martes, 8 de abril de 2025

Thatcher-Major: la época dorada de los tories


Hace unos días escribí una entrada acerca de uno de los dúos de la política británica más relevantes de las últimas décadas, como fue el caso de los laboristas Tony Blair y Gordon Brown. Creo que es de recibo que tras haber hablado largo y tendido sobre estos dos personajes, hiciese también lo mismo con los dos previos que ocuparon el 10 de Downing Street entre 1979 y 1997: Margaret Thatcher y John Major.

Es curioso que perteneciendo ambos a familias de clase humilde y trabajadora, tanto Thatcher como Major se afliasen y acabasen convirtiendo en los líderes del Partido Conservador británico, ese partido que se ha caracterizo, entre otras cosas, por ser el representante de las clases altas en la sociedad británica. Afortunadamente, la clase social a la que pertenece uno no es equivalente a la ideología que uno pueda tener cuando comienzas a interesarte por la política. De eso Thatcher y Major sabían bastante, por eso ambos pasaron de ser hijos de un tendero (caso de Thatcher) y de un trapecista (caso de Major), a convertirse en líderes de sus respectivos partidos y posteriormente en primeros ministro del Reino Unido.

En el caso de Margaret Thatcher, ésta ya tenía experiencia en el gobierno antes de asumir la jefatura del ejecutivo británico. Fue ministra de educación en el gobierno de Edward Heath, periodo en el que ya fue polémica al retirar la leche en los colégios y a reducir el gasto público en educación. Sin embargo, y tras perder Heath las elecciones de 1974 y con ello el gobierno, Thatcher se presentó contra éste para competir por el liderazgo del Partido Conservador, ganando finalmente las elecciones internas y convirtiéndose pues en líder de los tories y de la oposición. 

En 1979, y tras las elecciones generales celebradas el 3 de mayo de 1979, Thatcher obtuvo una victoria histórica. De esta forma, los tories obtuvieron una mayoría amplia, la cual les permitió poner "patas arriba" el sistema político, económico y social en Reino Unido. Una vez en el poder, y junto con su gran aliado internacional, el presidente estadounidense Ronald Reagan, Thatcher y él comenzaron lo que se ha venido denominando "la revolución neoliberal de los 80". 

La política de Thatcher se definió de forma clara al aprobar medidas donde se reducía drásticamente el gasto público, se bajaban impuestos, se privatizaba de forma progresiva empresas estatales y se reducía a su vez el poder de los sindicatos. Esto le valió para siempre el apodo de "la dama de hierro", el cual se confirmaría posteriormente tras la guerra de las Malvinas, y le costó a su vez masivas manifestaciones, huelgas y protestas por parte de la clase trabajadora, la cual veía en Thatcher a su principal enemiga, siendo irónicamente ésta perteneciente a dicha clase social. De esta forma, para los trabajadores, Thatcher era una traidora a su propia clase. 

De hecho su popularidad se vio afectada en este contexto. Así fue hasta que Thatcher anuncia en abril de 1982 una de las decisiones más relevantes en sus once años de mandato: su decisión de recuperar las Islas Malvinas, iniciando a su vez una guerra con Argentina en la lucha por dichas islas. Esta guerra, la cual duraría dos meses y acabó costando la vida de 255 soldados británicos y 649 soldados argentinos, supuso finalmente una victoria arrolladora de Reino Unido, la cual pudo recuperar las Malvinas y con ello el status de territorio británico de ultramar. Tras la victoria, Thatcher presidió el desfile militar en Londres de las tropas, como si de la comandante en jefe de las Fuerzas Armadas británica se tratase, una función que constitucionalmente le correspondía a la reina Isabel II. 

Tras la victoria en las Malvinas, Thatcher recuperó gran parte de su apoyo social y al año siguiente, en mayo de 1983 concretamente, salió reelegida nuevamente y de forma mayoritaria como primera ministra del país. Tras su reelección, en 1984, fue víctima de un atentado terrorista en Brighton por parte del IRA, mientras los tories estaban celebrando allí su congreso. Un atentado del cual salió ilesa junto a su marido, Denis Thatcher, y que tuvo lugar después de que Thatcher fuese firme y decidida cuando determinados miembros del IRA anunciaron una huelga de hambre. Una huelga que provocó la muerte de diez de sus miembros, lo cual corroboraba la personalidad fuerte e inquebrantable de Thatcher. 

