En marzo de este año escribí una entrada acerca de lo que por entonces ya era un secreto a voces y hoy es un hecho contrastado: la presidencia en la sombra que ejerce desde hace unos años el ex presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sobre el actual presidente del gobierno oficial o, dicho coloquialmente, el actual presidente de paja, Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Una relación, la de ambos, que ha ido in crescendo conforme han ido transcurriendo los años y que actualmente se encuentra en su punto álgido.
A finales de julio, el periodista Jesús Cacho escribió un artículo en su medio digital, Vox Populi, titulado "El español más peligroso". En dicho artículo se narraba la forma en la que, según Cacho, Zapatero ha vuelto al poder, aunque por la puerta de atrás y sin hacer ruido. En dicho artículo se cuenta cómo en 2021, Zapatero aún no tenía acceso a Moncloa ni a Sánchez, ya que la relación entre ellos era aún fría y distante. Conviene recordar que cuando Pedro Sánchez gana las primarias de 2014 frente a Eduardo Madina, este último era el protegido y discípulo de Zapatero, además de uno de sus hombres de confianza y candidato potente para sucederle, con la bendición del ex presidente, al frente del liderazgo del PSOE.
Sánchez, por el contrario, estaba en aquella época intentando marcar todas las diferencias posibles con Zapatero. Le criticaba por su gestión durante la crisis económica, los recortes realizados por su predecesor en mayo de 2010, así como la decisión del ex presidente de reformar el polémico artículo 135 de la Constitución en agosto de 2011, como también criticaba el indulto que Zapatero, en uno de sus últimos consejos de ministros como presidente en funciones, le otorgó al entonces vicepresidente del Banco Santander, Alfredo Sáenz.
Todos sabemos, por otra parte, que aquellas primarias fueron más que la elección interna de un secretario general del PSOE. Era una operación de Estado donde estaban implicados el gobierno de Mariano Rajoy con sus medios afines, los cuales adulaban al "moderado Sánchez" frente al "extremista Madina" y por otro lado estaba la entonces presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, la cual usó a Sánchez como peón para promocionar al máximo su candidatura y lograr que éste ocupase la secretaría general del PSOE mientras ella se asentaba como baronesa en Andalucía para pegar el salto a Madrid cuando lo estimase oportuno y darle la patada en el culo a Sánchez (lo cual parece ser que era el pacto que, con matices, ambos habían suscrito).
Finalmente, Sánchez salió elegido líder del PSOE y de esa forma se evitaba que el zapaterismo encarnado por Madina regresase el poder en el socialismo español. Pero he aquí que entramos en la subestimación de Sánchez y de su ilimitada ambición. Sánchez decide seguirle la corriente a Díaz y se apoya en los medios conservadores de Rajoy para presentarse como un líder provisional y una persona moderada, pero realmente su objetivo era el de desplazar a todos sus rivales (Díaz la primera) y perpetuarse primero en el liderazgo del PSOE para posteriormente dar el paso al gobierno de España, situación en la que nos encontramos ahora.
Ahora bien ¿Qué tiene esto que ver con lo narrado anteriormente sobre la relación entre Zapatero y Sánchez? Bastante. Tras su llegada al frente del PSOE e incluso tras la llegada de Sánchez al poder en 2018, Zapatero aún sigue siendo un apestado dentro del partido, aunque por otro lado tenía unas excelentes relaciones con los dirigentes de Podemos: Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Iñigo Errejón, etc. Zapatero tenía la confianza de los podemitas, pero no de su sucesor en el PSOE, Pedro Sánchez.
Es entonces cuando, según Jesús Cacho, tras ser nombrado Ábalos ministro de Industria, éste le pide a su predecesor socialista en dicho ministerio, José Blanco (zapaterista hasta la médula) que le recomiende nombres para hacerse con un equipo de confianza en el ministerio. Blanco, y por ende Zapatero, le recomiendan el equipo con el que Blanco trabajó en su momento (por cierto, la mayoría de ellos imputados en el actual caso Koldo). ¿El motivo? tener una red influyente de espías con la que Zapatero podía, por el momento, hacerse cargo sin levantar sospechas del ministerio de Industria y controlar además las actividades de Ábalos.
