretaría general del partido. Pedro ha tenido muchísima suerte esta vez, y ha conseguido recuperar gracias a la militancia lo que la élite le quitó hace más de medio año, pero eso no quiere decir que el madrileño pueda desde ya cantar victoria, todo lo contrario. A partir de ahora tendrá que hacer limpieza general y eliminar a todos sus enemigos que esperan ya su segunda y definitiva caída dentro de un tiempo.
Eso en lo concerniente al partido. En lo que respecta al estado no va a producirse ningún cambio real. La moción de censura de Pablo Iglesias contra Rajoy no va a contar con el apoyo del PSOE, y por supuesto Sánchez no va a tener la torpeza de presentarle una moción de censura en cuanto vuelva a ocupar el liderazgo de la oposición. Rajoy tiene todas las cartas a su favor y sabe que mientras la oposición continúe enfrentada, su cargo en la Moncloa está más que asegurado. Me reafirmo cuando digo que el gallego seguirá muchos años al frente del gobierno, y que sólo se irá como al igual que Fraga, exista una oposición unida capaz de echarlo de la presidencia del gobierno. Con esto quiero decir que Pedro Sánchez ha vuelto al liderazgo del PSOE pero con toda seguridad no será nunca presidente del gobierno. Realizará su labor de oposición e intentará desbancar a Rajoy, pero no lo conseguirá. Primero porque lidera un partido que después de lo ocurrido hoy, la fragmentación está asegurada, y segundo porque no dispone de unos apoyos seguros que le permitan echar al PP del ejecutivo.
Personalmente tengo que añadir que no comparto las ideas de Pedro Sánchez, pero al igual que lo dije en octubre, lo digo ahora nuevamente; Es un tipo que me cae bien, y que ha sabido plantarle cara a más de uno a lo largo de todo estos meses, lo cual es suficiente para que tenga mis respetos. Me alegra que haya recuperado el cargo que tan injustamente le fue arrebatado pero no creo que por desgracia su buena fortuna le dure mucho tiempo. Después de lo de hoy hemos retrocedido no ya al 1 de octubre sino al 30 de septiembre, donde la palabra "inestabilidad" era la protagonista en todos los medios. A partir de mañana esa palabra volverá a sonar en muchos lugares y encontrarán de nuevo a Pedro Sánchez como el principal responsable. Con lo que las espadas volverán a desenvainar tanto a nivel interno del PSOE como a nivel externo entre PSOE, PP, Podemos, Ciudadanos y el resto del aparato del estado, teniendo todos estos un mismo objetivo: Desbancar definitivamente a Pedro Sánchez. La guerra está servida y con el regreso en volandas del líder socialista, lo que suceda a partir de ahora va a ser de todo menos aburrido en España.
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