No tenía pensado escribir sobre la situación actual hasta que la cosa se esclareciese tras la presumible investidura fallida de Feijóo, pero dada las circunstancias que llevamos viviendo desde hace unos días quiero hacer varios comentarios sobre lo que estamos viendo últimamente. Todo ha empezado a calentarse desde que Puigdemont exigiese a Sánchez la amnistía antes de que éste sea investido nuevamente con sus votos como presidente del gobierno, en el eventual escenario de que Feijóo fracase la semana que viene y el rey designe esta vez al actual presidente del gobierno como candidato a una nueva investidura. Por otro lado se ha ido tensando la cuerda aún más tras la entrevista hace unos días del que fuera secretario general del PSE (Partido Socialista de Euskadi), Nicolás Redondo Terreros, hijo del que fuera secretario general de la UGT (Unión General de Trabajadores) y uno de los adversarios políticos internos dentro del PSOE a Felipe González: Nicolás Redondo Urbieta. Una entrevista en la que Redondo se posicionó en contra de la amnistía y de la postura actual del PSOE, lo que le valió que a las pocas horas la dirección socialista decidiese expulsarlo del partido.
Pues bien, todo esto ha ocasionado una revuelta dentro del constitucionalismo a lo largo de estos días, que ha respondido con olas de críticas hacia Sánchez y el PSOE por su actitud sumisa a favor de las exigencias de Puigdemont, así como por la postura que los socialistas han adoptado contra Redondo por sus declaraciones en el periódico "El Mundo". Todo ello mientras aquí en Sevilla era galardonado el ex presidente del gobierno Felipe González en un acto al que asistieron políticos de toda índole (Los primeros, los del PP); en dicho acto, Felipe González se mostró crítico con la dirección del PSOE por el hecho de haber expulsado a un militante que difiere con la postura oficialista del partido. En dicho homenaje a González, el ex presidente sevillano afirmó "Que ni a él se le ocurrió expulsar a Redondo padre cuando éste le montó a él una huelga general". Pues bien, tras aquellas declaraciones (Las cuales no han sentado muy bien dentro de las bases del PSOE, hasta el punto de que algunos están exigiendo ya la expulsión del propio González del partido que un día él lideró), tanto Felipe González como su ex vicepresidente del gobierno, Alfonso Guerra, han hablado hoy en Madrid en la presentación de un libro publicado por el propio Guerra. En dicha presentación (A la cual han asistido gran parte de los políticos actuales del PSOE que supuestamente difieren con las políticas de Sánchez, como también gran parte de los miembros de la denominada "Vieja guardia socialista"), tanto González como Guerra han criticado al propio Sánchez por su disposición a la hora de aprobar la ley de amnistía, así como por su aptitud abiertamente favorable para pactar con el independentismo catalán y vasco a cambio de mantenerse en la Moncloa.
Claro, todo lo que dicen ambos está muy bien teóricamente, pero no hay que olvidar que fue durante la Transición cuando estos dos personajes fueron los primeros en diseñar y apoyar una Constitución y un sistema político que ellos mismos siguen defendiendo y que ha sido el causante de los graves problemas que tenemos como nación cuarenta y cinco años después. ¿O acaso no fue el PSOE liderado por González y Guerra el que apoyó abiertamente el modelo autonómico (Creando con ello un reino de Taifas), así como la cabida del nacionalismo e independentismo dentro del sistema del 78? ¿Acaso no fueron los propios González y Guerra los que apoyaron firmemente una Constitución que reconocía, entre otras cosas, el término "Nacionalidades" a la hora de referirse a las regiones históricas? ¿Acaso no fueron ellos los que fueron cediendo competencias estatales en favor de las autonomías (Entre ellas Cataluña y País Vasco)? ¿Acaso no fue el PSOE de Felipe González el que pactó con la por entonces Convergencia del todopoderoso presidente y virrey de Cataluña, Jordi Pujol y con el PNV de Xabier Arzalluz para continuar en la Moncloa en 1993? ¿Acaso no fue el propio González el que le dijo a Redondo hijo en la campaña electoral vasca del año 2001 que con quien debía pactar el PSE era con el PNV y no con el PP?
Creo pues que quienes menos deben de hablar son precisamente Felipe González y Alfonso Guerra, los cuales fueron los responsables, entre otros, de crear y mantener un sistema que nos ha traído hasta el panorama que estamos viviendo en el año 2023. Un panorama que no hubiese sido posible sin la complicidad que el PSOE ha ido manteniendo con el nacionalismo catalán y vasco desde los tiempos de la Transición hasta el compadreo y colegueo actual entre el socialismo y el independentismo. Por mucho que ahora quieran ir de dignos, esta postura del PSOE con los enemigos de España la empezaron González y Guerra hace cuatro décadas (Aunque la complicidad de los socialistas con los enemigos de este país viene desde mucho más atrás), la estrechó aún más un tipejo sectario y divisorio llamado Zapatero a la hora de firmar los famosos Pactos del Tinell hace ahora veinte años con los que posteriormente serían sus socios en el gobierno de España, y lo ha culminado otro tipejo siniestro y despreciable llamado Pedro Sánchez, el cual se ha caracterizado desde primera hora por ir de la mano de aquellos que quieren destruir este país. El hecho de que personajes tan dañinos para España y su convivencia como Zapatero hace veinte años y ahora Sánchez hayan sucedido a González es precisamente porque éste les enseñó el camino a seguir cuando el PSOE se jactaba de pactar con los nacionalistas. Eso sí, eran los tiempos en los que el nacionalismo era leal a España, según los socialistas. Lo peor de todo es que habrá quien se crea todavía semejante chiste (O insulto, según como queramos tomarlo cada uno). ¿Acaso era leal a España el PNV de Arzalluz, aquél que dijo que mientras ETA sacudía el árbol, ellos recogían las nueces? ¿Acaso era leal a España la CIU (Convergencia i unió) de Pujol cuando éste aprobó en 1990 el doctrinario y famoso "Programa 2000"?
