Aunque en nuestra constitución se estipula que España es una "Monarquía parlamentaria", no quiere decir que en la práctica nuestro sistema político tenga que ser así. Siempre se ha comentado, y se sigue comentando, que nuestro sistema de gobierno tiende a ser bastante "Presidencialista". Que la forma de gobierno en España es bastante parecida en cierta forma a los sistemas políticos que predominan en Estados Unidos, México, Argentina, etc. Y debo decir que en gran parte de los años que el sistema constitucional de 1978 ha funcionado, esta forma de gobierno podría añadírsele a nuestro país, siendo el presidente del gobierno no solo el jefe del ejecutivo sino también el jefe del estado. Adoptando un perfil bastante relevante no solo en el interior del país, como es lógico, sino también en el extranjero.
Aun así todo esto parece que cambió desde hace unos diez años atrás. E incluso me atrevería a decir que desde hace veinte años. Desde hace ya algún tiempo, el sistema político español ha venido adoptando una postura que en gran parte se parece a la establecida en Francia o en Rusia. Estoy hablando del sistema semipresidencialista. ¿Qué es un sistema semipresidencial? Pues aquel en el que el jefe del estado es el presidente de la República, mientras que el jefe del gobierno es el primer ministro, el cual es elegido por el primero. Esto en España parece que se estrenó aunque de forma tímida en el año 2000.
Tras la reelección de José María Aznar, éste formó un gobierno en el que desalojó de la vicepresidencia a Francisco Álvarez Cascos y designó como nuevo vicepresidente al entonces ministro de educación, Mariano Rajoy. Con ello también fue designado por Aznar como ministro de la presidencia y posteriormente portavoz del gobierno y ministro del interior. De esta forma Rajoy se convirtió en una especie de "Primer ministro", donde el jefe del gobierno presidía, y el vicepresidente era quien llevaba el pulso del gobierno. De hecho hay noticias de la época en las que se hablaba que debido a los constantes viajes al exterior de Aznar, las discrepancias entre ministros y las rencillas del gobierno las zanjaba el entonces vicepresidente Rajoy, al cual acudían los ministros en lugar de a Aznar debido a que Rajoy era más accesible que el jefe del gobierno. Todo esto terminó cuando en 2003 y tras tres años ejerciendo de primer ministro de facto, Aznar designó a Rajoy como su sucesor, dejando éste las responsabilidades de gobierno, muchas de las cuales le quemaron en los tres años que ejerció de "primer ministro", entre las que destacan el hundimiento del prestige en las costas gallegas en 2002, el apoyo de España a la guerra de Irak, la crisis del Perejil, o la huelga general de los sindicatos contra el gobierno.
Pero no sería hasta octubre del año 2010 cuando en medio de la mayor crisis económica y social vivida en España desde los años 30, el entonces presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el cual estaba ya carbonizado por su pésima y nefasta gestión de la crisis, decide hacer una gran remodelación en su gobierno y designa como nuevo vicepresidente al entonces ministro del interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Es aquí cuando se habla por primera vez en la prensa española de una "Presidencia bis", donde el vicepresidente asumía todas las funciones gubernamentales mientras Zapatero iba retirándose poco a poco. El entonces presidente era quien oficialmente seguía estando al frente del gobierno, pero en la práctica era Rubalcaba quien gobernaba y tomaba las decisiones en los últimos meses del PSOE en el gobierno. A la vez que era nombrado vicepresidente, también fue designado como nuevo portavoz del gobierno, a la vez que seguía al mando del ministerio del interior. Por primera vez en España se veía claramente, a diferencia de lo ocurrido entre Aznar y Rajoy, una división de poder real en el gobierno. Rubalcaba tenía el control de la situación y realizaba tareas propias de un primer ministro y de primera representación del gobierno en algunos casos. De hecho fue famoso su despliegue a Afganistán, donde visitó las tropas como si de un jefe del gobierno se tratara, y rindió homenaje a los caídos. Pero no sería hasta la crisis de los controladores aéreos en diciembre de 2010 cuando se notó que era ya Rubalcaba y no Zapatero quien realmente controlaba el cotarro. La desaparición del presidente del gobierno durante la crisis, y la constante presencia de Rubalcaba ante los medios, así como el anuncio por parte de éste de aplicar por primera vez el estado de alarma hizo despejar las dudas de quién era verdaderamente el que gobernaba en España. De hecho se ha hablado varias veces que el propio Rubalcaba se vanagloriaba de ser él quien consiguió en la reforma de la constitución de 2011 que a la hora de especificar el límite del déficit no se incluyese ninguna cifra en la carta magna. Quizás por todas estas cosas, Rubalcaba recibió hace casi dos años un funeral equiparable al que reciben los jefes del gobierno. Su "mandato" no duró más de nueve meses. El tiempo suficiente para que los españoles conociesen su gestión como "primer ministro" y abandonase el gobierno para ser designado sucesor de Zapatero y candidato del PSOE, siendo derrotado fulminantemente por Mariano Rajoy en las elecciones de noviembre de 2011.
