miércoles, 6 de abril de 2016

Tiberio/Rajoy, o la dejación del poder

Después de ver de nuevo la que para mí es la mejor producción de televisión que existe sobre la tierra, me refiero lógicamente a la miniserie "Yo, Claudio", me ha llamado la atención el cierto paralelismo que hay entre el que fue segundo emperador del Imperio Romano, Tiberio Claudio Nerón, más conocido por todo el mundo como Tiberio, y nuestro todavía presidente del gobierno, Mariano Rajoy. Aunque el parecido puede ser un poco exagerado a simple vista, es bastante curioso los detalles de fondo que unen a estos dos hombres cuyas vidas están separadas por 2.000 años de diferencia, y unas circunstancias históricas completamente diferentes.

Tiberio Cesar nunca gozó de la simpatía del pueblo romano y siempre fue considerado por la ciudadanía y por los historiadores como un personaje frío, antipático, y gris. Tras la muerte de Cesar Augusto se convirtió en Emperador de Roma a los 56 años, después de ganar la carrera de una sucesión, que a él no le pertenecía, a otros muchos candidatos a suceder a Augusto que por circunstancias que todavía se desconocen murieron de forma prematura e inesperada. Su forma de gobierno se caracterizó precisamente por no gobernar, lo cuál le valió muchos reproches. Algunos concideran esta actitud a que Tiberio nunca quiso ser emperador, o que cuando lo fue ya habían desaparecido en él sus ambiciones imperiales. Siempre delegó en sus colaboradores la tarea de gobernar. la más sonada es la de Lucio Elio Sejano, prefecto de la Guardia pretoriana, que gobernó Roma mientras Tiberio se retiró a Capri y dejó el Imperio en manos de su prefecto. Una vez que se desmostró la intención de Sejano de dar un golpe de estado para derrocar a Tiberio, éste lo arresta y posteriormente lo ejecuta. Finalmente, y tras ceder el gobierno del Imperio al Senado y dejar por completo las funciones de gobierno para dedicarse a sus placeres y vicios, es asesinado en Capri ante la alegría del pueblo romano al enterarse de la muerte de su viejo e irresponsable emperador.

Algo parecido, salvando las distancias, por supuesto, ocurre en España 2.000 años después. Mariano Rajoy, un tipo que, al igual que Tiberio, es considerado por todos como frío, antipático, y gris, consigue el nombramiento del entonces presidente del gobierno, José María Aznar para ser su sucesor y el candidato a presidente del gobierno, pasando, al igual que el emperador romano, por encima de todos sus rivales. Tras perder contra todo pronostico las elecciones generales y ser durante siete años y medio líder de la oposición, llega al gobierno de España con la misma edad que Tiberio Cesar, 56 años. Su forma de gobernar se ha caracterizado desde diciembre de 2011 hasta el día de hoy por no gobernar. El mayor poder en la toma de decisiones se lo cedió recién llegado al gobierno a su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, la cuál es considerada como la auténtica presidenta de facto en el gobierno, al igual que le sucedió a Tiberio con su prefecto de la guardia, Sejano. En todos estos años Rajoy se ha caracterizado por no dar la cara y ocultarse a la hora de tomar decisiones, Tiberio fue acusado de dejación de poder durante sus veintitrés años de gobierno. Y finalmente al igual que el viejo Cesar, Rajoy nunca ha gozado de la popularidad del pueblo español, debido entre otros muchos motivos, a su dejación de poder y su irresponsabilidad como gobernante.

Este es un pequeño resumen de la vida de estos dos hombres cuya personalidad y formas de gobernar tienen cierto paralelismo. Ambos personajes se caracterizan por ser supervivientes políticos al haber utilizado a sus colaboradores y dejarlos caer cuando la situación así lo requería para salvarse ellos mismos, han sido acusados de relegar su poder en los demás y hacer una dejación irresponsable de sus funciones. La personalidad de ambos es considerada fría por todos, y los dos personajes han sido detestados por los ciudadanos. Aunque el aún presidente Rajoy nunca ocupará el lugar en la historia que ocupa el emperador Tiberio, sí compartirá con él estas pequeñas similitudes que les convierten a ambos en gobernantes rodeados de corrupción, supervivencia política y animadversión, pero sobre todo, de irresponsabilidad y dejación de poder. Unas similitudes que a ningún gobernante le haría mucha ilusión para ser recordado en la historia.

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