Seamos serios, el nacionalismo catalán, vasco, gallego, andaluz, etc jamás ha sido leal a España, ni lo será; y eso lo saben perfectamente tanto González como Guerra, por mucho que ahora pongan el grito en el cielo por lo que ellos definen como un desvío anticonstitucional que el nacionalismo catalán lleva ejerciendo en los últimos años. Aquí no hay ningún desvío, sino una estrategia trazada por el nacionalismo/independentismo (Para mí ambos términos representan lo mismo, por mucho que algunos quieran diferirlos) desde el momento en que se creó la Constitución y el Estado de las Autonomías, cuyo objetivo era el de aprovecharse del sistema del 78 para debilitar al Estado en favor de sus respectivos territorios. El propio Régimen del 78 que González y Guerra defienden fervientemente es el mismo que ha ido alimentando durante todos estos años a ese monstruo denominado nacionalismo, el cual es ya tan grande y tan fuerte que ya es imposible detenerlo; y ahora ese régimen está herido de muerte por aquellos "Hijos" que el propio sistema ha alimentado, criado y mimado. Y ahora lo único que buscan algunos es, parafraseando a Cánovas sobre el debilitamiento del sistema de la Restauración "Apuntalar el techo para que no se nos caiga encima".
Siguiendo con Felipe González debo decir que me parece, cuando menos sorprendente, la forma en la que el PP no ya ensalza, sino que adula al que fuera presidente del gobierno del PSOE durante catorce años y secretario general del partido durante casi veinticinco años; cualquiera que lea las declaraciones de un político del PP hablando sobre la figura de González creería que éste es miembro de las filas populares y no socialistas, lo cual dice mucho sobre el perfil de los populares, y no precisamente para bien. No hay político del PP actual que no idolatre la figura de González; desde Rajoy en su día hasta llegar a Feijóo, pasando por personajes como Moreno Bonilla, Cuca Gamarra, María Guardiola, etc. La idolatría llega hasta tal punto en el que uno ya no distingue de qué partido es cada uno. Es lo que tiene un partido que está repleto de socialistas y/o socialdemócratas reprimidos, comenzando por el propio Feijóo, lógicamente. Un tipo que está más preocupado por la deriva del PSOE que de la propia España, y que se siente más cercano ideológicamente al propio González (Del cual dice de forma constante y orgulloso que fue votante suyo) que a su padrino político, Manuel Fraga, debería hacerse seriamente una reflexión sobre si verdaderamente está en el partido correcto; aunque viendo y oyendo a sus correligionarios y a sus bases quizás la reflexión que deberían hacerse es la de cambiar el nombre del partido por el de Partido Socialista Popular.
¿Acaso alguien se imagina a los socialistas elogiando a Aznar o a Rajoy? Personajes ambos que tienen todo el desprecio de la izquierda, y no tan izquierda española, y a los cuales se les tiene un odio bastante considerable dentro de las filas socialistas, especialmente contra Aznar. ¿En qué piensa el PP cuando realiza acciones de este tipo? Supongo que dentro del universo popular y de la mente progre de Feijóo, todo lo que sea arrodillarse ante aquél a quienes ellos mismos consideraban hace treinta años como "El principal y primer responsable del clima general de corrupción en España" (No lo digo yo, lo dijo Aznar) es poco a la hora de agradecerles los servicios que prestó durante casi década y media a España; los mismos años en los que el propio González despreciaba al PP y amenazaba a la población sobre la llegada de un gobierno de derechas. Seguramente y al paso que vamos, dentro de quince años el PP elogiará y definirá como "Un hombre de Estado" al mismísimo Zapatero, y quizás dentro de treinta hagan lo mismo con el propio Sánchez. De hecho ya lo hicieron con el propio Rubalcaba, que pasó de ser uno de los personajes más oscuros de la política española a ser considerado un "Estadista" a la altura de Cánovas y Sagasta. Ahí es nada. Eso es un cambio de criterio y lo demás tonterías. Con estos antecedentes, todo es posible en este PP que ocupa ya de facto el espectro del centro-izquierda en España, mientras el PSOE ocupa el de la extrema izquierda.
