Con independencia de quien gane y/o forme gobierno tras las elecciones del próximo día 26, Alemania y Europa ponen fin a una era: La era de Ángela Merkel. Tras 16 años ejerciendo como jefa del gobierno alemán, la canciller pone fin a su etapa como máxima mandataria no solo en su país sino también en todo el continente europeo, la cual ha gobernado de facto la Unión Europea desde que tomase las riendas del gobierno alemán en noviembre de 2005. Se puede decir pues que la figura de Merkel no deja indiferente a nadie. Querida y odiada a partes iguales, la canciller alemana ha estado en el centro de la polémica durante los años más duros de la crisis económica, aquella en la que algunos bautizaron a la canciller como "La dama de hierro del siglo XXI".
Y es que no es para menos, ya que Merkel fue una de las principales promotoras de que los países del sur de Europa, entre ellos España, solicitase cuanto antes el rescate ante los organismos europeos. Una forma de poder capitanear desde Berlín las políticas que se ejercían desde Lisboa, Atenas, Madrid, Roma... por no hablar de los cambios de gobierno que se produjeron durante la peor parte de la crisis, en la que Merkel jugó un papel destacado al destituirse a Silvio Berlusconi como primer ministro italiano, o a Yorgos Papandreu como jefe del gobierno en Grecia. Todos ellos cesados en favor de tecnócratas como Mario Monti en Roma o Lukas Papadimos en Atenas.
Podemos decir pues que Merkel ha sido la líder de facto de Europa, no solo de Alemania. Una Europa que ha padecido los recortes económicos y sociales que desde Berlín imponía la canciller para seguir prestando dinero a los países caídos en desgracia durante la crisis. Una forma bastante peculiar de tomar la soberanía de otros países sin disparar una sola bala, ya que esa era la idea original que tuvo su predecesor, Helmut Kohl cuando decidió pasar de la Europa económica a la Europa política tras la reunificación alemana. En este sentido, Merkel ha sabido jugar muy bien sus cartas y ha conseguido desde su despacho convertirse en "Emperatriz de Europa" y regir los destinos de todos los países del continente mientras éstos padecían las consecuencias de la crisis económica. Para más remate ha nombrado antes de su despedida a su ex ministra, Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea, una última prueba de su extenso poder dentro de la UE.
Por mi parte puedo decir que no seré yo quien eche de menos a Merkel después de 16 largos años gobernando Alemania y Europa. Ha conseguido pasar a la historia no solo por igualar en años de gobierno a su tutor político, Helmut Kohl, sino que ha ido creando una imagen de liderazgo como pocos casos se han dado en Europa en las últimas décadas. Pero también deja un país y un continente asolados por los atentados perpetrados por el Estado Islámico y por la crisis de los refugiados que ella tanto ha apoyado y que tan caro le ha costado electoralmente a su partido. Un partido que en nada se diferencia ya del SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania) ideológicamente hablando. Merkel ha entregado el CDU (Unión Demócrata Cristiana de Alemania) por completo a la izquierda y nada hace presagiar que su sucesor en el partido vaya a cambiar de política. Merkel deja pues una Alemania muy fuerte, sobre todo política y económicamente, pero deja a su vez una Europa más débil que nunca. Tras casi 20 años gobernando, nada hace pensar que Merkel haya mejorado los graves problemas que persiguen desde hace años a Europa. Ahora le toca dejar en manos de su sucesor una Alemania y una Europa cada vez más fragmentadas entre sí. Por todo esto y por mucho más, adiós, Merkel, no te echaremos de menos.