En 2021, cuando Sánchez decide realizar una profunda remodelación de ministros, Ábalos suena, según Cacho, como posible ministro de Defensa. De esta forma, la entonces y actual ministra de Defensa, Margarita Robles, afín a Zapatero y por lo tanto peona igualmente del ex presidente para tener él acceso a Defensa (y con ello al CNI), habría tenido que salir por la puerta de atrás, perdiendo con ello Zapatero su control sobre dicho ministerio. Un ministerio que controlaba junto con otros dos: Industria (como consecuencia del personal de José Blanco en el equipo de confianza de Ábalos) e Interior, donde Fernando Grande-Marlaska, afin igualmente a Zapatero, era el peón del ex presidente a la hora de maniobrar en las decisiones del mencionado ministerio y de esta forma, controlar a su vez las denominadas "Cloacas del Estado" gracias a uno de los hombres de confianza de Marlaska, el cual lo fue a su vez del propio Zapatero cuando éste gobernaba: un sujeto llamado Segundo Martínez.
Pero volviendo a Ábalos, es en ese momento cuando, según cuenta Cacho, la noche antes de anunciar Sánchez su remodelación, Zapatero le envía al presidente información perjudicial sobre Ábalos con el fin de acabar políticamente con él y a la misma vez, ganarse por fin la confianza y el favor del jefe del gobierno. El efecto es inmediato: Sánchez cesa al día siguiente a Ábalos como ministro y Zapatero se gana de un plumazo la confianza del Sánchez, hasta entonces reticente con él. Con ello se inicia, como diría Humphrey Bogart a Claude Rains en el final de Casablanca "el comienzo de una hermosa amistad".
Una amistad que va en aumento en 2022 y, sobre todo, en 2023, cuando Sánchez comienza a pasear al ex presidente en los mítines de las elecciones autonómicas y municipales de mayo y, dos meses después, en las elecciones generales de julio. Siempre se ha dicho que Sánchez le debe aquella derrota convertida en victoria (perdió pero pudo formar gobierno al no tener el PP de Feijóo ni VOX mayoría para desalojarlo) y con su actual permanencia en el poder al propio Zapatero y a su empeño personal en inmiscuirse en la campaña, como si él mismo y no Sánchez fuese de nuevo el candidato a la presidencia.
Pero obviamente, las intenciones de Zapatero con respecto a Sánchez estaban lejos de ser nobles (algo normal viniendo de tan siniestro, oscuro y vil personaje). Desde que se produce el acercamiento progresivo, y con ello el comienzo y desarrollo de la amistad entre presidente y ex presidente, la influencia de Zapatero sobre Sánchez comienza a ser cada vez más notable. Tras él se encuentran las últimas decisiones aprobadas por Sánchez en esta legislatura: la amnistía, las cesiones cada vez más extremas de Sánchez a los independentistas catalanes y vascos, así como a los etarras de Bildu, la postura cada vez más tibia de España con respecto a Venezuela, así como el acercamiento progresivo a China y el alejamiento y deterioro de las relaciones entre España y Estados Unidos.
Una cuestión, la del acercamiento de España a China (actualmente el principal enemigo comercial de EEUU) a través de su asociación con la empresa Huawei (vetada por Estados Unidos y la Unión Europea), la cual nos está costando cada vez más enemigos fuera del país. Estados Unidos, por el momento, ya tiene bajo sospecha a España, así como al propio Sánchez e incluso a Zapatero por estos movimientos, y está investigando las estrechas relaciones e intenciones ocultas que, a través de Huawei, unen a España con China.