La postura del PSOE en realidad no debe de sorprender, ya que siempre (A excepción de la época de Felipe González al frente del socialismo y el gobierno español) ha estado posicionado más cerca del extremismo que del centro a lo largo de su larga, polémica, criminal e interesante historia. Pero lo del PP es todo un cambio de chaqueta bastante considerable; y más si tenemos en cuenta que estamos hablando de un partido que deriva de la antigua AP (Alianza Popular) de Fraga, la cual era junto a su por entonces líder el principal partido de la derecha, así como los grandes representantes y referentes del nacionalismo español. Cuarenta y cinco años después se ha convertido en un partido cuyo espectro político representa a todo menos a la derecha española y cuyo líder es un nacionalista gallego que posiblemente más de una vez acabe hablando en su idioma natal desde la tribuna del Congreso, con el fin de reafirmar sus orígenes y las singularidades de su tierra; de momento Borja Semper ya se ha estrenado hablando en vasco. Quién ha visto a este partido y quién lo ve.
Pero claro, estamos hablando ahora mismo en un contexto histórico en el que el PP es ideológicamente lo mismo que el PSOE hace veinte años, un partido progre que acepta y respalda el concepto político que desde la izquierda se tiene de España, así como el programa que el PSOE adoptó en su día acerca de las cuestiones sociales, económicas, territoriales, de memoria histórica, etc. Y hablamos en un contexto en el que el constitucionalismo se está uniendo a favor, no ya de España, la cual a éstos les importa un carajo, sino del sistema constitucional de 1978, el cual es el origen de los males que padece nuestro país. Todo el espectro político, partidario de lo que se viene denominando el "Régimen del 78", está uniéndose para detener lo que Sánchez y su banda (Como diría Rivera en su día) están planeando: la destrucción del sistema en favor de algo que ni ellos mismos se ponen de acuerdo ni saben qué es.
Por un lado está Urkullu, el cual escribió hace unos días en "El País" el famoso artículo en el que propone el desmantelamiento de la Constitución y del sistema autonómico sin necesidad de recurrir al proceso de reforma que establece el artículo 168 de la misma. Urkullu hacía mención a la disposición adicional primera de la Constitución para, a través de este mecanismo, avanzar hacia un Estado Confederal que le otorgue los derechos y reconocimientos pendientes a las llamadas "Nacionalidades históricas". Eso ha provocado un quebradero de cabeza a más de uno, ya que algunos consideran que lo que propone Urkullu, aunque de manera bastante retorcida y rebuscada, sí entra dentro de la Constitución; mientras que otros defienden que esa opción es inadmisible y no tiene cabida legal.
En resumen, Urkullu y el País Vasco apuestan por ir hacia el Estado Confederal, algo que ni el propio Iñigo Urkullu ni el PNV habrían propuesto de momento si no fuera porque los etarras de Bildu le están comiendo a los de Sabino Arana las tostadas y tienen a su alcance la victoria para gobernar en el País Vasco de la mano del PSOE el año que viene (Sinceramente, jamás creí que escribiría sobre este escenario, pero es un hecho triste y preocupante que la ETA tiene un respaldo electoral bastante fuerte dentro del territorio vasco y que su llegada al poder en Vitoria se producirá tarde o temprano).
Por otro lado está Puigdemont, al cual ya no le basta la promesa del PSOE de otorgar la amnistía una vez conseguida la investidura. Puigdemont, como buen zorro que es, busca sacarle a Sánchez la investidura estando todavía como presidente en funciones, lo cual le imposibilita a éste para llevar a cabo dicha proposición de ley desde el gobierno, pero sí desde su propio partido junto con Sumar y demás morralla. Hace unos días dije que lo más probable es que Sánchez otorgase solamente la amnistía a Puigdemont y al resto de condenados por el procés, olvidándose del acuerdo para convocar el referéndum de independencia.
A día de hoy no tengo tan claro que eso (La amnistía) se vaya a producir. ¿Por qué? Por el simple hecho de que desde la ANC (Asamblea Nacional de Cataluña) ya se ha anunciado que en el momento en que la amnistía entre en vigor, los independentistas reactivarán la declaración de independencia suspendida en 2017. Claro, una cosa es lo que algunos pregonaban, que era la amnistía con la vuelta a España de un Puigdemont ya completamente impune, y otra cosa son los planes secretos desde algunos sectores independentistas de reactivar la independencia haya o no acuerdo sobre la convocatoria de un referéndum.
Si esto se produjese, el Estado no tendría ya base legal para recurrir los actos ilegales que supondría una declaración de independencia, ya que con la amnistía, el propio gobierno enmendaría todo el proceso judicial y sus resoluciones sobre este asunto, dándole la razón a su vez a los independentistas, los cuales serían los que tendrían ahora a la ley de su parte. De la misma forma, si los catalanes optasen por declarar (O reactivar en este caso) de forma unilateral la independencia sin tener ya repercusiones legales, el mismo escenario podría repetirse en cualquier parte del país, ya que la amnistía supondría reconocer a su vez el hecho de que la declaración de independencia de Cataluña no fue un acto delictivo ni contrario a la ley, puesto que el hecho mismo de la amnistía hacia los participantes del procés es un reconocimiento a su vez de que los actos perpetrados en 2017 no eran ilegales. Si se llegase a este punto, cualquier parte del territorio español podría declarar de forma unilateral la independencia sin tener estos actos consecuencias judiciales, ya que el gobierno mismo habría dejado sin validez las repercusiones legales de perpetrar un acto de tal calibre con la aprobación de la amnistía. Mucho cuidado pues con esto, ya que de ser así, este escenario supondría el fin mismo de España como Estado-Nación.