Ya en mayo de 1987 y tras cuatro años de su segundo mandato (al igual que Blair, Thatcher siempre convocó elecciones a los cuatro años), la dama de hierro era reelegida de forma mayoritaria por tercera vez consecutiva. Un hito histórico (ganar tres elecciones generales de forma consecutiva y mayoritaria) que solo compartió con Tony Blair cuando éste ganó, como ya comente en la entrada sobre sus años, tres elecciones generales consecutivas y de forma mayoritaria: las de 1997, las de 2001 y las de 2005. 

Sin embargo, el tercer y último mandato de Thatcher estuvo marcado por divisiones internas dentro del partido, el cual fue creciendo a medida que los conservadores iban perdiendo apoyo electoral y el autoritarismo de Thatcher a la hora de gobernar se acrecentaba cada vez más. Ya en 1990, los laboristas comenzaron a despuntar claramente en las encuestas, lo cual aumentó la preocupación entre los tories y provocó una crisis interna cada vez más sonada en los siguientes meses, la cual culminaría con la salida forzada y precipitada de Thatcher de Downing Street en noviembre de aquel mismo año. 

Entre 1989 y 1990 se produce la entrada en vigor del famoso impuesto "poll tax", el cual obligaba a los habitantes de los municipios a pagar la misma cantidad económica con independencia de la renta de los habitantes y de su clase social. Esta medida, hipócrita por parte de una liberal como Thatcher, como así mismo se definía ella, provocó una oleada de protestas, las cuales tuvieron como culmen la manifestación celebrada en Londres, donde más de trescientas personas fueron detenidas y otras cien fueron lesionadas. 

A la misma vez, la dimisión del que hasta entonces había sido su mano derecha desde 1979, Geoffrey Howe, supuso uno de los golpes más duros para Thatcher en aquel momento tan convulso para ella. Pero aquí no quedó la historia, ya que tras su dimisión, el propio Howe arremetió duramente delante de la propia Thatcher en un discurso en la Cámara de los Comunes. En dicho discurso, se confirmó que Howe había dimitido por fuertes discrepancias con Thatcher sobre la Unión Europea y el futuro del euro, así como de la integración o no del Reino Unido en la moneda única. Thatcher, que defendía una postura claramente euroescéptica, chocó abiertamente con su número dos, el cual era más favorable a una apertura hacia Europa, motivo por el que éste decide abandonar el gobierno.

Pero el punto y final a la época de Thatcher se produce justo después de esta dimisión, ya que uno de los rivales internos de la dama de hierro, Michael Heseltine, anuncia su decisión de disputarle a Thatcher el liderazgo del Partido Conservador. Esta decisión, en medio de aquel escenario tan adverso para ella, supone su tumba política. Días después, Thatcher gana las elecciones internas frente a Heseltine, pero no con mayoría absoluta. De esta forma, la primera ministra debía enfrentarse a una segunda vuelta en la que aseguraba que daría la batalla. 

El problema surge cuando después de este anuncio, sus ministros le instan a que abandone la lucha y dimita, ya que no creen que podría ganar esta segunda vuelta. Thatcher, al ver cómo todo su gobierno y sus hasta entonces más estrechos colaboradores le dan la espalda en su momento más decisivo (Thatcher siempre quedó traumatizada por su salida del poder, la cual consideró toda una traición por parte de los suyos), decide muy a su pesar tirar la toalla y dimitir como primera ministra y líder del partido el 28 de noviembre de 1990, tras once años y medio en el cargo. 

Antes de su recordada salida entre lágrimas de Downing Street por parte de la dama de hierro, Thatcher decide apoyar a su hasta entonces ministro de economía, John Major, como su sucesor al frente del Partido Conservador y de la jefatura del gobierno británico en la segunda vuelta que ella misma debía haber liderado contra Heseltine. Una segunda vuelta que se celebró el 27 de noviembre de 1990 y por la cual Major acabó imponiéndose a Heseltine. De esta forma, la dimisión de Thatcher se hizo efectiva al día siguiente, y con ello la llegada de John Major. Aquí comienza la segunda parte de esta historia, la cual lideraría Major en medio de escándalos, traiciones y desgaste absoluto por parte de los tories, el cual tendría su fin en mayo de 1997, tras dieciocho años ininterrumpidos de gobierno conservador.