Tras la vuelta del PP al gobierno, este reparto de poder no solo no se disuelve sino que se refuerza cuando Rajoy, como nuevo presidente del gobierno, decide nombrar a Soraya Sáenz de Santamaria como vicepresidenta del ejecutivo, portavoz del gobierno y ministra de la presidencia, obteniendo a la vez el control del CNI (Centro Nacional de Inteligencia) por primera vez en la historia de España. Es a partir de entonces cuando la prensa española cataloga a Sáenz de Santamaría como "La mujer con más poder en España desde Isabel II". Y no era para menos. Rajoy había estructurado su gobierno de forma que él lo presidiría, pero a su vez sería Soraya quien moviese los hilos del poder en la Moncloa. De nuevo tenemos un caso claro de reparto de poderes entre presidente y "primer ministro". De hecho no fueron pocas las veces que se habló de que Rajoy había "abdicado" de sus responsabilidades en favor de Soraya. De hecho en uno de los debates televisivos de las elecciones generales de 2015, donde Rajoy se presentaba para la reelección, fue la propia Soraya la que participó en representación del PP y por ende, del gobierno de entonces. También fue un hecho curioso que en los carteles electorales de aquellos comicios apareciesen los rostros de Rajoy por un lado y Soraya por otro. Símbolo del gran poder y la influencia que ejercía la "primera ministra" en el gobierno y que la corroboraba como futura sucesora a la Moncloa. Una teoría que se reforzó en 2016 cuando tras cinco años gobernando, el presidente del gobierno decide que Soraya abandone la portavocía del gobierno para asumir a su vez el ministerio de las administraciones territoriales. También, durante la crisis independentista catalana, Rajoy aplicó por primera vez el artículo 155 de la constitución cesando al hasta entonces gobierno catalán presidido por Puigdemont. Con ello encargó que la presidencia catalana provisional recayese en Soraya durante todo el tiempo que perduró esta medida. Todo un espaldarazo a la flagrante "primera ministra", la cual muchos veían en ella a una más que inminente presidenta si los casos de corrupción que afectaban al PP se llevase por delante al gobierno de Rajoy. Algo que estuvo a punto de ocurrir el 31 de mayo de 2018 pero a lo que Rajoy se negó, poniendo fin al gobierno del PP tras siete años en la Moncloa.
En enero de 2020 y tras dos elecciones generales celebradas en 2019, más las elecciones autonómicas y municipales de mayo de ese año, Pedro Sánchez, presidente del gobierno desde junio de 2018, y Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, llegan a un histórico y polémico acuerdo que da luz verde al primer gobierno de coalición desde la instauración del sistema constitucional del 78. El ejecutivo izquierdista del Frente Popular había vuelto al gobierno de España ochenta y cuatro años después de 1936. Tras la toma de posesión de Pedro Sánchez como presidente del gobierno por segunda vez, éste anuncia a los pocos días su nuevo gobierno. Pablo Iglesias se convertiría en el flagrante vicepresidente segundo del gobierno, ministro de derechos sociales y de la "Agenda 2030", y por ende en el nuevo "primer ministro" del nuevo ejecutivo de coalición. Este caso, que ha sido el que lleva España viviendo (O sufriendo, mejor dicho) desde hace un año es el más claro hasta la fecha de todos los casos de reparto de poder entre presidentes y primeros ministros. Sánchez preside el gobierno, asumiendo incluso el papel de jefe del estado en muchos casos, en detrimento del rey Felipe VI, mientras que Iglesias es el encargado de poner los puntos sobre las íes, aunque en más de una ocasión Sánchez haga acto de autoridad para detener algunos de sus planes. Estamos pues ante un gobierno dividido en dos. Por un lado el gobierno que preside Sánchez con sus correspondientes ministros del PSOE, y por otro el gobierno que lidera Iglesias con sus ministros podemitas, entre los que se incluye su propia pareja, Irene Montero. Aún no siendo vicepresidente primero, Sánchez otorga a Iglesias un poder bastante relevante, entre los que destaca su acceso y control al CNI. Un poder bastante notable para el líder de un partido que había quedado cuarto en las elecciones generales de abril y noviembre de 2019. Sin embargo, y a pesar de ello, el reparto de poder se concentra por un lado en el palacio de la Moncloa (Residencia del presidente del gobierno) y por otro en el palacete de Galapagar (Residencia privada del "primer ministro" Iglesias y su cónyuge).
Con esto he querido hacer un repaso sobre las distintas ocasiones en las que España ha estado co-presidida por dos personas en un sistema que teóricamente es cualquier cosa menos presidencialista o semipresidencialista. Hasta la llegada del segundo gobierno de Aznar, tanto con Álvarez Cascos en la vicepresidencia en su primer gobierno, o incluso Alfonso Guerra con Felipe González, o Gutiérrez Mellado con Adolfo Suárez se sabía claramente quién era el presidente y quién el vicepresidente. Pero desde el antecedente creado de forma tímida por Aznar en el año 2000, confirmado abiertamente por Zapatero en 2010, y continuado con Rajoy en 2011 y Sánchez en 2020, España ha tomado de facto un peculiar sistema de gobierno en donde la facultad de gobernar la tienen dos personas y no una sola. Cabe añadir que este sistema atípico se produjo hasta hace unos años en Cataluña, donde el presidente de la generalitat ejercía funciones propias de un jefe del estado, mientras que a su vez existía un consejero primero, el cual ejercía las funciones de "jefe del gobierno" en la generalitat catalana. Esta idea parece haberse extendido al resto de España con los ejemplos que acabo de exponer. Como he dicho anteriormente, todo esto forma parte de un sistema atípico e insólito si lo comparamos con los sistemas de gobierno que predominan en los países de nuestro entorno, pero como diría Manuel Fraga: "Spain is different".