Por otro lado, el hecho mismo de aprobar la amnistía sería reconocer de forma automática por parte del gobierno que España es un Estado no democrático y represor, el cual tiene presos políticos y persigue a las personas por el mero hecho de tener opiniones que difieren de las del resto de la población. Hay que tener cuidado también con esto porque aquí lo que entraría ya en juego es la propia reputación de España ante el resto del mundo, el cual sería considerado un país sin democracia (Esto en parte es verdad, ya que como he dicho en otras entradas España no es un estado democrático sino partitocrático) y sin respeto a las libertades de expresión y al pluralismo político. En definitiva, lo que provocaría todo esto sería acabar con el sistema del 78 sin necesidad de reformar de forma íntegra la Constitución.
Es aquí donde los intereses de Urkullu y Puigdemont comienzan a ir por separado, ya que mientras Puigdemont estaría teóricamente a favor de un referéndum, pero también de una reactivación de la declaración de independencia de 2017 si las cosas no salen como él espera, Urkullu es partidario de retorcer aún más la Constitución para desde la misma encaminarse hacia el Estado Confederal, lo cual daría el reconocimiento pleno al País Vasco, Cataluña, Galicia, Navarra, Aragón, Andalucía, etc para convertirse en Estados-Nación, pero dentro de una asociación de países que sería España, o lo que queramos llamar que fuese eso si finalmente se llegase a ese escenario.
En definitiva, Puigdemont va nuevamente a por todas, mientras que Urkullu es partidario de darle un último revolcón a la Constitución para cargársela. El sistema del 78 está pues herido de muerte y por ese motivo, entre otros, aquí todos los constitucionalistas están posicionándose claramente en contra de los pactos de Sánchez con toda esta morralla. Insisto en que la posición de los constitucionalistas no es porque les preocupe el futuro de España, sino porque verían peligrar sus sillas si Sánchez (Al cual le da exactamente igual todo con tal de seguir) decide reeditar su gobierno con los mismos que en 2020, con la diferencia de que ahora la banda sí va ya a por todas.
Por si acaso, ya hay algunos que están lavando la imagen del rey con la estúpida noticia que ha salido hace unos días acerca de un reciente encuentro semanal entre Felipe VI y Pedro Sánchez como presidente del gobierno en el que teóricamente el jefe del Estado se habría negado a firmar la ley de amnistía, lo cual habría provocado un enfrentamiento entre éste y el jefe del gobierno, el cual habría terminado con Pedro Sánchez amenazando al rey si no firmaba la ley, lo cual provocaría que Felipe VI hubiese llamado a la Guardia Real para que expulsase de la Zarzuela a Sánchez. A ver, seamos serios ¿Quién coño se cree esta noticia? Porque yo desde luego no. Para empezar, por mucha repugnancia que me dé Sánchez y compañía es de Justicia decir también que el rey no ha podido negarse a firmar la ley puesto que ésta no existe todavía (Al menos que nosotros sepamos); por ello es imposible que haya habido un encontronazo entre ambos por esta cuestión.
Por otro lado, si hubiese habido tal discusión (Cosa que no me creo, insisto), el rey no se habría negado en absoluto en firmar la ley cuando ésta se presente en su mesa. Primero porque constitucionalmente no puede negarse a ello (Por muy dudosa que sea la constitucionalidad de esa norma), ya que su negativa a firmar cualquier ley supondría una grave crisis constitucional cuyo único precedente en Europa fue el del rey Balduino de Bélgica en 1990, cuando el monarca belga se negó a firmar una ley del aborto, ya que según él "Iba contra sus principios morales y religiosos".
¿Qué ocurrió entonces? Que en Bruselas el rey fue declarado incapacitado para ejercer su cargo durante unas horas; las precisas para que el gobierno belga firmase en su nombre la ley y ésta entrase en vigor, tras lo cual volvió el monarca a su puesto en la Jefatura del Estado de Bélgica. Si esta situación llegase a España, que no va a llegar, la situación sería mucho más complicada, ya que el rey tendría dos salidas: o abdicar o ser declarado incapaz (Dos salidas que Felipe VI no va a aceptar jamás, y menos viendo el panorama tan hostil que desde el gobierno y sus socios existe contra él); y esto en un país con pequeños pero diversos partidos republicanos podría suponer una oportunidad de oro para éstos, los cuales podrían aprovechar para que la abdicación o incapacitación del rey fuese definitiva y no temporal, lo que nos llevaría a un escenario aún más complejo y peligroso si cabe.
Pero ese escenario no creo en absoluto que se vaya a producir. Ya dijeron muchos imbéciles monárquicos hace dos años que el rey jamás firmaría el indulto que Sánchez estaba ultimando para Junqueras y compañía, ya que eso desacreditaría su discurso del 3 de octubre de 2017. ¿Qué ocurrió? Que el monarca firmó, y a otra cosa, mariposa. Esos mismos que hace dos años decían que el rey se negaría en rotundidad a firmar los indultos (Los cuales luego lo excusaron manteniendo que el monarca debe cumplir con sus obligaciones constitucionales) son los que ahora van por ahí salvando la cara del jefe del Estado y poniendo la mano en el fuego por Felipe VI, alegando que jamás firmará la amnistía, puesto que dicha ley va en contra de la Constitución. Ya veremos qué ocurre. Y ya por último está la amenaza de Sánchez al rey y la expulsión de éste de Zarzuela a través de la Guardia Real por orden de Felipe VI. Como chiste está bien, pero nada más.