Major llega a Downing Street tras la retirada de Thatcher en 1990 y decide seguir con las políticas de ésta pero moderando considerablemente su postura. Tras apoyar a George W. H. Bush (Bush padre) en la guerra del Golfo en 1991, decide apostar por una mayor integración en la Unión Europea (todo lo contrario de lo que defendía Thatcher), hasta el punto de entrar en el Mecanismo Europeo de Cambio y firmar el Tratado de Maastricht en febrero de 1992, aunque sin entrar en el euro. 

En noviembre de 1990, justo cuando se produjo el relevo entre Thatcher y Major, Reino Unido entró en recesión y en septiembre de 1992 se produce el denominado "miércoles negro", donde Major retira tras solo dos años a Reino Unido del Mecanismo Europeo de Cambio tras una serie de presiones y especulaciones financieras, lideradas entre otros por el sionista George Soros, lo cual unido a la debilidad de la libra, a la política económica de Major y a la recesión de 1990, produjo finalmente este desenlace, dándole de esta forma la razón a Thatcher, la cual siempre fue reacia a entrar en el Mecanismo Europeo de Cambio.

Pero poco antes de aquello, en mayo de 1992, y agotando la legislatura de cinco años por primera vez desde 1979, Major gana de forma inesperada las elecciones generales de aquel año. Unas elecciones en las que los laboristas partían con una ligera ventaja, aunque no muy amplia. De esta forma, Major consiguió darle la vuelta a las encuestas y ganar de forma mayoritaria unas elecciones en las que todo el mundo daba ya por hecho el regreso de los laboristas al poder. Ese regreso debío esperar hasta 1997, ya con Tony Blair al frente del partido. La victoria de Major fue a su vez su tumba política, algo que el primer ministro tardaría en tomar consciencia. 

A partir de su victoria en 1992, los escándalos tanto de corrupción como incluso de índole sexual en el Partido Conservador fueron una constante dentro de la actualidad política británica. Mientras los escándalos aumentaban sin cesar, las encuestas comenzaron a reflejar la caída vertiginosa de Major en las encuestas y la subida imparable de los laboristas, sobre todo tras la llegada de Tony Blair al liderazgo del partido. Los escándalos que salpicaron en aquellos años a la Monarquía británica tampoco ayudaron a apaciguar la situación nacional, la cual vivía atónita cómo los escándalos afectaban a todas las principales instituciones del país. Los 90 fueron pues una de las décadas más convulsas y tensas que se han vivido en la política británica en las últimas décadas... hasta que llegó el Brexit, obviamente. 

En medio de aquel caos, y tras perder de forma clamorosa las elecciones europeas en junio de 1994 y las elecciones locales, Major anuncia en junio de 1995 su dimisión como líder conservador, en un intento por recuperar una situación que practicamente ya se le había ido de las manos. Aun así, y para sorpresa de todos, no hubo un candidato altamente destacado que le pudiese hacer frente a esa elección interna, de forma que, pese a todo, Major volvió a salir reelegido líder del partido. Tras esta decisión, apostaría por aguantar los dos últimos años que le restaban de mandato, hasta mayo de 1997, creyendo de forma absurda que quizás podría darle la vuelta a las encuestas, tal y como le sucedió en mayo de 1992. Lo que Major no era aun consciente es que la grave situación que se estaba viviendo en aquel entonces en Reino Unido hacía imposible una nueva victoria por parte de los tories. 

En lo que respecta a Irlanda del Norte, Major fue una pieza clave en lo que sería el inicio de las conversaciones que darían lugar posteriormente a los Acuerdos del Viernes Santo que finalmente firmó Blair en abril de 1998. Al mismo tiempo, el IRA anunció en 1994 un alto el fuego, el cual se rompió finalmente en 1996. Cabe añadir que, al igual que Thatcher, el propio Major y su gabinete sufrieron en Downing Street un atentado terrorista en 1991, del cual salieron ilesos, mientras el gobierno estaba reunido por la guerra del Golfo. 