Unas relaciones que, casualmente, se iniciaron de forma discreta con Zapatero en la Moncloa hace veinte años pero que ahora se han intensificado, dando paso, según muchos, a una red de corrupción a gran escala y a unos intereses económicos y comerciales cuyo alcance desconocemos. Cabe añadir que precisamente uno de los hombres fuertes en España que tienen un alto cargo en Huawei es precisamente el anteriormente citado Segundo Martínez, hombre de confianza de Zapatero. Blanco y en botella.
Lo mismo sucede con Venezuela, donde la UCO ya está investigando también al propio Zapatero y sus relaciones con el régimen de Chavez y Maduro, además de con otros países hispanoamericanos, especialmente República Dominicana, donde los continuos viajes de Sánchez y de Zapatero a dicho país corroboran la teoría de que algo muy grave, turbio y delicado en términos de cuentas bancarias y desvíos de millones hay en Santo Domingo. Asuntos todos ellos que el presidente de paja y el presidente en la sombra manejan con sumo cuidado.
El mismo cuidado con el que, como acabo de añadir antes, maneja Zapatero sus intercesiones en favor del gobierno de Maduro ante los organismos internacionales y en los que Sánchez juega, como presidente oficial que es, un papel igualmente esencial. Parece ser que no todo lo que une a Sánchez, Zapatero y Venezuela son Delcy Rodríguez y el famoso viaje de la vicepresidenta venezolana a España junto con las polémicas maletas que ésta trajo de Caracas a Madrid no se limitan solo a cuestiones económicas, sino incluso a otro tipo de cuestiones mucho más graves, como algunos medios están apuntando ya y que, según afirman, puede salir en los próximos meses.
Volviendo a la relación de Sánchez con Zapatero, cabe añadir que la amistad y complicidad entre ellos es tal que el ex presidente ha pasado, al igual que el actual jefe del gobierno, las vacaciones en Lanzarote (lo lleva haciendo desde hace años), siéndole adjudicado más de una decena de agentes de seguridad por parte del gobierno para que lo protejan durante sus vacaciones (esto no ocurre con otros ex presidentes, como por ejemplo Rajoy) y ha visitado el palacete de la Mareta (donde él propio Zapatero veraneaba como presidente) para planificar junto a Sánchez la estrategia a seguir una vez que tras el verano comiencen a salir de nuevo, como todos apuntan, nuevas y graves informaciones sobre la corrupción que acecha al PSOE, a Pedro Sánchez, a su familia, e incluso a Zapatero y su entorno familiar.
Es obvio que Zapatero no solo está en el nucleo más duro e íntimo de Sánchez, sino que es el propio ex presidente el que susurra a los oídos del actual jefe del ejecutivo las decisiones que hay que tomar. Esto refuerza la idea de que Zapatero es el auténtico presidente del gobierno, mientras Sánchez es solo un sinvergüenza cuyo único objetivo es el de permanecer en el poder a toda costa.
Esto refuerza también una teoría que llevo años manteniendo pero que conforme pasa el tiempo se hace cada vez más evidente: el verdadero cerebro del cambio político, social, económico, cultural e incluso moral que lleva viviendo España desde hace dos décadas es Zapatero, no Sánchez. Si Sánchez mañana se quedase sin los votos de Sumar, Podemos, Junts, Bildu, ERC, PNV, etc, y su permanencia en el poder estuviese en manos del PP o de VOX a cambio de implantar las medidas que los de Feijóo o los de Abascal le imponiesen como condición sine quan non para seguir en Moncloa, Sánchez las aceptaría encantado.
¿Qué quiero decir con todo esto? Pues que Sánchez, a pesar de ser uno de los discípulos aventajados de Zapatero, es un sujeto que está dispuesto a aprobar una cosa hoy y mañana la contraria con tal de seguir en un cargo el cual cree que le pertenece por derecho propio. Es, en definitiva, un sujeto sin ideología ni principio alguno, aunque como es obvio, su tendencia ideológica se incline hacia la izquierda. Zapatero, por el contrario, es un sujeto igual o incluso más peligroso que el propio Sánchez, ya que los consejos y la influencia que ejerce sobre Sánchez es fruto de una cuestión puramente ideológica.