Quienes crean que el rey (El mismo que lleva el pin de la Agenda 2030 al igual que Sánchez) va a expulsar al presidente del gobierno de la sede de la Jefatura del Estado como consecuencia de una amenaza del socialista al monarca es que también creen en los príncipes y princesas de Walt Disney y en los Reyes Magos. Parece que aquí al personal se le olvida que a la familia Borbón le es indiferente lo que ocurra en España, siempre y cuando esos acontecimientos no afecten a su continuidad al frente del trono. Pero bueno, sigamos creyendo que Sánchez es el malo de la película (Que lo es), pero que tiene enfrente a un rey noble que se preocupa por sus plebeyos y por el futuro de los territorios de su reino. Según parece, algunos están viendo por dónde pueden ir los tiros dentro de no mucho tiempo, y ya están algunos lavando la imagen de los Borbones por lo que pueda pasar. En fin, cuando el río suena, agua lleva. Algo se cuece en Madrid que el resto de españoles ignoramos.
Dicho esto, y como consecuencia de todo lo que está ocurriendo, creo que nada es descartable en estos momentos. Estamos a justo una semana para la investidura de Feijóo (La cual va a ser todo un circo, puesto que el Congreso, con el PSOE a la cabeza, ha aprobado ya el uso de las lenguas cooficiales en el hemiciclo) y no sé cuál va a ser el resultado por mucho que algunos den ya la investidura por fallida. Me explico: la unión de los constitucionalistas, con independencia de su partido, es un síntoma de que puede haber sorpresas de última hora durante la investidura del líder de la oposición. ¿Cómo? Con el escenario de un nuevo tamayazo pero a nivel nacional, en el que diputados socialistas comprados por determinados sujetos se ausenten durante el debate de investidura, lo cual provocaría la aprobación de Feijóo como presidente en segunda vuelta el día 29 de septiembre. Otro escenario posible sería que esos mismos diputados socialistas comprados se abstengan, permitiendo la investidura de Feijóo y la salida de Sánchez del gobierno, lo cual podría provocar un tsunami dentro del PSOE que llevaría a algún presidente autonómico que cuente con el visto bueno de los constitucionalistas a descabalgar a Sánchez y liderar el partido (Sí, me estoy refiriendo a García-Page).
La cuestión es que Sánchez, con independencia de que siga o no de presidente, optará por seguir al frente del PSOE para recuperar el gobierno más pronto que tarde y eliminará a cualquier adversario interno que se le oponga; siempre y cuando se produjese ese escenario, claro está. Yo siempre he dicho que el problema no es Sánchez (Que también), sino el propio PSOE, el cual es un partido que no debería haber sido legalizado durante la Transición como consecuencia del daño que ocasionó a España desde su fundación en 1879 hasta el final de la Guerra Civil en 1939. Un daño del que algunos durante la Transición hicieron oídos sordos y optaron por volver a llevarlos a la arena, lo que ha ocasionado que en estos cuarenta años hayan rematado la faena que no consiguieron acabar durante la Restauración y la II República.
Volviendo al escenario que he planteado, también cabría la posibilidad de que si saliese elegido Feijóo, Sánchez purgaría de inmediato a los diputados "Traidores" y colocase en sus escaños a otros que fuesen inquebrantablemente fieles a él. En caso de producirse esto, Sánchez podría hacer algo que hasta la fecha no se ha producido desde la aprobación de la Constitución: la presentación de una moción de censura en cuanto el nuevo presidente del gobierno, que en este caso sería Feijóo, tomase posesión del cargo. Hay que recordar que la Constitución no dice en ningún momento a partir de cuándo debe presentarse una moción de censura desde la constitución de un nuevo gobierno, lo cual podría dar alas a Pedro Sánchez de registrar la moción de censura una o dos horas después de que Alberto Núñez Feijóo entre en la Moncloa.
Y aquí es donde estaría lo gracioso, ya que con Feijóo en la Moncloa, los constitucionalistas respirarían aliviados al menos de momento, ya que verían que el peligro de Sánchez junto a sus socios separatistas y terroristas habría pasado ya a mejor vida y el Régimen del 78 no correría peligro, al menos a corto plazo. Pero no hay que olvidar que estamos hablando de Pedro Sánchez, un Lázaro político que está acostumbrado a resucitar más veces que ir al water en plena diarrea. Aquí podría darse el escenario de que con la moción registrada y estando nuevamente en la oposición, Sánchez exigiese el voto a Puigdemont a cambio de la amnistía, el referéndum y todo lo que quiera, sin tener margen de maniobra el ex presidente catalán en exigirle un pago por adelantado, ya que en esas circunstancias Sánchez ya no estaría en el gobierno.
