sábado, 20 de febrero de 2016

Cuaresma

Tú, que anuncias con cenizas en la frente que ha llegado el momento. Tú, que afirmas que por fin ha llegado la primavera. Tú, que pregonas la llegada del azahar y del incienso. Tú, que confirmas la venida de Dios a esta tierra. Tú, que promulgas la pasión, muerte y resurrección del que perdona los pecados del mundo. Tú, que dices a los cuatro vientos que Jesús dará su vida un año más por la humanidad en las calles de Sevilla. Tú, que predices la penitencia que sólo la ciudad de María puede llevar con Gran Poder y Esperanza a la vez. Tú, que haces sentir más cerca que nunca la Fe en Aquél que está sentado a la diestra del Padre. Tú, que nos indicas que la madre de Dios volverá a recorrer con sevillanía y melancolía bajo palio el cielo de esta bendita ciudad que lleva su nombre. Tú, que nos recuerdas ese escalofrío que se siente al saber que sólo quedan 40 días para que los rezos lleguen a través de las saetas. Tú, que nos descubres esos ensayos llenos de ilusión de costaleros y bandas de cornetas y tambores que volverán a emocionar a este pueblo otra vez. Tú, que nos preparas para entregar lo mejor de nosotros mismo durante una semana a Dios y a Aquella que lo concibió por el Espíritu Santo. Tú, que nos evocas que el paso guiado por la voz del capataz ya está mas cerca del dintel de la puerta. Tú, que anticipas los inminentes sentimientos que aflorarán durante una semana por la ciudad del Guadalquivir con esa enigmática fusión de alegrías y de penas. Tú, Cuaresma, sólo ésto puedes hacerlo Tú...

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