¿Quién si no es el que viaja periódicamente a Waterloo para negociar con Puigdemont (con la autorización de Sánchez) y le ofrece lo inmaginable (algunos hablan ya incluso de un futuro referéndum independentista pactado) con tal de que Junts no le retire el apoyo al PSOE? Eso no lo hace alguien que, como ya vimos en su periodo de gobierno, actúa por intereses de supervivencia política, como es el caso de Sánchez, sino de alguien que actúa por intereses puramente ideológicos y cree firmemente que este es el camino que España debe seguir emprendiendo desde que ese denominado "cambio tranquilo" (Zapatero dixit) comenzase a andar en 2004.
Estamos pues ante uno de los peores escenarios posibles. Un escenario en el que el actual presidente del gobierno considera que todo pasa por su mantenimiento en el poder a cualquier precio, ya que su destino es el de vivir como Dios en la Moncloa, disfrutar de los lujos que le otorga el poder y malversar de forma vitalicia desde un cargo que, según él, está hecho exclusivamente para él. Por otro lado tenemos al verdadero instigador ideológico, cerebro de este escenario y verdadero gobernante del país, el cual no necesita figurar de nuevo bajo ningún cargo, ya que el mejor poder es el que de forma oficial no se vislumbra pero que se ejerce de forma absoluta en las sombras. Un poder en la sombra donde también hay malversaciones y redes clientelares, pero que pasa más desapercibido frente a aquél que en apariencia sí tiene el poder oficialmente.
El caso de Zapatero es pues el más maquiavélico, sorprendente e inteligente de todos los ex presidentes del gobierno que ha tenido España, ya que ninguno consiguió, ni por la puerta delantera ni trasera, volver al poder. Adolfo Suárez dimitió en 1981, y aunque intentó varias veces volver al poder con el CDS (se dice que su dimisión en 1981 fue una estrategia para retirarse provisionalmente para volver posteriormente con más fuerza como candidato a la Moncloa), los resultados electorales demostraron que su tiempo ya había pasado. De Leopoldo Calvo Sotelo poco se puede decir, ya que tras su breve paso por el poder y su humillante salida del gobierno, jamás volvió ni siquiera a volver a la política activa (se dice de hecho que tampoco tenía grandes ambiciones de ser presidente cuando la UCD lo eligió como candidato para suceder a Suárez).
Felipe González intentó mantenerse en la primera línea, e incluso muchos consideraban que tras la débil victoria de Aznar en 1996, su regreso a la Moncloa se produciría más pronto que tarde. En 1997, y tras comprobar cómo CIU mantenía su apoyo a Aznar, decidió para sorpresa de todos abandonar la política y con ello cualquier posibilidad de volver al poder, no teniendo luego o bien ambición o bien posibilidad de influir sobre Zapatero cuando éste ganó contra todo pronóstico en 2004 tras los atentados del 11-M. Aznar sí tuvo, o al menos eso se ha dicho siempre, de mantener la influencia y con ello el poder tras designar a Rajoy como su sucesor en la Moncloa.
El 11-M y la salida abrupta del PP del gobierno desechó cualquier posibilidad en aquel entonces, y solo cuando Rajoy consiguió finalmente llegar al poder en 2011, Aznar hizo un intento de influir en las decisiones de su sucesor, pero tras siete años en la oposición y varios desencuentros con Aznar, Rajoy consideraba que ya nada le debía a Aznar y que todo se lo había ganado gracias a él mismo, difuminando absolutamente cualquier intento de Aznar de gobernar en la sombra. Rajoy, tras su salida del gobierno en 2018 y su desgaste durante sus años en el poder, ha demostrado no tener ninguna ambición, ni interés ni deseo en volver, ya sea oficialmente o desde la sombra. Veremos a ver, si Feijóo llega a la Moncloa (escenario que dudo) si Aznar intentará influir en sus decisiones o si por el contrario será Rajoy quien lo consiga debido a la larga amistad que existe desde hace décadas entre los dos gallegos.