En realidad y analizándolo fríamente, la llegada de Feijóo al gobierno para de forma automática presentarle Sánchez una moción de censura sería el escenario ideal para el líder del PSOE, ya que en las circunstancias actuales en las que ERC, Bildu y Junts deciden no ir a la Zarzuela a comunicarle al rey sus apoyos, Sánchez siempre estaría como ya he dicho en clara desventaja de votos frente a Feijóo en una eventual investidura. Con la presentación de la moción de censura, Sánchez sólo necesita las firmas de sus diputados para registrar la moción y de paso no podría comprometerse con Puigdemont a aprobar la amnistía antes de la moción, ya que en este caso Sánchez estaría en la oposición y su gobierno no podría refrendar ante el rey la ansiada amnistía de los catalanes. De esta forma, la única opción que le quedaría a Puigdemont es la de confiar (Si es que este término se puede utilizar entre semejantes personajes) en la promesa de Sánchez de aprobarle todo lo que exija en ese momento para devolverlo a la Moncloa. Es, insisto, el mejor escenario para Sánchez, aunque eso suponga su breve salida del gobierno, ya que la moción de censura es el único mecanismo en la Constitución en la que el candidato a la presidencia del gobierno no necesita la designación previa del rey para ir a una investidura.
Si este escenario se produjese, Puigdemont podría darle los votos a Sánchez en la moción de censura y de esta manera descabalgar a Alberto Núñez Feijóo, el cual se convertiría en el presidente del gobierno más breve en la historia reciente de España, pero que a su vez se quedaría con el pequeño consuelo de haber sido presidente, aunque sea de una forma breve, y defendería que él ha intentado frenar la situación al llegar a la presidencia gracias a los votos tránsfugas del PSOE y de los constitucionalistas, pero que con la moción de Sánchez con el apoyo de los separatistas y los etarras, esa posibilidad se ha extinguido.
Una vez recuperada la Moncloa por parte de Sánchez, la cuestión sería ¿Y la amnistía y el referéndum? Ahí ya cabe la duda de lo que podría hacer el secretario general del PSOE, que o bien podría devolverle el favor a Puigdemont con la amnistía (Lo cual nos volvería a situar al punto cero de la situación actual), o bien una vez restituido en la presidencia del gobierno dijese "Digo" donde antes dijo "Diego". Sería lo que según el propio presidente del gobierno considera un "Cambio de opinión" y este podría ser uno más. Sería sin lugar a dudas una buena jugada de Sánchez a Puigdemont, la cual sería sin embargo pan para hoy y hambre para mañana, ya que con la composición actual del Congreso, el PSOE seguiría necesitando los votos de Junts para continuar en el poder, si no quieren ir a unas nuevas elecciones el año que viene. De esta manera el escenario continuo por parte de Puigdemont durante toda la legislatura sería amnistía y referéndum, o dejar caer a Sánchez para ir otra vez a las urnas.
Otro escenario podría ser el de una investidura fallida de Feijóo la semana que viene, lo cual nos llevaría de nuevo a una ronda de consultas del rey, en la que seguramente vuelvan a ausentarse los partidos independentistas y etarras. Esto provocaría que Felipe VI siga sin tener conocimiento pleno por parte de los separatistas y etarras de apoyar a Pedro Sánchez, lo cual volvería a dejar al todavía presidente del gobierno en situación de desventaja frente a Alberto Núñez Feijóo a la hora de sumar apoyos frente al monarca. Ante este escenario, el cual ya se vio en agosto, el rey tendría varias opciones: o bien volver a encargar al presidente del PP que vaya a la investidura, o bien encargarle la misma a Sánchez (Aunque volvería a tener oficialmente ante el rey menos votos que Feijóo), o bien esperar a que los partidos negocien y se pongan de acuerdo para ir a una nueva ronda de consultas, o bien esperar a que los plazos se cumplan y llegue noviembre para disolver las Cortes Generales e ir de nuevo a las urnas el 14 de enero de 2024.
También podría darse el escenario de que tras una teórica investidura fallida de Feijóo, el rey convoque una nueva ronda de consultas en las que el monarca finalmente decida designar a Sánchez como candidato. En este escenario podría darse el caso de que o bien el presidente en funciones salga investido con los votos de toda su morralla, o bien que (Volviendo a la hipótesis del tamayazo) diputados socialistas previamente comprados decidan o bien no asistir a la segunda votación, o en cambio decidan abstenerse, o simplemente voten en contra de su propio líder. Esto podría suceder como consecuencia de lo dicho hace unos días por García-Page sobre los tránsfugas, por lo que esa situación dejaría las cosas tal y como están, es decir, mantendría a Sánchez como presidente del gobierno en funciones y el reloj seguiría corriendo hacia una nuevas elecciones en 2024.
Cabe decir que con este hipotético transfuguismo, el PSOE saldría bien parado tanto si se produce en una eventual investidura de Sánchez como si se produce en la segunda votación en la investidura de Feijóo la semana que viene, ya que daría de cara al personal la estúpida idea de que una parte del PSOE mantiene su compromiso con la Constitución y su postura de Estado. De producirse una supuesta sublevación de algunos diputados socialistas contra Sánchez en una hipotética investidura de éste, podrían desencadenarse dos escenarios: Que el líder socialista y presidente en funciones purgue a los diputados "Sublevados" para asistir posteriormente a una nueva ronda de consultas del rey en la que le confirme al jefe del Estado que esta vez sí tiene los apoyos atados y bien atados, o bien que ante tal escenario, Sánchez decida dejar pasar el tiempo para que en noviembre Felipe VI convoque nuevamente elecciones mientras él refuerza su estrategia desde Moncloa.