Finalmente, tras cinco años interminables de escándalos, corrupción y desgaste político, Major convoco finalmente elecciones generales para el 1 de mayo de 1997. Todas las encuestas daban a los laboristas de Blair una victoria histórica, como así sucedió finalmente. Major, a pesar de intentar hasta última hora por luchar por una victoria o al menos por una derrota mínimamente decente, sufrió una de las derrotas electorales más clamorosas de la historia reciente británica, solo superada por la sufrida igualmente por los tories en julio de de 2024. De esta forma, al día siguiente presentó oficialmente su dimisión a la reina Isabel II, dando comienzo a la larga era de Tony Blair y posteriormente a la breve era de Gordon Brown, como ya escribí hace unos días. De esta forma, y tras casi siete años en el gobierno, John Major puso fin a su paso por la jefatura del gobierno británico y con ello a casi veinte años de gobiernos tories. 

El caso de Thatcher y de Major es sorprendentemente muy parecido, al menos en mi opinión, de lo que posteriormente sucedería con los laboristas Blair y Brown. Mientras Thatcher cosechó los mejores resultados y "reinó" durante la época dorada del denominado thatcherismo, Major por su parte heredó un gobierno que ya estaba en un proceso de desgaste considerable. Aun así, Major, a diferencia de Brown, consiguió después de solo dos años al frente del gobierno remontar en las encuestas y ganar unas inesperadas elecciones en 1992, algo que el laborista escocés no llegó a conseguir después de tres años en Downing Street. 

Thatcher, por su parte, fue odiada y admirada a partes iguales, un fenómeno similar al que vivió Blair en sus años de gobierno. Ambos se llevaron los mejores años en los que su partido estuvo en el gobierno y dejaron el cargo en un momento en el que el desgaste político y personal de ambos eran ya claramente visibles. A pesar de ello, mientras Thatcher fue traicionada por los suyos y forzada a irse en cuestión de días, lo cual le marcó para el resto de su vida, Blair administró él solo los tiempos y, a pesar de las luchas internas y las presiones de Brown para que abandonase ya el cargo y le cediese el testigo, lo hizo finalmente cuando él lo creyó conveniente. 

En lo que respecta a Thatcher debo decir que su relación con la reina Isabel II siempre fue motivo de debate, algo que también se comentó aunque en menor medida en la relación entre la monarca y Tony Blair en algunos momentos de su gobierno. Es ampliamente conocido que la reina y la primera ministra, a pesar de ser respetuosas la una con la otra y formar parte de la misma generación (Isabel II nació en 1926 y Margaret Thatcher en 1925), tenían una relación fría, tensa y distante en donde la monarca discrepaba de muchas de las políticas que la dama de hierro aplicaba en Reino Unido. 

De hecho la famosa publicación que "The Sunday Times" publicó en 1986 (un suceso que aparece de hecho en la serie "The Crown") acerca de las opiniones que Isabel II y su círculo más cercano tenían de la propia Thatcher hizo que su relación no fuese, precisamente, a mejor. También el hecho de que Thatcher fuese una mujer de clase trabajadora, la cual aprendió de su padre el esfuerzo, la tenacidad y el mérito propio, e Isabel II una mujer que representaba toda una institución como la Monarquía, que tiene su base en la herencia y no en el mérito, hacía que, pese a su perfil monárquico, la actitud de la primera ministra hacia la reina no fuese todo lo cortés que se podía esperar en las relaciones entre las dos figuras políticas más importantes de Reino Unido.

Por no hablar de los desacuerdos que hubo entre la propia reina y la dama de hierro cuando se produjo el "apartheid" en Sudáfrica en 1985, cuando Isabel II, como jefa de la Mancomunidad de la Commonwealth, era partidaria de las sanciones a Sudáfrica mientras que Thatcher se negó en rotundo a apoyar por parte de Reino Unido dichas sanciones, ganándole finalmente el pulso la primera ministra a la reina. Aun así, y a pesar de las difíciles relaciones y desencuentros entre ambas, la propia Isabel II asistió al funeral de despedida de Margaret Thatcher cuando ésta falleció en abril de 2013. Un gesto que la reina solo tuvo con otro primer ministro bajo su reinado: el sobrevalorado Winston Churchill. 