Zapatero, por el contrario, habiendo sido de lejos el peor presidente que ha tenido España (un "honor" que se juega con Sánchez de forma muy ajustada), y tras ser uno de los jefes de gobierno más divisivos e ideológicos que ha tenido este país, ha sido por el contrario el que de forma más fría, inteligente, calculada y maquiavélica (con razón el periodista José García Abad escribió en 2010 un libro sobre él titulado "El maquiavélico de León) ha vuelto al poder, aunque sea desde la sombra. Se dice que no le gusta que su nombre esté saliendo tanto a la palestra últimamente, ya que ello confirma que es él quien verdaderamente mueve los hilos en Moncloa.
Aún así, y según se ha comentado en otro artículo publicado igualmente en el medio digital Voz Populi titulado "El zapatero tuerto de Feijóo", Zapatero ya está maquinando la estrategia de ir a las elecciones generales de 2027 en una apuesta final donde la izquierda se presente unificada en un Frente Popular 2.0 frente a la "ultraderecha" representada por el PP y VOX. Ya saben aquello que dijo cuando los micrófonos le captaron siendo aún presidente en 2008 "nos conviene que haya tensión y dramatizar". Todo un Maquiavelo del siglo XXI.
En definitiva, España tiene, o padece, mejor dicho, dos presidentes nefastos, ruínes y maliciosos; el primero, un ideólogo repleto de odio, el cual considera que no finalizó su trabajo de división y rencor cuando dejó el gobierno y está más decidido que nunca a rematar esa faena, y el segundo un amoral sin escrúpulos cuyo único objetivo es el de permanecer en el poder a toda costa junto a su familia, la misma que está siendo investigada por los Tribunales y la UCO.
Un escenario, el de esta co-presidencia, en la que muchos ya hablan claramente de lo que antes era una suposición cuando se hablaba del caso Koldo y la corrupción que acorrala al PSOE: ¿Quién es realmente el denominado "número 1"? Todos dieron por hecho, como es obvio, que se trataba de Pedro Sánchez; pero cada vez existen más voces que apuntan a que ese "número 1" no sea el actual presidente sino su predecesor y actual presidente en la sombra: José Luis Rodríguez Zapatero.
Un Zapatero el cual, según comentó Jesús Cacho en el artículo al que he hecho referencia al comienzo de la entrada, ya está diseñando el escenario post-Sánchez, en caso de que el presidente de paja caiga tarde o temprano. El ex presidente controla todos los escenarios y entre ellos se incluye también el de organizar y designar desde la sombra al sucesor de Sánchez, con el objetivo de seguir liderando desde la sombra el partido y, por ende, el gobierno.
Algunos aseguran ya que Zapatero, ante el temor de lo que pueda salir sobre Sánchez en los próximos meses, está trabajando ya con la idea de convencer o incluso de forzar la dimisión del todavía presidente, con el objetivo de poner como nuevo líder del PSOE y próximo jefe del gobierno a Salvador Illa, con el cual el ex presidente también tiene una muy buena relación.
Todo ello, por supuesto, sin pasar por las urnas y con el objetivo de aguantar como mínimo hasta 2027. Luego, ya se verá qué pasos se tomará con tal de permanecer en el poder a cualquier precio. Con razón, y visto lo que estamos presenciando, no es en absoluto descartable que, como ha afirmado Cacho en su artículo, la propia CIA considere lo que yo y otros muchos vemos claramente: que Zapatero, y no Sánchez, es el verdadero presidente.
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