Unas elecciones donde Sánchez se jugaría nuevamente a cara o cruz si consigue una mayoría que deje fuera del pacto a Puigdemont y sus exigencias (Amnistía, referéndum, etc), o pierde la mayoría y con ello la oportunidad de seguir en la Moncloa tras el 14-E. Habría que ver qué sucedería entonces, ya que de ir nuevamente a elecciones, Sánchez volvería a perder dichos comicios casi con toda seguridad. La cuestión está en si el PSOE sube en votos y mantiene la mayoría, dejando a Puigdemont fuera (ERC no supondría un problema para el jefe del ejecutivo, ya que tragan con todo), o por el contrario pierde las elecciones y también la mayoría para formar gobierno. Tal escenario sería bastante interesante, y lo sería aún más si el PP baja en votos y no consigue formar mayoría con VOX; lo cual nos llevaría a un nuevo escenario de ingobernabilidad total que sólo podría resolverse con la abstención de uno de los dos partidos mayoritarios en favor del otro, o bien con un gobierno de coalición entre PP y PSOE.
Tampoco habría que descartar que si Felipe VI decide designar a Pedro Sánchez como candidato en la supuesta nueva ronda de consultas que se ha de celebrar tras la teórica fallida investidura que le espera a Alberto Núñez Feijóo la semana que viene, el líder del PP decida, como buen socialista reprimido que es, regalarle sus votos a su camarada para que éste no dependa de los votos de los independentistas, etarras y nacionalistas. Eso sí, los populares lo venderían como un sacrificio por el bien de España, mientras que los socialistas, como bien agradecidos que siempre han sido, lo catalogarían como una bajada de pantalones de Feijóo frente a Sánchez, el cual podría o bien aceptar la capitulación del PP, o bien rechazarla, profundizando aún más la humillación de éstos. No sería de descartar ningún escenario, incluido este que acabo de describir, ya que Sánchez podría ver que tiene mayores posibilidades de éxito si vamos otra vez a unas elecciones generales en enero.
Un escenario que los constitucionalistas desearían como agua de mayo para votar casi con toda seguridad al PP de forma mayoritaria e intentar desalojar a Sánchez y a toda la bazofia que le acompaña. El problema está en que aquellos que votarían al PP frente al PSOE en enero lo harían no para garantizar la supervivencia de España, que insisto, le es indiferente a todos ellos, sino para asegurar la continuidad del Régimen del 78 ante un Sánchez capaz de todo por seguir en el poder y sus socios, los cuales quieren por un lado cargarse el sistema y por otro, cargarse el país. Yo, por mi parte ya garantizo que si hay elecciones en enero no votaré ni a Dios (Un escenario que personalmente sigo sin ver viable a día de hoy, ya que estoy convencido de que habrá gobierno, sea quien sea).
El pasado 23-J voté a Feijóo, pero no para asegurar la continuidad de este sistema corrupto, sino para evitar que España siguiese en manos de Sánchez y compañía. Como ya hemos visto, Feijóo no se diferencia mucho con respecto a Sánchez, ya que no ha dudado en intentar negociar hasta con Puigdemont para sacar adelante la investidura. De hecho, en el Senado, el PP (Que tiene en esta cámara mayoría absoluta) ha aprobado que tanto Junts como ERC tengan grupo propio, una aprobación que va teóricamente en contra de lo que defendieron los populares cuando el PSOE hizo lo mismo en el Congreso. En definitiva y por desgracia, el futuro de España pasa sí o sí por los separatistas y los terroristas; y eso es algo que tanto el PSOE como el PP asumen y aceptan encantados. Por ello desde aquí digo que si hay nuevas elecciones en enero, este que está aquí no votará a nadie. Que pase lo que tenga que pasar y que el que pueda permitírselo, como ya dije en otra entrada, que salga cagando leches de aquí.
Habrá algunos que sigan diciendo de forma ingenua y estúpida que la única solución es VOX. No. VOX no es ninguna solución, es parte del sistema, y como tal jamás actuará en contra de sus intereses. ¿O acaso alguien ha visto a VOX manifestarse en contra de que Feijóo intentase negociar con Puigdemont mientras ellos le confirmaban al rey su apoyo en la investidura? Si Junts es un partido golpista y separatista lo es tanto si negocia Sánchez como si negocia Feijóo, por mucho que salgan los González Pons de turno afirmando que "Junts y ERC son partidos democráticos y legítimos". A este paso, dentro de unos años el PP acabará diciendo lo mismo de Bildu, mientras que sus votantes y los votantes de VOX seguirán tragando, al tiempo que los líderes de sus respectivos partidos pactan al igual que la izquierda con los enemigos de España.
