Si hay algo aburrido y previsible desde hace tres meses es la política nacional de nuestro país, a la vista esta que llevo una temporada sin escribir sobre ella. Aún así me resulta bastante curiosa la situación actual y las fábulas que se están perpetrando desde ciertas instancias de las altas esferas del poder. Por ejemplo, llevamos varios días escuchando la posibilidad de que el ex presidente del gobierno, José María Aznar, abandone definitivamente el PP tras su dimisión como presidente de honor de dicho partido y anuncie públicamente su intención de liderar una nueva formación política a la derecha del Partido Popular. Pues bien, esos rumores que obedecen más a los deseos de una parte determinada de la prensa liberal conservadora que a una realidad, se han esfumado de un plumazo cuando el ex presidente ha negado rotundamente tal posibilidad. A mí personalmente no me sorprende en absoluto esta noticia,; Aznar es un tipo que desde que abandonó hace trece años la presidencia del gobierno y la del PP, se ha dedicado a tirar la piedra para posteriormente esconder la mano. Hace casi cuatro años ocurrió algo parecido después de la famosa entrevista que Aznar dio en Antena 3 donde daba a entender que iba a volver de manera inminente a la política para echar a Rajoy debido al incumplimiento reiterado de su programa electoral y a las bases ideológicas del partido que él un día presidió. Todo quedó en nada y el político madrileño volvió a reírse del personal una vez más mientras desde determinados medios de descomunicación se montaban sus propias películas con el más que probable regreso del ex presidente a la política. Seamos serios; Aznar no tiene la más mínima intención de volver a la actualidad nacional. En la campaña de las elecciones europeas de 1994, en un arrebato por ganarse a la gente, anunció su intención de no presentarse a unas terceras elecciones generales si llegase a los ocho años de mandato en la Moncloa. Posteriormente se habló de que se arrepintió de su inesperada promesa pero era ya demasiado tarde para dar marcha atrás y decidió seguir adelante. En 2003 nombra contra todo pronóstico a Mariano Rajoy como su sucesor y abandona un año después el gobierno y la presidencia de su partido tras la inesperada derrota del PP en las elecciones generales de marzo de 2004. Desde entonces y a raíz de la "traición" que ha supuesto para él la renuncia de Rajoy a su legado y el desprecio a su mentor político, lleva años tirándole pullitas al actual presidente del gobierno y a su forma de gobierno en estos cinco años, pero siempre sin dar el paso definitivo de anunciar su vuelta a la arena política para descabalgar al que en su momento fue su delfín, bien sea volviendo a competir por la presidencia de su partido, bien sea abandonando este definitivamente para fundar posteriormente otro. Hace tres años escribí una entrada titulada "La vuelta de Aznar" donde escribí sobre la responsabilidad que tenía para con España y su partido José María Aznar. En dicho artículo afirmé que el ex presidente debía echar tanto de la presidencia del gobierno como de la del PP a un Mariano Rajoy que incesantemente incumplía sus promesas y sus principios con aquellos que en el año 2011 le habíamos votado. Han pasado ya tres años de aquél artículo y muchas cosas han cambiado. Aznar ya no tiene credibilidad ninguna para hablar contra la política que está llevando a cabo su sucesor. Lo único que debe hacer ya es callarse y pedir perdón a los españoles por nombrar a dedo a un personaje cuyo mandato nos está cayendo a los españoles cuan siete plagas de Egipto.