Major, por su parte, tuvo una mejor relación con la reina, aunque los escándalos de la Monarquía durante su mandato fueron uno de los escollos a los que el primer ministro tuvo que hacer frente en medio del clima irrespirable de controversias que se vivía en Reino Unido durante la década de los 90. De hecho, tras el famoso incendio del Windsor en noviembre de 1992, el gobierno de Major y la Casa Real británica llegaron a un acuerdo por el que la Monarquía comenzaría a pagar impuestos. Un hecho hasta entonces sin precedentes en la Corona británica. 

Dicho esto, y en lo que respecta a John Major, debo hacer al igual que en la entrada sobre Blair y Brown una digresión para comentar un hecho que a mí personalmente me llama la atención sobre Major, como es el paralelismo del final de su gobierno con el que simultanemanete se vivía aquí en España durante los últimos años de Felipe González. Y es que mientras en Reino Unido se vivían escándalos de corrupción, escándalos sexuales, crisis internas dentro de los tories, intentos sin éxito dentro del partido para sustituir a Major y un desgaste político considerable, aquí en nuestro país se vivió una situación bastante parecida con el último gobierno felipista, donde los escándalos de corrupción (Filesa, Roldán, Mariano Rubio, etc), sumado a los escándalos políticos como fue el de las escuchas del CESID y/o el de los GAL, así como el desgaste evidente de casi década y media de gobierno de Felipe González, hace que este paralelismo sea, al menos en mi opinión, bastante llamativo. 

En el caso de John Major, como acabo de comentar, esos escándalos y ese desgaste acabó costándole una derrota aplastante en 1997 frente a Tony Blair, mientras que aquí en España, Felipe González perdió las elecciones generales de 1996 (solo un año antes de la derrota de Major) contra José María Aznar, pero en este caso por un estrecho margen, en contra de lo que vaticinaban todas las encuestas, que auguraban una victoria aplastante de Aznar en dichos comicios. Tanto Felipe González como John Major, los cuales apenas se llevaban un año de diferencia (González nació en 1942 y Major en 1943), dejaron los liderazgos de sus respectivos partidos en 1997. González en julio de 1997 y Major un mes antes, en junio de 1997.

Y ya por último, y volviendo al tema original que nos ocupa, tengo que hacer un par de reflexiones acerca de, en este caso, Margaret Thatcher. La dama de hierro siempre se definió a sí misma como liberal, lo cual me parece muy bien, aunque yo no comulgue con el liberalismo. Sin embargo, es curioso cómo en el caso de Thatcher, así como en el de Reagan y todos los demás políticos que se definen como liberales, reducen de forma drástica el gasto público y eliminan ayudas estatales son sujetos que viven toda su vida del erario público. Thatcher, una vez apartada del poder, podía haber renunciado a su pensión como ex primera ministra (al fin y al cabo es una prestación del Estado) y a su cargo en la Cámara de los Lores. 

Pese a ello, la dama de hierro nunca rechazó ningún cargo público y se dignó a vivir de los presupuestos estatales mientras aplicaba políticas para privatizar por doquier empresas estatales y reducir el tamaño del Estado. Esto demuestra la hipocresia de los liberales, los cuales se dedican a vivir de lo público mientras promueven políticas orientadas hacia el sector privado. Los socialistas y los comunistas, a pesar de que estoy en las antípodas de su ideología, son al menos algo más coherentes, ya que sus integrantes son unos vividores de lo público porque su propia ideología defiende esta postura. Los liberales, por su parte, son unos vividores del Estado igualmente, pero desde una posición falsa e hipócrita. 

En definitiva, este es el periodo de casi veinte años en la política británica que se caracterizaron por la férrea postura de Thatcher durante sus controvertidos años al frente del gobierno británico (a día de hoy, Margaret Thatcher sigue generando gran controversia y división en la sociedad británica) y la débil posición a la que se enfrentó Major en la etapa de declive de los tories al frente de Downing Street. Una época polémica, la cual muchos recuerdan como un éxito gracias a las políticas liberales aplicadas por Thatcher (Major en cambio fue más moderado), mientras que otros la recuerdan como un periodo de recortes de derechos e incluso represión por parte del thatcherismo hacia la clase trabajadora, la misma clase social a la que irónicamente pertenecían estos dos personajes, los cuales consiguieron llegar a la jefatura del gobierno británico a través del Partido Conservador, que es la organización política que históricamente siempre ha estado más ligada y representada a los intereses de la clase alta británica. 

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