De momento, y para disimular, el PP tiene convocada para este domingo en Madrid una manifestación contra la amnistía de Sánchez a los independentistas que contará con la presencia de Aznar, Rajoy y Feijóo (Justo dos días antes de la investidura del líder del PP), mientras que Sociedad Civil Catalana va a hacer lo mismo en Barcelona el día 8 de octubre; una manifestación a la que Isabel Díaz Ayuso ya ha confirmado su asistencia. Un teatro el de este domingo en el que muchos españoles de bien participarán manifestándose abiertamente contra esta tropelía y creyendo que el partido que la convoca está también en contra de la misma. Pero si esto fuese así, ¿Por qué PP y VOX no presentan una responsabilidad criminal contra el presidente del gobierno en el Congreso de los Diputados? Si Sánchez, aun estando de presidente en funciones, está cometiendo desde el gobierno un delito de alta traición contra los intereses generales de España (Que lo está haciendo, es obvio), lo más lógico y sensato es que se abra la vía del artículo 102 de la Constitución junto con una moción de censura tan pronto como forme gobierno nuevamente, si es que el escenario acaba con Sánchez investido tras un pacto con los separatistas, etarras y nacionalistas, lo cual está por ver.
¿Por qué no lo hacen? Eso habrá que preguntárselo a los mismos que estos días defienden con uñas y dientes el sistema constitucional pero se olvidan de que lo verdaderamente importante es la defensa de España, lo que demuestra que a todos éstos les importa un carajo su propia nación y en cambio mucho la supervivencia de un sistema que les garantice sus sillones y sus mamandurrias. O quizás no lo hacen simplemente porque todos (Incluido el rey, por supuesto), están a favor de la amnistía y de lo que venga después, aunque públicamente muestren sus discrepancias para mantener engañado y manipulado al personal, para que así continúen creyendo que en esta historia hay buenos y malos, ignorando que sólo existen malos.
Aún así y tras todo lo que he comentado anteriormente debo decir que no creo que la amnistía se vaya a producir (No hablemos ya del referéndum), ya que hay muchos movimientos (Más internacionales que nacionales, en mi opinión) para que no se llegue a ese escenario. Quizás Sánchez, en su ambición y egocentrismo, creía que esto iba a ser para él un paseo militar en el que Puigdemont acabaría agachando la cabeza al igual que Junqueras y cedería a la primera de cambio. Quizás por eso envió a Yolanda Díaz a Bruselas para que se entrevistase con él, dejando el gobierno la imagen de España por los suelos al reunirse el ejecutivo con un prófugo de la Justicia, y creyendo a su vez que el líder de Junts acabaría echándose en brazos de Díaz como ella misma hace cotidianamente con Sánchez.
Por cierto, una imagen bastante lamentable la de la propia Yolanda besando y echándose en brazos de Sánchez cada vez que éste aparece en escena, la cual va en paralelo con la imagen de Podemos/Sumar, un partido que según sus fundadores se diseñó para combatir al sistema y a la casta que en su momento representaban según ellos PP y PSOE y que ha ido convirtiéndose poco a poco en una sucursal de este último para que finalmente su nueva y feminista líder acabe chupándole el culo (Y quién sabe si algo más literalmente) al líder del PSOE y actual presidente del gobierno; a lo mejor hay líos de alcoba dentro del palacio de la Moncloa y Begoña, entre tanta gestión con las saunas homosexuales de su padre y sus polémicas empresas de las que tanta información dispone Marruecos, aún no lo sabe.
En definitiva, estamos en una situación que a mí personalmente me recuerda bastante a la de septiembre de 2016 y septiembre de 2017. En la primera fecha, Sánchez andaba ya negociando con Puigdemont, Junqueras, Bildu, Podemos, etc para ir a una investidura con sus apoyos y derribar a Rajoy. Finalmente, y tras las continuas voces críticas que fueron surgiendo en el PSOE por esos días (Felipe González entre ellos, al igual que ahora), se produjo el famoso Comité Federal del PSOE del 1 de octubre de 2016, en el que tras la escandalosa y bochornosa situación que se vivió en aquella jornada con Sánchez metiendo papeletas con su nombre detrás de las cortinas en un claro intento de pucherazo, éste fue forzado a dimitir aquella misma noche. La segunda fecha es la que se vivió al año siguiente en el parlamento catalán, con Puigdemont aprobando las leyes de desconexión ante la atónita mirada del resto de España y dispuesto a ir a por todas en su objetivo de realizar el famoso referéndum del también 1 de octubre, esta vez de 2017, el cual se acabó realizando y que tuvo como desenlace la declaración de independencia ese mismo mes.
Como se puede comprobar, varios años después de estos dos sucesos, tanto Pedro Sánchez como Carles Puigdemont vuelven a ir a por todas con tal de conseguir sus respectivos objetivos, los cuales uno depende del otro: la investidura de Sánchez sólo será posible si éste claudica ante el prófugo y ex presidente catalán, lo cual tampoco es muy difícil para un personaje sin moral y sin escrúpulos como es el presidente del gobierno. La pregunta es ¿Lo hará ante la presión en contra que se está produciendo en los últimos días? Como ya he dicho, no creo que la amnistía se produzca, aunque también puede darse el escenario de que Sánchez apruebe esa ley de amnistía sin que reciba ese nombre, lo cual tampoco es descartable, aunque los efectos serían iguales de letales con independencia del nombre que reciba la ley. Lo único claro es que de aquí sólo uno acabará claudicando, si es Sánchez o es Puigdemont es lo de menos, ya que el futuro de España está igualmente oscuro con independencia de quién se salga con la suya. Pase lo que pase, pierde España.