Ahora voy a lo importante; la cuestión del porqué la prensa está hablando estos días acerca de una vuelta ya más que descartada de Aznar se debe única y exclusivamente al interés que tiene la prensa en echar a Mariano Rajoy de la Moncloa. ¿Los motivos? Muy sencillos. Hace unos días ha salido a la palestra otro rumor que cada vez coge más fuerza y que yo, que no soy un analista político profesional, ya vaticiné en octubre pasado. La opción cada vez más probable de que Rajoy anuncie en 2020 su intención de presentarse por tercera vez consecutiva a la presidencia del gobierno de España. ¿Qué tiene esto que ver con la especulación de la vuelta de Aznar a la política? Absolutamente todo. España se encuentra inmersa ahora mismo en la misma situación que hace 20 años nos encontramos con un señor paisano mío llamado Felipe González. Es decir, una situación en la cuál el jefe del gobierno de un país no tiene la más mínima intención de abandonar el cargo que ostenta y decide perpetuarse en el mismo "sine die". Es por ello por lo que hay que recurrir a todo tipo de cuchicheos y conspiraciones que contribuyan a desestabilizar no ya al partido que está en el gobierno sino a la persona que ocupa la jefatura del ejecutivo. Es por esto por lo que la especulación sobre la vuelta de Aznar se ha hecho presente de nuevo en el panorama político; una vuelta de cualquier persona de renombre del antiguo PP, capaz de crear un nuevo partido situado a la derecha del actual partido en el gobierno, dividiría el voto conservador-liberal en dos e imposibilitaría una posible permanencia del político gallego en la Moncloa. Esto quiere decir simplemente que la "Operación ciudadanos" no ha dado los frutos que se esperaban por parte del establishment para convertir a este partido catalán en alternativa por el centro derecha al PP, y por lo tanto hay que crear una nueva formación política más a la derecha que contribuya a desestabilizar los planes de Rajoy. Estos son en mi opinión los motivos por los cuáles la prensa anda buscando la forma para desgastar al actual presidente del gobierno, del mismo modo que llevaron a cabo el proceso de desgaste tanto hacia Felipe González, como hacia Adolfo Suárez. El problema radica en que en estos instantes la situación es idéntica a la de los años 90, pero hay un matiz importante que la difiere al mismo tiempo: en los años 90 había un sistema bipartidista. Había una alternativa de gobierno al del PSOE de Felipe González. Esa alternativa era el PP de Aznar, y la prensa echó el resto para sacar del gobierno a un González que iba camino directo de los veinte años consecutivos en el gobierno de España. González ponía siempre como excusa que "nunca encontraba el momento oportuno para irse", mientras que Rajoy anuncia que debe seguir, puesto que su tarea "aún no está acabada". Esa misma excusa expondrá en 2020 para continuar en el palacio de la Moncloa, e incluso puede excusarse en la idea de que él es lo que necesita España, como ya dijo hace unos meses cuando desencadenó una crisis constitucional debido a su empeño en no abandonar el sillón presidencial. Decía anteriormente que España, a diferencia de los años 90, no tiene una alternativa a Rajoy, y expondré brevemente los motivos. El Partido Socialista Obrero Español es un partido que se encuentra al borde de la disolución. No existe un liderazgo claro en el partido y la gestora que aún lo controla mantiene de facto el pacto de coalición con el Partido Popular con el fin de no verse abocados los socialistas a unas nuevas elecciones que los dejarían con la mitad de escaños que ocupan actualmente. En Podemos la situación no es mejor; los Pablistas y los Errejonistas mantienen una guerra civil en el partido que tiene a la formación morada dividida en dos grandes bloques. En C's la situación no puede ser más deplorable; mientras Rajoy rompe día sí y día también los acuerdos que llegaron con los de Albert Rivera, éstos por su parte sólo se dedican a agachar la cabeza y a aceptar sin más los incumplimientos. Es por ello por lo que liquidado Pedro Sánchez, arrinconado Pablo Iglesias, y despreciado Rivera, la alternativa en España ni está ni se le espera. No exagero cuando digo que estamos ante la situación más peligrosa que ha vivido el régimen del 78 desde hace cuarenta años. España es ahora mismo un país cuyo sistema de gobierno es de facto un sistema unipartidista. Nuestro país no tiene nada que envidiarle a países como Venezuela o Cuba, donde la alternancia política brilla por su ausencia. Si algo nos ha demostrado Mariano Rajoy es que se puede convertir un país en un sistema unipartidista sin necesidad de ilegalizar partidos políticos contrarios, y sin tener que dar golpes de estado para conseguir dicho objetivo, y esto es verdaderamente gravísimo en un estado que se hace llamar a sí mismo "democrático".
Hace unos días, Pedro J. Ramírez publicó un artículo donde afirmaba que del Felipismo habíamos pasado al Marianismo, pero que Felipe González, independientemente de que gustase más o menos, sí tenía algo de lo que carece Rajoy: un proyecto de país. Y es cierto. Mientras Felipe González, el cuál no es santo de mi devoción, tenía una idea clara de qué es lo que había que hacer con España, aunque esa idea no es precisamente la que yo comparto, Rajoy, en cambio, no tiene ningún proyecto político para con el país, más allá del de mantenerse en la poltrona el tiempo que él vea oportuno y conveniente. Nos encontramos pues en una situación de sistema unipartidista en la que el partido del gobierno, el cuál está imputado por financiacion irregular, no tiene otro objetivo que el de mantenerse al precio que sea en el poder mientras la oposición se acuchilla entre ella y los problemas del país persisten. Pero lo peor de todo no es la situación actual, que ya bastante grave de por sí, lo peor es que nos encontramos ante una situación que va para largo y en la que no existe alternativa alguna al partido actual ni al personaje que lo lidera. Como tampoco hay alternativa a los mediocres lideres politicos que se encuentran en la oposición y que con su bochornosa actitud permiten la grave situación actual de unipartidismo de facto. En octubre del año pasado afirmé que Rajoy podría presentarse en 2020 o incluso en 2024. A día de hoy mantengo esa teoría, e incluso me atrevo a afirmar que en mi opinión Rajoy buscará la reelección en 2028. Sí, puede parecer surrealista, pero recordemos que Rajoy fue delfín de Manuel Fraga mucho antes que de José María Aznar, y Fraga salió de la presidencia de la Xunta de Galicia a los 83 años, y aún así se volvió a presentar y ganó, pero el pacto del PSOE gallego con los nacionalistas hizo que Fraga tuviese que abandonar en 2005 la presidencia de Galicia por la puerta de atrás. Es por ello por lo que no sería de extrañar que Mariano Rajoy fuese candidato con 73 años a la Moncloa y se retirase, si es que se retira, en 2032 tras veinte años en el cargo. El mes que viene se celebrará el congreso nacional del PP en Madrid, donde Rajoy será reelegido de nuevo presidente del PP. Los estatutos del Partido Popular recogen que aquél que es elegido presidente del partido, es automaticamente también candidato a la presidencia del gobierno. Con esto queda ya confirmado que la presidencia del de Pontevedra superará los ocho años. La cuestión ahora es ¿Irá a por los dieciséis años, e incluso a por los veinte para confirmar definitivamente el caudillaje de facto al que está sometido España? De momento Rajoy ya ha convertido el PP en algo parecido al partido comunista de Cuba, la cuestión es si llegará a convertir España en la nueva Cuba gracias a su sistema unipartidista.
En 1998, el ex director del ABC confirmó en una entrevista a la revista tiempo la existencia de la teoría de la conspiración por parte de la prensa para desalojar del gobierno a Felipe González para salvaguardar la democracia en España aunque para ello se rozase la estabilidad del estado. Si para esa situación, que era mucho menos grave que la actual, utilizaron mecanismos poco democráticos para echar del poder al entonces presidente socialista, ¿Qué harán en esta situación en la que se encuentra en grave peligro la escasa o casi nula democracia que tenemos así como la alternancia política en nuestro país? No lo sé, pero sólo los rumores de la creación de un nuevo partido de derechas y la inexistente vuelta de Aznar pueden darnos ya una pista. Lo que sí es seguro es que Mariano Rajoy no es Felipe González, y que hagan lo que hagan desde los medios de descomunicación para acabar políticamente con el pontevedrés, si es que finalmente lo hacen, éste lo aguantará de largo y resistirá todo lo que pueda y más, ya que él es la personificación de "O yo o el caos", y aunque parezca mentira, tiene razón, después de él viene la nada. Por eso resistirá y ganará, como hasta ahora. Personalmente tengo que añadir que sin ser de izquierdas tengo que reconocer que la última oportunidad de alternativa, por muy patetica que esta fuese, sucedió el 20 de diciembre, y concretamente en la fallida investidura de marzo del año pasado de Pedro Sánchez. Todos sabemos cómo acabó aquella investidura. La pinza de Podemos con el PP hizo imposible ese cambio. Con ella desapareció cualquier atisbo de posibilidad de alternancia política en España, seguramente durante varias décadas. Después vino el 26-J y la división del electorado centrista e izquierdista, así como la unificación del voto derechista hizo lo demás. Para finalizar tengo que añadir que en septiembre, cuando Rajoy perdió el debate de investidura, escribí un artículo con el título "Cuenta atrás para no se sabe qué". Hoy puedo confirmar hacia dónde nos llevaba ese camino; hacia el unipartidismo propio de una dictadura bananera.
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